Un Blues

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5 ene 2020

Los secretos políticos y amorosos del Elíseo

El historiador Jean Garrigues hace un recorrido por la larga lista de escándalos sexuales de presidentes y dirigentes franceses.

Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, en París en septiembre de 2019.
Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, en París en septiembre de 2019. Getty Images

 

Todo esto es contado de manera minuciosa en Una historia erótica del Elíseo, de la Pompadour a los paparazzi
Este último libro —de una larga lista— sobre los escándalos sexuales de los que ha sido testigo el Elíseo no lo ha escrito nadie del mundo del corazón, ni siquiera de la prensa francesa.
 Lo firma Jean Garrigues, historiador y presidente del Comité de Historia Parlamentaria y Política. Al teléfono, reconoce que cuando le propusieron contar estas historias dudó.
 Esa temática “forma parte de los aspectos privados de la función pública y solo puede ser interesante en cuanto nos dice algo de una época o de los personajes que nos han gobernado”, explica.
 Pero fue este mismo razonamiento el que acabó por convencerle de la conveniencia de escribir sobre la “erótica del Elíseo”.
“No se trata solo de anécdotas, de una curiosidad malsana. Nos aclara la personalidad de los que llegan al poder, sobre su manera de concebir la seducción, pero también las batallas, las conquistas, la manera de ver la sociedad, la vida y, sobre todo, su forma de concebir el poder. 
Al menos hasta Nicolas Sarkozy había una concepción muy monárquica, era la omnipotencia, ese creer que un presidente podía hacer de todo y permitírselo todo”.

A la par, “también nos aclara las prácticas de una época, la evolución de la mentalidad, especialmente en la relación de hombres y mujeres, la manera en que consideramos la seducción, la pareja… 
Todo eso es algo muy interesante en el plano sociológico, dice mucho del personaje político mismo y también sobre una sociedad globalmente en su mirada ante la relación hombre-mujer”.
Anne Pingeot y su hija Mazarine —amante e hija secreta del presidente Mitterrand— en su funeral, en 1996.
Anne Pingeot y su hija Mazarine —amante e hija secreta del presidente Mitterrand— en su funeral, en 1996. Getty Images
De hecho, recuerda Garrigues, sobre las verdaderas circunstancias de la muerte de Felix Faure “hubo algunos artículos en la prensa, pero la mayoría de los periódicos o no hablaron de ello o lo hicieron de manera casi divertida, pero para nada en un tono de condena o reprobación, sino más bien comprensión”.
Algo que hoy sería imposible, como tampoco existiría tolerancia ni connivencia de la era de Mitterrand, quien durante años consiguió que nadie revelara que tenía una hija secreta.
 O de su predecesor, Valéry Giscard d'Estaing, sobre quien, recuerda Garrigues, circularon numerosos rumores de infidelidades y de sus famosas salidas nocturnas, sobre todo desde el “accidente lechero”, cuando, llegando de madrugada al Elíseo al volante de un coche deportivo, en 1974, el presidente habría chocado con un camión de transporte de leche.
“La forma en que Giscard, Mitterrand o Chirac —del que se cuenta que la noche en que murió Lady Di en París estaba ilocalizable porque se encontraba con su amante, la actriz Claudia Cardinale— vivieron su vida amorosa o íntima sería absolutamente imposible hoy”, señala Garrigues, apuntando, por un lado, a la “sobreinformación” y las redes sociales.
 Pero también hay ahora “una intolerancia de la opinión pública: al igual que los ciudadanos toleran cada vez menos las derivas financieras o políticas, exigen también una especie de transparencia, de integridad en la vida privada” de sus mandatarios. Lo que lleva a veces a extremos, como, recuerda, pasó con los rumores sobre una presunta homosexualidad que el actual inquilino del Elíseo, Emmanuel Macron, se vio obligado a desmentir cuando estaba en campaña.

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