Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

17 oct 2019

Otra noche de violencia en Cataluña con coches quemados y ácido contra los Mossos

33 personas han sido detenidas y cerca de un centenar recibieron atención sanitaria durante los disturbios. No sé si ellos podrán vivir sin nosotros pero nosotros sin ello en estos momentos si.

Por desgaste ideológico , por provocaciones, por secuestro en Aereopuertos, trenes y carreteras, aislados están esos muchachos porque casi todos son jóvenes encapuchados cara cubirta y manos con guantes. Les da Torra orden de atacar y hacer daño físico y luego tiene que dar orden a Mossos y Policia Nacional para que carguen contra los que mandó atacar y sale con cara de tonto, sonriendo como diciendo La que estamos armando. 

Los Independentistas deberían volver a ser juzgados por avivar la violencia. Periodistas con cascos como si fuera una guerra la que están cubriendo.

Varios encapuchados, durante los altercados del miércoles por la noche en la Gran Via de Barcelona. En vídeo, imágenes de los disturbios. VÍDEO: ATLAS | FOTO: ALBERT GARCIA
Que alegres están por quemar coches a cara cubierta.Ay Catalunya que te espera, más desastres? y si les ponen otra vez el 155? es lo que buscan? Los martires lo son por luchar contra una causa perdida pero no por violencia gratuta. Así nadie querra ser Independiente de nada.Sino ser odiados por muchos.
Barcelona volvió a vivir este miércoles una noche de disturbios y graves incidentes que, pasada la medianoche, incluían la quema de una decena de coches o el lanzamiento de ácido y de cócteles molotov contra los mossos y de cohetes pirotécnicos contra un helicóptero policial. 
Hasta 45 fuegos ardían, según el Ayuntamiento, en el centro de la capital catalana, convertido por segundo día consecutivo en un campo de batalla. 
 Había menos jóvenes enfrentándose a los agentes, pero lo hacían de una forma más contundente.
 Al menos 33 detenidos y cerca de un centenar de asistidos por los servicios médicos, entre ellos una treintena de agentes, fue el saldo de más de cinco horas de violencia, según los datos remitidos en la mañana de este jueves.

El tercer día de protestas dejó de nuevo el olor a barbacoa por todo el centro de la ciudad. 
 Grupos de jóvenes, tapados con capuchas algunos y otros a cara descubierta, iban cruzando contenedores y prendiéndoles fuego.
 La escena del martes se repetía, aunque con una variante: no eran tantos, pero actuaron con más violencia contra la policía, hasta el punto de hacerlos retroceder.
Los incidentes comenzaron pasadas las nueve de la noche. Grupos de jóvenes lanzaron botellas, latas y otros objetos a los agentes de los Mossos que custodiaban la sede del Departamento de Interior, convertido en el blanco inicial de la violenta protesta.
 Los altercados se produjeron tras la concentración convocada por los Comités de Defensa de la República (CDR) en la confluencia de la Gran Via con la calle de Marina, en el corazón de la ciudad.
 La manifestación reunió a unas 22.000 personas, según la Guardia Urbana, que en principio desfilaron de forma pacífica.
 Los altercados se desataron cuando algunos de los concentrados se desplazaron hasta la sede de Interior, en la confluencia del paseo de Sant Joan y Diputaciò.
 En ese punto, algunos de los manifestantes zarandearon las vallas que resguardaban las inmediaciones de Interior.
Empezaron entonces los lanzamientos de papel higiénico y los gritos que pedían la dimisión del consejero, Miquel Buch.
 El ambiente se fue tensando y partir de ahí los mossos utilizaron sus furgonetas para presionar y desplazar a los manifestantes hasta la plaza de Tetuán y a otros puntos del entorno de esa parte del Eixample barcelonés.
Simultáneamente, se iniciaron los lanzamientos, las cargas y los incendios en una imagen muy parecida a la de la noche del martes cerca de la Delegación del Gobierno. Parte de los contenedores ardieron en la calle de Casp con Nàpols.
 Muy cerca, donde las llamas alcanzaron un local con viviendas en la parte superior, se vivieron algunos momentos de angustia.
Los manifestantes lanzan papel higiénico al aire.
Los manifestantes lanzan papel higiénico al aire.
En Roger de Flor, un padre bajó con su bebé en brazos, gritando, al ver que las llamas se colaban por la fachada de su edificio.
 Los bares y los hoteles de esa zona bajaron persianas y cerraron las puertas con gente resguardada en el interior, viendo las carreras por la calle.
 En ese lugar, se produjeron varios heridos, y al menos una joven recibió un pelotazo en la cabeza.
“No sé muy bien cómo ha sido”, decía sentada en un banco, mientras era atendida por los servicios sanitarios.
El fuego serpenteaba las calles de esa parte del Eixample y el humo se respiraba en buena parte de ella.
 Jaume Collboni, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento, cifró en más de 50 los fuegos que se produjeron en esa zona.

Muy cerca, las llamas de varios contenedores que ardían alcanzaron a una decena de coches que estaban estacionados y una motocicleta.
 Los vehículos ardieron cerca de una gasolinera que fue custodiada por agentes de la policía. 
Un grupo de personas desmontó un andamio de un edificio con la fachada en obras y lo utilizó para montar barricadas y prenderles fuego.

Fuentes de la policía autonómica destacaron que en un 
momento de los disturbios se habían producido lanzamientos de cohetes pirotécnicos contra uno de los helicópteros que sobrevolaba la zona. 
También explicaron que los agentes fueron blanco del lanzamiento de piedras de grandes dimensiones y de ácido contra una de las líneas policiales.
Los altercados alcanzaron la Gran Via de Barcelona con tanta contundencia que agentes de los Mossos se vieron obligados a retroceder al filo de la medianoche. 
El repliegue de los agentes fue saludado con vítores por parte de los jóvenes que decidieron dar por terminada, en ese momento, la batalla.
 Para cambiar de lugar, porque varios grupos empezaron a desplazarse hacia la parte norte del Passeig de Sant Joan con Diagonal.

Otros fueron hacia el paseo de Gràcia que, de nuevo, se convirtió en escenario de disturbios muy parecidos a los del martes.
 En ese punto y en las calles cercanas a la Delegación del Gobierno —en Roger de Llùria con Mallorca— más de 200 personas encendieron fuegos e intentaron acercarse de nuevo a la sede oficial, la meta que no lograron el día anterior.
 Más contenedores ardieron en esas calles.
Varias furgonetas de la policía cargaron e intentaron hacerles frente. 
Pero lejos de arredrarse, los manifestantes corrieron contra un grupo de agentes que se quedó solo en la vía.
 La policía les dispersó disparando pelotas de goma, hasta lograr resguardarse de nuevo en la calle de Mallorca. La tensión se mascaba entre los agentes, rodeados de hogueras.
Las carreras de unos y otros se prolongaron durante más de una hora, pero ya de otra forma: con grupos más pequeños que “mareaban” a los agentes que utilizaron sus furgonetas para obligarles a desplazarse de un lugar a otro y evitar, sobre todo, que alcanzaran su meta: las vallas y el dispositivo policial que protegía la Delegación del Gobierno.
 Eran pequeños focos de barricadas, pero que mantenían los disturbios cada vez más difuminados en el centro de la ciudad. 
Al filo de la una de la madrugada, no serían más de dos centenares repartidos en diferentes grupos.
Mientras, en la sede de la Consejería de Interior, los responsables de los dos cuerpos policiales que trabajaron conjuntamente, desde la ventana, hacían algo parecido a una supervisión de los destrozos que se veían en la calle.
En Madrid, la Policía Nacional detuvo a cuatro jóvenes, incluido un menor, tras una concentración en la Puerta del Sol en solidaridad con los líderes del procés.
 Se les acusa de desórdenes públicos y atentado contra agentes de la autoridad.


 
 

Susto o muerte............................................. Luz Sánchez-Mellado

Cuando pienso en mis viejos añoro lo que nos perdimos sus hijos y sus nietos más que lo que se perdieron ellos. Nunca estamos contentos.

Susto o muerte
Mis padres nos hicieron a sus hijos la putada de morirse pronto y rápido. 
Él, a los 67 recién cumplidos, tras seis meses uncido a una bombona de oxígeno por una fibrosis que le redujo los pulmones a esparto.
 Ella, a un mes de cumplir los 71, al año de que un cáncer empezara a devorarla justo por donde nos ovuló a los cuatro.
 En tales trances los hermanos no tuvimos ni que pensar en cómo cuidar hasta la muerte a quienes se desvivieron por cuidarnos. 
La enfermedad los quitó de enmedio antes de que fuera preciso.
 No tuvimos que limpiarles las heces, ni velarles el sueño, ni darles de comer a cucharilla como nos dieron ellos de niños.
 A cambio, cuando se fueron, se me secó el corazón como los bronquios de él y los ovarios de ella.
El dolor me hizo egoísta, insensible, mezquina.
 Los 67 años de mi padre y los 70 de mi madre se convirtieron en mi vara de medir la edad a la que era justo o injusto morirse.
 Creía, aunque no lo decía, que un padre o madre que falleciera más tarde ya había vivido más que los míos, así que ya podían los suyos conformarse con su suerte.
 Daba asco, ya digo.
Ha pasado tiempo y los padres de mis amigos que aún viven van para abajo. 
 Escucho a sus hijos hablar de sus cuitas.
 De rehipotecar el piso para pagar la residencia. 
De que estos horarios de mierda no nos dejan ni cuidar de nuestros mayores.
 De roces entre hermanos por quién apechuga más o menos.
 De la angustia de ver derrumbarse los pilares de tu vida, de que no te reconozca quien eligió tu nombre, de ver a los soles de tu infancia mutar en la sombra de lo que fueron.
 Hay quien no lo dice pero piensa que, al morirse tan pronto y rápido, más que una putada, mis padres nos hicieron el último favor de sus vidas. 
No les culpo. El dolor te hace egoísta. A mí la primera. 
Porque cuando pienso en mis viejos añoro lo que nos perdimos sus hijos y sus nietos más que lo que se perdieron ellos.
 Nunca estamos contentos.

 

16 oct 2019

Las diferencias entre sedición y rebelión, delito que descarta la sentencia del 'procés'

Los doce acusados por el juicio del 'procés' ya tienen sentencia: el Tribunal Supremo ha decidido condenarles por un delito de sedición, malversación y desobediencia.

Foto: Oriol junqueras, durante el juicio del 'procés' (EFE)

Oriol junqueras, durante el juicio del 'procés' (EFE)

 

Los doce acusados por el 'procés' independentista catalán ya tienen sentencia, una condena que llega tras cuatro meses de juicio ante el Tribunal Supremo, liderado por el juez Manuel Marchena, y casi dos años de prisión para nueve de los acusados, incluido Oriol Junqueras, el exconsejero de Economía y Hacienda de la Generalitat, que se enfrentaba a una condena de entre 12 y 74 años de cárcel por un delito de rebelión agravada con malversaciíon de caudales públicos.

Mientras que la Fiscalía acusaba a casi todos los procesados, con la excepción de Meritxell Borràs, Carles Mundó y Santi Vila, de un delito de rebelión, en algunos casos agravada con penas de cárcel que variaban desde los 16 a los 25 años, la Abogacía del Estado les responsabilizaba de un delito de sedición, a la contra del criterio de la Fiscalía.
Finalmente, los jueces se han decantado por imputar a los miembros del Govern sólo en relación al delito de sedición, ya que no hubo violencia de forma organizada, tal y como apuntó este sábado, 12 de octubre, El Confidencial de acuerdo con informaciones obtenidas de fuentes jurídicas.
 La filtración del fallo del juicio por la que se supo que los siete magistrados del Tribunal Supremo descartaban de forma unánime el delito de rebelión defendido por la Fiscalía provocó el estallido de las primeras protestas en Cataluña en contra de la sentencia y disgustó a Manuel Marchena, presidente de la Sala Segunda de lo Penal del TS, que señaló que la sentencia no estaba lista hasta la firma de todos los magistrados.

Diferencias entre sedición y rebelión

Según explica el Código Penal en su artículo 544, a un reo se le considera culpable de un delito de sedición cuando se alza “pública y tumultuariamente” con el objetivo de “impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las Leyes”.
 Este delito contra el orden público tipificado en el Código Penal tiene en cuenta a todos aquellos imputados cuya actividad delictiva no se corresponda con el delito de rebelión y que pudieran también haber entorpecido “a cualquier autoridad, corporación oficial o funcionario público el legítimo ejercicio de sus funciones, cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales”.
Las penas de cárcel estimadas para los acusados de sedición varían de los ocho a los diez años para aquellos que “hubieren inducido, sostenido o dirigido la sedición o aparecieren en ella como sus principales autores”, es decir, aquellos considerados como principales autores del delito, y de hasta 15 años de prisión para aquellas personas “constituidas en autoridad” que, en el caso del juicio del ‘procés’, hace referencia a que la mayoría de los acusados ocupaban un cargo público dentro de la Generalitat de Cataluña. 
Además de las penas de cárcel, los imputados también tendrán que hacer frente al mismo cómputo de años de inhabilitación.
Los jueces han desestimado la acusación de rebelión, con penas más graves de prisión de hasta 25 años de prisión para los “rebeldes” que “hayan promovido o sostengan” la operación, ya que este delito supone que los reos se alcen “violenta y públicamente”, según el Código Penal, para distintos fines que, en el caso del proceso judicial del ‘procès’, se ajustaba al quinto punto que contempla el artículo 472: 
“Declarar la independencia de una parte del territorio nacional”.
Otros supuestos que recoge el delito de rebelión atañen a la modificación, derogación o suspensión de la Constitución sin pasar por los cauces oficiales, “el impedimento de elecciones” de forma violenta o “la sustracción del cualquier clase de fuerza armada a la obediencia del Gobierno”.
Se contempla una pena máxima de 30 años de prisión para los casos en que se esgriman armas o exista “combate entre la fuerza de su mando y los sectores leales a la autoridad legítima, o la rebelión hubiese causado estragos en propiedades de titularidad pública o privada, cortado las comunicaciones telegráficas, telefónicas, por ondas, ferroviarias o de otra clase”.

El Supremo desnuda la estafa del 1-O y el "engaño" del Govern a los catalanes 

Ni siquiera la cúpula de la Generalitat creía entonces que el ejercicio del derecho de autodeterminación era una posibilidad real. Solo lo empleó como un truco de ilusionismo

Foto: Dos personas participan en un acto organizado por Òmnium Cultural ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en protesta por la sentencia del 'procés'. (EFE)Dos personas participan en un acto organizado por Òmnium Cultural ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en protesta por la sentencia del 'procés'.

Todo fue una farsa. La sentencia que el independentismo iba a convertir en su caballo de batalla, la que debía demostrar la represión del Estado frente al ejercicio del derecho de autodeterminación, al final ha servido para quitar la careta al Govern que en 2017, hace ahora dos años justos, protagonizó los hechos que le han costado 13 años de prisión a Oriol Junqueras

Ni siquiera la cúpula de la Generalitat creía entonces que ejercer ese derecho era algo real. 

Solo lo emplearon como un truco de ilusionismo (ahora lo ves, ahora no lo ves) para engañar a una parte de la población catalana.

Todo fue una farsa.
 La sentencia que el independentismo iba a convertir en su caballo de batalla, la que debía demostrar la represión del Estado frente al ejercicio del derecho de autodeterminación, al final ha servido para quitar la careta al Govern que en 2017, hace ahora dos años justos, protagonizó los hechos que le han costado 13 años de prisión a Oriol Junqueras.
 Ni siquiera la cúpula de la Generalitat creía entonces que ejercer ese derecho era algo real. 
Solo lo emplearon como un truco de ilusionismo (ahora lo ves, ahora no lo ves) para engañar a una parte de la población catalana.
La condena, sin embargo, no se impone por esta estafa masiva. No se pena la mentira.
 Se castigan todas las acciones ilegales que desplegaron los ahora ya condenados para amparar este trampantojo inmenso que la resolución va describiendo con toda una ristra de sinónimos. Desde quimera hasta señuelo. Era todo de mentirijillas, sí. Pero para vestir la mentira se ejecutaron actos delictivos que, en opinión unánime del tribunal, equivalen a un delito de sedición combinado con otro de malversación.
 Se impulsaron movilizaciones, se armó un lego legislativo con vocación constituyente y se dio por bueno el enfrentamiento de la población contra el Estado.

 La sentencia entera está cuajada de frases casi literarias sobre este hecho. 

"Eran conscientes, en fin, de que la ruptura con el Estado exige algo más que la obstinada repetición de consignas dirigidas a una parte de la ciudadanía que confía ingenuamente en el liderazgo de sus representantes políticos y en su capacidad para conducirles a un nuevo Estado que solo existe en el imaginario de sus promotores", indica por ejemplo.

Y hubo violencia. Lo que esgrimían entonces Junqueras, Rull, Turull, Forn, Forcadell, Bassa, Sànchez y Cuixart sí era un arma, resuelven los jueces.
 Pero no la que podía parecer. La violencia, el clima, la fuerza se empleaba desde arriba no para forzar la independencia, objetivo que nunca fue real, sino para apretar las tuercas del Estado presidido entonces por Mariano Rajoy.
La resolución, que roza los 500 folios, da por probada la existencia de hechos violentos a lo largo del proceso de secesión. Se detiene tanto en el 20 de septiembre como en el 1 de octubre. Respecto a lo sucedido ante la Consellería de Economía, asegura que se trató de una movilización multitudinaria "puesta al servicio" de la finalidad de los acusados. 
"Se trataba de movilizaciones que desbordaron los límites constitucionales del ejercicio de los derechos de reunión y manifestación y que crearon el ambiente coactivo e intimidatorio necesario", dice.

 





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Es la segunda sentencia que pierde Mediaset en solo unos días por este tema, abordado en sus programas de entretenimiento.

Maria Jose Campanario
María José Campanario y Jesulín de Ubrique. GTRES