Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 feb 2020

La última resurrección de María Jiménez

La cantante celebra su 70º cumpleaños triunfando con el dueto junto a Miguel Poveda, que marcó su regreso después de haber estado al borde de la muerte.

María Jiménez, en Sevilla, el pasado jueves. En vídeo, recorrido por la trayectoria de la cantante. FOTO: GETTY | VIDEO: EPV

El 25 de enero, una noticia en forma de regalo servía de celebración adelantada del que será, este lunes 3 de febrero, el cumpleaños número 70 de la cantante María Jiménez (Sevilla, 1950): la plataforma audiovisual YouTube anunciaba que su canción ¡Qué felicidad la mía! superaba el millón de visitas. Con este tema que arrasa en las redes sociales —un dueto con el cantaor Miguel Poveda— la sevillana no solo resucitó artísticamente el pasado mes de diciembre, sino que escenifica esa rabia con la que María Jiménez pelea por la vida desde que, en un nuevo revés, haya superado una enfermedad que la mantuvo, a mediados del año pasado, ingresada tres meses en un hospital. 

Un tiempo del que ella misma ha dicho:

 “Estuve tres meses muerta”. 

Esta irrevocable decisión por vivir va a marcar el cumpleaños de la cantante sevillana, empeñada en cumplir la profecía que hizo entonces su único hijo, Alejandro, nacido de su matrimonio con el actor José Sancho: “La rubia sale de esta”.
“Todo está bien en mi cuerpo, hasta la celulitis”, bromeaba la artista en su cuenta de Instagram una vez superada una crisis de salud en la que se debatió entre la vida y la muerte: 
“Soy mejor persona porque me voy dando cuenta de cosas que antes no me daba.
 No conozco el miedo, tengo muchas ganas de vivir”, aseveraba. Con esta determinación quiere María Jiménez andar el recién nacido 2020, año en el que, además de cumplir siete décadas en el mundo, le esperan planes en lo artístico y lo personal. “Evidentemente no estaba muerta, estaba de cachondeo”, ha bromeado la cantante en varios programas de televisión, en alusión a “todo lo que queda por vivir”. 

En este cumpleaños, pues, ha sido fundamental, además de su familia, la aparición en su vida de Miguel Poveda, que ha servido en bandeja a la cantante una canción a su medida, con todo su quejío canalla, que María Jiménez canta con las tripas al tiempo que celebra la vida.
 “Desde que tengo uso de razón admiro y amo a María con toda la extensión de la palabra, y desde que nos conocimos hemos querido cantar juntos. María Jiménez no es de este planeta.
Gracias por abrirnos las puertas de tu casa y de tu corazón”, fueron las palabras con las que el cantante de Badalona anunció la colaboración en su cuenta de Instagram, la misma con la que estos días se pasean por radiofórmulas y televisiones de todo el país.
Atrás han quedado los días de incertidumbre por su gravísimo estado de salud: la cantante, que desde hace unos años vivía retirada en Chiclana de la Frontera (Cádiz), fue intervenida el pasado mes de mayo en el Hospital de San Rafael de la capital gaditana por un problema en el aparato digestivo. 
Unas complicaciones derivadas de la operación llevaron a temer por su vida. Fue trasladada al Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde recibió el alta el pasado mes de julio
“Lo he pasado muy mal, pero peor lo ha pasado mi familia porque yo no era consciente”, ha explicado María Jiménez en entrevistas de televisión, en las que siguió tirando de humor para decir:
 “Me metieron muerta y he resucitado”.
Homenaje a María Jiménez durante el Salón Internacional de Moda Flamenca, en Sevilla, el pasado jueves.
Homenaje a María Jiménez durante el Salón Internacional de Moda Flamenca, en Sevilla, el pasado jueves. GTRES
Más allá de un hecho aislado, la vida de María Jiménez parece predestinada a afrontar adversidades, cuando no a una eterna superación de tragedias en lo vital y lo artístico.
 Con 18 discos publicados, media docena de películas y dos profundas tragedias personales, María Jiménez lleva inoculado el espíritu renacentista del Ave Fénix.
 Su convulso matrimonio con el actor José Sancho, del que se separó y se volvió a casar hasta en tres ocasiones, y el accidente mortal que le costó la vida a su hija mayor cuando tenía 16 años, la condujeron a numerosos altibajos profesionales.
 Después de su época dorada y tras la trágica muerte de la joven, María abandonó los escenarios.
 En el año 2002, se produjo un primer renacer de la cantante.
 Su colaboración con el grupo La Cabra Mecánica y un disco firmado por Joaquín SabinaDonde más duele— hizo estallar por los aires el fallido destino al que parecía abogada: más de 600.000 copias vendidas con un estribillo hecho a su erótica medida: “Quién hará tu trabajo debajo de mi falda...”. 
Un cáncer de mama en 2013 pareció dar el tiro de gracia a su personalidad rocosa e invulnerable, pero la artista tardó apenas tres años en superar la enfermedad y ahora, con esta nueva batalla ganada a la muerte, María Jiménez regresa a la actualidad musical para gritar: ¡Qué felicidad la mía!

La broma de Brad Pitt sobre Enrique de Inglaterra delante de Guillermo y Kate

El actor, ganador de un Bafta, ironizó con la marcha del príncipe a Canadá con Meghan Markle en un discurso que leyó Margot Robbie.

Brad Pitt
Brad Pitt, en el almuerzo de los nominados a los Oscar. REUTERS
Brad Pitt está haciendo de los galardones que recibe esta temporada todo un espectáculo.
 Confesiones íntimas, agradecimientos y bromas presiden los discursos de aceptación de los premios que logra por su participación en Once Upon A Time In... Hollywood, la película de Quentin Tarantino. El domingo, el actor fue de nuevo reconocido por este trabajo en los Bafta, que se entregaron en Londres.
 Fue su compañera Margot Robbie la encargada de recoger el premio en su nombre como Mejor Actor Secundario.
 Robbie salió al escenario para leer un mesaje que le había entregado el actor. "Brad no ha podido estar aquí esta noche por obligaciones familiares, así que me ha pedido leer esta respuesta por él".
 "Eh, Reino Unido, he escuchado que acabáis de quedaros solteros. ¡Bienvenidos al club!", dijo en referencia a la salida de la Unión Europea.
Después de leer una serie de agradecimientos, Robbie se despidió con un último chiste de Pitt sobre la salida de Meghan Markle y el príncipe Enrique de la corona británica y sum marcha a América del Norte
. Según Robbie, Pitt quería llamar a su galardón Harry porque estaba muy emocionado de poder llevárselo de vuelta a los Estados Unidos con él.
 El público del Royal Albert Hall de Londres estalló en carcajadas a las que se sumaron el príncipe Guillermo y Kate Middleton que un año más presidieron la gala.
A principios de mes, cuando ganó el Globo de Oro a mejor actor de reparto, Brad Pitt bromeó sobre las numerosas parejas que la prensa le atribuye constantemente
 “Quise traer a mi madre, pero no pude porque con cualquiera que esté a mi lado dicen que estoy saliendo. Y eso sería incómodo”, exclamó desde el escenario.
 En el patio de butacas se encontraba su exesposa, Jennifer Aniston, a quien la cámara grabó riendo ante el comentario.




Brad Pitt
Brad Pitt, en el almuerzo de los nominados a los Oscar. REUTERS

 

Margaret Atwood, Ida Vitale y el sonido de los pájaros

Las escritoras comparten una fascinación por las aves y la poesía.

 En el Hay Festival, la autora de 'El cuento de la criada' imita el sonido de un búho y habla de su libro de poemas.

Ida Vitale (izquierda) y Margaret Atwood con un tucán de tela durante el Hay Festival en Cartagena.
Ida Vitale (izquierda) y Margaret Atwood con un tucán de tela durante el Hay Festival en Cartagena.
Si se la mira bien Margaret Atwood tiene cara de pájaro. Uno de pequeños ojos azules y mirada aguda, cejas arqueadas, nariz hacia abajo y labios delgados que al unirse en una sonrisa cerrada parecen un pico.
 En Cartagena de Indias, la autora de El Cuento de la criada y Los Testamentos habla en el Hay Festival de la distopía que plantea en sus libros más conocidos, de poesía y de cambio climático, pero se le ilumina el rostro cuando le preguntan por pájaros.
 Es un ave rara.

Atwood no solo integra el Club de Aves Raras de BirdLife International sino que sabe imitar a los pájaros. ¿Es cierto que puede hacer los sonidos de las aves? -

¿Quieres que te haga el de un búho?, responde a EL PAÍS y cierra las manos a la altura de su boca para soltar un buuubú buuubú.

Lo aprendió después de años de observación de pájaros, una pasión que compartía con su esposo, Graeme Gibson, fallecido hace seis meses.

 Las aves, dijo en Cartagena, permiten saber lo que pasará con nosotros, con el clima. “Si sigues a las aves, puedes saber lo que le está sucediendo al planeta”. 

“Colombia es un destino enorme para nosotros los observadores de aves. Tengo muchísimos amigos pajareros que están aquí haciendo avistamiento”, cuenta Atwood, que recientemente estuvo observando estos animales en Panamá.

 En Cartagena visitó el Aviario Nacional de Colombia, donde hay más de 1.800 aves de 138 especies diferentes, aunque al hotel Santa Clara donde se alojaba los pájaros llegaban a trinar cada mañana o a robarles comida a los huéspedes. 

Algo pasa con los pájaros y la literatura. 
En el mismo hotel, la poeta uruguaya Ida Vitale se la pasó observando esas aves que llegan al pozo central del edificio que en 1621 se construyó como convento, con los años se convirtió en cárcel y después, terminó siendo hospital de caridad. 
“El hotel está lleno de pajarracos negros, que son un poco agrestes, oscuros, de un negro azulado y larga cola.
 En México creo que los llaman sanates”, dice Vitale, distinguida con el premio Cervantes en 2018.
 Como alguien que los ha observado durante años, explica que la hembra tiene un tono más marrón que el macho.
 “Tiene más gracia, es más chiquita”. 
Con la canadiense comparte también la poesía.
 Mientras El Cuento de la Criada y ahora Los Testamentos ocupan la atención del público, Atwood está lista para publicar Dearly, un libro de poemas.
 El último de este género fue The Door, en 2007, pero como dijo en Cartagena, jamás dejó de escribir.
 “Nunca me olvidé de la poesía. 
No es que haya dejado, es solo que ahora vuelvo a publicar”, dijo al ser preguntada por EL PAÍS.
 “Escribo a mano. Luego trato de descifrar qué fue lo que escribí y lo paso al computador.
 Junto varios poemas y veo si es suficiente para publicarlos”, contó, para volver al tema de los pájaros.
Tanto Atwood como Vitale se desenvolvieron en el mundo de las aves y los bichos desde niñas.
 En el caso de la escritora canadiense fue su padre, un entomólogo y observador de pájaros, quien la acostumbró a mirarlos en los bosques de Canadá. 
Luego conoció y se enamoró de Gibson, autor del libro The Bedside Book of Birds, donde se compilan observación científica, ensayos y poemas propios y de autores como Jorge Luis Borges y Edgar Allan Poe. 
Poetas y pajareros ayudaron a crear el Springsong, un festival de literatura y aves, así como un observatorio en la isla Pelee, en Ontario. 
Atwood quiere que su éxito en la literatura llegue de alguna forma a los pájaros.
 La escritora publicará una edición especial de Los Testamentos que incluye documentos escritos a mano por ella, el sobre de la Tía Lidia, uno de los personajes más importantes de sus libros, para recaudar dinero para la conservación de aves.
 “¡Los documentos filtrados del interior de Gilead pueden ser tuyos, además ayudas a proteger aves!”, escribió Atwood.

Vitale ha dedicado cientos de poemas a los pájaros.
 Ha escrito sobre estorninos, torcazas, cotorras, benteveos, golondrinas, abejas y gorriones, así como de los árboles que los acogen. 
De naturaleza. “En el árbol, el pájaro/ canta a solas su miedo/de estar solo”, escribió la poeta.
 En De plantas y animales, Vitale los aborda desde el ensayo y describe minuciosamente los bichos, plantas y otros animales presentes en su obra de más de setenta años. 
Un catálogo con el cual hace homenaje a una tía suya que además de ser profesora de sordomudos llevaba un cuaderno con anotaciones sobre plantas y aves.
 “Es un mundo muy simpático: las plantas y animales rara vez traen problemas”, ha dicho la poeta en una entrevista y en eso coincide con Margaret Atwood.

 “Soy una entusiasta de la conservación porque dependiendo de lo que pase con las aves podemos ver hacia dónde va el mundo y las cosas que estamos mejorando y las que estamos empeorando.

 Los pájaros pueden volar a cualquier lado. 

Puedes ver que si el agua es buena para un ave es buena para que la tome un humano, pero si el agua está envenenada y el ave cae, el hombre no debería beberla”, concluyó Atwood.

 

3 feb 2020

El filósofo que dijo sí al amor libre y no a la guerra

El pensador británico Bertrand Russell siempre fue a contracorriente y sus ideas aperturistas fueron calificadas de lascivas y peligrosas. 

Hoy se cumplen 50 años de su muerte.

El filósofo que dijo sí al amor libre y no a la guerra

Bertrand Russell (1872-1970), figura central de la filosofía del siglo XX, no fue un hombre unidimensional. 
Tanto como el conocimiento, le preocupaban los asuntos políticos y sociales de su época. 
Los últimos años de su vida los dedicó a combatir las armas nucleares, impulsar el Tribunal contra los Crímenes de Guerra y a oponerse a la intervención de Estados Unidos en Vietnam.
 Su activismo antibelicista y feminista, de hecho, le causó muchos problemas: fue encarcelado dos veces (1918 y 1961); expulsado del Trinity College, en Cambridge; y le acusaron de lascivia e incluso de inducir al suicidio.
 No le importó: respondía solo ante su conciencia.
El amor libre y la lucha contra las estrecheces de la moralidad imperante marcaron su trayectoria. 
En 1957 el obispo de Rochester le escribió: “En su libro, Matrimonio y moral, no se pueden ocultar las pezuñas hendidas de la lascivia (…) a veces deben acosarlo recuerdos de asesinatos, suicidios e incalculable dolor causados por los experimentos de jóvenes unidos fuera del matrimonio”. 
No fue la única crítica. 
Pero mucho de lo que le atribuían no figuraba en el libro. Sí defendía la igualdad de derechos (políticos y sexuales) de hombres y mujeres, y calificaba de “superstición cristiana” la idea de que el sexo fuera impuro, herencia, decía, de Pablo de Tarso: “Si no tienen don de continencia, cásense. 
Pues más vale casarse que abrasarse”. Añadía que la ética cristiana degrada a la mujer, quien había empezado a ser libre al decaer la noción de pecado, ayudada por los anticonceptivos y su incorporación al trabajo, que le daba independencia. 
Proponía la educación sexual y profundizar en la igualdad: “Mantener lo antiguo exige que la educación de las jóvenes busque volverlas estúpidas, supersticiosas e ignorantes; requisito que cumplen las escuelas donde interviene la Iglesia”, porque “la ignorancia nunca puede fomentar la conducta recta ni el conocimiento estorbarla”. 
Además, sugería los “matrimonios a prueba” y defendía las relaciones extramatrimoniales si no suponían daño para nadie.
Fue un librepensador.
 En 1920 viajó a Rusia y conoció a Lenin, que le decepcionó.
 A su vuelta no ahorró críticas al nuevo régimen, lo que no implicaba elogios a Occidente. 
Cuando le preguntaron qué tenía contra el “mundo libre” respondió de inmediato: “Que no es libre”.
Y fue un pensador muy precoz. Siendo adolescente inició una investigación sobre tres cuestiones que le apremiaban: 

Dios, la inmortalidad y el libre albedrío.
 Concluyó que “no había razones para creer” en ninguna de ellas.

El amor libre y la lucha contra las estrecheces de la moralidad imperante marcaron su trayectoria. 

En 1957 el obispo de Rochester le escribió: “En su libro, Matrimonio y moral, no se pueden ocultar las pezuñas hendidas de la lascivia (…) a veces deben acosarlo recuerdos de asesinatos, suicidios e incalculable dolor causados por los experimentos de jóvenes unidos fuera del matrimonio”. 

No fue la única crítica. 

Pero mucho de lo que le atribuían no figuraba en el libro.

 Sí defendía la igualdad de derechos (políticos y sexuales) de hombres y mujeres, y calificaba de “superstición cristiana” la idea de que el sexo fuera impuro, herencia, decía, de Pablo de Tarso:

 “Si no tienen don de continencia, cásense. Pues más vale casarse que abrasarse”. 

Añadía que la ética cristiana degrada a la mujer, quien había empezado a ser libre al decaer la noción de pecado, ayudada por los anticonceptivos y su incorporación al trabajo, que le daba independencia. 

Proponía la educación sexual y profundizar en la igualdad: “Mantener lo antiguo exige que la educación de las jóvenes busque volverlas estúpidas, supersticiosas e ignorantes; requisito que cumplen las escuelas donde interviene la Iglesia”, porque “la ignorancia nunca puede fomentar la conducta recta ni el conocimiento estorbarla”. 

Además, sugería los “matrimonios a prueba” y defendía las relaciones extramatrimoniales si no suponían daño para nadie.

El 18 de febrero de 1961, Bertrand Russell (88 años) se manifiesta en Londres por la prohibición de las armas nucleares.
El 18 de febrero de 1961, Bertrand Russell (88 años) se manifiesta en Londres por la prohibición de las armas nucleares. Central Press
Matrimonio y moral se publicó en el año 1929 y fue un éxito.
 Pero le supuso mil problemas, sobre todo en Estados Unidos, adonde viajó en 1938 y donde tuvo que quedarse, forzado por la guerra. Iba a impartir un curso en la Universidad de Chicago y pensaba titularlo Las palabras y los hechos, conectando con la perspectiva del atomismo lógico, que sugería analizar los problemas filosóficos descomponiéndolos en sus elementos mínimos lingüísticos. 
El título pareció demasiado claro a la academia y fue rebautizado: Correlación entre hábitos motrices orales y somáticos.
 El rector de la Universidad, un neotomista, no lo apreciaba y no le renovó el contrato.

 Tampoco fue bien acogido en la Universidad de California. Ya se veía sin ingresos (la guerra le impedía obtener dinero del Reino Unido) cuando le llegó una invitación de The City College of New York. 

Su llegada al centro provocó una masiva protesta de clérigos católicos. 

La madre de una alumna (no inscrita en las clases de Russell) se querelló alegando que su presencia era “peligrosa para la virtud de su hija”. 

Ante el tribunal, sus obras fueron descritas como “lascivas, libidinosas, lujuriosas, venéreas, eroticomaniacas, afrodisiacas, irreverentes, parciales, falsas y privadas de fibra moral”. 

Sin trabajo, se puso a escribir Historia de la Filosofía Occidental y sobrevivió gracias a un anticipo por la obra.

El laicismo le llegó casi por herencia. Cuando quedó huérfano, a los cuatro años, se vio que su padre, vizconde de Amberley, había dejado establecido que no lo educara la familia sino otras personas que eran ateas y podrían protegerlo de los “males de una formación religiosa”. 

Los abuelos amenazaron con un pleito que inclinó a los tutores a cederles la custodia.
Siendo todavía un adolescente, decidió que el matrimonio era nefasto y lo racional, el amor libre.

 Corría el final del siglo XIX. Descubrió el sexo y la masturbación, una práctica que mantuvo hasta los 20, cuando se enamoró de Alys Pearsall Smith, que sería su primera esposa.

 Por aquellos años trabajaba ya en los tres volúmenes de Principia Mathematica, que se publicaría entre 1910 y 1913, escritos conjuntamente con Alfred North Whitehead. 

Con ellos alumbraron la filosofía analítica, una de las principales corrientes del siglo XX. 


El 18 de febrero de 1961, Bertrand Russell (88 años) se manifiesta en Londres por la prohibición de las armas nucleares.
El 18 de febrero de 1961, Bertrand Russell (88 años) se manifiesta en Londres por la prohibición de las armas nucleares. Central Press
Matrimonio y moral se publicó en el año 1929 y fue un éxito. Pero le supuso mil problemas, sobre todo en Estados Unidos, adonde viajó en 1938 y donde tuvo que quedarse, forzado por la guerra. Iba a impartir un curso en la Universidad de Chicago y pensaba titularlo Las palabras y los hechos, conectando con la perspectiva del atomismo lógico, que sugería analizar los problemas filosóficos descomponiéndolos en sus elementos mínimos lingüísticos. El título pareció demasiado claro a la academia y fue rebautizado: Correlación entre hábitos motrices orales y somáticos. El rector de la Universidad, un neotomista, no lo apreciaba y no le renovó el contrato.
La madre de una alumna se querelló porque su presencia amenazaba “la virtud de su hija”
Tampoco fue bien acogido en la Universidad de California.
 Ya se veía sin ingresos (la guerra le impedía obtener dinero del Reino Unido) cuando le llegó una invitación de The City College of New York. Su llegada al centro provocó una masiva protesta de clérigos católicos. La madre de una alumna (no inscrita en las clases de Russell) se querelló alegando que su presencia era “peligrosa para la virtud de su hija”.
  Ante el tribunal, sus obras fueron descritas como “lascivas, libidinosas, lujuriosas, venéreas, eroticomaniacas, afrodisiacas, irreverentes, parciales, falsas y privadas de fibra moral”. Sin trabajo, se puso a escribir Historia de la Filosofía Occidental y sobrevivió gracias a un anticipo por la obra.
El laicismo le llegó casi por herencia.
 Cuando quedó huérfano, a los cuatro años, se vio que su padre, vizconde de Amberley, había dejado establecido que no lo educara la familia sino otras personas que eran ateas y podrían protegerlo de los “males de una formación religiosa”.
 Los abuelos amenazaron con un pleito que inclinó a los tutores a cederles la custodia.
Siendo todavía un adolescente, decidió que el matrimonio era nefasto y lo racional, el amor libre.

 Corría el final del siglo XIX. Descubrió el sexo y la masturbación, una práctica que mantuvo hasta los 20, cuando se enamoró de Alys Pearsall Smith, que sería su primera esposa.
 Por aquellos años trabajaba ya en los tres volúmenes de Principia Mathematica, que se publicaría entre 1910 y 1913, escritos conjuntamente con Alfred North Whitehead. 
La crisis de los misiles en Cuba acentuó, si cabe, la conciencia de que había que moverse en todas direcciones.
 Escribió a los Gobiernos implicados y trató de provocar movilizaciones con escaso éxito. Paralelamente, intentó convencer a Israel de que revisara la situación de los palestinos. 
El resultado de toda esta actividad fue la creación de la Fundación Russell para la Paz, a la que se dedicó hasta el límite de sus fuerzas. También se opuso a la guerra del Vietnam y a cualquier violación de los derechos humanos, participando junto a Jean-Paul Sartre en el Tribunal contra los Crímenes de Guerra.
Una de las consecuencias de esta actividad fue su segundo ingreso en prisión (esta vez sólo una semana) acusado de desobediencia civil.
 Tenía 88 años. Le acompañó, tanto en la desobediencia como en la condena, su cuarta esposa, Edith Finch, con la que conviviría hasta su muerte. 
Poco antes escribió que estaba convencido de que, por desastroso que pareciera el presente, “la mejor parte de la historia humana no reside en el pasado, sino en el futuro”.

Con ellos alumbraron la filosofía analítica, una de las principales corrientes del siglo XX.
El matrimonio, decía, le aportó estabilidad. Más tarde recomendaría a sus alumnos (hombres y mujeres) la convivencia prematrimonial para escapar de los apremios sexuales de la edad.
 Con Pearshall cubría una de sus pasiones (“el ansia de amor”) y podía dedicarse a las otras dos: “La búsqueda del conocimiento y la piedad por el sufrimiento de la humanidad”.
Su actividad filosófica quedó a veces subordinada a la política. Aun así, su influencia aumentaba, a lo que contribuyó el Círculo de Viena, que impulsó el análisis lingüístico como método de abordar (y disolver) los problemas filosóficos.

 También uno de sus discípulos: Ludwig Wittgenstein, cuyo Tractatus prologaría, facilitando su publicación.
 Russell lo describe “apasionado, profundo, intenso, dominante”. Un día, Wittgenstein le preguntó: “¿Cree usted que soy un perfecto idiota?”. “¿Para qué quiere saberlo?”, replicó Russell. 
“Si lo soy me haré aeronauta, pero si no lo soy me convertiré en filósofo”, dijo el discípulo.

Una de las consecuencias de esta actividad fue su segundo ingreso en prisión (esta vez sólo una semana) acusado de desobediencia civil. Tenía 88 años. Le acompañó, tanto en la desobediencia como en la condena, su cuarta esposa, Edith Finch, con la que conviviría hasta su muerte. Poco antes escribió que estaba convencido de que, por desastroso que pareciera el presente, “la mejor parte de la historia humana no reside en el pasado, sino en el futuro”.