Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

16 oct 2019

El país de las mujeres............................ Edurne Portela

La feminista estadounidense Charlotte Perkins Gilman imaginó en 1915 un mundo en el que la mujer se libera de su dependencia económica y vital del hombre.


El país de las mujeres
Ya no somos capaces de imaginarnos mundos utópicos en los que no haya injusticias, donde triunfe el amor, donde no haya pobreza ni degradación medioambiental ni tiranos. 
Las utopías han demostrado estar demasiado cerca del totalitarismo, la libertad se pierde en el camino que lleva a la construcción del mundo perfecto.
 Pero la mirada que imagina una sociedad justa expone siempre los males que la rodean.
 Así ocurre en El país de las mujeres, de la feminista estadounidense Charlotte Perkins Gilman, una novela utópica de 1915 que ha recuperado la editorial Guillermo Escolar Editor.

 Perkins Gilman creía, como su contemporáneo el pragmatista John Dewey, que la igualdad entre hombre y mujer era imprescindible para avanzar socialmente.

 La educación, el voto, los derechos reproductivos de la mujer fueron temas sobre los que la autora escribió artículos y ensayos.

 Pero ¿cómo imaginaba esta científica social la sociedad perfecta? El país de las mujeres está poblado por unas amazonas pacíficas cuya religión es la maternidad, un país en el que hace 2.000 años no existe un solo hombre. 

No teman, las mujeres no los han asesinado ni han cometido un genocidio.

 La causa de su ausencia es una enfermedad que los aniquiló. Poco después ocurrió un milagro: una mujer dio a luz sin ser fecundada por varón y de ella nacieron otras con el mismo don de la partenogénesis, y así, poco a poco, fueron repoblando el país. 

A este lugar pacífico y armónico llegan tres exploradores que irán aprendiendo los avances sociales, económicos y políticos de las mujeres.

 Mientras ellos estudian su idioma, su cultura y su historia, ellas harán lo propio con el mundo del que provienen los hombres, dando así oportunidad de exponer todos los males contemporáneos:

 pobreza, hacinamiento e insalubridad en las ciudades, explotación de la mujer, guerras.

 Ellos se maravillan ante la independencia e inteligencia de las mujeres, ellas se horrorizan ante costumbres como el matrimonio, que somete a la mujer a una vida de encierro, pasividad y dependencia.

En Mujeres y economía, Perkins Gilman había reflexionado sobre la relación entre hombre y mujer como la única del mundo animal que se había convertido en una relación económica. El hombre, porque alimenta a la mujer, “se convierte en la mayor fuerza modificadora de su condición económica”, decía, y frena así el impulso de la mujer de crear y expresarse, convirtiéndola en débil e incompetente.

 El país de las mujeres es el resultado de la liberación de esa dependencia económica que es también vital. 

Los tres exploradores se sorprenden de la capacidad de subsistir sin hombres: hay coches eléctricos, edificios perfectamente construidos, ciudades limpias, se han erradicado las enfermedades y las guerras.

 Aquello que doblegaba a la mujer en el pasado, la maternidad, se transforma en amor perfecto y en la mayor forma de sororidad.

 El deseo sexual femenino, innecesario para procrear, ha desaparecido. 

El lesbianismo ni siquiera se insinúa. Y aquí es donde está la gran limitación de esta pensadora, donde la realidad se impone constriñendo la imaginación de lo posible: la felicidad y el progreso de la mujer sólo se puede conseguir extirpando su deseo y por medio de un milagro en el que el hombre no participa. 

Hace un tiempo me preguntaba qué diría doña Emilia de la situación de la mujer actual.

 Hoy me pregunto qué diría Perkins Gilman sobre las declaraciones de Pablo Casado sobre la utilidad de la maternidad para contribuir al crecimiento del Estado. Seguramente pensaría que son la base de una distopía.

15 oct 2019

“Tiembla la tierra a nuestro paso / Pedimos el habla”:

“Tiembla la tierra a nuestro paso / Pedimos el habla”: cómo recuperar a escritoras latinoamericanas olvidadas.

Numerosas autoras talentosas han sido marginadas de la historia de la literatura. 

 La poeta Luna Miguel las reivindica en su nuevo libro.

 
La escritora Glauce Baldovin, retratada por Bibiana Fulchieri. 
La escritora Glauce Baldovin, retratada por Bibiana Fulchieri. 
La poesía no da de comer, aunque la amo profundamente y me ha ayudado a soportar trances muy duros de mi vida”.
Lo dijo Glauce Baldovin en una entrevista después de retirarse como profesora de talleres de poesía. 
La argentina, nacida en Río Cuarto en 1928, se dedicó con pasión a las palabras, pues todo lo que la literatura le daba parecía llenar cuanto la vida le había ido quitando. 
 Baldovin fue militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores y en 1976 pudo ver cómo la dictadura le arrancaba a su hijo, desaparecido tras un arresto clandestino durante su servicio militar. 
Baldovin no quería llamarlo “desaparición”, sino “secuestro”. 
La ausencia le dolió tanto que le llevó a dedicar una veintena de poemas a todos los desaparecidos por la violencia dictatorial en Argentina. 
Recogidos en su poesía completa Mi signo es de fuego (Caballo Negro, 2018), tal vez aquellos fueran sus versos más hondos:
 “Yo sé que estoy parada sobre muertos sin tumbas sin cruces sin montículos / que quizá camino sobre ellos / o que escupo en la tierra que los guarda”.
En verdad, no hay nada más que hondura en la obra de Baldovin, para quien la pobreza, la pérdida y el síndrome de impostora fueron una constante. 
En uno de los prólogos a Mi signo es de fuego, Elena Anníbali asegura que la obra de la argentina podría resumirse en una palabra: despojo. 
Y cree que esa palabra no sólo define el carácter visceral de Baldovin, sino que desgraciadamente también dibuja el recuerdo de una escritora que el canon literario de Argentina ocultaría como al más mundano de los desechos.

Glauce Baldovin, fallecida en 1995 y cuya poesía es difícil de encontrar incluso en el circuito de librerías de su país de origen, se convirtió así en otra de las muchas escritoras que todavía hoy esperan al margen de la Gran Historia de la Literatura, pero que poco a poco y gracias al trabajo de muchas estamos empezando recuperar.
La misma Anníbali lo asegura así en el prólogo:
 “La Historia, en tanto que relato oficial y de conveniencia, la escriben los vencedores. 
 Pero detrás, a los costados, por encima, evadiéndose por las grietas del mismo relato clausurado […] van colándose la memoria personal, la memoria social, que complejizan y muchas veces socavan aquella primera Verdad”
. Entonces, ¿esa es la manera de recuperar la escritura de las mujeres?
 ¿Ha llegado el momento de hablar desde la grieta? ¿Para eso era necesaria nuestra participación en las campañas de #LeoAutorasOct o en el Día de la Escritora? 
¿Nos corresponde a nosotras el trabajo de barrer la tierra y escarbar con las uñas hasta dar con la vasija, y luego con el hueso, y luego con la roca, hasta desvelar el yacimiento?
Leer a Glauce Baldovin nos concede una respuesta a todas esas preguntas: “El silencio es la violencia / pero más violencia es mezclar las palabras / confundirlas / trastocarlas / para que el silencio se vuelva error”.
Glauce Baldovin, fallecida en 1995 y cuya poesía es difícil de encontrar incluso en el circuito de librerías de su país de origen, se convirtió así en otra de las muchas escritoras que todavía hoy esperan al margen de la Gran Historia de la Literatura, pero que poco a poco y gracias al trabajo de muchas estamos empezando recuperar.
Como nos lo concede el cuidado de Ana Ilce Gómez (1945-2017), originaria de la comunidad indígena de Monimbó, de Nicaragua, y autora de una obra breve pero imponente que en 2008 recogió Sergio Ramírez en una edición de Pre-Textos:
 “Pedimos la memoria y los recuerdos / Cruje la tierra a nuestro paso / Pedimos la sal y la ventura / Tiembla la tierra a nuestro paso / Pedimos el habla”.
Como nos lo concede la poesía de Carmen Ollé (1947), uno de los iconos de la poesía de Perú, que, aunque tiene una obra extensa y reconocida, es siempre recordada por haber firmado Noches de adrenalina, uno de los textos más importantes de la literatura feminista latinoamericana: 
“¿Escribir es una veleidad que dice o disiente / para una mujer casada? / ¿Sylvia Plath y su Hollywood sin ventanas / o las cartas revolucionarias de Diane di Prima? / ¿La liberación del planeta parte de mi liberación / y esta necesidad es elitista? /
 Un cuerpo que sufre insoportablemente exige / al margen del sistema solar y las estrellas / su liberación inmediata”.

O como nos lo concede el humor de Rosario Castellanos (1925-1974), quien, como otras mujeres de la literatura mexicana de principios de siglo XX —Josefina Vicens, Elena Garro, Pita Amor, Enriqueta Ochoa…—, ha tenido problemas para perdurar en las grandes bibliotecas, tal vez debido a esa militancia que algunos le afeaban: 
“¿Mujer de ideas? No, nunca he tenido una. / Jamás repetí otras (por pudor o por fallas nemotécnicas). / ¿Mujer de acción? Tampoco. / 
Basta mirar la talla de mis pies y mis manos. / Mujer, pues, de palabra.
 No, de palabra no. / Pero sí de palabras, / muchas, contradictorias, ay, insignificantes, / sonido puro, vacuo, cernido de arabescos, / juego de salón, chisme, espuma, olvido.
 / Pero si es necesaria una definición / para el papel de identidad, apunte / que soy una mujer de buenas intenciones / y que hay pavimentado / un camino directo y fácil al infierno”.
Dice la poeta Amalia Bautista en una introducción a la antología Juegos de inteligencia (Renacimiento, 2011), de Rosario Castellanos, que “quizá sorprenda su falta de pudor para hacer público lo privado, para lanzarse a la autobiografía desde cualquier género literario.
 En el fondo y sin esfuerzo, ella sabía que estaba hablando de una biografía universal”. 
Esa confianza de Bautista en que de una vez por todas empecemos a leer la literatura escrita por mujeres con los ojos vacíos de prejuicios me recuerda a esa otra cita de Chris Kraus en la que la novelista estadounidense se preguntaba “por qué todos piensan que las mujeres se degradan a sí mismas cuando exponen las condiciones de su degradación”. 
En ambos casos, lo que se exige es la aceptación de la biografía de la escritora como tema literario. 
La aceptación de sus despojos, de sus miserias, de cualquier otro aspecto de su vida que ella quiera utilizar en su escritura.
“Tiembla la tierra a nuestro paso  Pedimos el habla”: cómo recuperar a escritoras latinoamericanas olvidadas
Pero es que recuperar la escritura de las mujeres no tiene que ver sólo con lo que ellas escriben, sino desde dónde lo escriben. 
Porque tal vez la poesía no dé de comer, pero el cuerpo que la escribe sí necesita alimentarse de un reconocimiento que a fuerza de contradecir a los autoproclamados “vencedores” hoy parece iluminarse.
 Y queda mucho trabajo.
 Pero como canta Baldovin: 
“No eligió el silencio. Quizá desde niña alguien la fue empujando. Alguien le dijo no te tires al suelo no saltes la soga no toques ese gato. Alguien que hablaba mucho. Que no escuchaba. ¿Quién sabe?”.
Luna Miguel es poeta, escritora y autora de ‘El coloquio de las perras’, que publica Capitán Swing el 14 de octubre.
 

 

 

14 oct 2019

Sentencia del ‘procés’: penas de 9 a 13 años para Junqueras y los otros líderes por sedición y malversación

El alto tribunal descarta la rebelión, pero impone penas de cárcel para el exvicepresidente de la Generalitat, Romeva, Rull, Forn, Forcadell, Turull, Bassa, Sànchez y Cuixart e inhabilita por desobediencia a los tres acusados en libertad.

Sentencia del proces
Condenados tras la sentencia del 'procés'.

 

Rafa Nadal se despide de su soltería a ritmo de reguetón

El tenista, que se casa el sábado con Mery Perelló, celebró su despedida de soltero el pasado fin de semana.

Rafa Nadal, el pasado día 9.
Rafa Nadal, el pasado día 9. Getty Images
Rafa Nadal ha enfilado la recta final de su soltería.
 El próximo sábado el tenista se casa con Mery Perelló su novia durante los últimos 14 años y el pasado fin de semana ha celebrado su despedida de soltero en una fiesta rodeado de sus íntimos amigos en la que el reguetón amenizó la velada.
Tanto el Diario de Mallorca como Última Hora ha desvelado algunos de los detalles de esta fiesta que se celebró en la discoteca Club Social, un local que posee una exclusiva terraza desde la que se ve el puerto de Palma y en la que hay una piscina. 
El tenista y sus amigos se refugiaron en un reservado.
 Según testigos, Nadal se animó a cantar y bailar algunas de las canciones de reguetón que sonaron.
 Los amigos del tenista llevaban gafas de sol de plásticos y numerosos colores. 
Pero la fiesta comenzó antes con un aperito seguido de una comida y se alargó hasta la madrugada.
 A la cita acudieron una decena de íntimos del tenista.
La boda se celebrará en la Fortaleza, un castillo del siglo XVII que ocupa la península de Punta Avançada y que se encuentra totalmente blindado a las miradas ajenas.
 Es un sitio inaccesible por tierra si no se cuenta con el permiso para entrar, y es prácticamente imposible tomar fotografías desde el mar.
 Dentro del castillo hay seis casas, dos calas privadas y un helipuerto.
 Es una de las mansiones más caras de España, con una extensión de 87.000 metros cuadrados y 1.100 metros de espectaculares jardines.
 El alquiler cuesta 25.000 euros por día.
 Los Nadal han reservado tres días ya que pasarán allí el fin de semana.

Nadal y su novia, Mery Perelló.
Nadal y su novia, Mery Perelló. GTRES
Por expreso deseo de los novios, se ha pedido a todos los invitados que no lleven móviles. 
Aunque será una boda día, en las invitaciones se pide a las señoras que vayan con traje largo. 
Hay convocados 350 invitados. 
Entre ellos familiares de Manacor y amigos muy próximos a los novios.
 Se esperan tenistas, actores, empresarios y a los reyes Juan Carlos y Sofía.
 La presencia de Carles Moyà, de Fernando Verdasco con Ana Boyer y de Feliciano López con Sandra Gago se da por segura.
 Del catering se encargará Macarena de Castro, del restaurante El Jardín de Alcúdia con estrella Michelín.
 Ella fue la encargada de la recepción de los Reyes a la sociedad civil en la Almudaina en 2017.
 La ceremonia la oficiará el sacerdote Tomeu Català, de Proyecto Hombre dentro de La Fortaleza tras haber obtenidos los novios un permiso especial.

Los novios han extremado las medidas de seguridad, por ejemplo, los empleados de las empresas suministradoras del enlace estám obligados a firmar contratos de confidencialidad para poder ofrecer sus servicios. 
 No se sabe aún si los novios van a distribuir una imagen del enlace a los medios de comunicación como hacen otros personajes famosos cuando contraen matrimonio.