Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

11 oct 2019

Luis Alfonso de Borbón, entre la exhumación de su bisabuelo y la quiebra del banco de su suegro

El hijo de Carmen Martínez-Bodiú y el desaparecido Alfonso de Borbón es un alto directivo del Banco del Orinoco, intervenido a principios de septiembre, y que pertenece al grupo financiero BOD, propiedad de Víctor Vargas.

Luis Alfonso de Borbón, en el Valle de los Caídos el 20 de noviembre de 2018.
Luis Alfonso de Borbón, en el Valle de los Caídos el 20 de noviembre de 2018. Getty Images

La ley de Murphy se basa en un principio empírico que se resume en una frase: "Si algo malo puede pasar, pasará". 

Luis Alfonso de Borbón, bisnieto de Francisco Franco, ha vivido marcado por este adagio y por la suerte de acontecimientos trágicos que han salpicado su vida.

 La traumática separación de sus padres, Carmen Martínez-Bordiú y Alfonso de Borbón.

 El traslado de su madre a París para vivir con su nueva pareja, el anticuario Jean Marie Rossi.

 La muerte de su hermano mayor, Fran, en accidente de tráfico cuando solo tenía 11 años y él 10.

 El fallecimiento seis meses después de su hermanastra, Mathilda Rossi, arrastrada por la hélice de la embarcación con la disfrutaban juntos de un día de mar en Acapulco (México) durante unas vacaciones.

 El casi inexplicable accidente que, cuando él tenía 14 años, acabó con la vida de su padre a causa de un cable de acero que estaba en el camino de la pista por la que esquiaba.

 Su intento de vivir con su madre en París cuando quedó huérfano y su decisión de volver a Madrid a hacerlo con su abuela, Carmen Franco, a quien él siempre ha llamado Mam.

La dosis de desgracias parece que estaban colmadas para el que muchos llaman el príncipe de los Franco porque es el heredero de un reino que no existe, el de Francia.

 Pero en diciembre de 2017 también tuvo que decir adiós a su abuela, la única hija de Franco, quien había sido para él su segunda madre.

 Sin embargo, esta desaparición era natural, Carmen Franco tenía 91 años y un cáncer terminal que ella misma había hecho público solo unos meses antes.

 Luis Alfonso ya tenía su propia familia, la que había formado junto a Margarita Vargas, la hija de Víctor José Vargas Irausquin, un banquero que está considerado una de las grandes fortunas de Venezuela.  

Junto a ella ha tenido cuatro hijos y su relación familiar le ha traído también una buena situación profesional.
 Es vicepresidente internacional del Banco Occidental de Descuento (BOD) de Venezuela, del que su suegro es presidente, y consejero delegado de su propia empresa, Spanish Influencers, que creó en enero de 2017 y se centra en realizar campañas de marketing con personajes famosos considerados prescriptores.
 El 25 de abril publicaba en su cuenta de Instagram una fotografía en la que aparecía junto a su mujer y sus hijos con motivo de su 45 cumpleaños:
 "Doy gracias a Dios por poder celebrar mi 45º cumpleaños con salud, rodeado de mi familia y mis amigos.
 Tengo siempre muy presentes a mis seres queridos que no me acompañan", decía el texto que iba junto a la imagen.
Desde entonces dos nuevos frentes complican su vida: por un lado la exhumación inminente de su bisabuelo del Valle de los Caídos, una decisión del Gobierno contra la que pelea toda la familia Franco porque fue uno de los últimos deseos de Carmen Franco que así lo hicieran, y que el Ejecutivo ya ha anunciado que tendrá lugar antes del 25 de octubre.
 Y los problemas relacionados con el banco de su suegro en el que ocupa un puesto ejecutivo.
Luis Alfonso de Borbón y su esposa, Margarita Vargas, en Sotogrande durante el verano de 2016 
Luis Alfonso de Borbón y su esposa, Margarita Vargas, en Sotogrande durante el verano de 2016
Según informan varios medios latinoamericanos, Luis Alfonso de Borbón atraviesa una situación complicada con el Banco de Orinoco, propiedad de su suegro y donde es consejero y director. Estas informaciones apuntan a que la Fiscalía de Curazao, antiguas Antillas Holandesas, está estudiando presentar cargos por presunto fraude contra la directiva de dicha entidad bancaria.
 El banco fue intervenido el pasado 5 de septiembre por el Banco Central de Curazao, una acción que produjo un efecto en cadena en otras de las entidades que conforman el grupo financiero BOD, propiedad de Víctor Vargas. 
En las redes sociales hay cientos de afectados que bajo la denominación "EstafadosBOD" lanzan mensajes contra los que consideran responsables de estafa y entre los que mencionan al bisnieto de Franco. 
 Se consideran engañados por su suegro, porque afirman que la filial antillana del BOD les prometió que sus fondos estarían seguros y fuera de las turbulencias financieras del país caribeño y no fue así. 
Los medios apuntan a que la Fiscalía de Curazao investigaba el papel de Luis Alfonso de Borbón en esta historia porque algunos afectados afirman que él "era presentado como 'el príncipe' y que esto influyó para que funcionara la estafa".
Sin embargo, el grupo BOD ha publicado un comunicado desmintiendo tajantemente esta información: 
"En virtud de que algunos medios digitales se han hecho eco de informaciones falsas, que han corrido de forma anónima en medios sociales sobre una supuesta imputación o investigación contra el señor Luis Alfonso de Borbón y otros directores del Grupo Financiero BOD, aclaramos que esa información no es cierta, y no existe tal investigación en la Isla de Curazao ni en ninguna otra jurisdicción. Muy al contrario de lo que afirman las mal intencionadas publicaciones de prensa que solo buscan desprestigiar la reputación de Luis Alfonso de Borbón, nuestro Director se encuentra en este momento en contacto directo con sus clientes y los ejecutivos del grupo en América Latina y el Caribe donde tiene operación el Grupo Financiero BOD, cumpliendo cabalmente con sus responsabilidades de manera cotidiana", concluye el texto.
Luis Alfonso está tranquilo, según afirman, pero la ley de Murphy nunca ha estado de su parte.


 

El Moulin Rouge cumple 130 años como el guardián de los secretos de París

Plumas, can-can y ‘vedettes’ mantienen la esencia del local que creó un barcelonés y por el que pasaron mitos como Edith Piaf o Mistinguett.

 
Bailarinas celebran el 130º aniversario del Moulin Rouge, el 6 de octubre en París (Francia). En vídeo, declaraciones de una de la de las cabareteras. Getty Images
Ocho minutos. Ni uno más ni uno menos
. Es el momento mágico en el Moulin Rouge, que acaba de cumplir 130 años; el tiempo que dura el french can-can.
 El desmadre en el escenario: los gritos agudos, las faldas arriba, las imposibles posturas de contorsionista.
 La juerga, el descontrol.

Todo es muy distinto hoy del 6 de octubre de 1889, cuando Joseph Oller, nacido en Terrassa (Barcelona) y emigrado a Francia de niño, abrió el local al pie de Montmartre junto su socio Charles Zidler.
 No queda rastro ni de la bohemia, ni del alcohol sin freno ni de las vidas sublimes y trágicas de las vedettes de aquel tiempo.
 Ni rastro de la Goulue ni de Jane Avril, las bailarinas que inspiraron a Toulouse-Lautrec.
Hoy los pintores malditos no acuden a este music-hall y Henri de Toulouse-Lautrec disfruta de una exposición con todos los honores en el Grand Palais. 
 Nada queda del fantasma de la legendaria artista Mistinguett, ni de Joseph Pujol, llamado Le Pétomane, otra estrella del Moulin Rouge en sus inicios dorados, y otro de origen catalán: el hombre que interpretaba La Marsellesa o fragmentos de Verdi con sus ventosidades. 
 Dicen que Dalí le consideraba el mayor artista catalán de todos los tiempos.
  Todo esto se ha esfumado y hoy el Moulin Rouge es un lugar ordenado donde acuden los turistas —chinos, rusos, estadounidenses— y franceses de visita en la capital.
 Pero cuando la famosa música de Offenbach empieza a sonar por los altavoces, cuando arrancan los acordes del can-can, es como si se estableciese una conexión con este pasado remoto y mitificado, y el presente anodino.
“Son solo ocho minutos.
 Nada ha cambiado desde entonces”, asegura en un camerino el director de escena del Moulin Rouge, Thierry Outrilla.
 “Somos los últimos en seguir este estilo. 
Aquí se respeta la tradición”, añade poco antes de comenzar el espectáculo.
Celebraciones a las puertas del Moulin Rouge por su 130º aniversario. 
Celebraciones a las puertas del Moulin Rouge por su 130º aniversario. AP
La sala está llena: unas 850 personas.
 La tensión, controlada en bambalinas. 
La mesas, con champán. Outrilla lo contempla desde una silla en una posición elevada con una mesita y un teléfono. Desde aquí observa la sala, controla el escenario.
 Conoce el terreno como pocos. 
 Entró en 1976, a los 22 años.
 Era un muchacho nacido en Orán, en la Argelia francesa, bisnieto de una española y una italiana
. Con la independencia de Argelia, en 1962, llegó con su familia al sur de Francia. Empezó a destacar bailando danzas provenzales. 
Una profesora le dijo: 
“Vete a París”.
 Y ahí fue, como en las novelas del siglo XIX en las que un joven de provincias conquista la capital. Estudió jazz y clásico. 
Tres meses después de ingresar en la troupe del Moulin Rouge, ya era capitán de los boys, es decir, el responsable del grupo de bailarines varones.
 Hizo todos los papeles.
 En 1989 dejó la escena para ejercer labores de dirección.

“El music-hall era una escuela de vida”, explica Outrilla. 
 “Aquí se aprende el rigor, la disciplina. 
Es un poco como el ejército. 
 Un baile muy militar, muy riguroso”. Entre pase y pase, mientras los camareros preparan las mesas para el público que ya hace cola fuera, Outrilla muestra los carteles de época que conmemoran a las estrellas que pasaron por aquí: Edith Piaf, Charles Trenet, Yves Montand
El show, titulado Féérie, lleva veinte años en cartel. Es una mezcla de estampas históricas y exóticas—belle époque, decorados orientales, escenas circenses— con abundancia de plumas y colorido, como de otra época. 
No tanto el fin del siglo XIX sino los años setenta, un aire a los programas de fin de año en la televisión de la época. 
La escena proyecta una imagen añeja, sin ápice de distancia ni ironía, del París que muchos visitantes tienen de la ciudad.
 Por la escena desfilan malabaristas y equilibristas, caballos enanos y serpientes pitón en una piscina en la que se sumerge una de las bailarinas.
Poco antes del inicio del espectáculo, el martes, un camión de bomberos estaba aparcado frente al legendario molino de la place Blanche.
 Apagaban un incendio. Se había quemado un neón. Dentro, todo seguía como su nada.
 Imperturbable, como París, el Moulin Rouge nunca muere.

 

10 oct 2019

Vientres varios........................................ Luz Sánchez-Mellado

Las mujeres de entre 30 y 40 años tienen hoy trabajos, sueldos, relaciones y futuros más precarios e inciertos. Muchas temen no poder ver nunca el día de ser madres.

Vientres varios
Parí a mis hijas a los 30 y los 34 años, cuando quise, y cuando creí que podría abordar el reto sin demasiadas renuncias.
 Disponía de una pareja, una casa, dos sueldos, todos supuestamente estables.
 Pese a tantas certezas, para conservar empleo y estatus, tuve que criar a mis niñas por teléfono, hasta el punto de que un día me vino la pequeña llorando porque le habían dicho en el cole que su mamá estaba muerta. 
El resultado, dos décadas, un divorcio y varias pérdidas más tarde, son dos hijas a cargo, un miedo cerval a perder ingresos, y una culpa como un yugo de hierro.
 No me quejo. Soy una privilegiada.
 Desde entonces, he visto a colegas más jóvenes ser primerizas mucho más viejas y no conformarse con telecriar a su prole. Sacarse la leche en el curro para amamantar a sus cachorros más allá de la baja.
 Renunciar a ascensos y aceptar peores destinos para saber cuándo entran y salen.
 Pero también pelear por la conciliación en los despachos y en la calle, disfrutar de opciones que no tuvimos las mayores y recibir en sus móviles imágenes de sus bebés jugando en la guardería mientras ellas dirigen equipos.
 Ole sus ovarios. Pero parece que la cadena, frágil, puede romperse.

La periodista Noemí López Trujillo ha escrito El vientre vacío, un libro donde da voz a una generación, la suya, entre los 30 y los 40, supuestamente condenada a ser yerma.

 Con trabajos, sueldos, relaciones y futuros más precarios e inciertos, muchas temen no poder ver nunca el día de ser madres. 

Porque nunca se tiene escrito el trabajo, o el sueldo o la pareja o el futuro idóneo, o todo junto.

 Mal apaño. Cierto que la natalidad es una emergencia y urgen medidas públicas que la propicien. 

Pero también que las decisiones vitales se toman en privado y con el vértigo en el cuerpo.

 Dirán que ya está esta señorona con sus sermones de baby-boomer. 

 Puede. Pero también que solo pretendo aportar un poco de perspectiva.

9 oct 2019

Diana de Gales vuelve a España

La actriz Emma Corrin se convierte en la princesa británica para el rodaje de la cuarta temporada de 'The Crown', que tiene lugar en Almería y Málaga.

Diana de Gales
Emma Corrin como Diana de Gales y, a la izquierda, la princesa con un traje muy similar en Perth (Australia) en 1983. CORDON PRESS/GETTY
7 de abril de 1983.
 Las multitudes se congregan en los alrededores del estadio de hockey de Perth, en Australia. 
Todos quieren ver pasar, en un gran coche negro descapotado, a Sus Altezas Reales, los príncipes Carlos y Diana de Gales.
 Él, de 34 años, con traje gris y corbata a rayas; ella, de 21, con un llamativo vestido de manga larga en seda fucsia con pequeños topos (diseñado por Donald Campbell) y un sombrerito con un lazo a juego, de John Boyd.
 La pareja estaba en pleno tour real y mostraba lo que parecía una cierta complicidad y alegría —que luego resultó no serlo tanto— cuando llevaban algo menos de tres años casados y tenían un hijo de apenas 10 meses, Guillermo, que les acompañó en el mismo. 
Esa escena es una de las primeras que han grabado los actores Emma Corrin y Josh O’Connor juntos como los príncipes Diana y Carlos para la cuarta temporada de The Crown, la serie de Netflix sobre la vida de la reina Isabel II.
 La tercera temporada de la misma se estrenará en todo el mundo el próximo 17 de noviembre, y en ella O’Connor ya interpretará al heredero al trono británico en su primera etapa adolescente y adulta.
 Sin embargo, la joven Diana no llegará hasta la cuarta temporada, que estos días se rueda precisamente en España.
Los actores y el equipo técnico han pasado una primera etapa en Almería, recreando también algunos de los escenarios de esa gran gira australiana de primeros de los ochenta, como su paso por el  promontorio rocoso de Ayers Rock
 Después se han trasladado a Málaga, donde han cortado algunas céntricas calles cercanas a la catedral para recrear su visita al estadio de hockey. 
Todo seguido de una gran expectación en un ambiente lleno de figurantes y fotógrafos que han permitido filtrar las primeras fotos de esta joven Lady Di, exactamente igual que la original de pies a cabeza. 
 La actriz incluso lleva una réplica del anillo de pedida de la esposa de Carlos de Inglaterra, que ahora lleva Kate Middleton.


Corrin fue anunciada el pasado abril para el papel de la princesa más popular de las últimas décadas. 
La serie se apresuró a dar su nombre, dadas las muchas apuestas al respecto; de hecho, hasta entonces solo había desvelado qué actores aparecerían en la tercera temporada, en la que se produce el cambio generacional respecto a las dos primeras.
 La elegida es una joven actriz británica casi desconocida que apenas ha interpretado un papel en una serie (Grantchester) y otro en cine (Misbehaviour). 
Entonces el creador de la serie afirmaba que "además de tener la inocencia y la belleza de la joven Diana, [Corrin] también tiene, en abundancia, el rango y la complejidad para retratar a una mujer extraordinaria que pasó de ser una adolescente anónima a convertirse en la mujer más icónica de su generación".

"Más que emocionada y honrada de unirme a The Crown en su cuarta temporada.
 He estado enganchada a la serie desde el primer episodio y pensar que ahora me uno a esta familia de intérpretes increíblemente talentosos es simplemente surrealista", dijo entonces Corrin en un comunicado difundido por Netflix.
 "La princesa Diana fue un icono y su efecto en el mundo sigue siendo profundo e inspirador. 
Tener la oportunidad de explorarla a través de los guiones de Peter Morgan es la oportunidad más excepcional, ¡y me esforzaré por hacerle justicia!".
 
Emma Corrin, durante el rodaje de 'The Crown' en Málaga.



Emma Corrin, durante el rodaje de 'The Crown' en Málaga. CORDON PRESS
 
 

Por las imágenes parece que sí, que la justicia está hecha, al menos en esa primera etapa de Diana, cándida, tímida, con la mirada casi perdida.
 Además de unos rasgos faciales relativamente similares, el maquillaje, la peluquería y el (tan icónico) vestuario han ayudado a transformar a Corrin en una princesa claramente reconocible para el gran público. 
Junto a ella también se han incorporado dos jóvenes actores para hacer de su marido y de la amante de este. 
Además de Josh O’Connor como el primogénito de la reina de Inglaterra, Emerald Fennell será Camilla Shand (el apellido de soltera de la actual duquesa de Cornualles; al casarse con su primer marido se convertiría en Parker Bowles) y estará presente en toda la tercera temporada.
 Fennell tiene algo más de trayectoria que Corrin, y ha aparecido en series como Llama a la comadrona o Victoria.

A estos jóvenes actores se les unen otros tres grandes consagrados. La reciente ganadora del Oscar por La Favorita, Olivia Colman, será Isabel II, tras el éxito cosechado por Claire Foy en las dos primeras temporadas.
 A Matt Smith le sustituirá como un ya maduro Felipe de Edimburgo el también consagrado Tobias Menzies, conocido por series como Outlander, Juego de Tronos o Roma.
 Y la princesa Margarita dejará de estar en manos de Vanessa Kirby para ser interpretada por una de las actrices británicas más populares: Helena Bonham-Carter.
  Un elenco de alto nivel al que, en la cuarta temporada, se unirá Gillian Anderson (Expediente X, Sex Education, La caza) para tomar las riendas del papel de la primera ministra Margaret Thatcher.