La periodista Terelu Campus ha sorprendido este domingo a la audiencia de Viva la Vida, de Telecinco, por el aspecto físico “Maravilloso día de playa .. poder bañarme en el mar después
de 2 años y en mi tierra!”, escribió en una imagen que ha generado más
de 17.000 ‘me gusta’, una de las más exitosas de su perfil. Ahora, la revista Semana informa
de que el tirón de la foto fue más allá de la pura viralidad. El
bañador que Terelu luce en la foto, de la marca Women’Secret, se ha
agotado en apenas unos días.
Precisamente este sábado, Terelu había subido una foto a su cuenta de
Instagram en la que aparecía en bañador a la orilla del mar. “Maravilloso día de playa .. poder bañarme en el mar después de 2 años y en mi tierra”, escribió. En
esa foto, y en otras que ha subido en los últimos días, no aparecía tan
morena, por lo que buena parte de ese color de piel podría deberse a la
luz con la que se ha hecho la conexión con el programa.
La televisiva Terelu Campos causó un buen revuelo hace unos días en Instagram al publicar una foto en la que aparecía tumbada a la orilla del mar. “Maravilloso día de playa .. poder bañarme en el mar después
de 2 años y en mi tierra!”, escribió en una imagen que ha generado más
de 17.000 ‘me gusta’, una de las más exitosas de su perfil . Ahora, la revista Semana informa
de que el tirón de la foto fue más allá de la pura viralidad. El
bañador que Terelu luce en la foto, de la marca Women’Secret, se ha
agotado en apenas unos días. La publicación subraya que el bañador ya no figura ni en la web de la
firma, donde sí se puede adquirir todavía la versión en bikini del
mismo.
Margarita González señala los restos abrasados del orobal que tenía. De la planta ya solo quedan las ramas ennegrecidas por el fuego. "Era el
único que había por esta zona. La gente venía para cogerlo. Con él se
hacen infusiones, que son buenísimas para todos los dolores", se lamenta
mientras se aposta en la puerta de su vivienda, que se yergue intacta
en mitad de un paisaje desolador. Incrustada entre las montañas que
recorre la carretera GC-230, en la zona bautizada como Cueva Corcho, el incendio que aún asola Gran Canaria
rodeó su casa. Quemó su huerto y terrenos con arboles frutales. Cercó a
las ovejas y cabras que se guarecían a pocos metros. "Fue cuestión de
minutos. De pronto, vinieron las llamas y un humo negrísimo. Nos
asomamos y vimos el volcán que teníamos detrás", rememora tras regresar a
su domicilio: "Ha sido como volver a otro mundo. De ver todo verde a ver todo negro. Es como llegar a un sitio extraño".
Tras lograr controlar el fuego el pasado martes, el Gobierno autonómico dio por estabilizado el incendio el miércoles por la noche
y la mayoría de vecinos —cerca de 9.800 de los 10.000 evacuados, según
los últimos datos del Ejecutivo regional— ya han vuelto a sus hogares. Ahora, la isla se pregunta cuál fue su origen y sus efectos
medioambientales. Y trata de reponerse de un durísimo golpe que ha
devastado casi el 8% de su territorio; que ha afectado directamente a
diez municipios; que ha provocado el corte de más de una veintena de
carreteras; que confinó a unas 85 personas en el pueblo de Artenara por
el riesgo que suponía salir por cualquiera de sus accesos; que ha dañado
una de sus áreas verdes más importante —el Parque Natural de Tamadaba—;
y que ha conmocionado a toda la sociedad canaria, que experimentó en la
noche del lunes un episodio de “miedo y angustia”, en boca del propio
presidente del archipiélago, Ángel Víctor Torres (PSOE). Los vecinos vivían pegados a las radios y televisiones locales, donde se sucedían horas y horas de emisión mientras las llamas avanzaban imparables. "Amenazaban con devorar Gran Canaria", sentencia el socialista, que
hace solo dos meses que asumió el cargo gracias a un pacto de izquierdas
que desalojó a Coalición Canaria del poder tras 26 años. Según los
datos del Gobierno, el perímetro del fuego alcanza los 112 kilómetros y
las hectáreas quemadas superan las 9.200 —a las que los técnicos suman
otras 3.000 por otros dos incendios que han sufrido en los últimos 12
días, uno de los cuales se juntó con el más grande—. En las laderas de
las montañas se acumula una ceniza que se impregna en la piel y en la
suela de los zapatos . El olor a quemado persiste. Los cadáveres de miles
de pinos y otras plantas dibujan el horizonte. Y los medios aéreos aún
se avistan en el cielo, concentrados junto al resto de efectivos en
vigilar los puntos que permanecen calientes.
Federico Grillo, jefe de Emergencias del Cabildo de Gran Canaria,
cuenta que todavía queda mucho trabajo por delante. "Se puede tardar
bastante tiempo en dar por extinguido el incendio. Yo calculo, que al
menos, unas dos semanas. Pero no se puede saber con exactitud", subraya
el experto, que se ha convertido en uno de los héroes de las islas. El
técnico, encargado de dar la cara ante la opinión pública durante la
crisis, subraya que quedan tocones y zonas con turba donde podría
reavivarse el fuego. Además, se espera un aumento de las temperaturas en
los próximos días. Otro riesgo.
Por ello, en el puesto de mando avanzado de Valleseco, uno de los
puntos desde donde se han coordinado las labores de extinción, se palpa
la precaución. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo ha visitado
este jueves . Y, aunque los nervios y la tensión han dejado paso a horas
de mayor tranquilidad, aquí no se fían. La bestia "está dormida y hay
que rematarla", dicen. Y se repite la idea de que todo podía haber sido
mucho peor. "Las llamas se dirigían hacia la reserva natural de Inagua",
explica Grillo, que resume el cóctel perfecto que desbocó el fuego: una
ola de calor —más de 30 grados y menos de un 30% de humedad— y fuertes
rachas de viento. ¿Se pudo hacer más para frenarlo? "Arrancó ya como un
gran incendio. Con llamas muy altas y en zonas de difícil acceso. Las
brigadas, cuando llegaron, relataron que era imposible subirse a los
riscos. Estábamos condenados desde el minuto uno", responde.
El daño ecológico
Manuel Nogales vivió parte de su infancia en el Pinar de Tamadaba,
una de las áreas más perjudicadas. Este biólogo, delegado del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Canarias, cuenta que
su padre —al igual que su abuelo— participó en la repoblación forestal
de la isla durante el siglo XX y, por tanto, pasaba los veranos en una
casa de la zona. Así que lo conoce muy bien y se muestra preocupado por
los daños que pueda haber originado el fuego. "El pinar es resiliente y
dentro de unos seis meses ya lo veremos con verde, pero habrá que ver
cómo afecta al resto de la fauna y flora. Habrá que revisar las ocho
especies endémicas. Y esperemos que no haya fuertes lluvias que
provoquen la erosión del suelo", insiste. "Yo soy optimista. El pinar estará recuperado funcionalmente en cinco
años como ecosistema en sí. El fuego es también algo intrínseco al
pinar. Es un elemento más de su propia ecología", añade José María
Fernández-Palacios, catedrático de Ecología de La Laguna, que incide en
esta peculiaridad: " Si eso pasa en la Península, habría que repoblar.
Aquí el pinar canario está acostumbrado". Grillo coincide: "Este pinar
no muere, rebrota. No es una catástrofe que vaya a hacer desaparecer el
pinar. Simplemente, ahora hay un cambio, vendrá otra cosa parecido y
luego irá cambiando de nuevo hasta volver a ser como era".
Ahora toca evaluar y reconstruir. También las infraestructuras y
viviendas dañadas, como una casita de una planta ubicada al fondo de un
barranco del barrio rural de Coruña (Artenara). El fuego la alcanzó de
lleno. Las tumbonas de la entrada se derritieron. Y el interior se
calcinó. El hogar de Margarita González, en cambio, se salvó. Su marido
se quedó para frenar las llamas. "Cuenta que ni en el infierno lo habría
pasado tan mal. Además, no tiene teléfono móvil. Así que yo y mis
hijos, que nos habíamos marchado, no podíamos contactar con él. Ahora
dice que nunca lo volvería a hacer".