Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

8 ene 2019

José Sanchis Sinisterra: “Un libro de teatro es tan literatura como una novela”

Hablar de teatro en España es hablar de José Sanchis Sinisterra.
 El autor de ¡Ay, Carmela! publica ahora el primer volumen de sus obras completas, Teatro reunido 1980-1996 (editorial La Uña Rota), una oportunidad excelente para echar la vista atrás y repasar los libros que han marcado su vida.

¿Cómo fue el proceso de selección de las obras incluidas en este primer volumen de sus obras completas?

Son ese tipo de textos que uno escribe de joven.
 Para hacer la selección y el prólogo de los doce textos incluidos en este primer volumen me apoyé en Ruth Vilar, que también se encarga del prólogo. 
La primera obra que se incluye en este libro es de 1980, cuando ya llevaba más de veinte años escribiendo teatro aunque tuviera muy poca obra estrenada.
 Llevo escribiendo teatro desde los dieciocho o los diecinueve años. Hay obras que no quiero ni pensar en que se editen.

En este primer volumen de las obras hay doce textos y en el segundo, que está previsto se publique en 2020, habrá dieciséis. 
Y así y todo han quedado fuera obras que para mí han sido importantes y que son las dramaturgias de textos narrativos. 
Soy un lector no sé si compulsivo, pero sí con muchos años de vuelo.
 El relato me ha generado una gran envidia por su enorme libertad para inventarse en cada generación.
 Yo intentaba ya en los 70 y 80 darle esa libertad adaptando para el teatro obras narrativas.  
Y pienso en novelas como Rayuela de Cortázar o Moby Dick de Melville.
 Son algunos de los textos que yo considero también obras mías.
¿Le gustaría sacarlo en un volumen aparte?

Sí, le he dado vueltas varias veces porque además es una actividad que yo sigo practicando. 
En Teatro Fronterizo lo he hecho un texto de Piglia, otro de Rulfo… El año pasado hice un texto a partir de La carta al padre de Kafka, otro a partir de las Memorias de abajo de Leonora Carrington.

¿Qué libro fue el primero que le marcó en su vida?

Tengo una especie de agujero negro en mi memoria porque sí que hubo una novela de aventuras que leí en clase de francés a los 10 años, cuando estaba en Valencia, y esa lectura concreta me indujo a, de pronto, empezar a escribir novelas.
 Se la llevé al profesor y él la leyó en voz alta.
 Ese día decidí empezar a escribir, pero no recuerdo la maldita novela que lo desencandenó todo.

Luego ha habido otros libros que me han impactado considerablemente y que han ido haciéndome prisionero de la literatura. 
Y hablo de libros que independientemente de su valor cayeron en mis manos en el momento justo.  
Podría decir que en su momento Rayuela me marcó, pero también me marcó todo el universo kafkiano y particularmente sus Diarios. El Ulises de Joyce también me creó muchos problemas porque me provocó una irritación muy estimulante sobre el discurso narrativo e incluso escribí varias versiones de un mismo capítulo a modo de experimentación.
¿Si no hubiese sido escritor qué sería?

Yo supongo que a lo que me he dedicado también, porque no hay incompatibilidad, a la enseñanza.
 Mi padre era profesor de Física, mi madre era maestra.
 Yo hice la carrera de Letras porque con las ciencias no conseguía avanzar mucho, fui el fracaso pedagógico de mi padre. 
 Pero para mí la enseñanza ha sido una actividad muy determinante porque me obliga a estar en contacto con nuevas generaciones y a compartir lo que sé. 
Sigo haciendo talleres de dramaturgia y eso me sigue alimentando.

¿Con qué autor se siente más identificado?

Con el autor que más me identifico es con Kafka, y es curioso porque él era un personaje atormentado, y yo tengo una actitud ante el mundo tan mediterránea… 
Pero desde el momento en que descubrí su humor kafkiano algo se encendió dentro de mí.
 El hecho de que semanas antes de su muerte destruyera decenas de cuadernos con obras suyas no deja de parecerme fascinante.
 Es un personaje que me atrae mucho.

¿Qué libro de otro autor le hubiera gustado escribir?

Me hubiera gustado escribir tantos. 
Pero si me haces elegir uno te voy a decir Final de partida, de Samuel Beckett, que es otro de mis maestros.
 Es una obra que cuando apareció en España no la entendimos ninguno porque en aquel momento nosotros alimentábamos la resistencia y pensábamos en ese tipo de obras…
 Cuando la leímos nos pareció teatro del absurdo. 
Pero cuando la he releído me parece una obra muy especial.


Dice que en su momento no se entendió la obra de Beckett, ¿tiene la sensación de que hay alguna obra suya que no se ha entendido?

Alguna obra como Sangre lunar no se entendió. 
Y creo que no fue tanto por el texto en sí, que reconozco que es raro, sino porque la puesta en escena tampoco ayudaba.
 El hándicap que tenemos los autores es que o bien dirigimos nosotros o bien estamos en manos de que la obra se muestre al público a través de la lectura de otros, que en muchos casos la enriquecen pero que no siempre es así.
 Como desgraciadamente la edición y la lectura de textos teatrales en España es muy escasa digamos que se juega su éxito en la puesta en escena.



La comunidad educativa pide al Gobierno que los alumnos evalúen a los profesores en la ESO


El resultado del análisis no tendría consecuencias para el profesorado, sería "meramente informativo" y serviría para elaborar planes de mejora.

 


Alumnos del IES Montserrat, del barrio de Sarriá-Sant Gervasi, en Barcelona.
Alumnos del IES Montserrat, del barrio de Sarriá-Sant Gervasi, en Barcelona.
La comunidad educativa quiere que los alumnos de la ESO, de los 12 a los 16 años, evalúen a sus profesores.
 Así lo ha acordado hoy el Consejo Escolar del Estado, que a finales de esta semana enviará al Ministerio de Educación su informe definitivo con propuestas para incluir en la nueva ley de educación.
 "Dentro de la enseñanza pública, es una medida totalmente nueva que permite analizar el sistema educativo desde la perspectiva de los estudiantes.
 Es una revolución", explica Carles López, presidente de la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (CANAE), organismo que ha presentado la enmienda, aprobada con 32 votos a favor y 29 en contra. 
La evaluación no tendría ninguna consecuencia para el profesorado, sería "meramente informativa" y serviría para elaborar planes de mejora.
El Consejo Escolar del Estado —órgano consultivo del Gobierno integrado por profesores, alumnos, familias, representantes de las escuelas concertadas y privadas y miembros de la propia Administración— se ha reunido hoy para votar las 500 enmiendas presentadas por los diferentes grupos; solo 122 han salido adelante. Su informe es preceptivo y no vinculante, lo que quiere decir que el ministerio tendrá que estudiarlo pero no es obligada su aplicación. "Ha sido un pleno en el que se ha visto que había posturas muy diferenciadas, pero ha transcurrido con normalidad y un trabajo muy intenso", se felicita José Antonio Martínez, miembro del consejo. 
"La comunidad educativa ha dado muestra de que, a pesar de las discrepancias, se dialoga". 
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El arcoíris que pintan las series........................... Natalia Marcos

El debate sobre el tono homófobo de 'Friends' está abierto. ¿Cómo ha cambiado el retrato del colectivo LGTBQ en la ficción televisiva?.

Fotograma del episodio de 'Friends' en el que dos mujeres se casan, emitido en enero de 1996. Fotograma del episodio de 'Friends' en el que dos mujeres se casan, emitido en enero de 1996

En 2004, tras 10 temporadas, Friends se despidió en la cadena NBC dejando atrás una serie que marcó época y al grupo de amigos más mítico de la televisión.
 Han pasado 14 años desde entonces, pero las vidas de Rachel, Monica, Phoebe, Ross, Joey y Chandler siguen despertando interés y alimentando debates.

La televisión ha cambiado y también sus espectadores, pero Friends permanece como una de las comedias más populares —es una de las series más vistas en Netflix—, y no solo por la nostalgia. Muchos espectadores que no la vieron en su momento se están acercando a ella ahora
Y han descubierto un programa que, como con los productos culturales, es hijo de su tiempo, con todo lo que eso conlleva.
 En un vídeo titulado Homophobic Friends, la cineasta Tijana Mamula recopiló en 2011 muchos de los chistes y situaciones homófobas de la serie.
 Y no son pocos: el vídeo, disponible en YouTube, dura casi una hora. 
La exmujer lesbiana de Ross o el padre transgénero de Chandler dan lugar a recurrentes chistes poco apropiados. 
 Sin embargo, la periodista Kelsey Miller defiende en su libro I’ll Be There For You. The One about Friends (Hanover Square Press) que esas bromas son fruto del momento social en el que se emitió la serie.
Miller destaca en su libro que en Friends se vio la primera boda entre dos mujeres en horario de máxima audiencia en Estados Unidos. 
Fue el 11 de enero de 1996, en el capítulo que recogía el enlace entre Carol, exmujer de Ross (y madre de su hijo), y Susan, un episodio que fue visto por casi 32 millones de espectadores en directo.
 La cadena NBC, temerosa de la reacción del público, contrató personal extra para atender la centralita en previsión de un aluvión de llamadas de protesta.
 Pero solo dos personas llamaron para quejarse.
La de Friends no fue la primera boda entre personas del mismo sexo en la televisión estadounidense.
 En 1991, la serie Roc, sobre una familia negra residente en Baltimore, mostró el enlace de un tío de la familia que acababa de salir del armario y que dejaba en evidencia la incomodidad del protagonista ante la situación.
 En diciembre de 1995, otra comedia, Roseanne, mostró la boda de un conocido de la protagonista con su pareja hombre en un capítulo con constantes bromas homófobas. 
En el caso de Friends, David Crane, uno de los creadores, aseguró: “No intento que los espectadores se sientan cómodos ni incómodos. Los homosexuales tienen vidas, como cualquiera. 
Y esas bodas son parte de ello”. Como dice Kelsey Miller, el episodio de la boda gay en Friends “se alza como un incómodo recordatorio de un tiempo, no hace tanto, en el que los chistes sobre gais eran mucho más aceptados en la pantalla que la propia gente gay, por no hablar del matrimonio homosexual”.
Mucho han cambiado las cosas desde entonces para los personajes LGTBQ (Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales y Queer —poco usual, en inglés—) en la pequeña pantalla, tanto en el número como en la forma en la que son mostrados.
 El último informe anual de GLAAD (siglas en inglés de la Alianza de Gais y Lesbianas contra la Difamación) correspondiente a la temporada 2018-2019 y publicado el 25 de octubre recoge que en EE UU el 8,8% de los personajes con presencia regular en series de prime time de los principales canales en abierto pertenecen al colectivo LGTBQ. 
Es el porcentaje más alto desde que GLAAD comenzó a hacer este informe hace 14 años. 
“Mientras se debaten políticas anti-LGTBQ, las historias y personajes televisivos son más importantes que nunca para el entendimiento y la aceptación”, dice la presidenta de GLAAD, Sarah Kate Ellis. 
El informe resalta que en 2018 se ha hecho historia con la emisión de la serie con el mayor número de personajes transgénero (Pose, creada por Ryan Murphy)
Además, destaca la incorporación a la ficción Supergirl del personaje de Dreamer, interpretado por Nicole Maines, que en esta temporada está narrando su camino para convertirse en la primera superheroína transgénero.
El recorrido hasta aquí está marcado por hitos memorables.
 Uno de los más recordados es la salida del armario de la protagonista de Ellen, interpretada por Ellen DeGeneres
 El 30 de abril de 1997 se emitió el episodio en el que Ellen Morgan (el personaje de ficción) aceptaba su condición sexual y la hacía pública ante 44 millones de espectadores. 
La emisión había levantado gran expectación tras la salida del armario, dos semanas antes en la portada de Time, de la propia DeGeneres. 
El capítulo ganó el Emmy al mejor guión de comedia. 
Un año después, en 1998, arrancó Will & Grace, comedia sobre un abogado homosexual y su mejor amiga, heterosexual. 
La producción de NBC se mantuvo ocho temporadas y regresó en 2017 (ahora se emite su décima temporada).
 Su relevancia ha sido tal que el exvicepresidente de EE UU Joe Biden dijo en 2012, al apoyar el matrimonio gay: “Will & Grace hizo más por educar al público estadounidense que casi cualquier otra cosa”.
 
En las series españolas, la situación de los personajes LGTBQ ha cambiado también mucho en poco tiempo.
 Como explica Beatriz González de Garay, profesora de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Salamanca y miembro del Observatorio de los Contenidos Audiovisuales, “la homosexualidad en la ficción pasó de estar oculta a estar arrinconada en los márgenes, antes de saltar al primer plano;
 ahí la sociedad tuvo que confrontarla y por último, hoy, aceptar que está dentro de ella”. 
González de Garay destaca que en los años noventa empieza en la televisión española “el discurso de la tolerancia” en las series, con personajes de clase media alta, jóvenes, atractivos, como los que interpretaron José Conde en Médico de familia o Alejo Sauras en Al salir de clase.
 Con el cambio de siglo y la legalización en 2005 del matrimonio homosexual en España, el peso argumental de los personajes gais ya no recae en su orientación sexual, sino que es una característica más. 
 Serían los casos de Mauri (Luis Merlo) y Fernando (Adriá Collado) en Aquí no hay quien viva, o de Maca (Patricia Vico) y Esther (Fátima Baeza) en Hospital Central.
 A partir de 2010, González de Garay destaca la búsqueda de una “diferenciación con respecto al modelo integrador heteronormativo y hegemónico”, con personajes con rasgos positivos y negativos, diferentes etnias, edades más avanzadas…, como en Vis a vis o Élite.
Según un estudio de González de Garay y Juan Carlos Alfeo, solo el 2% de los personajes de las series españolas emitidas en abierto en horario de máxima audiencia son homosexuales y solo hay un personaje transexual (Alba Recio en La que se avecina).
Aunque desde aquella boda de Friends se ha recorrido mucho en la representación del colectivo LGTBQ, todavía quedan capítulos por escribir.

Para esta profesora especializada en estudios de género y diversidad sexual en la ficción televisiva, España ha ido a la zaga con respecto a EE UU en la representación de la realidad ­LGTBQ, “pero ha recorrido mucho camino en relativamente poco tiempo”. En los dos países la industria televisiva ha evolucionado de forma similar: 
“Los primeros ejemplos estaban fuertemente estereotipados y los personajes tenían intervenciones episódicas o secundarias, y después se fue transitando hacia imágenes más positivas, mayor diversidad y peso narrativo”.

 

 

La ficción española sobre el narco despega................. Juan Carlos Galindo

Con una mirada que bebe de la realidad local y se alimenta del periodismo, literatura y televisión se suman a una tendencia global.

 

Luis Zahera y José Coronado en una escena de la serie 'Vivir sin permiso'. En vídeo, tráiler de 'Vivir sin permiso'.
De Algeciras a las Rías gallegas España es el gran punto de entrada de la droga en Europa.
 Del silencio y la impunidad de los años ochenta y las grandes operaciones judiciales posteriores se ha pasado a un narcotráfico globalizado y local al mismo tiempo, expansivo y poblado de personajes de película como el clan de Los Castaña en Campo de Gibraltar.
 Una realidad infrarrepresentada en la ficción española, que, salvo contadas excepciones, prefería mirar a países con una intensidad criminal menor –piensen en la moda de la novela negra nórdica– o a Estados Unidos.
 Hasta ahora.
¿Qué ha cambiado? La fuerza de un nuevo relato periodístico que ha permeado las fronteras de la ficción y el interés por fenómenos locales han colocado el relato sobre el narcotráfico en España en la pista de despegue. 
Su desarrollo es distinto en el cine (escaso, con excepciones como El niño), la literatura (incipiente) o la televisión (más consolidado). ¿Moda pasajera o tendencia llamada a permanecer?
 Hablamos con escritores, productores y expertos para saber hacia dónde va el fenómeno.
“El abrumador éxito de Narcos ha distorsionado un poco la percepción que se pueda tener.
 Siempre ha habido series y películas sobre droga y crimen porque el conflicto que plantean es un caladero inagotable.
 Quizá lo novedoso ahora es que las narcoseries han puesto el acento en las particularidades locales del narcotrafico, como ocurre con Fariña”, asegura Aitor Gabilondo, responsable de series como El príncipe o Vivir sin permiso, basada en un texto homónimo de Manuel Rivas (publicado por Alfaguara) y una prueba sólida de la retroalimentación entre esas dos expresiones. 

“Hay una relación de fecundación por la que detrás de cada serie hay un embrión literario.
 Es un camino de ida y vuelta.
 Las series, en vez de sepultar la literatura nos obligan a ir más allá”, afirma el escritor gallego, uno de los primeros en llevar a sus páginas esta realidad.

Una ventaja del narco tal y como se trata ahora en la ficción es que entra de lleno en la relación entre el dinero y el poder y la corrupción que de todo ello se deriva, algo con lo que el público español está muy familiarizado. 
“Los productores se han puesto a mirar a la realidad, le han dado la mano al periodismo, que es lo que lleva pasando mucho tiempo en otros países y que en España parecía una asignatura pendiente”, asegura Nacho Carretero, periodista de EL PAÍS y autor de Fariña (Libros del K.O).
En la realidad se ha producido un cambio del que sí ha sabido sacar rédito la literatura, obligada a paliar un déficit arrastrado desde hace tiempo. 
“Ya no es fácil reconocer Algeciras o La Línea en esa mirada casi romántica, de delincuentes y aventureros al estilo de El Vaquilla, que propone Arturo Pérez- Reverte en La reina del sur [una de las novelas pioneras en la narcoficción española].
 Tras la crisis económica, el Campo de Gibraltar ha evolucionado hacia una realidad criminal más sofisticada y más cruel en su esencia, con grupos jerarquizados, redes clientelares, enfrentamientos abiertos con la policía... 
El narcotráfico se ha transformado en un problema más complejo, inspira historias distintas y demanda un tratamiento literario diferente”, afirma Jerónimo Andreu, que debuta en la novela con En el vientre de la roca (Salamandra), un potente thriller sobre el narcotráfico en el sur del país.
Es cierto que la televisión había tratado ya este tema –no se olvide, por ejemplo, el abrumador éxito comercial de Sin tetas no hay paraíso– pero no con el enfoque, la intensidad o el prestigio con que se hace ahora.
 “Hay series recientes que tratan el tema con una vocación mucho más realista y cercana y que no se desarrollan en Madrid, sino en lugares poco frecuentados por la ficción española.
 Situarlas en Ceuta, Barbate o la costa gallega les da un autenticidad que hace que el producto final sea más atractivo, tanto local como internacionalmente”, reflexiona Concepción Cascajosa, profesora de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III. 
¿Qué pasaba hasta ahora? 
“En España ha habido un déficit y un desenfoque. 
Nos ha faltado coraje a los que escribimos para adoptar la mirada insurgente”, reflexiona Rivas, quien ha reflejado los efectos del narco en Galicia en novelas con un toque poético cercano al realismo mágico como Todo es silencio (Alfaguara).
 “No sé si la infrarrepresentación tiene que ver con esas realidades o con la inhibición de los autores.
 En la historia de España hay un conflicto colonial con decenas de miles de muertos y apenas hay media docena de libros de cierto porte literario sobre la guerra de Marruecos.
 Con el narco ha pasado algo parecido”, incide Lorenzo Silva, quien en en su última novela, Lejos del corazón (Destino) lleva a su pareja de guardias civiles, Bevilacqua y Chamorro, al Campo de Gibraltar y sus alrededores para reflejar el panorama criminal y la sociedad desestructurada de la zona.
Un hombre con una camiseta con el rostro de Pablo Escobar en Medellín.
Un hombre con una camiseta con el rostro de Pablo Escobar en Medellín. AFP/Getty Images
Se puede dar la paradoja de que esta explosión temática se dé con retraso y que el público español se canse por el camino, merced a producciones foráneas y libros que ya abordan el tema. ¿Hay hartazgo? 
“Parece evidente que la literatura de ficción y no ficción es un referente cada vez más claro para la ficción televisiva, no sólo en España sino en todo el mundo”, afirma, sin embargo, Cascajosa. "Llegará un momento en que casi todo esté contado y el foco de interés se traslade a otros asuntos. 
Pero ahora mismo todo lo relacionado con el narco genera un interés bestial", sentencia Carretero.

 Con el auge literario del true crime, el buen estado del periodismo de largo aliento y las miradas del mundo criminal global puestas en las oportunidades que ofrece España no parece que la veta esté agotada. 
Y falta una película que produzca el impacto de Fariña o un libro que cautive y denuncie como El poder del perro
La realidad, testaruda, seguirá ahí cerca.