Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

3 ene 2020

Victoria Beckham: “No me considero guapa. Me ha llevado mucho tiempo aceptar mis imperfecciones”

La diseñadora de 45 años habla del paso del tiempo y de su lucha para mantener a flote su firma de ropa que ha sufrido importantes pérdidas.

La diseñadora Victoria Beckham.
La diseñadora Victoria Beckham. GTRES

 

Victoria Beckham lleva muchos años intentando representar la perfección en cuanto a estética se refiere al menos para una gran parte del mundo del glamur. 
 Su armario, sus estudiadas poses, su estilizada figura representa un tipo de mujer que a muchos agrada.
 Pero la ex Spice Girls, de 45 años, ha roto esta leyenda asegurando: "No me considero hermosa. No, absolutamente no". La diseñadora ha revelado también que le llevó años aceptar sus "imperfecciones"

En una entrevista con Harper's Bazaar ha contado cómo se siente: "No me considero hermosa. 
No, absolutamente no. 
Pero hago lo mejor de lo que tengo.
 Veo mis imperfecciones y defectos y sonrío: soy quien soy y no voy a tratar de cambiar eso.
 Me ha llevado mucho, mucho tiempo reconocer que a los 45 años, en realidad estoy bien".
En una entrevista emitida en octubre en el programa británico This Morning, Victoria Beckham ya aseguró que a su edad ya no intenta aparentar ser más joven.
 Lo único que quiere les sentirse lo mejor posible acorde a su edad. "No me molesta hacerme mayor y no voy a intentar parecer más joven de lo que soy.
 Solo quiero lucir bien y sana para la edad que tengo: tratar de convertirme en la mejor versión de mí misma y cuidarme al máximo.
 La verdad es que no quiero cambiar nada de mi apariencia", ha explicado. 


Beckham, además, ha insistido en que le encanta cumplir años: "Me gusta experimentar todo lo que implica este proceso de envejecer, me gusta cómo soy porque es lo que hay, es lo que me define. 
Todos nos vamos a hacer mayores y eso es algo que tengo completamente aceptado".
Junto con su esposo David y sus cuatro hijos, Victoria se presenta como una mujer a quien la vida sonríe pero ella asegura que no todo es lo que parece. 
Su firma de ropa ha sufrido importantes problemas por los que se vio obligada a hacer recortes importantes después de que su marca de moda homónima alcanzara los 36 millones de libras en deudas. La diseñadora asegura que lucha para que su firma sea un éxito, ya que sostiene que nunca produciría ropa solo por el simple hecho de hacerlo, que debe de ser rentable económicamente y en ventas. 
 "Se trata de presentar ropa que sea lo suficientemente elevada para la pasarela pero que la gente realmente vaya a usar; nunca se trata de mostrar la moda por mostrarla", dice sobre sus colecciones.

La ex Spice Girls habla también de su experiencia con la fama: "Aprendí muchísimo siendo muy joven y muy, muy famosa. 
Te das cuenta de que es mucho más difícil mantener el éxito que lograrlo, y no es tan glamuroso como la gente puede pensar"
Victoria también charla de su vida personal, en casa con su esposo David, de 44 años, y sus cuatro hijos, Brooklyn, de 20 años, Romeo, de 17 años, Cruz, de 14 y Harper, de ocho.
 La creadora asegura que David y ella son muy prácticos en casa y que ambos se turnan para llevar a sus hijos a la escuela. 
"Me levanto temprano hago ejercicio y siempre tratamos de estar en casa a la hora de la cena. 
Somos muy estrictos al respecto cuando estamos en Londres: a las 6 de la tarde estamos todos juntos, cenando, hablando de nuestros días ''.
La diseñadora dice que su afán por hacer ejercicio se debe más a un tema de salud que a una cuestión de estética:
 "Espero mucho de mi cuerpo y por eso me entreno tanto. Quiero ser la más profesional, la mejor madre y la mejor esposa, y por eso tengo que tratarle bien.
 También tengo que asegurarme de que está siempre lleno de energía, porque mis jornadas de trabajo son muy largas y además soy madre y necesito mucho combustible para cultivar mi estilo de vida".
Victoria primero saltó a la fama como integrante de una de las bandas de chicas de los años noventa, las Spice Girls, y afirma que todavía está muy orgullosa de todo lo que conquistaron. "El hecho de ser un poco diferente estaba bien". 
 Pero a sus 45 años, poco queda de aquella mujer de futbolista enfundada en ajustados corpiños de leopardo y con pelo en puntiagudas mechas rubias.

Supermartes..................................... Luz Sánchez-Mellado

El único propósito que me impongo en 2020 es dejar de fumar, porque nunca he fumado.

Celebración de fin de año en la Puerta del Sol.
Celebración de fin de año en la Puerta del Sol. EFE
Llevo mínimo tres años pagando un gimnasio sin pisarlo porque el lunes vuelvo seguro y no voy a pagar otra matrícula a lo tonto. Otros dos años largos llevo con el wifi dando por saco sin llamar al técnico porque si lo apago y lo enciendo dos veces tira otro rato y nunca puedo estar en casa si tienen que arreglarlo.
 Década y media llevo fregando a mano porque el lavaplatos no aclara y vale más arreglarlo que comprar otro, pero me da pena tirarlo.
 Veinte años uno tras otro llevo con los cuadros en el suelo porque no veo dónde colgarlos y cuando lo veo no puedo. 
Miedo me da abrir las cartas del banco al sacar del buzón meses de correo, así que las tiro cerradas porque si hubiera sido cosa de embargarme ya me hubieran embargado. 
Y así con todo.

La intendencia, la logística, las gestiones, la grasa de la vida se me va acumulando en la casa, el coche, los bolsos y las venas hasta rebosarlas y ahogarme en medio vaso de agua.

 Como tantos, supongo. Después del examen de conciencia podría hacer propósito de enmienda ahora que empieza el año. Pero cuando se llevan los suficientes 

Años Nuevos a la chepa, una sabe que los grandes cambios en la vida tienen más que ver con las hostias que te da la misma que con la propia voluntad, por muy de hierro que parezca

. Duelos, divorcios, diluvios, esos sí te zarandean. Como que de mis dos grandes limpiezas de trastos se encargaron dos tormentas que me anegaron el sótano. 

Eso sí, cuando noto el agua al cuello, saco genio, figura y medio cuerpo a flote hasta la próxima debacle. 

Total, que como no es cosa de atraer desgracias y conviene ser realista, el único propósito que me impongo en 2020 es dejar de fumar, porque nunca he fumado, y espérate tú que con el bajón de estrógenos no empiece. 

Por lo demás, el lunes compro un lavavajillas, cambio el wifi, cuelgo los cuadros y voy al gimnasio. 

Bueno, el martes, que el lunes es Reyes y estará cerrado.

2020, año Beethoven


2020, año Beethoven

De Bonn, su ciudad natal, a Viena, donde murió, y una visita a la casa de campo de Heiligenstadt. Un viaje por los lugares que habitó el genio para celebrar el 250º aniversario de su nacimiento

Un mural dedicado a Beethoven en un edificio de Bonn (Alemania) con motivo de los 250 años de su nacimiento.
Un mural dedicado a Beethoven en un edificio de Bonn (Alemania) con motivo de los 250 años de su nacimiento. reuters

Si se le pregunta a alguien qué música le gusta y responde que Beethoven, nos quedaremos sin conocer realmente sus gustos musicales.
 El compositor alemán está más allá del bien y del mal (musicalmente hablando). 
Si te gusta la música, te gusta Beethoven, aunque tu estilo favorito sea el pop. 
Y si ya en vida despertó admiración, con el paso del tiempo su figura y legado no han hecho sino agigantarse. Muchas veces la obra de los genios suele ser su máscara, su embozo. No es el caso de Ludwig van Beethoven (1770-1827). Esta vez la obra no tapa al creador. Cualquiera podría tararear su música —se ha empleado como banda sonora de películas y series, incluso cuenta con adaptaciones rockeras—, pero es que además conocemos bien su rostro (hay más retratos de él que si entonces hubieran existido los selfis), su vida y amores (o desamores), sus manías, su mal genio; hechos probados y anécdotas, y leyendas inventadas de propina. Fue, sigue siendo y será una figura estelar de la música.
 Este 2020 se cumple el 250º aniversario de su nacimiento y dos ciudades se aprestan a celebrarlo: Bonn (Alemania), donde nació y creció, y Viena (Austria), donde pasó la vida adulta, hasta su muerte.
Cartel del 250º aniversario de Beethoven en Bonn.
Cartel del 250º aniversario de Beethoven en Bonn. afp
Sus abuelos procedían de Flandes (de ahí el Van del apellido), pero se establecieron en la ciudad alemana ya que en esa corte su abuelo obtuvo cargos musicales, al igual que ocurriría más tarde con el propio padre de Beethoven. Ludwig, segundo de los siete hijos que tuvo la familia (solo tres sobrevivieron), nació el 16 de diciembre de 1770 en el número 20 de la calle Bonngasse, en una casa burguesa convertida ahora en museo.
 Allí pasó sus primeros cuatro años, y allí se exhiben hoy manuscritos originales, retratos e instrumentos. Luego la familia se trasladó a la cercana plaza Auf dem Dreieck, más tarde a Rheingasse 24, y finalmente a Wenzelgasse; preludio, tal vez, del hábito que heredó el músico de cambiar frecuentemente de domicilio.
Su padre quería que el chico fuera, al igual que Mozart, un genio precoz; Ludwig dio su primer concierto con solo 7 años, en la vecina Colonia.
 A los 10 tocaba el órgano en las misas de la parroquia de San Remigio, y a los 14 cobró su primer sueldo como organista de la Schlosskirche o de la capilla de la Residencia del Príncipe Elector de Colonia.
 Sería uno de los primeros músicos en vivir libremente de su oficio, y no como empleado de alguna corte, aristócrata o dignatario religioso.
La céntrica Münsterplatz, en Bonn.
La céntrica Münsterplatz, en Bonn. AGE

Una cuestión de Estado

La ciudad que le vio nacer, Bonn, va a tirar la casa por la ventana. Y no es la primera vez: en 1845, con motivo del 75º aniversario del nacimiento, se erigió en la Münsterplatz, frente a la catedral, la estatua que ahora preside la plaza, que queda a unos 500 metros de su casa-museo de Bonngasse, en pleno centro peatonal. Cerca también se construyó el Beethovenhalle, una sala de conciertos con su nombre. Alemania ha convertido este aniversario en una cuestión de Estado, y para ello ha destinado 27 millones de euros. La etiqueta publicitaria parece el código de un aeropuerto galáctico: BTHVN2020. Cada letra corresponde (en alemán) a un rasgo a destacar del compositor: B de Bürger (ciudadano, en el sentido moderno de la Revolución Francesa), T de Tonkünstler (compositor), H de Humanist (humanista), V de Visionär (visionario) y N de Natur (naturaleza en sentido filosófico, que compartía con su amigo Goethe).
Casa natal del músico en la calle Bonngasse. en Bonn.
Casa natal del músico en la calle Bonngasse. en Bonn. SIME
En esta ocasión, Bonn ha puesto en marcha un Circuito Beethoven para seguir sus pasos por la ciudad. Un recorrido con 16 paradas en lugares relacionados con el músico: se empieza en la casa natal de Bonngasse, que a los recuerdos exhibidos se añadió en 1989 una sala de música de cámara, además de tienda y un café. Las siguientes paradas se detienen en puntos como la parroquia de San Remigio donde tocaba el órgano, la Schlosskirche, la catedral o el Beethovenhalle, la sala de conciertos construida a orillas del Rin en 1959 y que inauguró Paul Hindemith con su espléndida Nobilissima visione. Los 16 puntos se pueden recorrer a pie por el centro peatonal, excepto los dos últimos —la sala de baile La Redoute y el palacio de Lippe, en Oberkassel—, que quedan algo alejados y a los que se puede llegar utilizando la tarjeta BRWC (Bonn Regio Welcome Card), que da acceso a más de 20 museos y al uso del transporte público (la de 24 horas cuesta, según los servicios comprendidos, entre 10 y 29 euros por persona).
Para que no todo se quede en erudición, puede uno reponer fuerzas a escasos portales de donde nació Beethoven, en la Gasthaus im Stiefel (Bonngasse, 30), la misma taberna que solía frecuentar el padre del músico. También guarda sabor de época Em Höttche, junto al Ayuntamiento, donde dicen que allí bailaba Ludwig con una novieta de juventud, Barbe Koch…
Patio de la residencia de Heiligenstadt, a las afueras de Viena.
Patio de la residencia de Heiligenstadt, a las afueras de Viena. getty images

Madurez vienesa

Con 17 años, Ludwig hizo una primera escapada a Viena, donde según leyenda apócrifa habría conocido a Mozart, quien habría exclamado: “Este joven dará que hablar al mundo”.
 Al cumplir 22, se trasladó definitivamente a la capital austriaca, donde pasaría el resto de su vida. Ya entonces era la metrópolis de la música. Y allí maduró como persona y como músico. 
A los ocho años de vivir en la ciudad, cuando apenas rozaba la treintena, empezaron sus problemas con el oído, lo cual le llevó a redactar, desesperado, el llamado Testamento de Heiligenstadt, con ánimo tal vez de suicidio, y que solo se encontró tras su muerte, entre los papeles de su última casa. 
A los 45, su sordera ya era total, y tenía que comunicarse apuntando notas en un cuaderno. Esto influyó sin duda en su dificultad para relacionarse, aunque debió de ser igualmente determinante su carácter fuerte e impulsivo, llegando a mostrarse como un ser huraño y huidizo. La Bestia llegaron a llamarle.
Escultura de Beethoven en Bonn.
Escultura de Beethoven en Bonn. alamy
Por contra, eso pudo ayudar a una mayor concentración en su obra, que transita entonces por una “fase heroica” —en palabras del musicólogo y escritor Wilhelm von Lenz, autor en 1852 de una biografía del músico— que le llevaría a la madurez definitiva. 
 Hoy se le considera como el broche del clasicismo (el de Haydn o Mozart) e inicio del romanticismo: no solo en música, también en amores contrariados, y en un talante prometeico frente a la acomodaticia sociedad estamental que lo rodeaba. Vivir de la música, incluso para él, no fue fácil. 
Pasó por tales agobios económicos que algunos aristócratas vieneses le ofrecieron una pensión anual a cambio de que no abandonara la ciudad. 
La tutoría de su sobrino Karl agravó la situación, pero al final de sus días el muchacho permaneció a su lado (la película El sobrino de Beethoven, de 1985, lo retrata).
Para este aniversario, Viena se mira al ombligo, es decir, pone el foco sobre sí misma como “capital de la música” (lema oficial) que, tal y como adoptó a Beethoven (y otros), sigue acogiendo a jóvenes talentos. 
De los más de 20 domicilios que el músico habitó en la ciudad austriaca, tres residencias conservan algo de su memoria: la Pasqualatihaus (en Mölker Bastei, 8, la más céntrica), la Beethoven Eroicahaus (en el barrio de Oberdöbling) y la casa de campo de Heiligenstadt (Probusgasse, 6), en el distrito de Grinzing, hoy un pequeño museo donde se exhibe el citado Testamento de Heiligenstadt, que redactó en 1802.
Visitantes en Pasqualatihaus, uno de sus domicilios en Viena.
Visitantes en Pasqualatihaus, uno de sus domicilios en Viena.
Esta última morada quedaba entonces a las afueras de la ciudad, pero hoy es fácilmente accesible en una hora de tranvía. Aún es posible pasearse entre colinas suaves tapizadas de viñedos contemplando abajo, a lo lejos, Viena, abrazada por la serpiente del Danubio azul. Grinzing está lleno de Heuriger o ventas donde se festeja cada otoño la llegada del vino joven (un ramo en la puerta sirve de santo y seña). 
Acudir a alguna de esas tabernas típicas austriacas, donde se puede degustar vino de la región y también comer, se ha convertido en un rito casi obligado para los turistas. 
También se puede almorzar y brindar en la propia casa que ocupó Beethoven en Heiligenstadt. Casi al lado, Pfarrwirt y Mayer am Pfarrplatz son otros Heuriger con mucho sabor.
 En el centro de Viena, el restaurante Ludwig van (Laimgrubengasse, 22) está en uno de los domicilios que ocupó, y ofrece cocina tradicional con un toque de modernidad.
Una partitura en el museo Bundeskunsthalle.
Una partitura en el museo Bundeskunsthalle. afp
La vida de Beethoven en Viena ha sido bien documentada por el cine, ya desde 1909.
 Aparte de la película ya mencionada, la cinta más ambiciosa sobre el músico tal vez sea la de Agnieszka Holland, Copying Beethoven (2006). Beethoven murió el 26 de marzo de 1827, con 56 años. A su entierro acudió una multitud de más de 20.000 personas, lo que equivaldría hoy al sepelio de un famoso roquero o alguien similar. Su tumba puede visitarse en el Zentralfriedhof de la ciudad (junto a las de colegas como Brahms o Strauss). Ludwig van Beethoven no solo representa el paso del clasicismo al romanticismo en el ámbito musical: él mismo es prototipo de hombre “moderno” en sentido profundo, de ahí su vigente atractivo. 
“La libertad, el progreso, es el objetivo en el mundo del arte, al igual que en la creación universal”, dejó escrito. Y para la última y más célebre de sus sinfonías, la Novena (¡el himno de Europa!), adoptó la Oda a la alegría de Schiller:
 “Alegría, chispa divina (…) tu magia vuelve a unir lo que rompieron las modas, todos los hombres se tornan hermanos donde tus frágiles alas se posan”.

1 ene 2020

Madame Claude, la proxeneta más famosa de Francia regresa a escena

Cuatro años después de su muerte, una nueva película rescata la figura de la mujer que se llevó los secretos de Estado de sus clientes a la tumba.

madame claude
Madame Claude, la famosa proxeneta de la década de los setenta que contó entre sus clientes con los políticos y empresarios más poderosos. Getty Images

 

No todos hacen esa lectura de la vida de la mujer sobre la que se afirma —y ella no lo desmintió jamás— proporcionó en su época de máximo éxito, en los años sesenta y principios de los setenta, call-girls "de lujo” a John F. Kennedy, el shah de Irán o el patrón de Fiat, Giovanni Agnelli.
Madame Claude, que odiaba el término “proxeneta”, decía verse más bien como una vendedora de fantasías, no de sexo —a sus “chicas”, si bien también contrataba a hombres, las sometía a operaciones quirúrgicas para que se adaptaran a su canon de belleza y las “educaba” para que parecieran de “buena familia”— aunque se quedaba con el 30% de los ingresos de su salón, establecido en el lujoso distrito 16 de París. 
“Me he pasado la vida ocupándome del placer de los otros”, cuenta en su biografía, publicada en 1975, el año en que empezó su caída y que terminaría con ella, en varias ocasiones, en la cárcel, tanto en Francia como en un Estados Unidos donde intentó reinventarse, infructuosamente, durante una década.
El presidente estadounidense John F. Kennedy en la Casa Blanca en diciembre de 1962.
El presidente estadounidense John F. Kennedy en la Casa Blanca en diciembre de 1962. Getty Images
En la semana del pret à porter en París el pasado septiembre, la maison Guy Laroche dedicó su colección a Madame Claude como representante de esa prostitución de lujo que “contribuyó al lustre de Francia”.
 Fue un desafío a una época en la que “ya no podemos decir ni hacer nada”, dijo el creador de la casa, Richard René, a la Agencia France Presse. 
“No hay que mezclar las cosas: el Me Too es sobre gente que es forzada, es la agresión sexual. 
Aquí hablamos de gente que decide vender su cuerpo, es una decisión libre”, defendió la decisión de la colección de Guy Laroche, la casa que vistió a los personajes del primer film sobre la famosa proxeneta de lujo, de 1977.
Madame Claude ni siquiera llegó a ver el estallido del Me Too tras la revelación de los abusos sexuales perpetrados por el productor estadounidense Harvey Weinstein
Tampoco supo de la ley que, un año después de su muerte, cambió en Francia las tornas del mundo de la prostitución para castigar al cliente con multas y no a las trabajadoras sexuales, en un intento de acabar —hasta ahora, infructuosamente— con ese mundo en el que ella tuvo durante las décadas de los años sesenta y setenta un papel estelar, hasta que con la llegada al Elíseo de Valéry Giscard d’Estaing, en 1974, el proxenetismo empezó a ser perseguido con dureza, tras años de mirar a otro lado. 
¿Qué habría pensado de todo esto esta mujer dura, manipuladora, con lazos con el mundo criminal, pero también una mujer hecha a sí misma, poderosa, respetada en su mundo y capaz de relacionarse con las más altas esferas del poder?
 La misteriosa Madame Claude, que se llevó a la tumba tantos secretos, ¿se habría reconocido en estas mujeres que ya no callan? ¿Quién era, a fin de cuentas, Madame Claude?
El empresario italiano Gianni Agnelli en una imagen de 1990.
El empresario italiano Gianni Agnelli en una imagen de 1990. Getty Images
Quizás ni ella misma lo supiera. 
Al fin y al cabo, se reinventó tantas veces y mintió tanto que nadie sabía dónde acababa el personaje y dónde empezaba la persona real, esa Fernande Grudet que nació el 6 de julio de 1923 en Orléans y que hasta para su nombre de guerra escogió uno que lleva al equívoco: 
Claude se usa tanto en femenino como en masculino en francés.
“Creo que soñaba una vida diferente.
 Su vida no son más que mentiras, nunca se sabía realmente ante quién se estaba, quién era, y eso que la conocí durante 22 años”, contaba recientemente en la cadena RTL Philippe Thuillier, que produjo el documental sobre su vida con el que Madame Claude pagó la fianza y pudo salir de prisión tras su última condena, en 1992, por proxenetismo agravado.

Pese a todo, Madame Claude aseguraba que no lamentaba su pasado.
 “He tenido una vida bastante completa, fuera de lo común”, dijo en una de las escasas ocasiones en que se sinceró ante una cámara. Porque la discreción fue, durante años, una de las claves de su éxito. 
“Con sus secretos, podría haber hecho saltar la República”, recordó Paris-Match tras su muerte en diciembre de 2015, a los 92 años, en Niza, donde acabó sus días en un pequeño apartamento olvidada de todos aquellos sobre los que, en algún momento, quizás supo más de lo que le convenía.