Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

13 ago 2019

Diana, el musical llega a Broadway para recordar a la princesa del pueblo

La obra contará el día en que conoció a Carlos de Inglaterra, el divorcio de la pareja 16 años después, las infidelidades y su muerte en un trágico accidente de tráfico.

musical lady di
Diana de Gales. GTRES
La mitomanía por Diana de Gales sigue en lo alto pese han que han transcurrido casi 22 años de su muerte en un trágico accidente de coche en las calles de París. 
Una prueba es el musical que a principios de año se estrenó en San Diego (California) y que ha tenido tanto éxito que llegará a Broadway (Nueva York) el próximo año.Titulado Diana, el musical repasa la vida de Lady Di y su periplo como princesa de la casa real británica: 
el día en el que conoció a Carlos de Inglaterra siendo una adolescente, el divorcio de la pareja 16 años en adelante entre titulares de infidelidad y su muerte en 1997. 
Quien encarna a la princesa Diana es la actriz Jeanna de Waal, y asegura que asumir este papel ha sido una verdadera responsabilidad pero a la vez “un gran privilegio”.
 La obra no rehuye ninguno de los desafíos a los que se enfrentó Diana: desde las complicadas relaciones con la familia real o con la propia Camilla Parker Bowles, hasta su separación de Carlos de Inglaterra a principios de los noventa –aunque fue en 1996 cuando se hizo oficial el divorcio–, entre otros. 
“Realmente no conocía ninguno de los detalles ni entresijos de la historia. 
Es complicado porque hay momentos divertidos pero también momentos oscuros, y es un gran sueño para los actores explorar la vida de alguien de esta manera tan intensa”, cuenta la intérprete en una entrevista con el portal Broadway World.
  La actriz admite, además, que ha sido la faceta más personal de Lady Di la que más le ha marcado para crear al personaje.
 “Me siento un poco intimidada por las reacciones pero espero que la gente que no la conocía o que no fuese consciente de su vida, se vaya del teatro con una idea de lo que ella hizo por el mundo. Consiguió que todo el mundo se sintiese especial, desde la persona con más clase a la que menos”, explica.
De Waal, de 31 años, era apenas una niña cuando se celebró la boda real entre la princesa Diana y el príncipe Carlos el 29 de julio de 1981, pero lo que sí recuerda con más detalle fue la muerte prematura de Lady Di
 “Creo que su fallecimiento fue el primer gran momento que se imprimió en mi memoria, simplemente porque fue un gran problema para mi madre y mi abuela. 
Soy británica, así que solo recuerdo que nuestra familia estaba muy dolida aquel día”, dice sobre el accidente que acabó con la vida de la princesa de Gales la madrugada del 31 de agosto de 1997.

La obra está escrita por Joe DiPietro con música de David Bryan (teclista de Bon Jovi) y dirigida por Christopher Ashley, ganador del premio Tony 2017 a la mejor dirección de un musical por Come from away, el sorprendente musical canadiense sobre el 11-S.
 Era de sobra conocido el gusto por la moda de la princesa, por lo que el vestuario también tiene un papel importante en la obra y está a cargo del prestigioso diseñador de vestuario famoso en Broadway, William Ivey Long.
Roe Hartrampf hará su debut en Broadway como el príncipe Carlos de Inglaterra después de poner rostro al futuro monarca en La Jolla Playhouse.
 Y la veterana Judy Kaye será Isabel II.


 

12 ago 2019

40 años juntos, la curiosa historia de amor entre Meryl Streep y Don Gummer

¿Cómo lo han conseguido

''El secreto de un matrimonio feliz es la buena voluntad y la voluntad de doblarse, y de callarse de vez en cuando'', así definía la protagonista de Los puentes de Madison el mágico elixir que ha conseguido mantener su matrimonio a flote durante más de 40 años, casi un auténtico milagro en el mundo de las estrellas de Hollywood.

 Pero, Meryl no siempre lo ha tenido tan claro, de hecho, podríamos decir que conoció a su marido en el peor momento de su vida, exacto, tras un fracaso amoroso que la dejó sumida en una profunda depresión.

 


Aunque ya es casi imposible imaginarnos a la actriz con otra persona que no sea Don Gummer, lo cierto es que Meryl se enamoró locamente de otro hombre antes de casarse con el escultor y formar su bonita y longeva familia en la que son padres de 4 hijos, Henry, un conocido músico y compositor de 39 años, Mamie y Grace, de 35 y 32 años respectivamente, ambas actrices y Louisa, la más pequeña del clan, que con solo 27 años ya lleva toda una vida dedicándose al modelaje.

Antes de la llegada de esos maravillosos retoños, de su mudanza a Conneticut para darle una vida normal y alejada de los focos a sus hijos y de todas las alfombras rojas que ha pisado junto a Don Gummer, 
Meryl mantuvo un increíble romance en la década de los 70 con el también actor John Cazale, íntimo amigo de Al Pacino y Robert De Niro.  
Lo suyo fue amor a primera vista, un auténtico flechazo, un disparo al corazón que los convirtió en la pareja más buscada de la época pero, desgraciadamente, a veces las cosas bonitas duran muy poco y esto es precisamente lo que le ocurrió a Meryl y John, que cuando estaban viviendo su mejor momento y ya vivían juntos, el actor fue diagnosticado con cáncer de huesos en estado avanzado, una enfermedad que acabó con su vida en menos de un año y con la que Meryl en ningún momento se asustó, al contrario, estuvo a su lado durante todo el proceso, llegando incluso a ayudarle con los pagos del costoso tratamiento. 
A pesar de los esfuerzos, Cazale fallecía en 1978, dejando a Meryl destrozada, una Meryl que lejos de sumirse en la tristeza, intentó salir adelante y sacarle el máximo partido a su vida. 
Y aquí precisamente es donde entró Don Gummer, el hombre que le enseñó a valorar cada segundo. 
Se conocieron por casualidad gracias al hermano de Meryl, que le recomendó mudarse al estudio de un amigo para salir cuanto antes del apartamento que compartía con Cazale, un lugar plagado de recuerdos en el que la actriz no quería ni podía vivir más. 
El estudio era, como no, del escultor Don Gummer y en menos de 6 meses, ya se habían enamorado, casado y esperaban su primer hijo. 

 
 

"No he superado la muerte de John, pero tengo que seguir viviendo y Don me ha enseñado cómo hacerlo", aseguró Meryl, que apostó de nuevo por el amor y esta vez le salió bien, pues la pareja es una de las más consolidadas de Hollywood y jamás se han escuchado rumores de separación entre ellos. 

 


Joaquín Sabina en el jardín de las delicias................... Juan Cruz

La pasión por los libros del músico nació con Julio Verne y con Salgari, cuando quería ser "un escritor humilde, profesor machadiano en un instituto de provincias".

 

Joaquín Sabina en el jardín de las delicias
El Bosco hubiera pintado aquí, en la casa de Joaquín Sabina, El jardín de las delicias y le hubieran sobrado objetos. 
Está sentado en una butaca rotunda y bajita, de color marrón, acogedora, ante una mesa en la que tienen su sitio el cenicero, un fanal, unos tocados o sombreros chinos "como de hojalata", flores secas, una vela en estado de reposo, un cubo de zinc, un libro abierto, papeles donde tiene apuntadas citas o versos, un libro gordo de Botero. 
Y detrás hay un piano. 
Delante y alrededor, una hermosa biblioteca. Él mira al frente, como si se dirigiera al pasado o a los libros.
 
 
La casa es como el jardín de las delicias, pues; Jimena, peruana, lo ha hecho medio peruano. 
Pero él era ya de César Vallejo. Hay algo en la Nube negra (que Luis García Montero escribió para él en muy difícil circunstancia) de ese Vallejo que hizo de su alma un espejo de la tristeza. En sus lecturas están los peruanos (Mario Vargas Llosa, que fue lectura prematura, y que ahora es su amigo), y está la historia peruana, porque él cuando quiere es que quiere de verdad.
 En Londres, de joven transterrado, cantaba en bares baratos, a veces únicamente para no estar solo. 
Siempre leyó, además, para no estar solo. "Leyendo nunca estás solo".
Esa pasión por los libros nació con Julio Verne y con Salgari. Entonces él quería ser "un escritor humilde, profesor machadiano en un instituto de provincias", hasta que las canciones le dieron la posibilidad de publicar poemas.
 En lo más profundo del hueso de su memoria están su padre ("Honrado hasta el colmo, apostólico, romano, franquista") y su madre, "una señorita de provincias que se iba a quedar soltera".
 Al padre la República lo sacó del seminario "y, naturalmente, lo que hizo fue pasarse al otro bando". 
Y en la historia de sus lecturas están Las mil mejores poesías de la lengua castellana, de cuyas mil se sabe cantidad, de Quevedo y Garcilaso en primer término. 
Hijo de su tiempo (nació en 1949, en Úbeda), se hizo adolescente con El capitán Trueno, El Jabato y Roberto Alcázar, pero luego fue incapaz de encontrar en la provincia ni uno solo de los libros prohibidos.
 Granada, donde estudió, "el Parnaso", donde fue mordido para siempre por Pablo Neruda y por Vallejo.
 Con Neruda se metían los vallejianos, porque se reía "y comía estupendamente". 
A él le gustaban los dos. Luis Cernuda completó la suma. América se metió después en su desorden de pasiones.
 El boom "de Mario y de Gabo… Y mucho mucho Rulfo y Onetti".


Por la casa hay cuadros viejos, de toreros o de amigos, ediciones repetidas de los libros que ha querido. Mucha poesía. Y está él, claro, fumándose el cigarrillo de ese instante ante una copa minúscula que, como se sabrá cuando nos despedimos ("¡Jimena, tráeme otro tequila!"), es de tequila.
La gente lo ve reír en los escenarios; su leyenda lo sitúa en la noche de las carcajadas, pero en su biografía velada, la que no está en los escaparates, la melancolía incendia sus versos. 
"La melancolía nace en las tabernas y no en los conservatorios. De ahí el cantante bohemio que alguna vez fui". La noche es su territorio, 
"pero los teléfonos móviles y los selfis me han echado de los bares". Solitario de muchas compañías, siempre quiso que sus amigos se llevaran bien, y cree que esa especie de casamentero que lleva dentro le viene de su padre: 
"Era un componedor, de él me viene ese tipo de bondad cristiana".
A él lo salvaron aquellos versos, Nube negra. "Llevaba seis meses con una depresión muy gorda. 
Estábamos en Rota, Luis vive al lado; vino una mañana, me tiró unos versos, y me gritó: '¡Toma, imbécil!, esto es lo que tenías que haber escrito tú". 
Es la historia de la depresión y es ahora la canción en la que, como escribió Jaime Gil de Biedma, ya se sabe que la vida iba en serio. "Creí que era inmortal; el ictus y la depresión y el poema de Luis me pusieron en mi sitio". 
Lo que queda para siempre es el miedo: "Un fantasma que te grita ¡¡¡cuidado!!!".
 Ahora se va de gira a América con Joan Manuel Serrat. 
 Esa es una amistad fresca, dispuesta como en una mesa alegre por las parejas de ambos, Yuta, Jimena. 
"Él es el maestro absoluto. Y ellas son las mejores amigas del mundo. ¡Imagina si estas dos brujas se caen mal, qué sería esa gira!". 
La amistad obliga "a estar a la altura de ese amigo".
 Y a regalar canciones, como aquel Pueblo con mar que le dio a Enrique Urquijo.
 Estar con Sabina, incluso de día, es como entonar el himno a la alegría en el jardín de las delicias.
 Al final, él brinda con el último tequila, lejos de la nube negra.

Así funciona el mecanismo que gestiona la ingente fortuna de Amancio Ortega

Pontegadea, con solo 69 empleados, maneja el imperio de ladrillo e inversiones del hombre más rico de España, valorado en 9.700 millones.

   

amancio ortega
Amancio Ortega y su hija Marta, en una competición en la hípica Casas Novas (A Coruña), en 2018. Getty
En Arteixo (A Coruña) está el corazón de Inditex, la compañía propietaria de Zara. Allí, en varias plantas, se diseña ropa, se cosen patrones y se gestiona la potente web que vende ropa en 202 mercados. Es la sede de la empresa textil más grande del mundo. Pero en el mismo recinto, hay además otra empresa mucho menos conocida para el gran público que tiene entre manos miles de millones. 
De forma discreta, un pequeño grupo de gestores se encargan a través de Pontegadea Inversiones y todas sus filiales de ordenar y dar salida al dinero que cada año entra en forma de dividendos y llega a manos de Amancio Ortega (Busdongo, León, 28 de marzo de 1936). 
(Busdongo, León, 28 de marzo de 1936). En Galicia fundó Zara, la lanzó al estrellato y todavía conserva casi el 60% de las acciones de su matriz Inditex. A través de Pontegadea, el rey Midas de la ropa ha creado otro imperio inmobiliario y de inversión que vale ya más de 9.767 millones de euros y una fundación famosa por sus donaciones a la sanidad pública.
De Inditex entra el dinero, que sale en forma de inversiones, también muy rentables
Pontegadea Inversiones, propiedad de Amancio Ortega, es el gran paraguas que cubre a un buen puñado de filiales en España y el extranjero.
 Un rápido vistazo a las cuentas depositadas en el Registro Mercantil permite hacer un dibujo claro: por una parte, es el holding propietario de algo más del 50% de las acciones de Inditex. Es su dueño mayoritario, y por eso en el informe anual de gestión debe dar cuenta de las actividades de la empresa textil.
 Por otro lado, tiene la rama inmobiliaria y de inversiones.
 En realidad, son vasos comunicantes: por Inditex entra el dinero (Amancio Ortega recibió 1.386 millones en dividendos en 2018). Por la otra, el dinero sale en forma de inversiones que también son muy rentables.
 En el ejercicio de 2018, la compañía registró un beneficio atribuido de 1.817 millones de euros. 362 millones de ingresos llegaron de los alquileres que cobra por los edificios que atesora.

15 millones en personal


Mientras que Inditex cuenta en el mundo con 174.386 trabajadores, Pontegadea Inversiones tiene dedicados a la gestión y el negocio inmobiliario 69 empleados. 
Los gastos de personal de este segundo grupo ascendieron en 2018 a 15 millones de euros.
 Tres millones fueron a parar a los miembros del consejo de administración.
 Lo forman el propio Amancio Ortega, su esposa Flora Pérez, y tres personas de su confianza: Jaime Francisco Carro, el secretario del consejo; Roberto Cibeira y José Arnau.
 Arnau es quien lleva las riendas de la empresa, el guardián del patrimonio personal de uno de los hombres más ricos del mundo. Incluyéndole a él, el equipo directivo de Pontegadea Inversiones lo conforman 11 personas, ocho hombres y tres mujeres.
El cometido básico de los directivos y empleados de Pontegadea es buscar en qué invertir dinero cada año.
 Básicamente, la premisa es comprar edificios de oficinas, hoteles y locales comerciales en buenas calles de las grandes ciudades del mundo. 
No vale cualquier cosa: solo se compra lo mejor, en la mejor zona. Y si el precio parece inflado, no hay trato.
 Los activos deben ser sencillos y seguros, nada de viviendas y tampoco nada que pueda afectar a la imagen pública de la empresa o de Ortega, siempre muy discreto.

Todos los inmuebles se ponen luego en alquiler y de ahí se obtiene rendimiento cada año.
 Amancio Ortega es casero de compañías como Amazon, Apple y Primark. 
En el ejercicio 2018, Pontegadea Inversiones cobró 362 millones de euros por los alquileres de sus inmuebles.
 “El objetivo principal del subgrupo inmobiliario es maximizar la rentabilidad de las inversiones, manteniendo los riesgos controlados”, explica la empresa en su informe anual.
Ortega y su familia van acumulando edificios emblemáticos, desde la Torre Picasso o la Torre Cepsa en Madrid a una manzana comercial en Miami y un hotel en Manhattan.
 La cartera de inmuebles que posee, según un cálculo de la empresa que contempla su precio de adquisición y las tasaciones de expertos independientes, ascendía a 9.767 millones de euros el 31 de diciembre de 2018, un 11,5% más que un año antes.
Torre Picasso de Madrid, propiedad de Pontegadea
Torre Picasso de Madrid, propiedad de Pontegadea
Hasta el momento, Pontegadea solo compra y compra más edificios. No vende.
 Si lo hiciera, según el valor al que tiene los inmuebles en libros (7.256 millones), las plusvalías serían de 2.500 millones, y de unos 1.600 millones con respecto al importe original que pagó por ellos.
En España se sitúa un buen pellizco de la tarta inmobiliaria que maneja (los activos españoles están valorados en 1.841 millones), pero la mayoría de inversiones están ya fuera: 2.198 millones en otros países de Europa y 3.071 millones en América.

Paraguas de filiales

Bajo el paraguas de Pontegadea Inversiones hay un buen puñado de filiales.
 La más importante es la que gestiona el negocio del ladrillo, Pontegadea Inmobiliaria.
 A su vez, bajo esta, se despliega otro ramillete: los inmuebles españoles están en Pontegadea España y el resto se reparte entre Pontegadea México, Pontegadea Francia, Ponte Gadea USA, Hills Place (Luxemburgo), Prima Cinque (Italia), Pontegadea UK, Pontegadea Canadá, Pontegadea Korea, la financiera Esparelle y Pontegadea Dieciocho, entre otras.
Desde la matriz, se inyecta dinero en las filiales, que realizan sus compras.
 En el ejercicio de 2018, la financiera Esparelle recibió 263 millones. La filial de Estados Unidos, una inyección de 582 millones.
Y ya con el ejercicio cerrado, otra aportación de 147 millones. En ese país está realizando sus últimas grandes apuestas. Por ejemplo, compró parte de la sede de Amazon en Seattle. 
El valor en libros de esta filial (2.495 millones) es muy superior ya al de la filial española (1.463 millones).

Fuera del ladrillo, Ortega también tiene algunas apuestas.
 La principal fue la inversión en 2018 para comprar el 16,65% de una empresa llamada Pontel, que a su vez tiene el 60% de Telxius, una firma de infraestructuras de telecomunicaciones (antenas de telefonía, básicamente). 
También ha encajado dentro de Pontegadea Inmobiliaria el 26,6% del capital de Grilse, que adquirió el año pasado por 109 millones. Entre otros muchos activos, Grilse incluye la hípica de Casas Novas (A Coruña), que construyó por deseo de su hija, amante de este deporte.

Pontegadea Inversiones tiene un último cometido: nutrir la Fundación Amancio Ortega. Tiene un programa de becas importante para estudiantes de instituto. También otros proyectos con guarderías y centros de mayores. Pero saltó a la fama por la macrodonación para que la sanidad pública comprara equipos oncológicos. Según las cuentas del holding, “al término de 2017 los compromisos asumidos por Pontegadea con la Fundación Amancio Ortega pendientes de desembolso ascendían a 318 millones de euros. En 2018 se han desembolsado 77 millones, de los cuales 49 millones se corresponden con la ejecución del programa de renovación tecnológica de los equipos de diagnóstico y tratamiento radioterápico del cáncer en hospitales públicos de España y 22 millones con el desarrollo de diversos proyectos educativos”.