Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

9 mar 2019

Cien caras para #1000Motivos


El mural de los #1000Motivos ¿Cuál es el tuyo?

Cien caras para #1000Motivos

 

¿Cuál es el tuyo?

Mujeres de todas las generaciones han salido a la calle este 8M. Cada una con sus razones. Si quieres saberlas, pincha en estas 100 fotos.

La explicación de por qué cada generación tiene su amor platónico

Aunque a menudo sean productos de marketing, cumplen una función importante con los adolescentes.

No son el mismo: el de blanco y negro es James Dean y el de color es Luke Perry
No son el mismo: el de blanco y negro es James Dean y el de color es Luke Perry
Muchos de los mensajes en redes sociales que han lamentado la muerte de Luke Perry identificaban al actor como el amor platónico de muchos adolescentes de los 90.
 Su personaje de Dylan en la serie Sensación de vivir, definido como una versión actualizada del James Dean de Rebelde sin causa, encarnaba la figura de amor platónico de casi toda una generación.
Aunque a menudo sean productos de marketing, su existencia es necesaria desde el punto de vista de la psicología.
 Si los jóvenes de la generación Z (nacidos entre mediados de los 90 en adelante) no encuentran su propio Dylan o Britney Spears, deberían inventarlo, recomiendan expertos como el psicólogo, educador y periodista Jaume Funes
 Ese tipo de amor platónico, entendido como una pasión que nunca llega a materializarse aunque llegue a provocar ríos de lágrimas, es útil, aunque a menudo no se aprecie así con la mirada de un adulto.
"Entre los retos de un adolescente está el aclarar quién es y quién quiere ser. 
Al principio de su vida lo hace a través de sus iguales y gente de su entorno, pero luego necesita una figura que le ayude a idealizar esas inquietudes y que le dé una visión más compleja, aunque embellecida, de la existencia diaria", comenta Funes a Verne.
Esa necesidad de tener un Dylan en nuestra vida adolescente es psicológica, pero también biológica. 
Eduard Punset apunta en sus tesis sobre la felicidad que ser fan "ayuda a que el cerebro libere grandes dosis de dopamina, la molécula portadora de la sensación de placer".
Xavier Pons, profesor de Psicología Social en la Universidad de Valencia, explica a Verne la razón por la que muchos miembros de una generación comparten un mismo amor platónico:
 "Los humanos necesitamos vincularnos a criterios de vida colectivos, en mayor o menor medida. 
En la adolescencia, se buscan aquellos referentes que se ven como más cercanos al estilo de vida propio de esa etapa. 
Esas vinculaciones sociales tienen una función biológica".
Los adolescentes, por tanto, no adoran a un mismo ídolo porque el mercado haya creado uno de forma artificial.
 El proceso funciona a la inversa. "Primero se encuentra la necesidad vital y psicológica que los jóvenes tienen de adorar a alguien que proyecte una determinada imagen y estilo de vida que les genere cierto deseo y, luego, el mercado aprovecha esa necesidad para vender sus productos", dice Funes por teléfono.


James Dean en Al este del Edén (1955)
El medio hace al ídolo
Investigadores del Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) apuntan en un estudio cómo la aparición de nuevos medios, como la imprenta, la radio y la televisión, generan sus propios famosos, explica Materia en un artículo.
Funes apoya esta teoría. 
Esa figura del icono adolescente que en el pasado proporcionaba el cine con actrices o actores como James Dean, luego surgió en televisión con Luke Perry.
 "En esta nueva generación, ese papel probablemente lo ocupen los youtubers", explica.

Pero una cosa es ser famoso y otra símbolo para toda una generación. 
 No se consigue solo siendo atractivo. 
"Un ídolo juvenil tiene que atraer a adolescentes muy diversos; tiene que ser transversal", apunta Funes. "Y la experiencia positiva del nosotros se encuentra vinculada en él", puntualiza Xavier Pons.
Por eso, un actor de cine o televisión suele tenerlo más fácil que un jugador de fútbol, que está en un equipo concreto, o un cantante, que toca un estilo determinado de música, apunta Funes: 
"El problema para las nuevas generaciones es que las pantallas están más fragmentadas y los youtubers no son tan transversales como para representar a una generación entera".

Ser fan en la era de las redes sociales
Ahora, uno puede tener de amigo de Facebook a su ídolo, "lo cual era impensable hace 15 o 20 años", recuerda Pons y, por tanto, la relación entre admirador y admirado cambia de forma inevitable. Se pierde parte del misterio.
Las redes sociales han sustituido "la intimidad de adorar a tu actor favorito" a través de un poster en tu habitación o de la foto en una carpeta por algo mucho más público y notorio, destaca Funes.
 Los adolescentes actuales son menos ingenuos en este aspecto "porque descubren a través de las redes las costuras detrás de la imagen que proyectan esos ídolos".
Su recomendación es que los jóvenes actuales sigan adorando a nuevas versiones de James Dean, Britney Spears, Claudia Schiffer o Luke Perry. 
"Los adolescentes de ahora tienen la presión de rechazar la idea del príncipe azul y del enamoramiento en favor de los follamigos.
 Solo se les permite expresar necesidades puramente biológicas, por la enorme influencia del porno en Internet.
 Pero lo cierto es que siguen deseando compañía e intimidad; y es algo que ese tipo de amores platónicos les ofrece".



 

Es muy difícil ser mujer........................................ Boris Izaguirre..

Se nota el ansia que anida en la prensa por crear parejas heterosexuales.

 

Sergio Ramos, en el estadio Santiago Bernabeu, en Madrid, el pasado martes.
Sergio Ramos, en el estadio Santiago Bernabeu, en Madrid, el pasado martes. REUTERS
 
 
Maribel Yébenes, fundadora del instituto de belleza que lleva su nombre, me invitó a acompañarla a la presentación del Festival de cine de Málaga en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
 Como Yébenes se quedó atrapada en el atasco previo al partido de fútbol del Real Madrid contra el Ajax, me adelanté a ella en el photocalldonde me acribillaron a preguntas sobre las llamadas parejas del invierno: Malú y Albert Rivera, Alba Carrillo y Thibaut Courtois y la nueva ilusión de Tamara Falcó.
 Es lo típico en una alfombra roja, que te preguntan de todo menos de lo que vienes a promocionar.
 Esta vez se me escapó que a Malú apenas la conocimos mientras fue novia de Gonzalo Miró, quizás porque no le interesaba conocer a los amigos de ese novio.
 Ocurre con frecuencia que los amigos de tu ilusión te dan pereza o que a tu electorado le decepciona tu novia. Cuando me tocó hablar de Alba Carrillo, que parece haber disfrutado con su rol de mala oficial de la tele y que puede convertir esta aventura amorosa en el próximo hit del verano, no pude terminar mi respuesta porque alguien gritó: “Que no se meta en el Real Madrid, suficientemente mal estamos como estamos”.
Me quedé un poquito de piedra y Maribel lo notó al llegar. “Con el buen aspecto que tienes, ¿por qué esa cara de triste?”, sugirió con espléndida sonrisa. 
Expliqué que no podía entender un grito tan machista en la semana de la mujer y, además, en el Círculo de Bellas Artes.
 Que a estas alturas culpemos a Carrillo de que el portero del Real Madrid no haga bien su trabajo y falle gol tras gol. Además, solo les hemos visto cenando pizzas, ella con un look de primera dama y él en plan formalito, o sea queriendo emular a Malú y Albert, quizás sin darse cuenta. Pero ese micromachismo permitió que se comentara en la fiesta el mal momento del Real Madrid.
 Algunos se atrevían a decir que no fue una buena idea dejar ir a Zidane y, sobre todo, a Cristiano Ronaldo, una decisión de Florentino Pérez al que nunca le escucharemos ni reconocer ni opinar sobre ese error.

Maribel aconsejó que fuera más cosmético, no tan drástico. “Los hombres hay que saber tratarlos”, advirtió en el restaurante semi vacío donde veríamos riadas de personas inundando las calles antes del final del tristón partido entre el Real Madrid y el Ajax.
 Caras compungidas, sombras moviéndose cabizbajas en la ciudad lluviosa. “La gente se ha marchado para no ver más goles en su portería”, informó el maître.
 Alguien descontento saltó a señalar otro culpable: Sergio Ramos viendo la debacle desde “un palco personalizado y con unas cámaras de Amazon grabándole para un documental mientras todo se iba al garete, la Champions, la liga y la Copa del Rey”.
 Es desafortunado que la grabación de un documental sobre tu figura coincida con una debacle de tu equipo y además que siendo capitán, como lo es Ramos, no juegues.
 Que esté acompañado de su novia y sus hijos no tiene nada que ver, pero en cualquier caso el conjunto se convierte en una viñeta poco divertida.
 
La modelo y tertuliana Alba Carrillo, en Madrid.
La modelo y tertuliana Alba Carrillo, en Madrid.
Con o sin Real Madrid, se nota el ansia que anida en la prensa del corazón por crear nuevas parejas heterosexuales. Esas nuevas parejas que son su combustible. 
El exmarido de doña Letizia, Alonso Guerrero, se casa de nuevo como lo va a hacer el tenista Feliciano López. Espero que no abrumen mucho a Tamara Falcó ni a Sandra Gago, la novia a punto de boda de Feliciano, ex de Alba Carrillo.
 En una reciente entrevista, Gago reiteró que no le importa nada el pasado de Carrillo y su novio, y que su mayor problema ahora es el tamaño: si hacen boda íntima o bodorrio, “porque tenemos muchos amigos”.
 Aquella aparatosa boda de Feliciano con Alba, que ya dejaba entrever cierto carácter compulsivo de la novia, ocupó unas 20 páginas de ¡Hola! y terminó con 2.000 páginas de divorcio.
 Aunque me encanta ir a bodas grandiosas, sugeriría algo más mesurado esta vez.
 Algo menos Victoria’s secret, la célebre marca de ropa íntima femenina que en la semana de la mujer anunció que cerraría más de 50 tiendas.
Al parecer su ideal femenino, un cuerpo delgado, machacadísimo en el gimnasio y muy blanco, ha dejado de representar a mujeres más combativas y de muchos colores. 
Todo cambia.
 

Carmen Maura: “La vida ha sido dura para mí, pero ser actriz es pan comido”

A los 73 años, vuelve al teatro con ‘La golondrina’, un canto contra la homofobia y la represión. 

Tras una larga carrera se declara ermitaña y huye del glamur de su profesión.

Carmen Maura, el pasado miércoles en Madrid. En vídeo, declaraciones de la actriz.

Hay al menos dos Carmen Maura. 
 Una es aquella que se sube cada tarde a un escenario o se la admira en pantalla, la actriz fetiche de directores como Almodóvar y Álex de la Iglesia, la musa de la movida madrileña, toda una estrella en Francia, la que lleva 40 años de carrera y más de 150 películas, que no para de recibir premios, posar para fotógrafos y pisar alfombras rojas.
La otra es la Carmen Maura real, una mujer que busca la soledad y el campo y disfruta como nadie paseando con su perra Rita. “Aquella no soy no, no me reconozco. Yo soy otra. No tenemos nada que ver.
 La auténtica Carmen Maura es bastante poco sociable. Soy capaz de estar en el campo sola durante días y días. A veces pienso que podía haber sido ermitaña. 
Me identifico más con un monje que con esos actores que alardean de su carrera y sus éxitos. Tengo poco que ver con la actriz.
Hoy están aquí las dos mujeres, la intérprete de La golondrina, la función que estrena en Madrid la próxima semana, y la ciudadana cabreada con la situación política y la imagen que se da ahora de España por culpa del procés, asombrada por la falta de libertad creativa –“vamos para atrás, hoy Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón o La ley del deseo no se hubieran podido estrenar”- pero dichosa con las noticias que le llegan de la película Dolor y gloria de Pedro Almodóvar
“Cómo me alegro. Quiero que Pedro sea feliz”, exclama.
 La vida le ha hecho resistente y práctica, positiva hasta el infinito. A sus 73 años, Carmen Maura asegura que el máximo regalo de su vida ha sido el de ser actriz. 
“Ahora sí que puedo decir que hago lo que me da la gana”.
La golondrina supone su vuelta al teatro a lo grande. 
Se la ve feliz y relajada. 
Ella que empezó en este oficio en el teatro, tenía verdaderas ganas de volver a hacer gira, de ir por distintas ciudades y pueblos, haciendo y deshaciendo maletas, pasear las calles por las mañanas y encontrarse y hablar con los distintos vecinos de cada lugar. “Solo estar detrás del escenario listos para salir y escuchar los murmullos de la gente en el patio de butacas, tan diferentes de un sitio a otro, me alegra la tarde”. 
Una tarde que se funde luego con una historia sobrecogedora y valiente como es La golondrina, escrita por Guillem Clua con el dolor y la rabia tras el atentado contra la discoteca gay Pulse de Orlando, en 2016, en el que murieron 50 personas y otras 53 resultaron heridas.
 La función, dirigida por Josep Maria Mestres y en la que Maura está acompañada por Félix Gómez, se representa en el teatro Infanta Isabel de Madrid desde el próximo día 12 hasta el 5 de mayo.
Carmen Maura y Félix Gómez en la presentación de la obra 'La Golondrina', en Madrid. 
Carmen Maura y Félix Gómez en la presentación de la obra 'La Golondrina', en Madrid.
Es esta función, que narra el encuentro de una profesora de canto con un joven que desea mejorar su técnica vocal, un grito contra los silencios y los miedos que rodean la homosexualidad. 
De los protagonistas y de sus familias. “Nunca he soñado con hacer papeles o personajes determinados.
 Pero con esta obra he sentido por primera vez la necesidad de hacerla. 
Por pura responsabilidad, porque sabía que esa profesora de canto que se enfrenta a un dolor enorme tenía que ser una mujer normal y creíble.
 Sentí que ese personaje era para mí ¿Te lo puedes creer?”, interroga asombrada ella misma, a la periodista.
  “Aunque sirviera únicamente para abrir los ojos a dos personas ya merece la pena. 
He visto a tantos chicos y chicas que lo pasan mal, que no se atreven a dar el paso de salir del armario, a confesar su homosexualidad a su familia, que no pueden ir en Navidad con su novio porque su padre no lo sabe.
 No hay tanta tolerancia como nos creemos. 
 Todavía falta mucho por normalizar, sobre todo a nivel familiar. 
La gente sale emocionada de la función y yo feliz de pensar que lo que hago sirve para algo”, añade la actriz, quien todas las tardes, además, se echa un llanto liberador y sanador frente al público.
Directa y desmitificadora siempre, la intérprete de Mujeres al borde un ataque de nervios o La comunidad, asegura no sufrir nada sobre un escenario. 
“Solo cuando me olvido del texto. Pero, en realidad estoy como Pedro por mi casa.
 Me doy cuenta de que se me da bien y, además, si tiene éxito como esta obra qué más se puede pedir. El teatro sin público eso sí que es un sufrimiento”. 
Ha sido la vida la que de verdad le ha dejado arañazos de dolor, como cuando le quitaron sus hijos pequeños, o cuando una pareja le llevó a la ruina. 
“La vida ha sido dura para mí. No se me ha dado bien lo de elegir a mis parejas.
 En cambio, lo de ser actriz ha sido pan comido. Se me da bien desde pequeña.
 Mis ángeles de la guarda para resistir en la vida han sido el sentido práctico, que lo heredado de mi madre, y el oficio maravilloso de la interpretación.
 Nunca he ido por delante en las aspiraciones. Todo me ha llegado mucho antes de habérmelo imaginado”.

 

Una larguísima y exitosa carrera –cuatro Goyas, premio Donostia de San Sebastián y tres galardones de la Academia de Cine Europeo, el último a toda una carrera, entre otros muchos reconocimientos- sin pasar por el quirófano, orgullosa de sus arrugas. “Lo he tenido siempre claro.
 La única cosa que me pensé en un momento, hace ya mucho, fue quitarme tetas, pero me duró un instante.
 Lo de operarse la cara es un cuento de nunca acabar. Es una esclavitud y el resultado muchas veces es francamente negativo. Ahora me ayudan mis arrugas, porque me caen unos papeles tan divinos de viejecitas simpáticas”.
Se confiesa harta del problema que se ha desencadenado con el procés y de la situación política en España, en la que prima la descalificación del contrario. 
“No me gusta ningún político de ahora. Da la impresión de que solo luchan por el poder y su sueldo, sin solucionar ninguno de los problemas que tenemos.
 Voy a votar el próximo 28 de abril, pero todavía no tengo claro a quién”.