Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

15 nov 2019

Realista, complejo, admirable Scorsese

Si este es el trabajo de despedida del director italoamericano, lo habrá hecho a lo grande.

 
Al Pacino, como Jimmy Hoffa, y Robert De Niro, que encarna a Frank Sheeran, en 'El irlandés'. En el vídeo, Boyero habla de la película.
 
 
El definitivo testamento de ese italoamericano abarrotado de talento llamado Martin Scorsese sobre el tenebroso y paradójicamente muy seductor universo de la Mafia dura tres horas y media, metraje abusivo en demasiados casos. 
En mi caso, no me importaría que fuera más larga, ya que me siento hipnotizado de principio a fin, aunque en el arranque me sienta desconcertado por la digitalización de los rostros de los protagonistas (se desarrolla a lo largo de 40 años la afectiva, turbia y muy compleja relación entre el Don Bufalino, el killer irlandés Frank Sheeran, y el sindicalista Jimmy Hoffa).
 Y la parte final, hablando del ocaso, la devastación física y mental, aquello que Chandler al hablar de un largo adiós definió con lirismo y lucidez como “triste, solitario y final”, me parece uno de los grandes desenlaces de la historia del cine.

Y existía glamour y poder magnético, aunque hablara de tipos deleznables, en los admirables retratos que había realizado Scorsese sobre diversas mafias, con originalidad pero también con balbuceos y tono entre enfermizo y místico en Malas calles, y con magisterio absoluto en Uno de los nuestros, Casino, Gangs of New York e Infiltrados. Sin embargo, los personajes de El irlandés tienen escasa fascinación para mí, descritos por el guionista Steven Zaillian y por Scorsese con voluntad de realismo absoluto, más cercanos a la grisura del mundo real que a los elementos fascinantes que convienen a las ficciones y al gran espectáculo. 
Ni su ropa, sus casas, su expresividad o sus diálogos tienen vocación de deslumbrar al receptor, se ajustan a como debían de ser y parecer, sin concesiones a la mitificación. Pero es imposible en ningún momento desentenderte de ellos y de lo que les va ocurriendo.
 La ancestralmente prodigiosa cámara de Scorsese hace virguerías solo cuando la historia necesita esos planos. Como Hitchcock y Keaton, sus gloriosos antecesores en la creación de formas visuales que te dejan sin aliento, no pretende el exhibicionismo vacuo sino que utiliza ese lenguaje tan poderoso para transmitir emociones. 
Pero no existen ese barroquismo y ese vértigo en la mayoría de las secuencias.
 Ocurren cosas terribles, los asesinatos están filmados de forma seca, deben de parecerse mucho a la realidad (Hoffa da un gritito cuando siente el impacto de las balas), las conversaciones entre los honorables de la sociedad poseen giros, claves, silencios y miradas muy elocuentes, pero nunca pretenden ser brillantes.
 Scorsese no juega nunca con el espectador, no le hace trampas para tenerlo enganchado.
 Se sirve de otros recursos artísticos para que este no se ausente jamás de lo que está viendo y escuchando. 
Hablo, como siempre, en primera persona.
O sea, siendo fumador compulsivo no me acuerdo del tabaco en esos 209 minutos que transcurren muy rápidos. Ni otra necesidad fisiológica relacionada con la vejiga y la próstata hace que me pierda unos minutos de esta película por algo tan humano como acudir al lavabo.
Pacino está pasado al principio y al final resulta conmovedor. No soporto al Robert De Niro de las últimas décadas. Aquí está sobrio, sugerente y perfecto en un personaje muy difícil. Y cada vez que aparece Joe Pesci, ese actor capaz de expresar muchas cosas con gestos mínimos, emblema de la violencia y del peligro, me deja asombrado. 
Si esta película supusiera la despedida de Scorsese, lo habrá hecho a lo grande, a la altura artística de su irremplazable cine.
 

La historia de Dior a través de las fotografías de Peter Lindbergh


Las modelos Felice Noordhoff, Sara Grace Wallerstedt y Lily Nova, con diseños de otoño-invierno de 2018 de Maria Grazia Chiuri. A la derecha, Karen Elson en 2018, con traje diseñado por Christian Dior para la colección otoño-invierno de 1950.
Las modelos Felice Noordhoff, Sara Grace Wallerstedt y Lily Nova, con diseños de otoño-invierno de 2018 de Maria Grazia Chiuri. A la derecha, Karen Elson en 2018, con traje diseñado por Christian Dior para la colección otoño-invierno de 1950.

Imágenes icónicas y retratos hasta ahora inéditos de un clásico de la fotografía de moda forman un fascinante recorrido por los siete decenios de historia de Dior.
 Un trabajo al que dedicó el final de
EN UNA ERA donde el omnipresente retoque fotográfico alisa arrugas, agranda labios y reduce muslos, y cambia el color de los ojos y hasta el de la piel, supone un alivio y definitivamente una transgresión enfrentarse a una imagen en blanco y negro, donde las mujeres aparecen poco o nada maquilladas, en un gesto espontáneo que captura un instante de veracidad. 
Una cualidad tan insólita —y necesaria— como la humildad en la industria del lujo. 
Por eso, aunque el malogrado Peter Lindbergh sea considerado un clásico de la fotografía, su trabajo resulta hoy más audaz e igual de relevante que cuando inauguró en 1990 el fenómeno top model retratando a Naomi Campbell, Christy Turlington, Cindy Crawford y Tatjana Patitz en Manhattan para la edición británica de Vogue.

 En esas mismas calles disparó parte del último volumen publicado bajo su firma: New York Archives (Taschen), que sale ahora a la venta, dos meses después de su fallecimiento
 En él, Lindbergh recorre los 70 años de historia de la maison Dior a través de imágenes icónicas aparecidas en cabeceras internacionales como Harper’s Baazar o Vogue y de una serie de retratos ­inéditos realizados en Manhattan en 2018.
 Este último trabajo constituye un documento único, tanto por su valor artístico como por el ingente archivo al que el fotógrafo tuvo acceso para realizarlo.
 Abarca creaciones de los ocho diseñadores que han llevado las riendas de la firma en sus más de siete décadas de historia: desde el propio Christian Dior, que la fundó en 1946, hasta Maria Grazia Chiuri, actual directora creativa y primera mujer en el puesto.De entre los trabajos históricos que rescata Lindbergh resulta imprescindible el retrato publicado en Harper’s Bazaar en 1993 de Linda Evangelista. 
La modelo acompañó al fotógrafo desde su primera portada en Vogue USA en 1988, y en la imagen seleccionada aparece tocada con un sombrero de Ferré y sutilmente maquillada por el maestro François Nars, que seis años después fundaría su propia firma de cosmética, una de las más prestigiosas del mundo hoy día.e se publica dos meses después de su muerte.

Kiki Willems en 2018, con vestido de la colección primavera-verano de 1960 de Yves Saint Laurent.
Kiki Willems en 2018, con vestido de la colección primavera-verano de 1960 de Yves Saint Laurent.
Y es que de entre las muchas lecturas que tiene este libro, una de las más interesantes es la que permite analizar la evolución de la industria de la moda a través de las décadas.
 Lindbergh no documenta solo los vaivenes creativos de Dior, sino también las épocas gloriosas en las que las cabeceras especializadas podían permitirse producciones millonarias, y cómo el concepto de belleza fue cambiando y encarnándose en distintos tipos de modelos: de la angelical Amber Valletta a la andrógina Saskia de Brauw.
Carolyn Murphy, con diseño de primavera-verano de 1992 de Gianfranco Ferré; en la página siguiente, Karen Elson, con vestido de otoño-invierno de 2003 de John Galliano.
Carolyn Murphy, con diseño de primavera-verano de 1992 de Gianfranco Ferré; en la página siguiente, Karen Elson, con vestido de otoño-invierno de 2003 de John Galliano.
Aunque el objetivo del polaco siempre trascendió estos cánones y los estereotipos gracias a su extraordinaria capacidad para revelar la esencia y la humanidad del retratado.
 En su incansable lucha contra “la dictadura de la perfección” —como él mismo solía decir—, consiguió ir más allá de las tendencias y capturar en esa fracción de segundo que son las fotos algo atemporal, precioso y que nunca pasa de moda: la verdad. 



La modelo Linda Evangelista, vestida con la colección de alta costura otoño-invierno de 1993 de Gianfranco Ferré para  Harper´s Bazaar .
La modelo Linda Evangelista, vestida con la colección de alta costura otoño-invierno de 1993 de Gianfranco Ferré para Harper´s Bazaar.

14 nov 2019

Una noche en la ópera de Madrid con Isabel Preysler como estrella




La cantante Nuria Fergó.rn La cantante Nuria Fergó. 


La escritora Carmen Posadas.rn rn La escritora Carmen Posadas.  


Raúl Prieto y Joaquín Torres.rn rn Raúl Prieto y Joaquín Torres.


Pedro J. Ramírez y su esposa Cruz Sánchez de Lara.rn rn Pedro J. Ramírez y su esposa Cruz Sánchez de Lara.   


Fernando Sarasola y su pareja.rn rn Fernando Sarasola y su pareja. 


Isabel Preysler, con Mario Vargas Llosa.rn rn Isabel Preysler, con Mario Vargas Llosa.  .....Oh es ella!!!!
 Vargas LLosa que viejo está.

El empresario Carlos Falcó y Esther Doña.rn rn El empresario Carlos Falcó y Esther Doña.  


  La 'socialité' Carmen Lomana.rn rn La 'socialité' Carmen Lomana. 


El empresario Alberto Cortina y Elena Cué.rn El empresario Alberto Cortina y Elena Cué.  


La periodista Ana García Siñérizrn rn La periodista Ana García Siñériz  

Silvia Gómez-Cuétara y Juan Antonio Pérez Simón,  en la Gala Anual 2019 del Teatro Real.rn Silvia Gómez-Cuétara y Juan Antonio Pérez Simón, en la Gala Anual 2019 del Teatro Real. 


La modelo Nieves Álvarez. rn La modelo Nieves Álvarez. 
Que fea está.......

Mar Flores, a su llegada a la gala.rn rn Mar Flores, a su llegada a la gala.  
Otra horrible....


La presentadora Anne Igartiburu.rn rn La presentadora Anne Igartiburu.  

Enrique de Inglaterra y Meghan Markle rompen con Isabel II en Navidad

Los duques de Sussex, cada vez más alejados de la familia real, inician un periodo de descanso de seis semanas que en su mayoría pasaran en EE UU.

Los duques de Sussex, durante su viaje a África.
Los duques de Sussex, durante su viaje a África. GTRES

 

El pasado fin de semana los duques de Sussex acompañaron a la reina durante la conmemoración del final de la Primera Guerra Mundial, que reunió a toda la familia real británica y a buena parte de la sociedad política y civil del Reino Unido en Whitehall (Londres).
 En ese acto se produjo el reencuentro más esperado: el de los duques de Sussex con los de Cambridge tras cuatro meses sin aparecer en público juntos. 
El protocolo jugó a su favor ya que las dos parejas se situaron por cuestiones de protocolo muy alejadas en la tribuna de honor. Guillermo y Kate, cerca de la reina y Enrique y Meghan en tercera fila, detrás del primer ministro Boris Johnson y su pareja.
 Todo ello después de que el hermano menor admitiera en público que "apenas" ve a Guillermo.
Carlos de Inglaterra, uno de los pilares en los que se han apoyado los duques de Sussex, está ahora también molesto con ellos tras el documental que grabaron durante su gira en África en el que hablaba de desvelaba sus  sentimientos respecto a la situación que estaban viviendo durante los últimos meses.
 Sobre su propia vulnerabilidad, la duquesa se sinceró con el periodista Tom Bradby y admitió emocionada lo duro que le resulta digerir toda la presión mediática que está sufriendo especialmente desde el nacimiento de su primer hijo, Archie.
 "Cualquier mujer, especialmente cuando está embarazada, es vulnerable. […] También pasan cosas que no siempre se ven", aseguraba Markle en el vídeo, admitiendo que estar bajo la constante atención de los medios y ser madre por primera vez había sido "todo un desafío". 
Markle explicaba también lo que califica como "insoportable presión" al ser el centro de atención y aseguraba no tener "ni idea" de las luchas a las que se iba a enfrentar como miembro de la familia real:
 "Nunca pensé que esto sería fácil, pero pensé que sería justo y esa es la parte que es realmente difícil de entender".
 Y añadió:
 "Cuando la gente dice cosas que son falsas y se les dice que no son ciertas, pero se les permite decirlas, resulta muy duro".
 En otro momento de la entrevista el periodista le pregunta a la duquesa cómo está, algo que hace que le afloren las lágrimas. "

"Gracias por preguntar, porque no mucha gente me ha preguntado si estoy bien.
 También pasan cosas que no siempre se ven".
Pocos días después de emitirse el documental, la pareja anunciaba su intención de tomarse seis semanas de descanso para pensar en el futuro.