La imagen es devastadora. El Partido Animalista PACMA ha compartido en Twitter el brutal ensañamiento de un supuesto cazador contra un zorro.
En
el vídeo, que ha provocado la consternación de miles de personas en las
redes sociales, un tipo armado con una escopeta encuentra a un pequeño
zorro entre los matorrales cercanos a un campo cultivado. En ese
momento, comienza un auténtico infierno para el animal, que es apaleado,
lanzado por los aires, pateado y pisado hasta la muerte por un
individuo a quien se escucha gozar con la salvajada.
"Espera, espera, déjalo", comienza diciendo el supuesto cazador, justo
antes de empezar a golpear con la escopeta al zorro: "Esto es lucha
libre, hermano", se acierta a entender al individuo, que muestra al
animal que tiene una pata amputada, probablemente por una trampa de
caza. Muchas asociaciones y páginas web de caza
han mostrado su indignación ante la actitud de este supuesto cazador,
argumentando que "esto no tiene nada que ver con la caza" y difundiendo
la imagen del protagonista del aberrante vídeo: "Los cazadores somos los
primeros que vamos a denunciarle por todas las vías que nos sea
posible", sentencian. Sin embargo, uno de los más críticos, no
sólo con el agresor del zorro, si no también con la "infame legislación
española", ha sido el escritor y académico Arturo Pérez-Reverte, reconocido defensor de los animales. Su argumento es tan real como desolador:
"Según
la infame legislación española, este abyecto animal, aunque sea
identificado por la Guardia Civil, se irá de rositas, con sólo una multa
que posiblemente ni siquiera pague", afirma.
El
conjunto de 429 obras, prestadas gratis desde 2002, se expone en el
mismo museo que la adquirida por el Estado a Heinrich Thyssen-Bornemisza.
El próximo sábado 30 de diciembre se vencía el último plazo dado por Carmen Cervera
para mantener su colección de 429 obras depositadas de manera gratuita
en el Thyssen desde 2002 por 12 años, y ambas partes han decidido darse
tres meses más de plazo para rematar la negociación.
Era el enésimo
aplazamiento conseguido el pasado 18 de junio en una reunión secreta
celebrada en el propio museo en la que participaron la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, el ministro de Cultura, José Guirao, y la propietaria de las obras, Carmen Thyssen. El cambio de fecha se debe a la necesidad de más tiempo para estudiar
el tema por parte del Ministerio de Cultura y de los representantes
legales de Carmen Cervera, MA Abogados, el despacho de Ángel Acebes y
José María Michavilla. En conversación telefónica, Carmen Thyssen
aseguró que sobre la mesa no existe la petición de 9 millones de euros
anuales en concepto de alquiler, según se había publicado en algún medio
de comunicación. Fuentes de Cultura ratificaron la versión de la
baronesa. La colección de Carmen Cervera procede en su mayor parte de la
herencia que obtuvo al enviudar del barón Thyssen. Son obras que nada
tienen que ver con la que fue adquirida por el Estado español a Heinrich
Thyssen-Bornemisza en 1993, en una operación por la que se pagaron 350
millones de dólares a cambio de 775 obras maestras que datan de los
siglos XIII y XIV hasta las últimas décadas del XX. Las piezas propiedad de la baronesa depositadas en el Thyssen y
expuestas en el Palacio de Villahermosa desde 2004 tienen en su núcleo
central obras maestras de Canaletto, Fragonard, Courbet, Boudin, Monet,
Sisley, Renoir, Degas, Rodin, Matisse, Picasso o Kirchner y la joya de
la corona, el célebre Mata Mua (1892) de Paul Gauguin. En
origen, ese legado sumaban 655 obras, una cantidad que se ha ido
mermando a la vez que Carmen Thyssen abría nuevos museos con su nombre y
trasladaba allí pinturas españolas. Tiene museos en Málaga, San Feliú
de Guixols y Andorra. Desde 2002, año de la formalización del depósito, Carmen Cervera
consiguió una ampliación del edificio, el Palacio de Villahermosa, para
exhibir sus pinturas en óptimas condiciones. El mantenimiento, estudio y
conservación han corrido a cargo del Estado y ha supuesto una
revalorización permanente del conjunto sin que a ella se le exigiera
ninguna contrapartida a largo plazo. Siempre con la autorización del
Patronato del museo, del que ella es vicepresidenta vitalicia y cuenta
con cuatro representantes permanentes, la baronesa ha podido prestar,
cambiar y mover piezas según sus necesidades. Gracias a que el acuerdo
de depósito le autoriza a vender hasta el 10% de su colección, Carmen
Cervera se desprendió en 2012 de una de las joyas de su colección
pretextando falta de liquidez: La esclusa, de John Constable
fue subastada en la sede londinense de Christie’s por 27,89 millones de
euros con el disgusto de parte del patronato. Después habló de la
posibilidad de desprenderse también de Caballos de carreras en un paisaje (1894), pastel sobre papel de Edgar Degas, El puente de Charing Cross en Londres, de Monet, e incluso el emblemático Mata Mua (1892) de Paul Gauguin. No llegó a venderlas.
La negociación que Carmen Thyssen ha mantenido con los responsables de
Cultura a lo largo de estos años ha pasado por Mariano Rajoy, Pilar del
Castillo, Carmen Calvo, César Antonio Molina, Ángeles González-Sinde,
José Ignacio Wert, Íñigo Méndez de Vigo y José Guirao. Siempre ha dicho
que se entendió muy bien con Rajoy y con Carmen Calvo, la vicepresidenta
actual del gobierno y la única que llegó a hacer una oferta de compra
de la colección que fue rechazada por la baronesa.
Cada uno puede creer en lo que quiera hasta que le dé la gana.
Cuando éramos críos y teníamos dos semanas largas de vacaciones entre
el viernes antes de la Lotería y el lunes después de Reyes, estos días
tontos entre Nochebuena y Nochevieja, y luego entre Año Nuevo y la
Cabalgata, eran casi mejores que las fiestas. Si hubiera una época —o un
estado de ánimo, que al final es lo mismo— a la que volver en tiempo de
zozobra, una elegiría esa bendita tregua entre el hartazgo del primer
empacho de polvorones y la ilusión de saber que el verdadero turrón
estaba aún por llegar enseguida. Esos días eternos en los que te
levantabas tarde, hacías los deberes en pijama, comías protestando el
hervido que ponía tu madre para desengrasar las comilonas, salías a la
calle con la emoción de las vísperas de algo grande, y te ibas a la cama
con la certeza de que nada malo podía pasarte en la vida. Esa paz. Ese
abandono. Esa confianza ciega . Ese ser feliz sin saber que lo eras. Esa
sensación de estar en casa que nunca más vuelves a tener por muchas
casas y cosas que tengas. Esos eran, son, los verdaderos Reyes. Vale, estoy floja. Me pasa todos los años desde que soy huérfana y madre
al tiempo. Oscilo entre el ataque severo de hiperglucemia y la amarga
tendencia a meter la cabeza bajo el ala a esperar a que escampe el
espíritu navideño. Por eso entiendo tanto a ese padre que ha creado una web para demostrarle a su hija de 10 años que los Reyes Magos existen,
como al presidente Trump, que ha tenido la bilis de preguntarle a un
niño de siete si aún sigue creyendo en Santa Claus, rompiéndole el mito
para siempre. Un iluso y un cenizo, en el mejor y el peor sentido de la
palabra. Entre ambos extremos se debate una estos días. Dicho esto, cada
uno puede creer en lo que quiera hasta que le dé la gana. Los mayores
también creemos que con unos chutes de ácido en la jeta o un injerto de
pelo en la calva vamos a ser más felices y nadie nos dice nada. Hasta
2019.
Estas son las ficciones más destacadas por el crítico de EL PAÍS este año.
Carlos Boyero,
crítico de cine de EL PAÍS, realiza un recorrido por algunas de las
películas que más “magia, emoción y entretenimiento” le han producido en
2018. Cuatro de ellas españolas: Carmen y Lola, Campeones, El reino y Petra.