Al
Pacino, como Jimmy Hoffa, y Robert De Niro, que encarna a Frank
Sheeran, en 'El irlandés'. En el vídeo, Boyero habla de la película.
El definitivo testamento de ese italoamericano abarrotado de talento llamado Martin Scorsese
sobre el tenebroso y paradójicamente muy seductor universo de la Mafia
dura tres horas y media, metraje abusivo en demasiados casos. En mi
caso, no me importaría que fuera más larga, ya que me siento hipnotizado
de principio a fin, aunque en el arranque me sienta desconcertado por
la digitalización de los rostros de los protagonistas (se desarrolla a
lo largo de 40 años la afectiva, turbia y muy compleja relación entre el
Don Bufalino, el killer irlandés Frank Sheeran, y el
sindicalista Jimmy Hoffa). Y la parte final, hablando del ocaso, la
devastación física y mental, aquello que Chandler al hablar de un largo
adiós definió con lirismo y lucidez como “triste, solitario y final”, me
parece uno de los grandes desenlaces de la historia del cine.
Imágenes icónicas y retratos hasta ahora inéditos de un clásico de la
fotografía de moda forman un fascinante recorrido por los siete decenios
de historia de Dior. Un trabajo al que dedicó el final de
EN UNA ERA donde el omnipresente retoque fotográfico alisa arrugas,
agranda labios y reduce muslos, y cambia el color de los ojos y hasta el
de la piel, supone un alivio y definitivamente una transgresión
enfrentarse a una imagen en blanco y negro, donde las mujeres aparecen
poco o nada maquilladas, en un gesto espontáneo que captura un instante
de veracidad. Una cualidad tan insólita —y necesaria— como la humildad
en la industria del lujo. Por eso, aunque el malogrado Peter Lindbergh
sea considerado un clásico de la fotografía, su trabajo resulta hoy más
audaz e igual de relevante que cuando inauguró en 1990 el fenómeno top
model retratando a Naomi Campbell, Christy Turlington, Cindy Crawford y
Tatjana Patitz en Manhattan para la edición británica de Vogue.
En esas mismas calles disparó parte del último volumen publicado bajo su firma: New York Archives (Taschen), que sale ahora a la venta, dos meses después de su fallecimiento. En él, Lindbergh recorre los 70 años de historia de la maison Dior a
través de imágenes icónicas aparecidas en cabeceras internacionales como
Harper’s Baazar o Vogue y de una serie de retratos
inéditos realizados en Manhattan en 2018. Este último trabajo
constituye un documento único, tanto por su valor artístico como por el
ingente archivo al que el fotógrafo tuvo acceso para realizarlo. Abarca
creaciones de los ocho diseñadores que han llevado las riendas de la
firma en sus más de siete décadas de historia: desde el propio Christian
Dior, que la fundó en 1946, hasta Maria Grazia Chiuri, actual directora
creativa y primera mujer en el puesto.De entre los trabajos históricos que rescata Lindbergh resulta imprescindible el retrato publicado en Harper’s Bazaar en 1993 de Linda Evangelista. La modelo acompañó al fotógrafo desde su primera portada en Vogue USA
en 1988, y en la imagen seleccionada aparece tocada con un sombrero de
Ferré y sutilmente maquillada por el maestro François Nars, que seis
años después fundaría su propia firma de cosmética, una de las más
prestigiosas del mundo hoy día.e se publica dos meses después de su muerte.
Y es que de entre las muchas lecturas que tiene este libro, una de
las más interesantes es la que permite analizar la evolución de la
industria de la moda a través de las décadas. Lindbergh no documenta
solo los vaivenes creativos de Dior, sino también las épocas gloriosas
en las que las cabeceras especializadas podían permitirse producciones
millonarias, y cómo el concepto de belleza fue cambiando y encarnándose en distintos tipos de modelos: de la angelical Amber Valletta a la andrógina Saskia de Brauw.
Aunque el objetivo del polaco siempre trascendió estos cánones y los
estereotipos gracias a su extraordinaria capacidad para revelar la
esencia y la humanidad del retratado. En su incansable lucha contra “la
dictadura de la perfección” —como él mismo solía decir—, consiguió ir
más allá de las tendencias y capturar en esa fracción de segundo que son
las fotos algo atemporal, precioso y que nunca pasa de moda: la
verdad.
Enrique de Inglaterra y Meghan Markle
están haciendo las maletas para irse a EEUU donde estarán seis semanas,
según han informado fuentes oficiales. Los duques de Sussex han
explicado que necesitan tomarse un tiempo para ellos y alejarse del foco
mediático en el que están desde que se oficializó su relación hace dos
años. No les importa romper las rígidas normas de la familia real
británica y así se lo han hecho saber a Isabel II, entre ellas, no pasar
en Sandringham la Navidad, una cita hasta ahora ineludible para los
parientes de la reina. El
palacio de Buckingham no comenta los planes privados de la familia real
pero sus portavoces oficiosos ya han filtrado que los duques de Sussex y
su hijo Archie se disponen a pasar el Día de Acción de Gracias con
Doria Ragland, la madre de Markle.
"Los planes no están cerrados", dijo
una de estas fuentes. "Estarán en Estados Unidos para el Día de Acción
de Gracias a finales de este mes y existe la posibilidad de que elijan
quedarse un tiempo más allá, lo que podría significar perderse la
Navidad en Sandringham".
El diario The Sunha mantenido hasta el
último momento que para las fiestas navideñas, los Sussex habrán
regresado al Reino Unido pero pasarán esos días en su casa de Windsor.
"Necesitan algo de tiempo para recuperar fuerzas y decidir sus planes
para el próximo año", aseguran en esta publicación.
Pero este miércoles
un comunicado emitido por el Palacio de Buckingham confirmó los duques
de Sussex pasarán también la Navidad en Estados Unidos.
El mensaje
decía: "El duque y la duquesa de Sussex esperan comenzar su tiempo
personal hacia finales de este mes. Después de pasar las dos últimas
Navidades en Sandringham, pasará las vacaciones este año con la madre de
la duquesa, Doria Ragland.
Esta decisión está en línea con el precedente establecido previamente
por otros miembros de la familia real, y cuenta con el apoyo de su
majestad la reina ".
Será la primera vez que el príncipe Enrique falte a
la cita familiar a excepción de 2012, año en el que se encontraba de
servicio en Afganistán con el ejercito británico.
La biógrafa Sally Bedell Smith ha dicho en Vanity Fair
que la ausencia de los Sussex en Navidad "puede verse como otra
evidencia de que seguirán su propio camino" también en estas
situaciones.
"La reina es bastante tolerante y no puede enfadarse
porque se pierdan la Navidad dado que la madre de Meghan está en los
Estados Unidos", continúa Smith.
"Será un momento útil para que la
pareja decida cómo quieren avanzar.
La Navidad en Sandringham es una
tradición profundamente arraigada en la familia real y se espera que
todos estén allí, pero la Reina a veces hace concesiones".
Quienes sí han confirmado su asistencia son el príncipe Guillermo,
Kate Middleton y sus tres hijos. Observadores de la casa real británica
aseguran en diferentes medios que es difícil imaginarse juntos a los dos
hijos de Diana de Gales y sus esposas en esas fechas. La sensación que
se impone es que Enrique y Meghan se han alejado del resto de la
familia.
El pasado fin de semana los duques de Sussex acompañaron a la reina
durante la conmemoración del final de la Primera Guerra Mundial, que
reunió a toda la familia real británica y a buena parte de la sociedad
política y civil del Reino Unido en Whitehall (Londres). En ese acto se
produjo el reencuentro más esperado: el de los duques de Sussex con los
de Cambridge tras cuatro meses sin aparecer en público juntos. El
protocolo jugó a su favor ya que las dos parejas se situaron por cuestiones de protocolo muy alejadas
en la tribuna de honor. Guillermo y Kate, cerca de la reina y Enrique y
Meghan en tercera fila, detrás del primer ministro Boris Johnson y su
pareja. Todo ello después de que el hermano menor admitiera en público
que "apenas" ve a Guillermo.
Carlos de Inglaterra, uno de los pilares en los que se han apoyado
los duques de Sussex, está ahora también molesto con ellos tras el
documental que grabaron durante su gira en África en el que hablaba de
desvelaba sus sentimientos respecto a la situación que estaban viviendo
durante los últimos meses. Sobre su propia vulnerabilidad, la duquesa se sinceró con el periodista Tom Bradby y admitió emocionada lo duro que le resulta digerir toda la presión mediática que está sufriendo especialmente desde el nacimiento de su primer hijo, Archie. "Cualquier mujer, especialmente cuando está embarazada, es vulnerable.
[…] También pasan cosas que no siempre se ven", aseguraba Markle en el
vídeo, admitiendo que estar bajo la constante atención de los medios y
ser madre por primera vez había sido "todo un desafío". Markle explicaba
también lo que califica como "insoportable presión" al ser el centro de
atención y aseguraba no tener "ni idea" de las luchas a las que se iba a
enfrentar como miembro de la familia real: "Nunca pensé que esto sería
fácil, pero pensé que sería justo y esa es la parte que es realmente
difícil de entender". Y añadió: "Cuando la gente dice cosas que son
falsas y se les dice que no son ciertas, pero se les permite decirlas,
resulta muy duro". En otro momento de la entrevista el periodista le
pregunta a la duquesa cómo está, algo que hace que le afloren las
lágrimas. "
"Gracias por preguntar, porque no mucha gente me ha preguntado si estoy bien. También pasan cosas que no siempre se ven". Pocos días después de emitirse el documental, la pareja anunciaba su
intención de tomarse seis semanas de descanso para pensar en el futuro.