Eran treintañeros en la Costa del Sol de los setenta. No rendían
cuentas a casi nadie. Patrullaban en un Seat 127 y un Simca 1200. La
radio se solía quedar sin cobertura. Pasaban días y noches frente al
teléfono para interceptar conversaciones porque aún no tenían
grabadoras. Sus medios eran precarios, carencia que sustituían con
creatividad, vocación y muchas horas. “Sabíamos cuándo íbamos a por los
malos, pero nunca cuándo volvíamos”, dice Fernando Camacho. Él fue uno
de los siete inspectores que formaron el grupo especial de
estupefacientes Costa del Sol de la policía, creado en 1976. Su logotipo
incluía una hoja de marihuana, una amapola de opio y una jeringuilla;
su historia, disfraces, maletines con miles de dólares falsos,
delincuentes aficionados, matrículas falsas y operaciones con la DEA
estadounidense. Sus andanzas han inspirado la nueva serie de Telecinco Brigada Costa del Sol, cuyos 13 episodios han producido Mediaset y Warner con la participación de Netflix.
En
la oscura España de esa época, había una luz encendida: en el litoral
malagueño la libertad era real, el turismo llegaba a raudales y las
discotecas no cerraban. Fue uno de los primeros lugares donde empezó el
narcotráfico en España, en particular el hachís. La policía decidió
formar un grupo especial que controlara la situación en el litoral de
Málaga y Cádiz.
Era el primero fuera de Madrid. Así se reunió un equipo de siete agentes de distintos puntos de Andalucía.
“El problema es que no teníamos ni idea de drogas”, subraya
Camacho. Solo la habían visto en las películas americanas. Por eso se
formaron durante dos semanas en Madrid para conocer cómo eran las
sustancias y su distribución. Quedaron a las órdenes de Augusto Blanco.
Fueron pioneros. Trabajaron hasta 1982 y su labor marcó un antes y un
después en la lucha contra el narcotráfico en España. Al principio, detener a alguien fumando un porro ya era un éxito. Uno
de los primeros casos fue en plena calle San Miguel, la vía principal
de un Torremolinos que aún era una barriada más de Málaga. Allí
disponían de dos pequeñas oficinas en una esquina de la vieja comisaría
del distrito. “Era un cuchitril sin ventanas”, destaca Cecilio Oliva,
otro de los integrantes del grupo, que recuerda a aquel grupo de
policías como una mezcla de los protagonistas de Starsky y Hutch
y los clásicos detectives de gabardina. Había sobaqueras para las armas
y chupas de cuero. “Era todo un poco cutre, pero funcionábamos muy
bien”, subraya. Llegaron a incautarse de 30.000 kilos de hachís al mes.
Detuvieron a 800 personas y desarticularon 16 organizaciones criminales
en solo cuatro años. Salían constantemente en la prensa. Pronto se
convirtieron en la envidia de los agentes de toda España. Estuvieron en
el lugar más indicado en el mejor momento. “No había mejor sitio para
ser policía que ese grupo”, asegura Camacho.
El trabajo también les pasó factura en el ámbito personal. Algunos
acabaron divorciados, pero el grupo siempre se mantuvo unido. La
vocación suplió los roces. También lo hizo el humor, especialmente de
Marcos Martínez, otro inspector que formó parte del grupo. Y resultó
clave el buen hacer del segundo jefe del equipo, Gonzalo Prieto.
“Siempre supo mantenernos cohesionados”, recuerda Oliva.
“Esa unión era básica. Era gente que se infiltraba y se jugaba la
vida con el único apoyo de sus compañeros. De ahí que la lealtad sea la
base de la serie”, cuenta su creador, Pablo Barrera, quien genera
conflicto en la trama con una traición. “Eso sí que es materia de
ficción al cien por cien”, destaca Barrera, quien conoció la historia
del grupo a través del documental Los que caminan solos, dirigido por Antonio Moreno y estrenado en 2009. También a través del libro Vivencias de un policía. Tráfico de drogas en la Costa del Sol 1976-1992, del inspector José Cabrera. Barrera ha trabajado junto a su equipo para desarrollar la trama
basándose en esos personajes, pero desligándolos de la realidad. “Hemos
recuperado y adaptado algunas anécdotas, pero los personajes no tienen
ni los nombres ni las características de aquellos policías”, explica. Aunque hay guiños. Como el mote que tenía Gonzalo Prieto, a quien
llamaban El Anarco por su forma independiente de trabajar. Hugo Silva lo
ha heredado en una ficción cuyo reparto encabeza y en la que le
acompañan Jesús Castro Sara Sálamo, Álvaro Cervantes y Miki Esparbé.
La hija de la infanta Elena y Jaime de Marichalar preside desde un enganche el inicio de la Feria de Sevilla.
Victoria de Marichalar,
de 18 años, ha sido este año la encargada de inaugurar la Feria de
Sevilla y en concrerto la concentración de coches de caballos, conocidos
como enganches. La afición de la joven por los caballos, los toros y la
vinculación de sus padres con la capital andaluza - se casaron allí- la
convirtieron este año en la candidata perfecta. El acto, que se celebró
en la Maestranza, contó con la presencia de sus padres aunque cada uno
se situó en un lugar de la plaza. Los exesposos no mantienen ningún tipo
de relación Victoria a diferencia de su hermano no es tan dada a las fiestas. Ella prefiere salir con su grupo de amigas del colegio St. George’s de
La Moraleja y con sus amigos del mundo de los toros y en concreto con el
torero Gonzalo Caballero, con quien se la relaciona desde hace un año Un conocido común le presentó un día a Felipe al torero, con quien hubo
química desde el principio, y, a continuación, apareció en escena
Victoria. La simpatía inicial ha madurado en un afecto mutuo, cimentado,
además, por la conocida afición taurina de los nietos de don Juan
Carlos, que han heredado de su abuelo y su madre. Los cuatro son asiduos
visitantes de las plazas de toros, y los dos más jóvenes se han
convertido en fieles seguidores de Gonzalo Caballero, con el que sufren
desde el tendido cada tarde que el torero amigo se viste de luces. Sus padres, al igual que hicieron con su hermano Felipe, también
enviaron a Victoria dos años al extranjero -al Reino Unido- para mejorar
su inglés. Ahora lo habla a la perfección como el francés. El próximo
año comenzará sus estudios universitarios. Siente adoración por Pipe y juntos
se dejan ver en muchas ocasiones: en conciertos del grupo Taburete
-cuyo líder es el Willy Bárcenas el hijo del extesorero de PP-,
callejeando por Malasaña, y sobre todo en los toros. Don Juan Carlos también siente debilidad por su nieta mayor y busca su compañía.
Doña Elena mantiene una relación muy estrecha con su hija. Se las ve de compras en almacenes low cost o en los concursos hípicos que se celebran por toda España. Victoria tiene un estilo propio. Le interesa la moda, como a su padre,
pero suele ser muy austera en sus elecciones. Nadie duda de que con el
tiempo será una de las jóvenes más elegantes asesorada por su
progenitor. De hecho los conjuntos que ha llevado estos días en Sevilla
los compró con su padre. Marichalar ha hablado recientemente con la revista ¡Hola!
acerca de las vidas de Felipe y Victoria, de 20 y 18 años, de sus
aficiones y de sus estudios. Una de las cuestiones que abordó fue la
supuesta vinculación de Victoria Federica con Vox. Algunas informaciones aseguraron que la joven acudió a una fiesta que el partido celebró en el Teatro Barceló de Madrid
a principios de marzo. Sin embargo, ahora Jaime de Marichalar ha
querido desmentirlo. "Se encontraba en la puesta de largo de una amiga y
ni estuvo en el mitin ni es de ningún partido político", afirma en las
páginas de la revista. Según el aristócrata, que no haya fotos de ella
en el acto es la prueba definitiva de que no estuvo allí. "Si hubiera
estado habría fotos y ahora estarían por todos los lugares publicadas",
asegura.
Vic, como la llaman en familia, está presente en las redes sociales. Su Instagram @vicmarbor (Victoria Maricharlar Borbón) es una cuenta privada en la que solo ha admitido a 119 seguidores.
Arantxa Sánchez Vicario
ha perdido otro partido con su marido Josep Santacana en la batalla
judicial que les enfrenta desde hace más de un año. El juez que en Miami
estudiaba su caso ha desestimado la petición de la tenista para que el
divorcio se dirima en EE UU. La tenista recurrirá esta decisión como lo ha hecho en España. Ramón Tamborero, su abogado en Barceloa, ya recurrió la decisión el
Juzgado Número 2 de Esplugues ante la Audiencia Provincial que se
declaraba competente para resolver el divorcio. En el fallo dado a
conocer el pasado 21 de marzo se establece que "no procede hacer otros
pronunciamientos". Al disolverse el matrimonio en España entra en vigor
el acuerdo de separación de bienes que ambos firmaron, el 17 de
noviembre de 2008, antes de casarse y que está sujeto al régimen vigente
en Cataluña. Este pacto no es válido en Estados Unidos. Santacana impulsó inicialmente el proceso de divorcio en Miami y
pidió la custodia de los hijos con el argumento de que Sánchez Vicario
padece problemas psicológicos y no puede hacerse cargo de ellos. Pero
posteriormente inició acciones legales en Barcelona. En el trasfondo de
la separación y de la disputa económica entre Sánchez Vicario y
Santacana está la querella impulsada por el Banco de Luxemburgo
y que investiga un juzgado de Barcelona. La entidad se querelló contra
la tenista y contra el empresario por una deuda pendiente de pagar de
7,5 millones de euros y llegó a pedir su ingreso en prisión, que fue
rechazado. Santacana asistió a ese juicio, no así la deportista. A su llegada al
juzgado, el empresario declaró: "Lo que espero de este juicio es que nos
separen, que nos divorcien, que llevamos más de un año. A ver si
definitivamente llega el fin. No reclamo nada especial, básicamente que
nos divorcien y que se cumplan los acuerdos que tenemos”, ha reiterado
para luego insistir: "No me he quedado nada de Arantxa". La tenista, en cambio, acusa a su expareja de haber controlado su patrimonio: "Lucho un partido a cinco sets
ante un rival muy duro, pero si algo tengo es resistencia. Nunca podré
perdonar todo lo que está haciendo para dañarme. La persona que he
descubierto no es de la que me enamoré".
Junto a más de 500 famosos, en la alfombra roja más importante de la moda —con permiso de los Oscar— y codeándose con Lady Gaga, Katy Perry o Penélope Cruz. Así ha sido el debut en sociedad de Victoria y Cristina Iglesias, las hijas gemelas
del cantante Julio Iglesias y la exmodelo Miranda Rijnsburger, que han
cumplido ya 18 años y han posado por primera vez ante los focos y de
forma pública nada menos que en la gala del Museo Metropolitano de Nueva York. La noche del martes y ante las miradas del mundo entero, las jóvenes
pasearon y sonrieron para los fotógrafos dejando clara su intención de
convertirse en modelos. Lo hicieron en la gala organizada por Anna Wintour, la todopoderosa editora de la revista Vogue,
que se encarga de seleccionar personalmente a los invitados y de
decidir cómo, dónde y junto a quien se sientan. Cristina y Victoria,
rubias, altas y espigadas como su madre, posaron con vestidos idénticos,
la una en rosa y la otra en azul. Eran dos creaciones con un solo
tirante, cuajadas de plumas, cortas por delante y con larga cola, que
habían sido creados por el taller de Oscar de la Renta. Precisamente en diciembre 2014 Julio Iglesias dio un concierto en Punta Cana, República Dominicana, en memoria del diseñador, que había fallecido dos meses antes y
que era buen amigo de la familia, además de vecino en la isla; para los
hijos del cantante era como un tío. Al recital asistió Anna Wintour, en
calidad tanto de directora de la publicación como de buena amiga
personal del costurero dominicano. Entonces, según cuenta la revista ¡Hola!,
la editora se acercó a las tímidas hijas de Iglesias, que solo tenían
13 años, y les preguntó: "¿Y vosotras qué queréis ser? ¿Queréis ser
modelos?". Ante la respuesta afirmativa de las pequeñas, Wintour habría
contestado: "Pues entonces visitadme pronto".