El
instructor abre juicio oral a José Enrique Abuín y defiende que la
sumergió en el pozo con el objetivo de borrar las huellas de su delito
sexual.
Las “precauciones” tomadas por El Chicle
“no solo tendrían por objeto evitar la localización de la víctima, sino
también la comisión y posterior descubrimiento del delito de agresión
sexual", defiende el magistrado Félix Isaac Alonso, titular del juzgado
de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Ribeira, en el auto con
el que abre juicio oral al autor confeso de la muerte de Diana Quer. "Con el sumergimiento de la víctima en agua durante un periodo muy
prolongado de tiempo, y llevándose su ropa", José Enrique Abuín "impedía
que pudieran hallarse restos orgánicos de la comisión de tales hechos". Con vistas a un juicio que se espera celebrar después del verano, el
instructor ha puesto punto final a su investigación de la desaparición y
muerte de la madrileña de 18 años y plantea los supuestos delitos de
asesinato, agresión sexual y detención ilegal. El Chicle, que solo ha
reconocido haberla matado de forma "accidental", será enjuiciado por el tribunal del jurado en la sección sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña, con sede en Santiago.
El juez indica en el auto que de las diligencias practicadas "se
desprenden indicios suficientes” para procesar a Abuín, como único
sospechoso, por los delitos que reclaman tanto la fiscal del caso como
la acusación particular, que ejercen los padres de la víctima. Y luego
desgrana una serie de informes y hallazgos obtenidos durante las
pesquisas como el estudio de los terminales telefónicos, los informes
forenses y la brida “con una abertura compatible con el
estrangulamiento” que se localizó en fin de año de 2017, cuando se
rescató el cadáver de un pozo en Rianxo. La versión del acusado, según el instructor, "presenta notables
incoherencias e incompatibilidades” con el resultado de las diligencias
practicadas. Él dijo que se encontraba en A Pobra do Caramiñal (la
localidad coruñesa de la que desapareció Diana Quer) robando gasoil. Pero el juez recuerda que no consta que se produjese en la zona ninguna
sustracción de combustible, por lo que ese motivo “no explica su
presencia en el lugar”. Además, es “poco creíble” que la víctima
abandonase por propia iniciativa el paseo por el que solía regresar a su
casa para cambiarse a una vía “que no se encontraba en la trayectoria
que seguía y que discurre entre naves abandonadas de peores
características y en cuyas proximidades se encontraban instalados los
vehículos de los feriantes”.
También dijo que le había "agarrado el cuello" de forma "accidental" (después de saber que los forenses habían descubierto el estrangulamiento). "Pero eso no justifica las lesiones constatadas”, responde el
magistrado. Las “precauciones tomadas por el investigado no solo
tendrían por objeto evitar la localización de la víctima, sino también
la comisión y posterior descubrimiento del delito de agresión sexual",
defiende a continuación Félix Isaac Alonso. Y para esto se apoya en el
segundo informe médico-forense recabado a petición de la familia de la
víctima y la fiscalía.
No existe indicio alguno que apunte a que la víctima abandonase el
camino hacia su casa voluntariamente o que hubiese fallecido ya en el
momento de subirla al vehículo del acusado, ni que descarte la comisión
de la agresión sexual”, insiste el juez. Al contrario, Abuín Gey abordó
supuestamente a la víctima el 22 de agosto de 2016 sobre las tres menos
veinte de la madrugada cuando se dirigía a su casa por el Paseo do
Areal, en A Pobra. La introdujo en el maletero del vehículo “por la
fuerza, evitando que gritase” y le arrebató el teléfono móvil, como
también, presuntamente, pretendió hacer con otra mujer en las navidades
de 2017, un hecho por el que será juzgado la semana que viene.
Después de maniatarla de pies y manos con bridas y amordazarla con
cinta adhesiva, según el magistrado abandonó el lugar a gran velocidad. A
las 2.52 horas se incorporó a la autovía AG-11, y condujo hasta la
salida de Rianxo, adonde llegó hacia las tres. Cuando se encontraba en
el puente sobre la ría, cerca de Taragoña, lanzó el móvil de la víctima
al agua por la ventanilla del coche. El juez relata que sobre las 3.09
horas llegó a una nave abandonada situada en el lugar de Asados
(Rianxo). Allí permaneció hasta una hora después. Durante ese tiempo, según el instructor, agredió sexualmente a la
víctima y la estranguló con una brida. “Consumada la acción y con el fin
de evitar que se descubriesen los hechos cometidos, introdujo el cuerpo
de la víctima en el pozo, donde arrojó también su bolso", abandonó el
lugar y "se llevó la ropa de la víctima, de la que se deshizo en un
lugar indeterminado”, describe. Transcurridos al menos 20 días, El
Chicle "regresó a la nave para comprobar el estado del cuerpo y lo
lastró con unos bloques de hormigón".
—No sé si prefiere que le pregunte en inglés o en castellano.
—Puedes preguntar en español, sí, sí. Freddie Highmore
(Londres, 27 años) habla un perfecto castellano, casi sin acento. Solo
se le resisten un poco los subjuntivos (“es que los subjuntivos...”, ríe
tímidamente). El protagonista de The GoodDoctor,
serie cuya segunda temporada acaba de terminar de emitir AXN (donde
está disponible entera bajo demanda), entrega que próximamente se verá
en Telecinco, es licenciado en Filología Hispánica y Árabe por la
Universidad de Cambridge. Vivió nueve meses en Madrid en 2012 mientras
trabajaba haciendo traducciones en un bufete. “Sí, una cosa bastante
distinta de la actuación. Ya veremos qué pasa con las series, pero si
no, siempre puedo convertirme en abogado”, bromea. Al final, contestó en
una entrevista la semana pasada en Madrid a las preguntas de EL PAÍS en
castellano, aunque al hablar de la serie saltaba al inglés.
La primera vez que se puso delante de una cámara tenía siete años.
Desde entonces, ha trabajado tanto en el cine como en la televisión. Fue
uno de los niños de Descubriendo Nunca Jamás (2004) y repitió con Johnny Depp un año después dando vida a Charlie en Charlie y la fábrica dechocolate. Más tarde, interpretó a un joven Norman Bates en la serie Bates Motel (2013-2017), que imaginaba lo ocurrido antes de la historia que Hitchcock narró en Psicosis. Y ahora encarna al doctor Shaun Murphy de The GoodDoctor.
Interpretar a alguien con autismo como este personaje suponía un reto
importante para Highmore. "Desde el principio, David Shore [el
responsable de la ficción] y yo trabajamos con un consultor que está
todo el día en la serie, compartimos documentales y libros que nos
fueron útiles para construir el personaje, y también personas de
nuestras vidas con autismo. Todo sirvió como inspiración, pero al mismo
tiempo, Shaun no se basa en una persona específica", precisa Highmore. Otro desafío era no caer en la caricatura o la exageración. "En
realidad, eso puede pasar siempre. Cada personaje puede convertirse en
algo sobredimensionado. Siempre lo interesante es ver los matices de
cada personaje, especialmente con alguien como Shaun, que no expresa
necesariamente sus emociones de una forma que solamos ver en televisión. Queríamos que el espectador hiciera el viaje emocional con él. Parte de
cuestión era ir contra el estereotipo de que la gente con autismo no
tienen emociones". En un género tan clásico y manido como el de las series de médicos, The Good Doctor
sorprendió con muy buenos datos de audiencia en Estados Unidos, que se
han repetido también a España tanto en AXN, donde es la serie más vista
del canal desde que comenzó a emitirla, como en Telecinco,
con una media de 3.049.000 espectadores en su primera temporada. ¿Cómo
explica este éxito? "Hay un mensaje optimista detrás: Shaun nos da más
fe en la humanidad. Imagino que será lo mismo en España, pero en Estados
Unidos y Reino Unido en este momento hay muchísima negatividad que se
puede ver cada vez que encendemos la televisión. Con el entretenimiento,
las personas están buscando algo un poco diferente y algo más
optimista. No necesitamos antihéroes en la televisión si los tenemos en
la realidad", reflexiona.
Pese a lo temprano que despuntó como actor, Highmore huye de la
etiqueta de niño prodigio. Se tomó un descanso en la interpretación para
estudiar en Cambridge justo antes de embarcarse en el rodaje de Bates Motel.
"Ese fue el momento clave en el que decidí qué era lo que iba a hacer
como adulto. La interpretación nunca fue el centro durante mi niñez,
siempre tenía una vida normal cada vez que regresaba a Londres con mi
familia, yendo al cole y eso", recuerda.
El trabajo le traerá de regreso a España en las próximas semanas para rodar en inglés la película Way Down a las órdenes de Jaume Balagueró. Entonces aprovechará para ver más cine y series españolas. "Acabo de ver por primera vez Ocho apellidos vascos; he visto un poco de La casa de papel, como todo el mundo, pero necesito más.
Me encantaría hacer algo en España en español", apunta. ¿Y por qué
quiso aprender castellano (y árabe y francés, que también habla de forma
fluida)? "Siempre me interesaron los idiomas en general. Y también por
el fútbol. Me gusta mucho el fútbol, y cuando el Arsenal no ganaba,
prefería centrarme en los equipos de aquí", ríe.
Ante la posibilidad de que The Good Doctor se prolongue
durante años y años, dados sus buenos datos de audiencia, Highmore no se
asusta, al contrario. "Es lo que me encanta de hacer una serie, tener
la oportunidad de interpretar un papel a lo largo de mucho tiempo y
profundizar en el personaje", dice el actor, que también ha firmado ya
uno de los episodios de la serie como guionista y ha dirigido otro. "Me
encantaría tener algún día una serie que escriba yo, o una película". Para el doctor Shaun Murphy, Highmore tiene un ambicioso deseo: "me
encantaría que terminara siendo el director del hospital, eso sería
genial", remata con una sonrisa que no ha perdido durante toda la
entrevista.
Brown ha
estado este martes en Alicante como estrella de un congreso sobre
enfermedades de transmisión sexual y ha contado su experiencia.
Timothy Brown (Seattle, Estados Unidos, 1966) es un tipo amable,
cercano y paciente. Bromea hasta con su estado de salud, que es,
precisamente, lo que le ha convertido en excepcional. Brown esel paciente Berlín,la
única persona del mundo que se ha curado del la infección del VIH, el
virus del sida. Al menos, hasta ahora, cuando se están estudiando tres
posibles nuevos casos, en Londres, en Düsseldorf y otro, según Brown, en
Seattle, su ciudad natal. “Estoy encantado de que mi pequeña familia
vaya creciendo”, asegura. Siempre, con una sonrisa.
Brown desembarcó ayer en Alicante como estrella de un congreso sobre
sida y enfermedades de transmisión sexual que organiza Seisida y contó
su experiencia. Que se infectó en 1995. Que en 2007 le diagnosticaron
leucemia. Que tuvo que someterse a dos trasplantes de médula ósea. Y que
el segundo de ellos le salvó la vida. “Los médicos decidieron probar
con un donante con una mutación que le hacía inmune al sida”, señala. Él
decidió abandonar el tratamiento, pese a los consejos de su pareja de
entonces. Sufrió un repunte de la enfermedad, una reacción al injerto y
una enfermedad cerebral. Pero el virus desapareció. Doce años después, a solas con EL PAÍS, Brown asegura que está “muy
bien”. “Tan solo padezco de alergias, pero me ayudan a sentirme vivo”.
Sonríe. Tras el primer trasplante siguió trabajando como traductor de
alemán. Pero tras el segundo, lo tuvo que dejar. Ahora percibe el
equivalente en Estados Unidos a una incapacidad permanente, “porque la
leucemia puede volver”. Y ocasionalmente, trabaja “como masajista”. Eso
sí, su principal cometido es implicarse en todo lo que tenga que ver con
la curación del sida. “Es una manera de devolver a los médicos lo que ellos hicieron por
mí”, dice. Va allá donde le llaman. Dona “tiempo, sangre e incluso
tejidos orgánicos”. Habla con infectados y con quienes se pueden
infectar. Su grado de implicación es equivalente a su determinación para
superar dos de las enfermedades más temidas por la humanidad. Una
complicación de la leucemia le obligó a usar silla de ruedas. También ha
logrado volver a andar. “Ando raro, la gente cree a veces que estoy
borracho”, señala, “pero en realidad, no pruebo el alcohol”.
Brown es muy consciente de que es un “superviviente extremo”. Y ha
sufrido el síndrome de quienes permanecen vivos mientras a su alrededor
la gente muere. “Es muy duro”, confiesa, “a veces me reúno con grupos de
enfermos que han sobrevivido al VIH en Palm Springs” (California),
donde vive. Pero incluso allí es alguien singular. Los análisis
periódicos a los que se somete no han hallado el rastro del virus ni en
los reservorios donde se esconde. Ni en los ganglios linfáticos “ni
siquiera en el cerebro”. Nada. “Una vez me encontré con la madre de Ryan White, un niño que se
infectó tras una transfusión de sangre”, rememora. El caso fue atroz,
porque White tuvo que soportar el estigma de todos los enfermos de sida
“en la sociedad, en la escuela, en su comunidad”. Al final, el muchacho
murió y en Estados Unidos sirve de ejemplo para erradicar esta
consideración de que el sida fue un castigo para quienes se desvían del
camino recto. “Su madre se alegró muchísimo por mí, se sorprendió de que
estuviera vivo tras conocer mi caso”, señala Brown. “Pero yo me sentí
muy mal, porque yo estaba vivo y el niño estaba muerto”. Él no sufrió en primera persona la condena social de los enfermos de
sida. Ni la personal. "Yo vivía en Berlín y mis amigos, los que morían
por el sida, estaban en San Francisco o Nueva York”. Además, en Europa
encontró, tanto en la capital alemana como en Barcelona, donde vivió
antes de la infección, “una sociedad más abierta que en Seattle”. “Mi
madre es muy conservadora y una cristiana muy devota”, sostiene, “y al
principio no le dije nada de mi curación, porque ella estaba tratándose
por un cáncer de mama”. Tardó dos años en explicárselo y entonces
“lloró”. Desde entonces, ha encontrado “mucho apoyo por parte de mi
familia y de toda la sociedad”. Tampoco sintió miedo, en ningún momento. Ni a la enfermedad ni a la
posibilidad eventual de que el virus reapareciera. “Desde un principio,
los médicos me dijeron que me había curado”, asevera. Les creyó y se
libró del temor. “Pero después, sí me preocupa que alguien me pueda
infectar”. Brown tiene pareja y ambos han acordado mantener una relación
abierta. “Soy sexualmente activo y tengo relaciones con otras
personas”, advierte. Generalmente, no les dice quién es. Cuando lo hace,
“suelen googlear mi nombre junto al del VIH”, sonríe. Una vez más. Pero, como cualquier otra persona sin VIH, no es inmune al contagio.
Por eso toma todas las precauciones posibles. Y el PrEP, la profilaxis
preexposición, un tratamiento al que se puede acceder en EE UU pero que
en Europa todavía no está muy extendido. Y en España, ni siquiera
aprobado. “Los jóvenes han vuelto a perder el miedo a contagiarse”,
señala, “y este tratamiento es seguro y no tiene efectos secundarios”.
"No hay
peor sensación que no llegar donde eres esperado" ha dicho el cantante,
que ha cancelado la presentación de su nuevo álbum, a la venta el
viernes 5 de abril.
Alejandro Sanz
lleva meses promocionando la llegada de su nuevo trabajo de estudio,
#ElDisco, el primero en cuatro años. Sin embargo, cuando apenas faltan
24 horas para su estreno, se ha visto obligado a detener todos los actos
del mismo a causa de una neumonía. "Ganas es la mejor palabra que define #ElDisco, ganas de
enseñaros lo que él ha extraído de mí y yo de él. Cada detalle, cada
rasgo, cada nota, cada palabra vuestra empujándome a crear lo que el
viernes dejará de ser mío para ser sólo vuestro. Una neumonía me ha
obligado a suspender temporalmente todas las actividades programadas
para el lanzamiento de #ElDisco", explicaba el cantante madrileño en su
perfil de Instagram
a última hora de la noche del miércoles, cuando faltaba poco más de un
día para el estreno de su trabajo. "Los medios, mis fans me esperaban y
no hay peor sensación que no llegar donde eres esperado. Es cuestión de
días pero aún así tengo que curarme bien para retomar con más ganas aún
hasta rendir el 1000% en #LaGira y que entendáis por qué este disco se
llama #ElDisco. Os quiero", escribía en un texto junto a una foto suya. Universal,
su compañía discográfica, ha precisado a EL PAÍS que Sanz ya está en su
domicilio "en reposo absoluto". Por el momento no saben cuando se
reincorporá al trabajo. Ayer miércoles tenía que haber realizado una
presentación de su trabajo en Madrid, que se canceló a última hora. En apenas 12 horas su mensaje ha logrado más de 75.000 Me gusta y 3.000
comentarios en Instagram (donde el músico acumula 4,1 millones de
seguidores), la inmensa mayoría de ellos en apoyo al cantante y
deseándole una pronta recuperación. En Twitter, donde ha colgado una
versión abreviada del mismo para sus 19,5 millones de seguidores, ha recibido más de 1.100 respuestas. Sanz lleva desde noviembre promocionando el lanzamiento de este álbum. Ha sacado tres canciones del mismo: No tengo nada, Back in the city, junto a Nicky Jam; y Mi persona favorita,
con Camila Cabello. A este trabajo ha decidido llamarlo simplemente
#ElDisco, y también el tour por España con el que lo presentará, que ha
denominado #LaGira. En diciembre sacó a la venta solo cuatro fechas para
la misma, en Sevilla, Barcelona, Madrid y Elche, cuyas entradas vendió
en pocos días. Ahora ha anunciado una quinta, de fin de gira, en julio
en Santiago de Compostela. Para esa cita todavía quedan billetes.
Además, en agosto, septiembre y octubre realizará otra gira con 12
conciertos por Estados Unidos. Además, en estos últimos meses Sanz también ha estado muy implicado con el pueblo venezolano y ha apoyado públicamente a Juan Guaidó. De hecho, cantó el pasado 22 de febrero en un concierto multitudinario con Juanes o Miguel Bosé para recaudar fondos por el país.