Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

26 nov 2019

La historia tras la foto de la bailarina en las protestas de Chile

"Es belleza y arte frente a la crueldad”, cuenta la autora, María Paz Morales.

Entre un millón de personas, una figura envuelta en tela carmín representó la paz.
 La bailarina Catalina Duarte ejecutó un paso de ballet con una bandera de Chile frente a dos vehículos de carabineros durante las protestas del 25 de octubre en Santiago. 
“Fue un instante de paz, de calma. No había agresión. Fue un momento de respeto entre manifestantes y policías”, cuenta a Verne María Paz Morales, la autora de esta imagen.
 “Catalina es belleza y arte frente a la rudeza y la crueldad de los policías”, señala la chilena.
La fotografía fue publicada por medios de comunicación en todo el mundo en torno a la manifestación de más de 1,2 millones de personas en la capital chilena.
 Morales fue acompañada del también fotógrafo Oscar Seguel para fotografiar a la bailarina como parte de un proyecto denominado Danza en la Urbe, que retrata a los bailarines en las calles.

A las cinco y media de la tarde, ambos fotógrafos se reunieron con Duarte en las inmediaciones de la Plaza Italia para tomar la fotografía.

 “La idea principal era tomar la fotografía delante de las personas que venían marchando, pero se hizo imposible”, cuenta Morales.

 Entonces, se dirigieron a la avenida Santa Rosa, donde se encontraron con los camiones de la policía. 

Fueron tres saltos en menos de un minuto frente a los carabineros que, desde su transporte, observaron. 
“Esperaron a que nosotros termináramos de tomar la foto”, dice María Paz. 
“Fue un desconcierto el que una bailarina de ballet vestida de rojo se parara frente a un contingente policial”, recuerda. 
En la imagen, como en la concentración, solo se ondeó una bandera: la chilena.
Después de ese salto hicieron otras fotografías de Duarte frente a patrullas más pequeñas y junto a un grupo de manifestantes. “Poco después tuvimos que correr porque empezaron a arrojar gases lacrimógenos”, recuerda Morales.
 Aquella manifestación fue la mayor de la que se tiene registro desde 1990 en Chile.
 Desde entonces, las protestas para exigir igualdad continúan, y la imagen de Duarte se sigue reproduciendo como un estandarte de arte frente a la represión.
“Yo la subí a Facebook sin pensar en el impacto que tendría”, dice Morales.
 La fotógrafa chilena tiene una discapacidad motriz que le impide desplazarse por mucho tiempo entre multitudes.
 “Por eso tomo fotografías, es mi manera de tener voz en la protesta”, señala.
Desde entonces, Morales y Seguel continúan llevando la voz de la protesta mediante sus imágenes.
 “Vivimos mucha incertidumbre y no hemos obtenido una respuesta contundente. Se nos ha respondido con violencia y represión”, dice. “Yo tengo esperanza en que las cosas van a cambiar”, indica.

 La figura de Duarte recuerda a la de otras mujeres en manifestaciones a nivel mundial. 

A inicios de año, una mujer que entonaba cánticos se convirtió en uno de los símbolos de las manifestaciones en Sudán en contra del presidente, Omar al Bashir.

 En 2015, una mujer vestida de rojo en una protesta en Turquía se convirtió en uno de los estandartes del movimiento en contra del gobierno de, Tayyip Recep Erdogan.

 

 

Hollywood da con el elixir de la juventud

La técnica digital que permite quitar años a los actores entra en el cine de autor con ‘El irlandés’, de Scorsese, y plantea un debate más allá de la tecnología sobre el futuro de la interpretación.

Los efectos especiales más difíciles de hacer en el cine son aquellos que todo el mundo sabe que son efectos especiales.
 Cuando la tecnología es parte del atractivo de una película, está en la conversación y es una de las razones para ir a verla, el espectador pone especial atención, a ver qué se nota, a ver dónde está el truco.
 En el caso de El irlandés, además, los efectos tratan de convencernos de que algunos de los actores más conocidos del mundo no tienen el aspecto que todos sabemos que tienen. 
El reto para hacerlo creíble es mayúsculo. El fenómeno cinematográfico del año no solo ha traído a la pantalla la nostalgia de Martin Scorsese, Robert De Niro, Joe Pesci y Al Pacino en una historia de mafiosos, también ha abierto una puerta al futuro de los efectos visuales, el maquillaje y la interpretación.
 En las salas también puede verse el otro gran ejemplo de la temporada: Géminis, en la que un Will Smith mayor se enfrenta a lo largo de toda la película con un Will Smith joven.

El irlandés abarca cuatro décadas en la vida de sus personajes y lo hace con la técnica del rejuvenecimiento digital o de-aging. Scorsese utiliza actores septuagenarios a los que el equipo de efectos visuales de Industrial Light & Magic ha quitado años digitalmente de acuerdo con la edad que deben tener en cada momento.
 El resultado ha recibido elogios generalizados de un público que quizá hasta ahora no había sido consciente de lo mucho que se viene utilizando esta técnica en el cine.
 En la promoción de la película, tanto Pacino como De Niro agradecían la poca injerencia del equipo en el rodaje: "Usaron unos botones discretos para las referencias digitales, nada de trajes de captura de movimiento".

“Te sorprendería saber cuánto existía ya en el mundo de la realidad aumentada en el cine”, comenta por teléfono Beau Janzen, profesor en Gnomon, una de las mejores escuelas de efectos visuales en Hollywood. 
“Lo hemos estado haciendo décadas”, afirma, desde cambiar cuerpos hasta añadir pisos de edificios. Janzen ha trabajado en producciones donde se han hecho “arreglos de belleza porque el maquillaje no era suficiente para las expectativas de las actrices”; o mover los ojos de un actor porque no estaba mirando en la dirección correcta; o mezclar frases de distintas tomas y que parezca que el actor las dice seguidas. 
“Todas las películas actuales y la mayoría de las series tienen algo de efectos”.
El de-aging se ha usado en películas como la saga Piratas del caribe, en X-Men: la decisión final, Capitana Marvel y TRON: Legacy
Pero El irlandés es la primera gran película de corte clásico que usa esta tecnología. 
 Una película de Scorsese, De Niro, Pacino y Pesci, con hechuras de Oscar, aporta un nuevo nivel de trascendencia a una tecnología hasta ahora asociada al puro espectáculo visual. 
“Es una herramienta de Marvel en una peli de Scorsese”, resume Janzen.
Robert De Niro en 'El irlandés'.
Robert De Niro en 'El irlandés'. NETFLIX
Los profesionales de los efectos especiales están tan asombrados como el público en general con el resultado. “En de-aging no he visto nada parecido”, dice Janzen, cuyos créditos incluyen Stranger Things, Westworld y The Walking Dead
 “Me impresionó por la cantidad de planos en los que aparece y por la resolución. Netflix hace todo en 4K, que es el doble de alta resolución”.
 Una minoría verá la película en el cine, pero los millones que la vean en sus televisores de alta resolución (en España, los usuarios de Netflix la podrán ver desde este miércoles) también van a poder apreciar hasta los poros de una piel creada por ordenador.
 Se suma “la complejidad de las secuencias y una interpretación muy delicada”, además de un especial escrutinio del público que no tienen las películas de superhéroes. 
El reto era formidable y, en general, los críticos se han quedado sin palabras.
En una entrevista en Sight & Sound, Scorsese argumentaba que en el fondo no está haciendo nada que no se haya hecho toda la vida.
 “En el cine existe la convención del uso del maquillaje”, decía.
 “En las películas antiguas, el público acepta que el pelo está teñido y que el bigote es falso. 
Te dejas llevar por el engaño”.
 Scorsese cita películas en las que hay un maquillaje protésico importante como en El hombre elefante (1980) o Pequeño gran hombre (1970). 
A pesar de que el maquillaje prácticamente oculta la cara de John Hurt y de Dustin Hoffmann, todo el mundo reconoce que son grandes interpretaciones. 
El de-aging es “eso en otro nivel”, dice Scorsese.
 “Y creo que, a largo plazo, puede acabar siendo superior”.
Craig Barron, que ganó el Oscar a los mejores efectos especiales en 2008 por El curioso caso de Benjamin Button y es profesor de efectos especiales en la Universidad del Sur de California (USC), lo ve como “otra forma de solucionar el problema de contar historias que abarcan décadas”.
 El maquillaje protésico solo puede aumentar las facciones de la cara, no reducirlas. 
A partir de una edad, la nariz engorda y no se puede rejuvenecer con maquillaje.
 Se puede hacer que los treintañeros parezcan septuagenarios, pero no al revés.
 La alternativa es contratar otro actor. 
Por poner un ejemplo de mafiosos, Barron cita Ángeles con caras sucias (1938), donde otro actor interpreta a James Cagney de joven.
 El debate hace plantearse qué habría hecho Francis Ford Coppola de haber tenido esta tecnología disponible en 1974, cuando necesitaba un actor para interpretar a Vito Corleone (Marlon Brando) de joven.
 ¿Habría llegado De Niro a hacer ese papel? ¿Hay por ahí un De Niro actual de 30 años que se ha perdido la posibilidad de hacer el papel de su vida en El irlandés?
 Es inevitable pensar que hay una dimensión ética en el uso del rejuvenecimiento por ordenador que no ha sido debatida lo suficiente.
Para Barron, la única pregunta válida es si funciona o no. “Esta técnica, al final, depende de la interpretación.
 El personaje no lo crean los animadores. Lo crea Robert de Niro y lo potencian los efectos visuales.
 Lo único que hay que preguntarse es si interfiere con la historia”, opina Barron. Cree que El irlandés ha conseguido “expandir la paleta de posibilidades de los actores”.
 Le gustó mucho. “Puedes ver el arco de los personajes y nunca sientes que no son ellos.
 Lo importante es que la tecnología no se interpone. La película es un viaje de décadas y se ve como un todo”.
¿Hasta dónde se puede llevar? Beau Janzen asegura que los contratos de los actores ya están empezando a reflejar qué se puede hacer y qué no con sus imágenes. 
“Una vez que tienes la cara de alguien y puedes controlarla le puedes hacer decir cualquier cosa”. Esta realidad cada vez es más evidente con el perfeccionamiento de los llamados deep fakes, vídeos manipulados de manera inapreciable que pueden poner cualquier cara en cualquier situación, que funcionan tan bien en Internet y que incluso pueden verse en la televisión actual en los falsos debates electorales en El intermedio.
Para Craig Barron, en el cine no hay el mismo debate que en los vídeos casuales de Facebook, pues el límite siempre va a ser que funcione dramáticamente.
 Llevar la manipulación demasiado lejos “es arriesgado”. “Si te separas de la intención original ya no se parece a lo que hizo el actor.
 Sospecho que Scorsese fue muy cuidadoso en respetar la integridad de la interpretación.
 Si no, no necesitas actores como esos”.
“Si lo piensas, es algo que ya se hace en la portada del Cosmopolitan”, resume Janzen.
 “Es el mismo nivel de control de la imagen, pero en las películas. 
El público solo habla de los efectos especiales que se ven. No se dan cuenta de cuánto hay que no se ve. 
Se ha hecho durante décadas. El irlandés es la culminación”.


 

25 nov 2019

Carolina Herrera, sobre las ‘influencers’: “No son el estilo de la moda. Son el estilo del dinero”

La diseñadora venezolana critica a las blogueras y su volatilidad en el mundo del diseño: "Se ponen lo que les den para el 'show' en ese momento".

Carolina Herrera, en octubre de 2019 en Madrid.
Carolina Herrera, en octubre de 2019 en Madrid. GTRESONLINE
Con muchos años de experiencia y una posición de reconocimiento en el mundo de la moda, Carolina Herrera se ha convertido en una figura de referencia. 
La diseñadora venezolana, instalada en Estados Unidos, ha abordado la irrupción de las influencers en el mundo de la moda durante la Latin American Fashion Summit, una cumbre sobre moda que se ha celebrado en Cartagena de Indias (Colombia).
 Y el sector no ha salido nada bien parado.
"Las influencers son algo que parece muy importante.
 Yo no lo entiendo mucho y voy a explicar por qué", explica Herrera durante uno de los coloquios organizados en este evento. "Para mí, no son el estilo de la moda.
 Son el estilo del dinero", ha apuntado, señalando que "ellas no tienen su estilo.
 Ellas se ponen lo que les den para un show".
Herrera, que en enero cumplirá 81 años, arrancaba su discurso con humor. 
"Yo les pregunto '¿Dime qué hora es?' y me dicen '¿Por qué me preguntas?' y digo '¿Es que por qué todas estas niñas están vestidas de noche?'
 Todas vestidas de tul, como con una tiara de brillantes, otra con un vestido largo... y son las diez de la mañana. 
Bien. Perfecto", decía Herrera ante las risas de la entrevistadora y el aplauso generalizado del público, vítores incluidos.
 "Estas supuestamente son las influencers que te van a ayudar a vender tus colecciones", reflexiona la modista. 
"Esas influencers salen del show y se cambian [de ropa] inmediatamente para meterse al show de Michael Kors, o de quien sea, y se van cambiando.
 No tienen su estilo. 
Se ponen lo que les den para el show en ese momento", explica Herrera, provocando de nuevo una gran ovación en la sala del teatro Adolfo Mejía de la ciudad caribeña. 
Carolina Herrera es una de las pocas firmas que no se ha sumado a esta tendencias de las influencers, sino que ha apostado por continuar su negocio de la manera tradicional, contratando a modelos para sus campañas.
La diseñadora decidió bajarse del que ha sido su negocio durante 37 años en febrero de 2018. 
"No me retiro, solo es un paso adelante. La decisión la he tomado yo sola", decía entonces la modista sobre su anuncio. Efectivamente:
 la casa sigue llevando su nombre y ella sigue inmersa en la industria de la moda, como se ha podido comprobar en estas jornadas, en las que ha demostrado su vitalidad y que sabe bien de los tejemanejes de la industria.
 Eso sí, su firma ahora la comanda Wes Gordon, con resultados espectaculares en ventas y popularidad y siguiendo de forma clara la línea marcada por la maestra.


 

Pacino y De Niro, dos octogenarios en plena forma en el trabajo y el amor

Los actores deslumbran en la última película de Scorsese mientras sus vidas siguen tan agitadas como en su juventud. Compiten en lista de conquistas tanto como en nominaciones a los Oscar: 16 entre los dos.

Al Pacino y Robert De Niro, en la película 'El irlandés'.
Al Pacino y Robert De Niro, en la película 'El irlandés'. Cordon Press

 

Podría parecer que es 1974 con Al Pacino y Robert De Niro acaparando todos los elogios de los críticas cinematográficos de todo el mundo, como ocurrió entonces con el estreno de El Padrino II, en la que compartían cartel. 
Cuarenta y cinco años después, ambos vuelven a ser los protagonistas de una de las películas más aclamadas del momento, El irlandés, de Martin Scorsese, donde sus interpretaciones han deslumbrado de forma unánime una vez más.
 Algo sí ha cambiado en todo este tiempo.
 Pacino tiene 79 años y De Niro 76, y sus vidas y trayectorias han pasado por todo tipo de circunstancias. 
Sin embargo, lejos de haberse aposentado en la tranquilidad que muchos esperarían a su edad, los dos actores más importantes de su generación han escrito en sus vidas personales un guion tan lleno de giros como los de sus trabajos más emblemáticos.
 De Niro vive una batalla judicial con su esposa, de la que se está separando por segunda vez, mientras Pacino disfruta desde hace un año de la última de una larga lista de relaciones amorosas, una israelí 29 años más joven que él.
Amigos, aunque también rivales, en cierto modo han tenido vidas paralelas. 
Los dos nacieron en Nueva York y vivieron una infancia y adolescencia difíciles. 
Alfredo James Pacino, hijo de emigrantes sicilianos, vivió el divorcio de sus padres siendo muy pequeño, y creció en una familia con serias dificultades económicas.
 Robert Anthony De Niro Jr., tuvo un modelo familiar que le marcó profundamente.
 Su padre fue un pintor homosexual al que el actor homenajeó en un documental hace unos años, y su madre, poeta y pintora, vivía abiertamente su bisexualidad
Su progenitor les abandonó cuando el actor tenía 12 años, y nunca le habló de su sexualidad. 

Una vez alcanzado el estrellato, los dos italoamericanos entraron en una espiral de excesos.
 Pacino ha hablado de ello en más de una ocasión, tras dejar el alcohol y las drogas hace 30 años
 “Mi vida cambió y de un día para otro tuve que readaptarme al mundo y a la gente”, confesó. 
Una biografía no autorizada de De Niro asegura que durante muchos años fue adicto al sexo y a la cocaína, y un compañero habitual de juergas de John Belushi.
Comparten también una fama de mujeriegos empedernidos y compiten en lista de conquistas tanto como en nominaciones a los Oscar (16 entre los dos). De Niro, cuya debilidad siempre han sido las mujeres negras, se casó por primera vez en 1976 con la actriz Diahnne Abbott, con la que tiene dos hijos: 
Raphael, de 48 años y primogénito del actor, y Drena, hija de Abbott de una relación anterior y que el intérprete de Toro Salvaje adoptó como suya.
 Curiosamente ha terminado siendo la niña de sus ojos.
 Es actriz y han trabajado juntos en alguna película. 
12 años después De Niro se divorció. Un año antes de separarse, en 1987, había conocido a Grace Hightower, su relación más duradera. Pero no se casaron.
 Se cruzó en su camino la modelo Toukie Smith, y con ella tuvo a los gemelos Julian y Aaron, de 24 años. Se reencontró y terminó pasando por el altar con Hightower en 1997, y con ella ha estado 21 años, hasta el año pasado.
 Hubo una primera separación dos años después de la boda. Ella le acusó entonces de abusar del alcohol y las drogas y de serle infiel reiteradamente, pero en 2004 se reconciliaron y renovaron sus votos.
 Entre boda y boda estuvo seis años con Naomi Campbell, que llegó a decir de él que ha sido el amor de su vida.
 Con Grace Hightower ha tenido dos hijos más, Eliot y Helen Grace, de 21 y 7 años. 
 Hace tres años el actor reveló que el mayor sufre de autismo, e inició una importante campaña de concienciación sobre este trastorno.
Pacino no cumplió con la tradición que marca su ascendencia católica y nunca se ha casado, pero ha tenido muchos romances, la mayoría compañeras de profesión.  
Diane Keaton, su mujer en El Padrino, Penelope Ann Miller, Debra Winger, Martha Keller o Kathleen Quinlan. 
Tuvo a su hija Julie Marie con Jan Tarrant, una profesora de interpretación, aunque una de sus relaciones más largas fue con Beverly D’ Angelo, también actriz, con la que rompió en 2001 justo después de tener a los dos mellizos Anton James y Olivia Rose, los dos últimos descendientes del ganador del Oscar por Esencia de Mujer
Su siguiente pareja fue la intérprete argentina Lucila Sola, 40 años más joven. 
Se separó de ella en 2018, al tiempo que De Niro de su esposa, y empezó a salir con Meital Dohan, de 49 años, veintinueve menos que él.
Aunque Pacino disfruta del amor a punto de cumplir los 80 mientras De Niro vive inmerso en un duro divorcio desde hace nueve meses, ambos siguen haciendo gala de un espíritu inquieto y de una rebeldía incorregible.
 Grace Hightower reclama al protagonista de Casino la mitad de su fortuna, que se estima en unos 500 millones.
 Empresario de éxito fuera de las pantallas, Robert De Niro ha hecho fuertes inversiones multimillonarias, tiene una cadena de restaurantes y su propia productora, Tribeca. 
Dicen que a él el dinero le da igual, y que su prioridad es compartir la custodia de su hija pequeña.
 El principal rasgo común entre ellos hoy es su forma de afrontar la vejez, uno de los temas principales que trata El irlandés. 
 No piensan en ello, y no se plantean parar.
 Pacino lo dejaba claro hace poco: “No puedo ni siquiera plantearme mi vida sin la interpretación”.