Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 feb 2020

Promesas, juramentos y perjurios .............................Javier Marías

Promesas, juramentos y perjurios

Cuando ruge la marabunta........................ Margarita Rivière

Estamos gobernados por una mezcla de analfabetismo cultural y populismo televisivo que solo piensa en el beneficio.

Me refugio en el hospital.
 No había otro remedio: mi cuerpo no aguantaba más sin respirar, un agobio imposible denominado insuficiencia respiratoria.
 Una lógica secuela de cuarenta años de humo, cafeína, prisas y esfuerzos hechos con sumo gusto en el periodismo.
 No considero que mis problemas de salud interesen en general, pero una vez instalada, protegida por unas gafas con oxígeno, mis maltratados pulmones volvieron a oxigenar de nuevo y el hospital se transformó en algo que hoy está fuera de lo normal. 
Mi doctora dice que saldré de esta y las enfermeras son amables, sonrientes y solícitas.
 Aunque desde 2004 ya tenía experiencia de este tipo de situaciones, he agradecido más que nunca los cuidados y ánimos. Sobre todo porque fuera de este bendito hospital “ruge la marabunta”.
Hay que explicar a los más jóvenes que esa fue una fascinante película (Byron Haskin, 1954) de título y contenido tan sugerentes y caóticos, melodramáticos, de suspense, fantasía y realidad absurda, como los que hoy suceden en nuestro entorno.
 Me explico y recuerdo: imaginen a un Charlton Heston, machote como nadie, al frente de una enorme plantación en Sudamérica.
 No lo creerán, pero ¡el tipo en cuestión es virgen! Sí, a sus treinta años esplendorosos no lo ha probado nunca y, claro, quiere hacerlo. No se le ocurre otra cosa que pedir a su país natal, EE.UU. claro, que le envíen una novia acorde con su rango. 
Y llega una maravillosa Eleanor Parker que a su encanto irresistible une la cualidad de la experiencia: es viuda, una honesta e impoluta viuda que, además, es buena pianista.
 ¡Ah! Qué desilusión: el caballero la quería por estrenar. ¡Y decide mandarla de vuelta en el siguiente pasaje de barco! 
Pero tienen que pasar una semana juntos y ahí está el meollo, ¿serán capaces?

Al problema del desencanto, el tiempo, siempre melodramático, añade un inicio de inconfesada y mutua atracción. 

Pero el drama se masca cuando se anuncia la peligrosísima invasión de la marabunta, miles de millones de enormes hormigas, que devoran todo lo que encuentran a su paso, sean casas o personas.

 Según la RAE es cierto: la de las hormigas es la primera acepción de la palabra; la segunda es la de masas de “gente alborotada y tumultuosa”. El devastador ataque de las hormigas corruptoras, voraces, incansables, lo destruye todo. Pero, y así tenía que ser en una película como esta, al fin surge la lucecita del amor entre los protagonistas, que de esta manera se salvan.

Desde el hospital, con la radio, el ordenador (cuando funciona) y algún (escaso) programa de tele, lo que hoy sucede fuera en este país (España y Cataluña con ella) sin olvidarnos de Europa, Mali, México, Estados Unidos, China y todo lo que importa, es perfectamente equivalente al rugido de la marabunta: gente alborotada y tumultuosa que no para de enredar e impedir que la gente viva su vida.
 Todo ello sin otro fin que el de acumular un dinero que Dios sabe para qué van a querer: lo típico de los seres incultos, desgraciados y lamentables que confunden sus personas y sus tribus con Dios mismo y sus coros celestiales, poder y adláteres.
El diagnóstico está hecho —véase el estupendo artículo de Rafael Argullol del pasado domingo en EL PAÍS— la cultura que era el alma de Europa (en cuya búsqueda debía ir también España) ha sido engullida por el beneficio económico, el mercantilismo y la depravación de la marabunta. Ahora queda el cómo. El cómo salir de esta, cómo liberarnos de estos niños mimados melodramáticos que son tantos presuntos dirigentes. Tenemos ya algunos héroes: jueces, periodistas, currantes y gente que sonríe a los enfermos en los hospitales. No estamos solos ante la marabunta.
Margarita Rivière es periodista.

El rugido de esta marabunta de incapaces, alborotadores y tumultuosos solo se explica con aquella sentencia tan acertada de Vázquez Montalbán: “España (Cataluña incluida) es un país que ha pasado del analfabetismo a la televisión”. 
Vázquez no lo decía así pero aunque pensaba que la televisión era un instrumento estupendo inventado para abrir nuestros ojos al mundo, estaba —y está, salvo excepcionales excepciones—en las peores manos: es otra marabunta. 
A ella se ha añadido ahora la pretensión de que con esa trayectoria cultural: analfabetos + populismo televisivo, pueda salir una clase dirigente preparada.
 La prueba de que no es así es la manía de que todo el que se precie ha de ser un 'emprendedor' (¡ay!) y disponer de un MBA (Master on Business Administration), como la vía más directa para convertirse en Bill Gates o en Rupert Murdoch, el gran tramposo antieuropeo. Puro delirio.

 

7 feb 2020

El magistrado del Constitucional que cita a Raimon

Andrés Ollero expresa su “amor a Cataluña” para rebatir la recusación del Govern.

 
El magistrado del Constitucional que cita a Raimon
El Tribunal Constitucional va a resolver en su próximo pleno si el magistrado Andrés Ollero (Sevilla, 75 años) tiene que ser apartado de todos los asuntos que afectan a Cataluña, por la supuesta “animadversión” e incluso “odio” hacia los catalanes que le atribuye la Generalitat.
 El Govern presentó una recusación contra Ollero tras aludir este al “supremacismo” existente en Cataluña en un voto particular de la sentencia que el pasado noviembre avaló la reforma del derecho civil catalán.
 En sus alegaciones a esa recusación, el magistrado se vuelca en manifestar su “amor a Cataluña” y afirma que las acusaciones son “un desvarío”.
  
 La Generalitat sostiene que hay que separar a Ollero de cualquier asunto relativo a esa comunidad.
 El Constitucional admitió a trámite la recusación, paralizó todos los recursos sobre Cataluña y dio un plazo para alegaciones al propio Ollero, a la Abogacía del Estado y a la Fiscalía.
 Todos ellos se han opuesto a que la iniciativa prospere.
En su escrito, Ollero emplea un lenguaje muy personal. 
Afirma que profesa “amor a Cataluña”, y efectúa un intenso relato de su etapa de formación en la Barcelona de los años 60. 
El texto destila nostalgia por aquella Cataluña y el ambiente de sus aulas, en clave de confesión vital. 
Cuenta Ollero que en la Universidad de Barcelona convivían entonces “maestros” suyos de ideologías muy distintas. 
Y que tuvo como compañeros al catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras y al “hoy afamado novelista Eduardo Mendoza”.
 Al recordarlos, subraya que existía “un reconfortante contexto cultural y político”.

Explica también Ollero, diputado del PP durante 17 años: 
“Mentiría si dijera que hablo catalán, ni siquiera en la intimidad, pero también lo haría si afirmara que no canto en catalán, por supuesto en la intimidad”.
 Y menciona los éxitos popularizados por Raimon, quien “era ya entonces la más elocuente prueba de que para amar a Cataluña no es ni siquiera preciso nacer en ella”.
El magistrado expone más adelante que en los años 90 pasó otra temporada en Barcelona, “una ciudad cosmopolita, abierta y acogedora, que justificaba sobradamente el entusiasmo laudatorio de Montserrat Caballé y Freddie Mercury”, en alusión a su himno en los Juegos Olímpicos.
Ollero sostiene que cuando habló de “supremacismo” lo aplicó específicamente a “quienes se sienten humillados si se les trata como si fueran iguales a los demás”.
 “No se me pasó por la cabeza que todos ‘los catalanes’ pudieran sentirse molestos, teniendo en cuenta la amplia pluralidad de la sociedad catalana, aunque no falte quien se empeñe en negar la condición de catalán de quien no piense como ellos”, señala. Y añade:
 “Achacarme ‘enemistad manifiesta’ con la parte recusante es simplemente un desvarío”.

La Abogacía del Estado afirma, por su parte, que el empleo del término “supremacismo” no implica pérdida de imparcialidad, porque no revela “enemistad manifiesta” alguna. 
La Fiscalía coincide en que no cabe deducir de las palabras de Ollero que “en cualquier litigio” que afecte a Cataluña el magistrado “no se ajustará” a la Constitución y el Estatut. 

 

Carlos García Juliá, coautor de la matanza de Atocha, ingresa en la cárcel de Soto del Real tras ser extraditado

Fue detenido en Brasil y le restan por cumplir 3.855 días de pena.

Carlos García Juliá, momentos antes de despegar para España. En vídeo, su paso por el aeropuerto de Barajas. Foto: toni pires | Vídeo: EFE
 
 

 

Cuarenta y tres años después de perpetrar la matanza de Atocha —uno de los atentados con mayor impacto de la Transición española— y tras 25 años prófugo, Carlos García Juliá ha llegado a Madrid desde Brasil para cumplir lo que le resta de condena tras ser extraditado. 
Todavía le quedan 3.855 días de los 193 años a los que fue condenado por matar a tiros a cinco abogados laboralistas en un bufete de CC OO en la calle Atocha cuando era un falangista de 24 años. 
Ahora ronda los 67. 
Tras aterrizar en Barajas a primera hora del viernes, ha sido trasladado a la cárcel de Soto del Real (Madrid).
La llegada del recluso al aeropuerto internacional de São Paulo y su entrega a los policías españoles de Interpol se ha realizado con un operativo reforzado de seguridad y discreción, lejos de la prensa.
 A diferencia de otros presos, no ha ido por la terminal como cualquier pasajero.
 Una furgoneta ha llevado al coautor de la masacre de 1977 al avión tras ser entregado a las autoridades españolas en la comisaría del aeródromo.

Vestido con jersey y pantalón azul marino, canoso, con gafas y más delgado que en su foto de Facebook antes de ser detenido, se le ha visto charlando con el cónsul en São Paulo, Ángel Vázquez Díaz de Tuesta, en presencia de los tres agentes llegados desde España.
 El preso solo lleva equipaje de mano: una maleta y una bolsa roja.


Carlos García Juliá, a su llegada a España.
Carlos García Juliá, a su llegada a España.
Entregado por el primer Gobierno de ultraderecha de Brasil desde el fin de la dictadura, en 1985, García Juliá llega a una España con un Gobierno de izquierdas, el primero de coalición.
Solo habían pasado dos años desde la muerte de Franco cuando García Juliá y otro terrorista entraron a tiros en el bufete de abogados laboralistas vinculados al sindicato Comisiones Obreras y al todavía ilegal Partido Comunista. 
Asesinaron a los letrados Enrique Valdevira, Luis Javier Benavides y Francisco Javier Sauquillo, al estudiante de derecho Serafín Holgado y al secretario Ángel Rodríguez Leal. 
Otras cuatro personas resultaron gravemente heridas.
 “Intentaba ayudar a las fuerzas de orden público a defender a España de la subversión”, declaró García Juliá en el juicio, celebrado en 1980.
La matanza en la calle Atocha 55 de Madrid “sirvió sin duda para consolidar el camino a la democracia”, explicó en 2016 a este diario uno de los supervivientes, el abogado Alejandro Ruiz Huerta. Porque la contención que mostró el Partido Comunista allanó el camino a su legalización, según relatan Jorge Martínez Reverte y su hermana Isabel en La matanza de Atocha. 24 de enero de 1977 (La Esfera de los Libros).

El antiguo falangista fue detenido a finales de 2018 cuando trabajaba en São Paulo como conductor de Uber.
 Desde entonces ha estado encarcelado en la sede de la superintendencia de la Policía Federal en la megalópolis, en un ala reservada a los reclusos pendientes de extradición.
El ultraderechista fue localizado en Brasil cuando, por una orden de busca y captura de Interpol, sus huellas dactilares coincidieron con las archivadas en Brasil a nombre de un venezolano.
 El madrileño llevaba años viviendo con el nombre de Genaro Antonio Materán, suplantando la identidad de otra persona con documentos auténticos.
 Ni siquiera su pareja conocía la verdad.
Aunque su defensa intentó dilatar el proceso de extradición, el traslado se realiza un mes después de que el Tribunal Supremo brasileño rechazara su último recurso y el presidente Jair Bolsonaro firmara la entrega.
 Su abogado brasileño, Daniel Mourad Majzoub, explicó a este diario el mes pasado que García Juliá se arrepiente del asesinato que cometió.
La matanza en la calle Atocha 55 de Madrid “sirvió sin duda para consolidar el camino a la democracia”, explicó en 2016 a este diario uno de los supervivientes, el abogado Alejandro Ruiz Huerta. Porque la contención que mostró el Partido Comunista allanó el camino a su legalización, según relatan Jorge Martínez Reverte y su hermana Isabel en La matanza de Atocha. 24 de enero de 1977 (La Esfera de los Libros).
El antiguo falangista fue detenido a finales de 2018 cuando trabajaba en São Paulo como conductor de Uber.
 Desde entonces ha estado encarcelado en la sede de la superintendencia de la Policía Federal en la megalópolis, en un ala reservada a los reclusos pendientes de extradición.
El ultraderechista fue localizado en Brasil cuando, por una orden de busca y captura de Interpol, sus huellas dactilares coincidieron con las archivadas en Brasil a nombre de un venezolano.
 El madrileño llevaba años viviendo con el nombre de Genaro Antonio Materán, suplantando la identidad de otra persona con documentos auténticos. 
Ni siquiera su pareja conocía la verdad.
Aunque su defensa intentó dilatar el proceso de extradición, el traslado se realiza un mes después de que el Tribunal Supremo brasileño rechazara su último recurso y el presidente Jair Bolsonaro firmara la entrega. 
Su abogado brasileño, Daniel Mourad Majzoub, explicó a este diario el mes pasado que García Juliá se arrepiente del asesinato que cometió.
Se le perdió la pista en 1994, cuando se esfumó en Paraguay, adonde se trasladó en libertad condicional con permiso del juez. El otro asesino, José Fernández Cerrá, cumplió una breve pena.
 El tercer ultra, Fernando Lerdo de Tejada, que se quedó a vigilar la puerta, está prófugo desde que también escapó durante un permiso.
Brasil fue para el coautor de la histórica matanza la última parada de una huida que le llevó por casi toda Sudamérica.
 Durante años mantuvo contacto con otros neofascistas huidos a América Latina, pero tras tres años encarcelado por tráfico de drogas en Bolivia —donde en 1999 fue localizado por reporteros de Interviú— apostó por una vida de perfil bajo con la identidad de otra persona. 
Hasta ahora. 
Cuarenta y tres años después de la matanza y tras 25 años prófugo, un juez español decidirá ahora su destino.