‘Busto de mujer’, sustraído en 1999 del yate de un jeque saudí, Abdul Mohsen Abdulmalik, tenía un valor de 4 millones de euros cuando desapareció y ahora podría alcanzar los 25 en una subasta.
El cuadro Busto de mujer, un retrato pintado por Picasso en 1938 un año después de Guernica,
y robado en Francia en 1999 en el yate de un jeque árabe, ha sido
devuelto en Ámsterdam.
La obra presenta a Dora Maar, la artista francesa amante del pintor, y está valorada en 25 millones de euros.
En 2015, Arthur Brand, el detective especializado en recuperar obras de arte más conocido de Holanda, supo que estaba “en algún lugar del país", después de haber circulado como moneda de pago en los bajos fondos desde 2002.
Este martes la ha presentado una vez confirmada su autenticidad.
La obra presenta a Dora Maar, la artista francesa amante del pintor, y está valorada en 25 millones de euros.
En 2015, Arthur Brand, el detective especializado en recuperar obras de arte más conocido de Holanda, supo que estaba “en algún lugar del país", después de haber circulado como moneda de pago en los bajos fondos desde 2002.
Este martes la ha presentado una vez confirmada su autenticidad.
El hallazgo ha sido corroborado
por Dick Ellis, un antiguo investigador de Scotland Yard, representante
de la compañía de seguros que actúa en nombre del propietario de la
obra, el jeque saudí Abdul Mohsen Abdulmalik.
Este lo compró en 1980 en
Nueva York, en la Galería Pace, y el robo posterior rozó el guion de
cine.
El 11 de marzo de 1999, su yate, Coral Island (Isla de Coral) estaba fondeado en el puerto de Antibes,
al sur de Francia, listo para navegar a Barcelona y pasar allí una
revisión.
Bien envueltos y apilados en un lugar recogido del barco,
había además otro picasso y un matisse.
Los pintores
estaban redecorando el interior, y el día de autos, las cámaras de
seguridad estaban desconectadas.
Los ladrones sacaron el retrato sin
problemas, y el dueño solo pudo ofrecer después una recompensa de
400.000 euros.
A partir de entonces no volvió a saberse nada del lienzo,
y ni el detective del jeque, ni la policía gala pudieron dar con los
ladrones.
“Picasso es el artista más importante del siglo XX y también uno de los
más falsificados, así que cada cierto tiempo aparecen cuadros suyos que
son meras copias.
En este caso, las primeras noticias me llegaron en
2015. Picasso pintó este retrato para él mismo y no lo firmó.
Estaba en
su casa y nunca fue expuesto, de modo que yo solo tenía una foto a mano.
En 2016 me llamaron otra vez diciendo que un picasso que
estuvo en un buque circulaba por los bajos fondos.
En 2017, pude hablar
con un hombre de negocios holandés ajeno al robo.
Él lo recibió de un
cliente 'en una operación algo especial', pero ignoraba su pasado en
manos de mafiosos.
Cuando los ladrones de arte ven que no pueden
venderlo en el mercado abierto, lo usan como pago en especie”, dice
Brand, en conversación telefónica.
Para cuando el empresario, “que se
puso pálido como un muerto al mencionar la tela”, habló con el
detective, el lienzo llevaba tiempo fuera de su casa.
Hubo de pasar aún
otro año hasta que se produjo el contacto definitivo.
“Había hecho
averiguaciones por mi cuenta, y en 2018 me dicen que saben que busco
este picasso.
Lo importante es retornar las obras, por eso
siempre advierto a la policía. Al final, me lo trajeron a casa envuelto
en bolsas de basura”.
Las abrió y era el cuadro auténtico.
Brand subraya que los falsificadores, por buenos que sean, no deben de haber visto el marco por detrás.
Al darle la vuelta a Busto de mujer
en su domicilio, comprobó que tenía pegada una etiqueta de la Galería
Pace.
La sala lo compró en su día a los herederos del artista, sin
intermediarios.
“El jeque saudí lo adquirió allí mismo a principios de
los ochenta en una venta privada. Tras el robo, la compañía aseguradora
le pagó 4 millones de euros.
Ahora debe ofrecérselo de nuevo, por el
mismo precio.
Él verá lo que hace, pero en el mercado ya vale 25
millones de euros, según los expertos”, apunta el detective.
Brand, que ha recuperado relieves visigodos de Burgos y cuadros de Dalí y Tamara de Lempicka, además de los caballos de Thorak, apodados los caballos de Hitler, entre otras cosas, cumple siempre su palabra.
“Nunca hago nada ilegal, pero tampoco revelo la identidad del que devuelve una pieza de arte robada.
Por otra parte, los últimos de la cadena no suelen ser los ladrones
mismos, sino coleccionistas que ignoraban su origen, y no quieren
meterse en líos legales”.
Lo que sí hace el detective es disfrutar del
arte recuperado “en mi casa y durante un día”. Una tradición.