Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

8 sept 2019

Tamara Falcó: “Mi ideal de mujer buena es la Virgen María”

Famosa desde la cuna, la hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó confiesa sus conflictos "entre la vanidad y la verdad" y sostiene que Dios la ha enviado a 'Masterchef' para aprender a cocinar.

 

Muere Camilo Sesto a los 72 años

El popular artista español, con 40 discos publicados, medio centenar de números uno en distintos países y más de 100 millones de copias vendidas, ha fallecido en la madrugada de este domingo.

El cantante Camilo Sesto durante una presentación en Madrid, en 2010.

 

El cantante Camilo Sesto ha fallecido este domingo a los 72 años, según ha comunicado su cuenta oficial en la red social Twitter y ha confirmado a EL PAÍS su representante Eduardo Guervos. "Lamentamos mucho comunicaros que nuestro gran y querido artista Camilo Sesto nos acaba de dejar. 
Descanse en paz". Camilo Sesto, nacido como Camilo Blanes en Alcoy, Alicante, en 1946, había publicado su último disco en noviembre de 2018 en el que recogía algunos de los éxitos cosechados en sus más de 40 años de carrera musical.

El cantante Camilo Sesto ha fallecido este domingo a los 72 años, según ha comunicado su cuenta oficial en la red social Twitter y ha confirmado a EL PAÍS su representante Eduardo Guervos. "Lamentamos mucho comunicaros que nuestro gran y querido artista Camilo Sesto nos acaba de dejar. Descanse en paz". 
Camilo Sesto, nacido como Camilo Blanes en Alcoy, Alicante, en 1946, había publicado su último disco en noviembre de 2018 en el que recogía algunos de los éxitos cosechados en sus más de 40 años de carrera musical.
Camilo Sesto había sido ingresado en la clínica Quirón de la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón en la tarde de este sábado, por los problemas renales que padecía, según ha explicado el entorno del cantante a EL PAÍS.
 Sobre la 1.30 de la mañana ha sufrido una parada cardiorrespiratoria y los médicos han certificado su fallecimiento a las 4.30 de este domingo.

Fue una muerte inesperada. 
La delicada salud de Camilo Sesto (Alcoy, 1946) no hacía prever un desenlace inmediato.
 El anuncio del fallecimiento del autor de Vivir así es morir de amor ha provocado una oleada de pésames en las redes sociales, empezando por políticos como Pedro Sánchez o Albert Rivera. 
Un reconocimiento que al cantante le hubiera gustado tener en vida. Vivía solo (solía decir que por decisión propia) y prácticamente olvidado en su chalé de Torrelodones (Madrid).
 Únicamente en Latinoamérica seguía sonando su música a diario. Tras 50 años de carrera musical, más de 40 producciones discográficas, varios discos de platino, cientos de composiciones y más de cien millones de discos vendidos en todo el mundo, el músico decidió reinventarse por enésima vez en noviembre del año pasado. 
Publicó un nuevo álbum, Camilo Sinfónico, donde repasaba sus grandes y numerosos éxitos (las voces se tomaron de las copias originales) arropado por una orquesta sinfónica pero no hizo más promoción que una presentación simbólica en el madrileño Florida Park.
 Había perdido prácticamente su voz y se movía con dificultad.
Cantante, compositor y productor musical, sus obras han cubierto géneros como la balada, el pop y el rock. 
Su primer éxito llegó en 1971 cuando publicó el álbum Algo de mí, que se convirtió inmediatamente en número 1 y desde entonces, no paró.
 Su gran capacidad creativa se reflejó durante las décadas de los setenta y los ochenta, en las que llegó a publicar un disco al año. Esa intensidad creativa estuvo acompañada por sus innumerables giras de conciertos centradas en la totalidad de los países iberoamericanos, pero también en Estados Unidos (Nueva York, California y Florida) y Japón.
Camilo fue un adelantado a su tiempo.
 Fue precursor en España de los musicales cuando en 1975 montó y produjo, a su costa, la ópera rock Jesucristo Superstar, donde interpretaba al propio Jesucristo y contaba en el elenco con Ángela Carrasco como María Magdalena y con Teddy Bautista como Judas. 
 También ha compuesto canciones para otros artistas como Miguel Bosé —en 1976 dos canciones y produjo y compuso su primer disco—, o David Bustamante.
Su relación con las mujeres fue cuando menos extraña. Apenas se le conocieron idilios. Siempre fue un tipo solitario.
 Decía que no hubiera soportado la vida de casado.
 En 1983 nació su hijo Camilo Míchel, fruto de una relación con la mexicana Lourdes Ornellas y, tres años más tarde, escribió su autobiografía al mismo tiempo que decidió retirarse voluntariamente de los escenarios:
 "Me voy porque quiero hacerme mayor viendo hacerse mayor a mi hijo", declaró. Volvió a la música a principios de los noventa.

Dotado de voz aguda, perfecta dicción y amplia tesitura, sus canciones tratan temas de amor y de desamor, pero también de felicidad y alegría. 
Maestro de la interpretación, vivía sus composiciones intensamente con tonos desolados, pero también esperanzados, alegres y festivos. Durante su carrera se fue adaptando a los nuevos tiempos y fue pasando de las grandes orquestaciones y la utilización de coros femeninos, a unos ritmos más vivos con nuevas instrumentaciones más tecnológicas.
Poseedor de un repertorio propio abrumador, muy pocas veces ha versionado canciones ajenas.
 Se ha prodigado en duetos acompañado de artistas femeninas como Ángela Carrasco, Lani Hall, Alaska, Isabel Patton, Rocío Dúrcal o Marta Sánchez.
 En su repertorio figuran temas inolvidables pero su canción Vivir así es morir de amor ha trascendido a tres generaciones y es una de las más solicitadas en los karaokes.
Su público es mayoritariamente femenino y se ha mantenido fiel a lo largo de tres generaciones, a pesar de la variedad de géneros musicales con los que ha tenido que competir a lo largo de su extensa carrera: rock intenso, pop anglosajón, música disco, glam, punk, movida, soul, new age, grunge, o las músicas del mundo.

 

La viuda del fantasma................................................Javier Marías..

La gente de edad no suele decir tonterías. Cuenta cosas interesantes sin caer en “batallitas”, al menos los que son inteligentes.



La viuda del fantasma


Siempre me llevé bien con los ancianos, y con las ancianas en particular, a las que he dedicado algún artículo. 
Amigas de mi madre que la sobrevivieron, como María Rosa Alonso y Mariana Dorta, las dos canarias, o Pilar Osés; mi antigua profesora del colegio Carmen García del Diestro, conocida como “la señorita Cuqui”; 
Rosa Chacel y más tarde su hermana Blanca.
 Con alguna de ellas sólo mantuve relación epistolar, apenas las vi en persona. 
Entre los varones, visité durante años a Vicente Aleixandre y también cruzamos unas pocas cartas, lo mismo que con otro poeta, John Ashbery, que vivía en Nueva York. 
Con el profesor de Oxford Sir Peter Russell tuve más relación, ya que he incluido a un personaje que se le parece sobremanera en dos o tres de mis novelas.
 Con mi propio padre, Julián Marías, que murió a los 91, he ampliado el trato después, al convertirlo en ficción bajo el nombre de “Juan Deza”.
 A todos estos ancianos y ancianas los echo mucho de menos, a cada uno en sí mismo y al “conjunto”: la gente de edad no suele decir tonterías, o no tiene tiempo para ellas. 
Cuenta cosas interesantes sin caer en “batallitas”, al menos los inteligentes, y cuantos he mencionado lo eran.
Al igual que Ferlosio, no acostumbraban a darse pisto, por utilizar una expresión antigua, y además sabían escuchar las cuitas y perplejidades. 
Están Marisol Benet, hermana mayor de Juan, activa y despierta a sus 94 o 95 años, y mi divertidísima tía Tina o Gloria, que ya ha cumplido 93.
 Pocas son, en comparación con la abundancia de tiempos pasados. Por eso me alegra enormemente haber hecho nueva amistad (aún tenue y solamente epistolar) con una anciana inglesa de 91, que resulta ser la viuda de uno de mis actores predilectos, Rex Harrison. Murió en 1990, así que, dada la desmemoria del mundo, no lo conocerán las generaciones jóvenes.
 O quizá sí, gracias a su papel más famoso, el del Profesor Henry Higgins de My Fair Lady.
 Puede que algunos lo recuerden como el Julio César de Cleopatra o como el Papa guerrero Julio II de El tormento y el éxtasis, con Charlton Heston enfrente interpretando a Miguel Ángel.
 Los cinéfilos no habrán olvidado su mirada sagaz en la extraordinaria Mujeres en Venecia, de Mankiewicz.
 Pero para mí es sobre todo el Capitán Daniel Gregg de otra pe­lícula de Mankiewicz, de 1947, que su director miraba con condescendencia y que a mí me parece una obra maestra, El fantasma y la señora Muir.
Le dediqué un largo artículo hace mucho, es quizá la película por la que siento más debilidad, y cada vez que me piden listas de mis favoritas la incluyo, aunque reconozca que hay decenas de ellas objetivamente mejores. 
Así que descubrir hace poco, por la amable mediación de Joana Maria Vives, que su viuda, Lady Mercia Harrison, no sólo me leía y preguntaba por alguno de mis personajes, sino que le hacía ilusión tener dedicado un libro mío, me supuso un regalo, si no del cielo, sí del viejo fantasma que me conmueve cada vez que lo veo, el Capitán Gregg. 
No pude por menos de enviarle a Ginebra, donde Lady Mercia vive, un ejemplar en inglés del volumen que contiene aquel antiquísimo artículo sobre El fantasma y la señora Muir, junto con unas letras.
 La viuda, que fue la sexta mujer de Rex Harrison y es grandísima lectora y apasionada de la ópera, me contestó con gracia y con un instantáneo cariño que no he hecho nada para merecer.
 Me correspondió con un librito de citas varias escogidas por Rex Harrison, me quiso hacer llegar una tarta de nueces y miel, y en una de sus notas manuscritas me contó lo siguiente: una tarde, estando ella y Rex Harrison de gira teatral, Lady Mercia (que aún no era Lady, puesto que su marido no fue nombrado Sir hasta un año antes de su muerte) entró en la habitación y se encontró a “RH” —así se refiere a él— con lágrimas en los ojos ante la televisión, que emitía en aquellos momentos El fantasma y la señora Muir
Rex Harrison le dijo: “Esta no estaba mal. De hecho, estaba muy bien”. Y añadía Lady Mercia: “RH era una persona extremadamente tímida y dolorosamente autocrítica, así que para mí fue inaudito que saliera este comentario de él. 
Pero, como era ambivalente respecto a los elogios, no sé cómo habría aceptado la generosa opinión que usted tiene de su talento”.
 Rex Harrison, que había estado casado con la actriz Kay Kendall (elegante y graciosa, muerta joven de leucemia) y con la también actriz Lilli Palmer (protagonista de otra película por la que siento debilidad, Espía por mandato, con William Holden), se desposó con Mercia Tinker a los 70 años, luego hubo de ver la obra maestra de Mankiewicz en televisión con más edad.
 Quiero creer que lo que hizo que se le saltaran las lágrimas no fue verse en blanco y negro con treinta y tantos años menos y en una  
interpretación perfecta, sino que percibió, desde la distancia, cuán emotiva es en verdad esa película considerada “menor”.
 Yo soy incapaz de verla sin una permanente sonrisa en los labios y un permanente nudo en la garganta, y a medida que me hago mayor más me cuesta soportar el nudo. 
No saben cuán contento me pone tener entre mis amistades recientes a una nueva anciana, lectora, generosa, lista, afectuosa, y que además es la viuda de mi queridísimo fantasma el Capitán Daniel Gregg.
 Yo soy incapaz de verla sin una permanente sonrisa en los labios y un permanente nudo en la garganta, y a medida que me hago mayor más me cuesta soportar el nudo. No saben cuán contento me pone tener entre mis amistades recientes a una nueva anciana, lectora, generosa, lista, afectuosa, y que además es la viuda de mi queridísimo fantasma el Capitán Daniel Gregg.  

7 sept 2019

“Que Ricardo Corazón de León se acostara con el rey de Francia no significa que fuera gay”

El historiador británico Thomas Asbridge, asesor desoído de ‘El reino de los cielos’, de Ridley Scott, publica una emocionante y clarificadora nueva síntesis de las cruzadas.

Ricardo Corazón de Leon
Carga de la caballería cruzada, en un momento de de 'El reino de los cielos'.

 

Están todos los episodios famosos de la historia de las cruzadas, de 1099 a 1291, la sanguinaria conquista de Jerusalén en la primera, la batalla de los cuernos de Hattin, donde los musulmanes destrozaron al ejército cristiano y se perdió la Vera Cruz, la toma de Acre en la Tercera Cruzada, el audaz asalto anfibio de Luis IX de Francia en Damieta, la retirada de los templarios de la última fortaleza del Château Pèlerin... 
Y todas las grandes figuras: Godofredo de Bouillon, del que se decía que lo había parido un cisne, aunque parecía más una rapaz; el devastado Rey Leproso (que nunca llevó máscara) y su hermana Sibila, el violento (y tan denostado por el cine) Reinaldo de Châtillon, Nur al Din, Saladino, Ricardo Corazón de León, claro.

En Las cruzadas, una nueva historia de las guerras por Tierra Santa (Ático de los libros, 2019), del historiador británico especialista en la Edad Media Thomas Asbridge y asesor en la película de Ridley Scott El reino de los cielos (2005), en la que dice que no escucharon sus criterios y no le tuvieron en cuenta.
 En el libro aparece la nómina completa de hechos y personajes, pero presentados de una manera mucho más equilibrada de lo habitual al contextualizarse unos y otros con fuentes de ambos bandos, cristiano y musulmán.
 También encontramos cosas poco conocidas o ignoradas: la práctica del canibalismo por los hambrientos cruzados de Raimundo de Tolosa, que, dicen las fuentes, se comían asadas las nalgas de los sarracenos muertos; la última carga de los templarios literalmente en llamas surgiendo del castillo del Vado de Jacob devastado por el fuego, o la captura por Ricardo de un barco de aprovisionamiento musulmán que portaba siete emires, 700 soldados de élite y 200 serpientes extremadamente venenosas que planeaban soltar en medio del ejército cristiano.

George Sanders en 'El Rey Ricardo y las cruzadas' (1954).
George Sanders en 'El Rey Ricardo y las cruzadas' (1954).
En las intensas y apasionantes páginas de Asbridge veremos como un ballestero le mete un virote en la ingle a un soldado musulmán que está ultrajando una cruz, orinándole encima, en los muros de Acre; a Godofredo de Lusignan liquidando a 10 musulmanes con su hacha de guerra, a los francos llenando de cadáveres el foso de la ciudad mientras los enemigos tratan de sacarlos.
 Aprenderemos que la catapulta mayor de los cruzados en Acre se llamaba Mal Voisin y una de sus piedras había aplastado a 12 defensores de la ciudad a la vez, que Ricardo adoraba los melocotones y las peras y que cuando asaltas una muralla siempre hay que mirar atrás a ver si te siguen, para no quedar aislado arriba, como le sucedió al valeroso Aubery Clements, mariscal de Francia, despedazado por los alfanjes al quedarse solo en la Torre Maldita (las fuentes francas elogian su coraje mientras que testigos musulmanes afirman que suplicó lastimeramente por su vida).
¿Fueron las cruzadas más brutales y sangrientas que otros enfrentamientos de la Edad Media? 
De visita en Barcelona Asbridge, que no lleva armadura ni peto sino una camisa azul, responde: “Obviamente las cruzadas no fueron un ejercicio pacífico, pero en general se respetaron las convenciones bélicas de la época, quizá si hubo algo especial fue la práctica de la decapitación post mortem, que no era habitual en las guerras en occidente”.
 De las duras descripciones de su libro (el caballero al que le queda la nariz cortada colgando sobre los labios tras un sablazo con cimitarra) recuerda que el combate medieval “era brutal, se mataba cara a cara, con armas blancas, no había distancia sino un contacto muy íntimo entre adversarios.
 Era una realidad muy violenta. Yo no he hecho más que reflejar lo que era aquello”. 
Sin embargo, matiza que no debe verse la época de las cruzadas como un tiempo de “guerra total”, con incesantes batallas y campañas, y recuerda que hubo una realidad pragmática y política y unos intereses comerciales que hicieron que se creara un entorno fronterizo en el que los europeos interactuaron con la cultura oriental y la asimilaron. 

El historiador Thomas Asbridge, en Barcelona.
El historiador Thomas Asbridge, en Barcelona.
El historiador destaca la capacidad de supervivencia de los cruzados en un ambiente tan hostil y la sorpresa que fue el éxito de la Primera Cruzada.
 Recalca que a él –como a la mayoría- le fascina sobre todo la Tercera, con sus grandes personajes y excelentes fuentes que permiten analizarla desde distintas perspectivas. 
De Ricardo Corazón de León, señala que presenta múltiples rasgo de carácter, podía ser brutal pero también magnánimo y generoso. Fue un buen comandante militar, pero a la vez (como Saladino) un muy hábil negociador. 
Muy valiente, en su papel de rey soldado, lanzándose impetuosamente a la cabeza de sus tropas y poniéndose en peligro (recibió una herida de ballesta en el costado en una refriega cerca del Mar Muerto) o ¿no recuerda a Alejandro Magno?
 “No tenía su genio militar, aprendía sobre la marcha, algunas de sus victorias, como la de Arsuf no fue planeada sino un accidente, al arrancarse impetuosamente parte de su ejército.
 No, no era un Alejandro, ni un Aquiles.
No es uno de los más hábiles y carismáticos comandantes de la historia”. 
Al revés de Alejandro, al que sus hombres, amotinándose, hicieron abandonar su marcha de conquistas, Ricardo fue el que hizo retroceder a los suyos, dos veces, cuando marchaban hacia Jerusalén, para gran descontento de estos.
 En cambio a los dos se les podía ir la mano, como probó Ricardo al ejecutar a sangre fría a la guarnición de Acre. 
Asbridge duda de que fuera homosexual, pese a que ha estado de moda convertir al Corazón de León en icono gay. 
“Se ha sugerido, yo no lo veo en las fuentes de la época. No podemos saberlo a ciencia cierta, pero tuvo un hijo ilegítimo y lo de que compartían lecho él y el rey de Francia, Felipe Augusto, no tiene el mismo significado que para nosotros; es una convención para explicar una alianza política y no significa necesariamente un encuentro sexual.
 No podemos interpretar lo que se hacía hace 800 años con nuestro criterio de hoy". 

El ejército cruzado camino de Hattin en 'El Reino de los Cielos'.
El ejército cruzado camino de Hattin en 'El Reino de los Cielos'.
Asbridge ha dedicado seis años a escribir su libro cuidando especialmente de no ser prisionero de un enfoque único y de no caer en los estereotipos. 
“Es muy difícil distanciarse en la historia de las cruzadas de todo lo que damos por sabido, pero las fuentes distintas incluso dan vencedores diferentes en algunas batallas; es fundamental combinar perspectivas.
 Por supuesto, en casos como el de Hattin, lo que para los cristianos es una espantosa catástrofe para los musulmanes es una maravillosa victoria; siempre hay dos verdades, dos realidades”. 
A propósito de esa batalla que provocó un inmediato estado de shock en la cristiandad y ha sido comparada con el 11-S, Asbridge advierte que es un error (y “malinterpretar y manipular la historia”) buscar una continuidad de enfrentamiento del mundo occidental y el musulmán desde las cruzadas. 
“La resonancia es artificial, en realidad, no existe ningún lazo ininterrumpido de odio y discordia que una la pugna medieval por el control de Tierra Santa con las contiendas contemporáneas del Próximo y Medio Oriente”.
Asbridge opina que el fracaso último de las cruzadas y la pérdida de Tierra Santa tuvieron que ver con la imposibilidad de encauzar el ímpetu irracional que inspiraba a los cruzados, que era la promesa de salvación individual, la garantía de que culminar una peregrinación armada podía redimir los pecados y dar acceso a la salvación.
 Ese anhelo pasional y piadoso, y los intereses personales de los diferentes jefes de las cruzadas, impedía conducirlas de una manera lógica y coherente, y garantizar la conquista y defensa de Tierra Santa.