Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 sept 2019

En la cresta de la ola de los melódicos..................... Diego A. Manrique..

La carrera musical de Camilo Sesto, entre 'Melina' y 'Mola mazo'.

El artista en la grabación del programa de fin de año de 1983 para TVE. En vídeo, el último adiós a Camilo Sesto en la SGAE. RICARDO GUTIÉRREZ | Vídeo:Atlas
Fue el gran cambio de guardia. Durante los años sesenta, en España se impusieron los conjuntos. 
Más o menos autosuficientes, obligaron a que la industria renunciara a muchos de sus hábitos: de repente, se quejaban los veteranos, “mandaban los mocosos”.
 La venganza llegó a finales de los sesenta, principios de los setenta: las discográficas recuperaron el timón.
 Inventaron el concepto de la canción del verano pachanguera y, sobre todo, apostaron por los baladistas, sobre los que controlaban su repertorio, las producciones, los lanzamientos.
Hablamos de Juan Pardo (¡y Junior!), Nino Bravo, Juan Bau, Lorenzo Santamaría, Daniel Velázquez. Pablo Abraira, Julián Granados, Juan Camacho, Miguel Gallardo. Curiosamente, tenían callo: se habían pateado todo tipo de escenarios cuando ejercían de vocalistas de grupos. 
Gente avispada que cambió las indumentarias a lo Carnaby Street por los trajes de pata de elefante, con corbatones (podía ser peor: también se pusieron de moda los petos). 
Colocaron a su servicio una infraestructura de muy profesionales compositores y músicos de estudio que, durante el reino de los conjuntos, habían basculado hacia el casposo mundo de los festivales y que volvían a ser requeridos para grabar y actuar.

Camilo Sesto se situaba muy por encima de casi todos sus coetáneos en términos de recursos vocales; además, había pegada en sus fondos instrumentales. 
Componía mucho de su repertorio, con títulos como Melina o Fresa salvaje que sugerían un oído atento a la actualidad política y cultural.
 Camilo también recurrió a la inspiración del incansable Juan Pardo y, para Amor… amar o Mi verdad, a las letras de Lucía Bosé
. Se agradecían tales ayudas ya que el departamento de mercadotecnia del sello Ariola le exigía editar un par de álbumes por año.
Precisamente de la mano de Juan Pardo conoció las eficaces cadenas de montaje de los estudios británicos, ya habituadas a trabajar para artistas continentales.
 A los arreglos de Juan Carlos Calderón o Alejandro Monroy, se sumaron las orquestaciones de Zack Laurence, Johnny Arthey, Brian Bennett, Kenny Woodman o Tom Parker.
 En 1975, rompió la rutina financiando y patrocinando el montaje del Jesucristo Superstar madrileño.
 Su expresividad, bien demostrada en los discos anteriores, le permitió superar el reto del moderno teatro musical.
Pudo suponer una ruptura estética pero Camilo prefirió volver al territorio ya conquistado, a una América hispana que entraba en la luctuosa era de las dictaduras militares. 
No chocó con Pinochet y compañía pero se planteó que era hora de ampliar mercados. 
Un paso en falso fue Look in the Eye (1977), donde traducía al inglés varios de sus éxitos, con producción de Fernando Árbex.
 Lo volvió a intentar instalándose en Los Ángeles a principios de los ochenta.
 Camilo (1982) contenía esencialmente material de autores estadounidenses, incluyendo un melancólico dueto con Judy Collins.
 El disco tenía nivel pero su impacto fue mínimo: resultó más rentable el Método Julio Iglesias, que pasaba por convertirse en una presencia constante en el circuito anglo, al borde de la parodia del latin lover pero siempre con una actitud risueña.
Camilo mantuvo su impulso durante los años siguientes, aunque parecía funcionar en piloto automático: aceptaba premios cutres, se presentaba en actos benéficos de la alta sociedad, produjo a cantantes femeninas, cumplía con la prensa del corazón.
 Si había detrás un proyecto artístico personal, lo escondió a la hora de escribir su autobiografía.
A finales de los ochenta, con su instalación en un chalet de Torrelodones, bajó su productividad. 
Se fue convirtiendo, no hay otra manera de describirlo, en una presencia fantasmal, dando lugar a fantásticos rumores.
 Su Mola mazo, en 2002, fue un chispazo a lo Fangoria que no tuvo continuidad. 
 Cierto que cumplía con sus obligaciones promocionales cuando se publicaban recopilaciones pero, en las conversaciones con la prensa, se hacía evidente que no entendía el mundo musical contemporáneo ni sus verdaderos méritos en una época particularmente dorada del pop romántico español.

 

Un Pedro Páramo aguacatero......................... Antonio Ortuño

El sur de Jalisco ha sido invadido de modo repentino por el cultivo de aguacates. Las ganancias de vértigo que deja la producción en Michoacán explican el fenómeno.

Un puesto de aguacates en México.
Un puesto de aguacates en México.
Un puesto de aguacates en México. Cuartoscuro
 

 

8 sept 2019

Superentrañable y supertodo......................... Boris Izaguirre.

La presencia materna se está convirtiendo en un fenómeno propio de las actuales ‘celebrities’.

Cayetano Martínez de Irujo en Gijón, el pasado 29 de agosto.
Cayetano Martínez de Irujo en Gijón, el pasado 29 de agosto. Getty

En agosto fui a visitar a Lucía Bosé a su casa de Segovia.
 Siempre luminosa y ávida de comentar la actualidad me recibió con una buena pregunta: “¿Quién está detrás de Rosalía? Porque lo que hace es bueno. No se equivoca en nada”. 
Me dejó sin respuesta, asombrado ante su curiosidad. Recordé que en la última entrega de los premios ICON, de la que fui presentador, Pedro Almodóvar le entregó el premio revelación y ella abrazó al director de Todo sobre mi madre, con un candor maravilloso.
 “¿Entonces es Almodóvar?”, insistió Lucía. 
A estas alturas, tras conseguir el primer premio MTV para un cantante español y tras una actuación donde se consagró ante el público global, Rosalía ya es, más que una cantante, una escuela. Jóvenes artistas de su generación quieren aprender de ella y, de momento, solo pueden imitarla.
Confirmé este fenómeno cuando acompañé a María Isabel, la cantante que ganó Eurovisión Junior con aquel Antes muerta que sencilla, en la emisión de Lazos de Sangre dedicado a Marisol. María Isabel acudió un tanto forzada a hablar como exniña prodigio, algo de lo que las niñas prodigio jamás quieren comentar. Lo hizo enseñando unos labios pintados de naranja fluorescente, ropa superurbana y esas larguísimas uñas que son santo y seña de Rosalía. 
“He cambiado pero siempre he sido urbana”, reiteró María Isabel, dejando claro que ese género musical es mucho mayor que Rosalía.
No se lo discutí porque estaba pensando en Isa P (que se pronuncia Pi), antes más conocida como Chabelita, la hija de Isabel Pantoja, que nos tiene en ascuas ante la inminente salida de su primer vídeo musical. “Ahora estoy mejor”.
 Y es porque Isa P es ahora más deudora del estilo de Rosalía que del de su progenitora. 
Aunque haga un esfuerzo enorme por no parecer una estrella del Korean Pop, Isa P no puede evitar tampoco el influjo de la escuelita de Rosalía.
 Ella lucha por gustar y enseña glúteos con alarmante apariencia de estar retocados y más propios de Miss Venezuela que de Miss Corea. 
 Pero clama y reclama que su madre debería acompañarla para su estreno musical.
 Ahí donde Rosalía va sola con su talento, Isabel Pi necesita la aceptación materna y en público.
Rosalía actúa sobre el escenario de los premios MTV Video Music Awards, el pasado 26 de agosto en New Jersey.
Rosalía actúa sobre el escenario de los premios MTV Video Music Awards, el pasado 26 de agosto en New Jersey. Getty

Esa llamativa necesidad de la presencia materna se está convirtiendo en un fenómeno propio de las actuales celebrities. Cayetano Martínez de Irujo también pertenece a esa estirpe y no duda en titular su exitoso libro de memorias De Cayetana a Cayetano.
 Sin adentrarse en la estética transgénero, me lo comentó abiertamente antes de nuestra entrevista en la televisión pública.
 Lo encontré genial, una mezcla peculiar, aunque no del todo insensata, de autoayuda y egotrip.
 Cayetano como entrevistado es único, te involucra y te hace sentir la transferencia: que solo tú recibes algo muy noticioso.
 Más que lazos de sangre, este libro de memorias apunta a convertirse en charcos de sangre o en una serie de televisión para cualquier plataforma digital interesada en lo cotidiano de los Grandes de España. 
Pero para que la historia funcione, tiene que haber una madre a gran escala como fue Cayetana de Alba.
¡España es muy de madres! Y la prensa del corazón lo sabe, lo exprime y lo refuerza. 
Muchas de las heroínas de esa industria son madres. Obregón, Preysler, Pantoja, Cervera, Mar Flores, Lucía Bosé, Belén Esteban, adalides de lo que significa ser madre y española.
 Luchadoras y supervivientes pero siempre mamás. Al igual que el éxito de Rosalía, se trata de una fórmula irresistible.
 En España todos los caminos llevan a la madre.

Cayetano escribe en sus memorias que su madre no estaba preparada para serlo.
 Al final acepta, entiende, que es igual a ella. 
Hay transferencia de Cayetana a Cayetano. Los hijos, mientras podemos, le echamos la culpa de lo malo a nuestros padres, asumiendo que es una buena terapia para encarrilar nuestra propia vida.
 Otra frase provocadora es cuando Cayetano describe a la Infanta Elena (que, oh sorpresa, ¡fueron novios por tres meses!) como “superentrañable y supertodo”. Pienso que debe ser superdifícil ser ambas cosas.
 Pero es que en un mundo donde lo súper es ser madre, todo lo que se puede calificar de súper tiene menos contenido. 
Pienso que deberíamos aplicarlo despreocupadamente.
 Por ejemplo, el panorama político: supercomplicado y supertodo. Incluso para seguir celebrando los superéxitos de Rosalía, que es ahora la madre del cordero

 

El escándalo que persigue a Mar Flores y su nueva vida

La modelo aún recuerda el sufrimiento que le causó a ella y a su familia la publicación de unas imágenes en las que aparecía junto a Alessandro Lecquio en la cama, hace ya veinte años.

Mar Flores
Mar Flores, en Madrid, el pasado octubre.

 

El revuelo mediático que han organizado las confesiones de Cayetano Martínez de Irujo en el libro que acaba de publicar, De Cayetana a Cayetano, han devuelto a la actualidad la complicada relación amorosa que vivió con la modelo, y ahora diseñadora, Mar Flores.
 Una relación por la que el conde de Salvatierra peleó con la estricta casa de Alba, con su madre y sus hermanos, para poder oficializar y presentar al mundo a Flores como su pareja. Lo consiguió y fue de su brazo a la boda de su hermana Eugenia Martínez de Irujo con el torero Francisco Rivera Ordoñez en la catedral de Sevilla, celebrada en octubre de 1998.
 Allí estaba lo más granado de la sociedad como testigos de esa entrada triunfal, en la que ella iba impecablemente vestida con un elegante traje de chaqueta azul claro y mantilla y él con el vistoso uniforme de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
El cuento de la Cenicienta entre la modelo y el aristócrata —por muy díscolo que este fuera— acabó poco después cuando entró en liza otro conde de opereta, Alessandro Lecquio.
 Este latin lover de los años noventa, también ex de Ana García Obregón, apareció en unas fotografías en las que se le veía en la cama con Mar Flores. 
Ocurrió en enero de 1999 y la imágenes fueron portada de la revista Interviú, que rompió cifras de ventas. 
Uno de los damnificados de aquel escándalo, que ha perseguido a sus protagonistas durante años, fue el propio Martínez de Irujo, que poco después rompió con la modelo porque no supo o no quiso gestionar un triángulo amoroso que sucedió antes de su aparición en la vida de Mar Flores.
 Otro de los afectados fue Fernando Fernández Tapias, un acaudalado empresario que entonces era el presidente de la Confederación Empresarial de Madrid, y que fue el tercero en discordia en ese triángulo que él desconocía y en el que también jugaban Lecquio y Flores. 
La tercera perjudicada fue la propia modelo, que tuvo que desaparecer de escena durante meses e incluso llegó a tener que ser ingresada con un ataque de ansiedad. 

Elías Sacal y Mar Flores, ante el Palacio Real de Madrid. rn
Elías Sacal y Mar Flores, ante el Palacio Real de Madrid.
Veinte años después Cayetano Martínez de Irujo no ha olvidado el episodio y lo menciona en su reciente libro: “La modelo”, como la denomina sin llamarla por su nombre, “fue la horma de mi zapato en el peor de los sentidos.
 Yo, que pensaba que todas las mujeres estaban a mi disposición, saboreé mi propia medicina: era una mujer maquiavélica y fría, de doble personalidad”.
Ella volvió a escena en 2016 cuando se separó de Javier Merino tras 15 años ejerciendo de madre, anfitriona perfecta y esposa. Ahora Flores ha desvelado cómo se sintió en aquellos momentos convulsos de finales de los noventa en la revista ¡Hola!, acompañada de un posado que la muestra perfecta a sus recién cumplidos 50 años.
 Además de confesar que en el colegio se sentía “el patito feo porque con 14 años medía 1,82 y era la más delgada de la clase, Mar Flores recuerda, sin dar detalles escabrosos, aquel tiempo que la ha marcado para siempre:
 “Gestioné mi vida de una forma muy lógica, decente y razonable, pero se distorsionó. 
Lo sufrí, me hicieron daño, estuve muy expuesta. Fue una época dura, difícil”, afirma la modelo que ahora es también diseñadora de su propia firma, Mar Flores Madrid (MFM).

Confiesa que en ese momento no estaba preparada para afrontar el huracán que se la llevó por delante.
 “Ha sido sin duda uno de los momentos en los que me he sentido más perdida porque no podía llevar las riendas de mi propia vida. Daba igual lo que hiciera”.
 Ni ahora que afirma sentirse segura, madura y respetada puede recordar aquella época relajadamente: 
“En ese momento yo no era capaz ya de diferenciar lo que leía y se escribía de mí y lo que era la realidad. (…) Hubo un momento en el que ni yo me daba cuenta lo que era sí y lo que no, y gracias a Javier [su exmarido] que me quería y me veía desde fuera, pude salir de esa espiral”.

Ella volvió a escena en 2016 cuando se separó de Javier Merino tras 15 años ejerciendo de madre, anfitriona perfecta y esposa. Ahora Flores ha desvelado cómo se sintió en aquellos momentos convulsos de finales de los noventa en la revista ¡Hola!, acompañada de un posado que la muestra perfecta a sus recién cumplidos 50 años.
Según Flores en aquella época sufrió ella, sus padres y también sus hermanos.
 “Como yo misma no sabía cómo parar, mi cuerpo enfermó y me obligó físicamente a parar”. 
Tras su divorcio y su consciente retorno a la vida pública, madre ya de cinco hijos, la modelo y empresaria no ha podido escapar del interés que despierta su vida personal. 
Ahora se deja ver por las capitales más glamurosas del mundo de la mano de Elías Sacal, un rico empresario mexicano con quien mantiene una relación intermitente desde finales de 2016. Sobre él afirma:
 “Es la primera vez en mi vida que pienso que tengo una relación madura. 
Se da por hecho que si tienes una relación hay que planificar el futuro, pero en este caso solo pensamos en la calidad del día a día. (…) Ninguno de los dos pide más de lo que sabe que el otro puede dar. Es un buen equilibrio". 
Quizás el que lleva buscando años deslumbrada por los flashes de las cámaras de las que también precisa para continuar en la cresta de la ola.