Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

5 ene 2020

Sin noticia de los gorriones por Jose Carlos Cataño

 
Sin noticia de los gorriones. 
 
¿Los vencejos? ¿Las afiladas gaviotas calle arriba? ¿La luna, no había luna grande llegando?
 
 

Nada. Hasta las nubes se han hecho blanco sobre un cielo intocable.
 
 Me pregunto por mí y apenas escucho el rumor del mar cuando se retira de los cayados.
 
 Todo ese murmullo que traslada por las noches al otro lado del horizonte.

Se trata -alguien me responde- de juntar un día con otro.
 
 De sobrevolar los días, unos con otros. 
 
De sentir qué seguimos siendo entre sus huecos.

En Atenas por Maruja Torres

Circunstancias personales me han traído a Atenas, coincidiendo con la jornada electoral de supuesto infarto europeo, seguida de presunto alivio ídem, y presidida por la coacción y el miedo provocados hasta el final por los administradores del poder económico y por sus voceros.
Por suerte, ajena a titulares clónicos y a consignas ciegamente admitidas por quienes deberían pensar y pensarse antes de acatar y someterse, he repensado Grecia —la que tanto nos dio— en compañía de Pedro Olalla.
El helenista asturiano, afincado en la capital griega, siempre alza la voz para recordarnos que sólo en el reforzamiento de la ciudadanía —eso que nació aquí, hace tantos años— hallaremos la fuerza para resistir los dictados de los poderes económicos que nos sojuzgan a través del manejo de la deuda que ellos mismos nos ayudaron a crear.
 Sólo más democracia evitará el premeditado desmantelamiento de la democracia.
 Pedro tiene blog y legiones de seguidores en Youtube, y acaba de sacar un nuevo libro imprescindible, Historia menor de Grecia (Acantilado).

Recorrí con Olalla el Ágora, y penetré lentamente con él, a la sombra de olivos y laureles, y entre el perfume dulzón y engañoso de las adelfas —laureles amargos, se llaman, en griego: un potencial veneno—, en el proceso que condujo a la creación de la democracia y de la noción de individuo responsable y con derechos ciudadanos.
 El ayer y el hoy se fundían, con sencillez y claridad.
 Cómo hemos podido renunciar a tantas parcelas de libertad, y cómo hemos permitido que nos gobiernen los lacayos de quienes nos han convertido en sus clientes entrampados.
Tal vez fuera la luz, la luz de Atenas —de aquella que nos fundó—, lo que me anudó el pecho ayer, cuando volví los ojos hacia este sumidero de mediocres sumisos en que hemos devenido.
Volver a empezar, más que nunca.

Los secretos políticos y amorosos del Elíseo

El historiador Jean Garrigues hace un recorrido por la larga lista de escándalos sexuales de presidentes y dirigentes franceses.

Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, en París en septiembre de 2019.
Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, en París en septiembre de 2019. Getty Images

 

Todo esto es contado de manera minuciosa en Una historia erótica del Elíseo, de la Pompadour a los paparazzi
Este último libro —de una larga lista— sobre los escándalos sexuales de los que ha sido testigo el Elíseo no lo ha escrito nadie del mundo del corazón, ni siquiera de la prensa francesa.
 Lo firma Jean Garrigues, historiador y presidente del Comité de Historia Parlamentaria y Política. Al teléfono, reconoce que cuando le propusieron contar estas historias dudó.
 Esa temática “forma parte de los aspectos privados de la función pública y solo puede ser interesante en cuanto nos dice algo de una época o de los personajes que nos han gobernado”, explica.
 Pero fue este mismo razonamiento el que acabó por convencerle de la conveniencia de escribir sobre la “erótica del Elíseo”.
“No se trata solo de anécdotas, de una curiosidad malsana. Nos aclara la personalidad de los que llegan al poder, sobre su manera de concebir la seducción, pero también las batallas, las conquistas, la manera de ver la sociedad, la vida y, sobre todo, su forma de concebir el poder. 
Al menos hasta Nicolas Sarkozy había una concepción muy monárquica, era la omnipotencia, ese creer que un presidente podía hacer de todo y permitírselo todo”.

A la par, “también nos aclara las prácticas de una época, la evolución de la mentalidad, especialmente en la relación de hombres y mujeres, la manera en que consideramos la seducción, la pareja… 
Todo eso es algo muy interesante en el plano sociológico, dice mucho del personaje político mismo y también sobre una sociedad globalmente en su mirada ante la relación hombre-mujer”.
Anne Pingeot y su hija Mazarine —amante e hija secreta del presidente Mitterrand— en su funeral, en 1996.
Anne Pingeot y su hija Mazarine —amante e hija secreta del presidente Mitterrand— en su funeral, en 1996. Getty Images
De hecho, recuerda Garrigues, sobre las verdaderas circunstancias de la muerte de Felix Faure “hubo algunos artículos en la prensa, pero la mayoría de los periódicos o no hablaron de ello o lo hicieron de manera casi divertida, pero para nada en un tono de condena o reprobación, sino más bien comprensión”.
Algo que hoy sería imposible, como tampoco existiría tolerancia ni connivencia de la era de Mitterrand, quien durante años consiguió que nadie revelara que tenía una hija secreta.
 O de su predecesor, Valéry Giscard d'Estaing, sobre quien, recuerda Garrigues, circularon numerosos rumores de infidelidades y de sus famosas salidas nocturnas, sobre todo desde el “accidente lechero”, cuando, llegando de madrugada al Elíseo al volante de un coche deportivo, en 1974, el presidente habría chocado con un camión de transporte de leche.
“La forma en que Giscard, Mitterrand o Chirac —del que se cuenta que la noche en que murió Lady Di en París estaba ilocalizable porque se encontraba con su amante, la actriz Claudia Cardinale— vivieron su vida amorosa o íntima sería absolutamente imposible hoy”, señala Garrigues, apuntando, por un lado, a la “sobreinformación” y las redes sociales.
 Pero también hay ahora “una intolerancia de la opinión pública: al igual que los ciudadanos toleran cada vez menos las derivas financieras o políticas, exigen también una especie de transparencia, de integridad en la vida privada” de sus mandatarios. Lo que lleva a veces a extremos, como, recuerda, pasó con los rumores sobre una presunta homosexualidad que el actual inquilino del Elíseo, Emmanuel Macron, se vio obligado a desmentir cuando estaba en campaña.