"La
tuvieron que ingresar de urgencia, estuvo en la UVI y permaneció en el
hospital tres semanas" cuenta ahora el presentador sobre la productora
Patricia Santamarina.
Carlos Sobera
ha hablado sobre el estado de salud de su esposa, la productora teatral
Patricia Santamarina, quien sufrió un derrame cerebral el pasado
febrero. El actor y presentador vizcaíno, de 58 años, acudió el pasado
domingo al programa Viva la vida (Telecinco) para hablar de su nuevo reto televisivo con la presentación del programa Supervivientes
y contó el susto que sufrió hace solo unos meses, cuando su esposa tuvo
que ser ingresada de urgencia. "Sufrió un derrame cerebral el pasado 4
de febrero. Fue un pequeño sangrado provocado por un cavernoma y la
tuvieron que ingresar de urgencia, estuvo en la UVI y permaneció
ingresada tres semanas", explicó Sobera. "Fue un proceso duro porque al principio los médicos no terminan de
darte la clave exactamente de lo que está ocurriendo y de lo que puede
pasar, pero a partir del sexto o séptimo día, estábamos todos más
tranquilos. Sobre todo porque empezamos a ver que ella reaccionaba bien,
que drenaba bien la sangre y que no había ningún tipo de efecto
secundario, que siempre es el temor que se tiene cuando se sufre un
derrame", añadió. Unos intensos días donde el miedo estuvo muy presente en la pareja. "¿Qué te pasará, perderás el habla, movilidad? Hay gente que
lamentablemente pierde la vida", dijo que se preguntaban. Sin embargo,
tres meses después, su mujer está "fantástica". "Ahora tiene la misma
rapidez y agilidad mental de siempre. Se mete conmigo igual que siempre y
me sigue queriendo como siempre. Me he dado cuenta de que la vida hay
que vivirla de una manera muy intensa, y en cada momento, porque nunca
sabes lo que te puede pasar al día siguiente. En casos como el de
Patricia te enrabietas, porque son personas muy sanas, muy jóvenes y no
te explicas por qué pasa esto", comentó. Santamarina ya hace una vida
normal pero su afección está siendo estudiada por facultativos del
hospital Ramón y Cajal (Madrid) que determinarán el procedimiento a
seguir. Patricia Santamarina, directora general de Arequipa Producciones —productora de El ministro,
el último montaje teatral que protagonizó el presentador— y Carlos
Sobera se casaron en una discreta ceremonia civil en la Riviera Maya, en
México, en 2015, después de casi una década juntos. Con ellos viajaron la hija que tienen en común, Natalia, de nueve años,
y Arianna, la hija que Santamarina tuvo hace 20 años con Rody Aragón. En el terreno profesional, Carlos Sobera parece más que asentado en Mediaset. Junto al exitoso programa de citas First Dates que presenta diariamente en Cuatro y Volverte a ver,
el formato de reencuentros y sorpresas que conduce semanalmente en
Telecinco, el presentador de concursos se suma ahora al equipo de Supervivientes. Con la baja de Jorge Javier Vázquez a raíz del ictus que sufrió hace un mes y la desaparición de Sandra Barneda de la parrilla del reality,
Lara Álvarez seguirá en Honduras y Jordi González estará al frente del
debate de los domingos. La labor de Carlos Sobera será presentar la gala
semanal que este año se emitirá en Cuatro, una estrategia de Mediaset que pasa por dividir el formato estrella para intentar remontar las audiencias de este canal.
Al final de la vida se llega a veces en metro o en tren de Cercanías.
Se deja atrás al trío ruidoso de hombres anuncio, se evita estropear a
una turista su posado bajo el oso y el madroño y se sortea a los
despreocupados muchachos de excursión sentados en el suelo. Arriba, en
un tercer piso de la puerta del Sol, sede de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD)
en Madrid, hay una mesa con caramelos y un dispensador de pañuelos de
papel. En ocasiones alguien se sienta junto a ella. Guarda en el
bolsillo un diagnóstico que será, antes o después, infausto. Dirá:
—Es lo que hay. Esto no va a durar mucho.
A quien ha venido con él o ella se le enrojecen los ojos. Llora. Luego se rompen los dos.
La luz tamizada por un estor blanco baña de
irrealidad el cuarto que mira a la anárquica marea humana del Kilómetro
O.
Es un espacio donde la muerte se muestra desnuda, ajena al grandísimo
tabú de puertas afuera.
“Aquí se ponen encima de la mesa todos los
demonios”, relata el médico Fernando Marín, presidente de DMD Madrid, la
asociación más numerosa, que reúne a 2.700 socios de los 7.000 de todo
el país.
El proyecto de ley
para su despenalización impulsado por el PSOE fue bloqueado en la Mesa
del Congreso por PP y Ciudadanos esta legislatura.
DMD cuenta con una
escueta publicación (40 páginas) solo al alcance de los socios con más
de tres meses de antigüedad, en plenas facultades mentales y si lo
solicitan expresamente, como Carrasco.
En la Guía de muerte voluntaria
se vierte información actualizada sobre los métodos para quitarse la
vida, analizándolos según su seguridad y ausencia de sufrimiento, “los
más importantes”. También según la facilidad para conseguir la
medicación, rapidez de efecto o fecha de caducidad a largo plazo.
“No
existe una solución mágica”, advierte la guía, “ningún método es
infalible”.
DMD solo analiza dos: un cóctel de fármacos y el
pentobarbital sódico, el elegido por Carrasco.
Un medicamento, subraya
el manual, “exclusivamente de uso veterinario y no comercializado” en
España.
Es el empleado para practicar la eutanasia a los animales. Ella
lo consiguió por Internet, arriesgándose a una multa por cometer una
falta, ya que comprar cualquier tipo de fármaco en la web está
prohibido, según recuerda la guía, que informa de todas las
implicaciones legales ante la decisión de morir voluntariamente.
Si
hubiese sido el marido, Ángel Hernández, quien lo hubiera adquirido para
ella se enfrentaría a hasta tres años de prisión por suministrar una
sustancia nociva que “puede causar estragos”.
Desde la soledad tantas veces, y con el peso de
la ley en el cogote, los enfermos se enfrentan a dudas terribles:
¿Llegará el frasco a cambio de los 450 euros que he pagado? ¿Funcionará?
“Hay muchas estafas, webs que simulan ser de asociaciones por la muerte
digna o que piden en concepto de seguro para la aduana 600 euros más.
Nosotros informamos puntualmente, siguiendo la guía The peaceful pill, de [la ONG] Exit International, de las webs o correos que hay que evitar. Hay unas cien”, explica Marín.
El año pasado DMD entregó 300 guías en toda
España. “¿Imaginas la gente que no se atrevió a venir y se ha buscado la
vida?”, pregunta Borja Robert, una de las personas que ofrece
asesoramiento en Madrid y encargado de comunicación.
Muchos de los que
se acercan musitan antes de comenzar: “Me ha costado mucho venir...”.
“Creemos que de los que solicitaron la guía, 200
tenían decidido suicidarse. Del resto, la mitad deseaba hacerse con la
medicación por si la precisan en el futuro. Los demás la piden por
curiosidad intelectual”, relata Marín. La usen o no, en ella se
encuentran recomendaciones para evitar problemas.
“Les sugerimos que redacten una carta al juez o graben un vídeo diciendo que han tomado esa decisión de una manera libre”.
DMD insiste en que para muchas personas disponer
de un plan B, una salida de emergencia por si acaso la enfermedad se
hace insoportable, es una fuente de serenidad que ayuda a soportar el
proceso.
“Al igual que ocurre en los países donde se ha regulado, muchos
de ellos no llegan a tomar la decisión de morir y fallecen de forma
natural, a consecuencia de su enfermedad”, dice Marín.
Suena el teléfono al otro lado de la escueta
biblioteca y videoteca con fotos de Ramón Sampedro y otros enfermos que
pelearon por la eutanasia y dieron testimonio de su muerte elegida e
inevitablemente clandestina.
La de Carrasco ha disparado las altas de
socios.
Cien en una semana, cuando la media son cinco.
Aquí encuentran a cinco personas que les acogen.
Un centenar, los socioactivistas,
salen a la calle y afrontan en asociaciones e institutos el tabú que
hace que hasta el 80% de los enfermos que van a morir no hayan sido
informados porque la familia no quiere.
O que solo seis de cada 1.000
personas hayan firmado un testamento vital, ese documento que precisa
hasta donde han de llegar los tratamientos cuando no se sea capaz de
tomar decisiones.
Ahora es el telefonillo.
Nunca se sabe si quien
llama solo quiere saber más sobre el testamento vital, lo más frecuente.
O si relatará que a su padre demente, terminal, le han colocado una
sonda nasogástrica en la residencia y se niegan a retirarla.
Dudas sobre
derecho sanitario y el final de la vida copan el 15% de las consultas.
Puede que quien se haya decidido a venir sea una
de esas señoras que se sienten traicionadas por sus hijos en su deseo de
decidir ante el final de la vida.
“Quieren morir antes de ser
dependientes”, dice Marín.
O alguien que vive sin un solo momento del
día libre de dolor. Como aquella mujer ya sometida a cinco operaciones
que se suicidó en contra de lo que quería su familia.
El marido denunció
a DMD, el único espacio donde ella pudo hablar con libertad de su deseo
de morir.
O quizá quien suba vacíe su tragedia sobre la mesa amasando un pañuelo empapado.
Mujer, mayor de 60 años, universitaria
Las consultas. En 2018 la
asociación Derecho a Morir Dignamente DMD Madrid contabilizó 579
consultas.
Estiman que recibieron el doble. Por el ritmo de algunos
días, no se registran todas.
Sobre qué. Información sobre
testamento vital, 52%.
Muerte voluntaria, 16%. Derecho sanitario y
decisiones al final de la vida, 15%. Sobre DMD, 17%.
Cómo. Un 48% fueron presenciales, El resto, por teléfono (41%) o a través de correo electrónico (11%).
Quiénes. La mayoría de las consultas fueron de personas no asociadas (74%).
Socios. DMD tiene 7.000 socios en España. La mayoría (2.754) en Madrid.
El perfil. Suele ser una mujer
(80%) mayor de 60 años con nivel socioeconómico medio-alto y estudios
universitarios (80%), que ha tenido una mala experiencia con la muerte
de un ser querido (33%), ideológicamente desea ejercer el derecho a
decidir al final de su vida (33%) o ha decidido morir voluntariamente
(33%).
Financiación. DMD se sostiene
íntegramente a través de cuotas de sus socios (a partir de 42 euros
anuales) y donaciones.
En 35 años han recibido media docena de legados,
pero saben que muchas personas asociadas les han incluido en su
testamento.
Pocas imágenes resumen la indagación emocional y el cine de autor del siglo XX como el plano de la cara que comparten Liv Ullman y Bibi Andersson en Persona (1966). Sus dos rostros se convierten, al fusionar sus mitades, en una imagen
del femenino que ilustra las mayores aspiraciones estéticas del autor de
esa imagen, Ingmar Bergman. Hoy, una mitad de ese plano mítico, la correspondiente a Andersson, ha
dejado de existir, ya que la actriz sueca ha muerto a los 83 años, según
ha informado su hija Jenny Grede Dahlstrand. A ese momento mágico llegó
Bergman cuando vio en amigable charla a quien entonces era su pareja
(Andersson) con quien se convertiría en su siguiente amante (Ullman) en
aquel rodaje, y percatándose de su semejanza, las unió para la historia
en ese prodigioso encuadre.
Sin embargo, Bergman, que lanzó la carrera de Bibi Andersson
-empezaron a colaborar cuando ella tenía tan solo 20 años- y le dio sus
mejores trabajos, es parco en palabras con la actriz en sus memorias Linterna mágica. Solo aparece en referencia a hechos concretos protagonizados por otros
colegas de interpretación, y en los que Andersson aparece como
secundaria. Algo injusto con la actriz de Sonrisas de una noche de verano (1955), El séptimo sello (1957), Fresas salvajes (1957) y Persona (1966), entre otras.
Muere la actriz sueca Bibi Andersson, musa de Ingmar Bergman
La
intérprete, fallecida a los 83 años, protagonizó filmes como 'El
séptimo sello', 'Persona', 'Sonrisas de una noche de verano' o 'Fresas
salvajes'
Nacida en Estocolmo en 1935, Andersson compaginó estudios y
publicidad. Y en esos estudios estaba en el Real Teatro Dramático de
Estocolmo cuando lo abandonó tras conocer a Bergman -en el rodaje de un
anuncio- y le siguió en su viaje al teatro de Malmoe. Junto a Bergman
logró sus mayores triunfos y aunque se separaran tras Persona, colaboraron posteriormente en Pasión, La carcoma y Secretos de un matrimonio,
ya en 1973, en la que interpretó a la amiga íntima de la pareja, que en
la secuencia inicial termina humillada por su esposo durante una cena. En total colaboraron en 13 largometrajes.
Andersson, con su pelo corto, perteneció a una generación de actrices
europeas que destacaron por su seriedad en su trabajo, su libertad y su
lucha por la independencia, una batalla en la que estuvieron la misma
Ullman, Monica Vitti, Jeanne Moreau, Jean Seberg o Julie Christie.
Lograron ser más que "la pareja de" o "la amante de" en la pantalla.
Y
detrás de ella, Andersson también logró ser más que la musa de Bergman.
Entre esos otros trabajos destacan La carta del Kremlin, de John Huston; Quinteto, de Robert Altman; Un cebo llamado Elisabeth, de James Toback; El enemigo del pueblo, de George Schaefer, Dos veces mujer, de George Sluizer, o Aeropuerto 80.
Sin olvidar su aparición en El festín de Babette, de Gabriel Axe, ganadora del Oscar en 1988. En España protagonizó Una estación de paso, de Gracia Querejeta, y La escarcha,
de Ferran Audí, junto a Aitana Sánchez-Gijón o Tristán Ulloa, en 2009
en el que sería su último trabajo, ya que ese mismo año sufrió un
derrame cerebral que le paralizó parte del cuerpo. Entre sus premios recibidos destacan el galardón a la mejor actriz en el festival de Cannes de 1958 por En el umbral de la vida, de Bergman, que compartió con el resto de sus compañeras de reparto, y el Oso de Plata de la Berlinale en 1963 por La amante, de Vilgot Sjoman.
Mercadona eliminará
de forma definitiva este lunes las bolsas de plástico de un solo uso
que se utilizan en las cajas para meter los productos comprados. La
cadena de supermercados de origen valenciano las suprimirá de sus más de
1.600 tiendas en España, según ha informado en un comunicado. A partir de este lunes 15 de abril, los clientes podrán
optar por otros tres tipos de bolsa cuando llenen el carro en sus
establecimientos:
Las de papel, que cuestan 10 céntimos.
Las de rafia, que cuestan 50 céntimos.
Las bolsas con un 50-70% de plástico reciclado, que cuestan 10 céntimos.
Estas tres opciones son reutilizables y reciclables. Las bolsas
de plástico reciclado se fabrican con 3.000 toneladas de plástico
procedente de los embalajes recuperados en sus tiendas. La cadena los
envía a sus centros logísticos y, desde allí, hasta la empresa la
empresa Saica. Esta compañía especializada en la recuperación de materiales
reciclables convierte estos embalajes en granza. Posteriormente, el
fabricante Plasbel les dé una segunda vida en forma de bolsas para transportar la compra.