Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

19 nov 2018

El aire de Chanel...........................Paul Morand

El aire de Chanel

Portada
Invierno de 1946. Saint-Moritz, Suiza.
 Dos viejos amigos Paul Morand y Coco Chanel , se encuentran casualmente. 
El fragor de la guerra ha puesto fin al deslumbrante mundo donde ejercían sus peculiares talentos en un ambiente desenvuelto y cosmopolita. París ha dejado de ser una fiesta. Desde allí se mira con prevención a estos dos personajes, a quienes se reprocha su actitud durante la Ocupación. Voluntariamente exiliada, «inactiva, por primera vez sin arreglar, mordiéndose los labios», Coco Chane l, fumando incansablemente, desgrana sus furias y sus recuerdos frente a su compañero, que se ocupa de anotarlos al regresar a su habitación. El aire de Chanel , aparecido en 1976, fue el útimo de los libros de Morand. Él y Coco se habían conocido en 1921, compartían el mismo círculo de amistades, Jean Cocteau, Erik Satie, Pablo Picasso, Igor Stravinsky, el matrimonio Sert

Sobre el autor (1999)

Nació en París en 1888. Realizó estudios de derecho y desde muy pronto se dedicó a la diplomacia, que ejerció en Londres, Roma y Madrid. 
Bajo el Gobierno de Vichy fue nombrado embajador en Bucarest, y en 1944 fue «depurado» y forzado a abandonar la carrera diplomática. 
Brillante hombre de mundo, viajero infatigable y celebrado escritor, su obra literaria se compone indistintamente de novelas, relatos, poesías, piezas dramáticas, ensayos, crónicas y reportajes inspirados en sus numerosos viajes. 
En 1968, y después de dos intentos frustrados, ingresó en la prestigiosa Academia Francesa.
 Falleció en París en 1976.

Antonieta, 1900-1931
Fabienne Bradu
Vista de fragmentos - 1991

Vivan las series dramáticas de media hora

Frente a la tendencia a estirar los capítulos más allá de la hora de duración, 'Homecoming' o 'Sorry for your loss' aciertan con entregas más cortas.

Julia Roberts, protagonista de 'Homecoming'.
 
 

Lo bueno, si breve, dos veces bueno. 

Y también en televisión. En una era en la que la cantidad de series producidas es cada vez más inabarcable, el tiempo disponible del espectador (y su paciencia) es cada vez menor.

 A la hora de elegir qué serie ver, no es raro que un factor que se tenga en cuenta es el tiempo del que se dispone. 

No es fácil encontrar hora y media para dedicarle a The Romanoffs (y menos aún si te encuentras con un desastre soporífero como algunos de los últimos episodios emitidos; pero de esto ya hablaremos otro día...). A veces, menos es más.

 

Dos títulos estrenados recientemente demuestran que el formato de los 30 minutos también puede funcionar en los dramas televisivos. De hecho, se agradece. 
El más reciente es Homecoming, con Julia Roberts como protagonista estelar en Amazon Prime Video. 
Con ritmo de thriller pausado y aires hitchcocknianos, la serie muestra el esfuerzo de Sam Esmail (creador de Mr. Robot) por dotar a sus creaciones de una personalidad estilística y visual. Basada en un podcast de ficción de mismo título, la narración está contada en dos tiempos: el pasado, que se desarrolla mientras que está en marcha una agencia gubernamental que ayuda a militares estadounidenses a reincorporarse a la vida civil, y el presente, en el que la psicóloga que interpreta Julia Roberts ha cambiado totalmente de vida y es interrogada por un trabajador del Departamento de Defensa por su pasado y su relación con uno de sus pacientes.
 En esta última línea temporal, el formato de la imagen cambia del panorámico a uno cuadrado.
El hecho de que sus capítulos no pasen de los 30 minutos haga que el espectador no se entere de qué va la cosa hasta que no ha visto dos o tres episodios. 
Pero una vez entrados en harina, cuando ya se empieza a intuir que algo raro ha ocurrido y la clave está en, precisamente, descubrir qué ha sido, la duración reducida de las entregas hace que se pueda consumir de forma ligera mientras la acción va ganando velocidad. La historia contada en los 10 capítulos que componen su primera temporada —ya está confirmada una segunda— no necesitaba más tiempo, y la duración de la serie se convierte en un activo más junto a las solventes interpretaciones, los cuidados planos marca de la casa de Esmail y la banda sonora, con composiciones de clásicos del cine de los años setenta. 

Vivan las series dramáticas de media hora
Facebook Watch estrenó en septiembre su primera serie potente, Sorry for your loss, que presentó en el festival de Toronto y tiene a Elizabeth Olsen como protagonista. Y también apostó por capítulos de 30 minutos.
 Este intenso drama sigue el proceso de duelo de una joven (Olsen) tras la reciente muerte de su marido. 
En el camino irá descubriendo que quizá no le conocía tan bien como pensaba mientras el resto del mundo trata de convencerla de que está lista para seguir adelante con su vida.
En este caso, tiene sentido doblemente que los episodios sean de una duración más breve de lo habitual.
 Por un lado, está el hecho de que sea Facebook la plataforma que produce la serie y donde se va a consumir, posiblemente en el ordenador o en dispositivos móviles.
 Por otro, la alta carga emocional y dramática de la historia, que ahonda en temas tan duros como el proceso del duelo y la depresión, se digiere mejor en dosis pequeñas. 
El resultado es una buena historia, tratada con cuidado (al final de algunos episodios se incluye un aviso con información para quienes sufran depresiones) y que genera interesantes reacciones y conversaciones al hilo de cada capítulo.
 Porque Facebook es una red social y con sus series busca también generar conversación entre sus usuarios. 
[Un apunte: para encontrar la serie solo hay que entrar en Facebook y buscarla en su buscador. En la página de la serie están todos sus capítulos, en inglés con subtítulos en varios idiomas, español incluido]. 


Homecoming y Sorry for your loss se suman así a otros dramas que ya se desarrollaron en capítulos de media hora como la muy recomendable In Treatment, la gran primera temporada de The Girlfriend Experience (la segunda bajó el nivel) o la demasiado irregular Room 104 (que ha regresado recientemente con una segunda temporada), además de dramedias como Transparent o Atlanta
 Los dramas de 30 minutos son posibles y pueden ser muy buenos. Además, los adictos a las series les agradecemos eternamente que existan.

El perfume Novela de Patrick Süskind Resultado de imagen de El Perfume Novela Al 91% le ha gustado este libro Usuarios de Goog Autor: Patrick Süskind Premio Mundial de Fantasía a la mejor novela

El perfume: historia de un asesino es la primera novela del escritor alemán Patrick Süskind, publicada en 1985 bajo el título original Das Parfüm, die Geschichte eines Mörders. Inmediatamente se convirtió en un best-seller, traducido a más de cuarenta lenguas en todo el mundo.

El perfume, dividido en cuatro partes y cincuenta y un capítulos, transporta al lector a un mundo con el que no está familiarizado, "el evanescente reino de los olores", a través de su protagonista, Jean-Baptiste Grenouille (grenouille significa rana en francés). 

El libro

El perfume ha sido traducido a 46 idiomas y ha superado los 153 millones de ejemplares vendidos.
 La mayoría de las ediciones muestran en la portada la misma imagen: un detalle de la pintura Jupiter y Antíope de Antoine Watteau.1
 La axila desnuda de Antíope simboliza la seducción por medio del olor corporal.
 Gracias al libro, la imagen ha alcanzado en todo el mundo fama considerable.
 Una excepción la constituye la edición de bolsillo de los Estados Unidos, donde está prohibido representar un pezón desnudo de mujer. 

El perfume. Ed. Lujo

Quizá los olores evoquen el privilegio de la invisibilidad. 
Antes del tacto, sucede el olor, como mensajero de una esencia que sabe desaparecer en el aire y ser agente de un gran poder.
 La seducción que despliega el olor es implacable: se instala en nosotros y sella su poderío en los tejidos de la memoria.


18 nov 2018

El guardián de las esencias de un perfume de éxito

En su libro 'El perfume perfecto', el autor Chandler Burr desvela detalles de una industria que mueve miles de millones de euros anuales.

Tarros de esencias de perfumes en Amán, Jordania.
Tarros de esencias de perfumes en Amán, Jordania. Getty Images
Desde el éxito que supuso la fragancia Glow, a la que Jennifer Lopez dio cara en 2002, el número de perfumes con nombre de estrellas populares han proliferado.
 Pero, ¿hasta qué punto están estos artistas involucrados en el proceso? Como relata el crítico de perfumes estadounidense Chandler Burr en su nuevo libro, El perfume perfecto (Editorial Superflua), la implicación de los famosos durante el proceso suele ser mínima.
 Naturalmente los acuerdos entre la estrella y la empresa suele variar, pero la norma general es una libertad de creación absoluta por parte de la compañía que solicitó el acuerdo.
 
Desde el éxito que supuso la fragancia Glow, a la que Jennifer Lopez dio cara en 2002, el número de perfumes con nombre de estrellas populares han proliferado.
 Pero, ¿hasta qué punto están estos artistas involucrados en el proceso? Como relata el crítico de perfumes estadounidense Chandler Burr en su nuevo libro, El perfume perfecto (Editorial Superflua), la implicación de los famosos durante el proceso suele ser mínima. 
Naturalmente los acuerdos entre la estrella y la empresa suele variar, pero la norma general es una libertad de creación absoluta por parte de la compañía que solicitó el acuerdo.
Burr cuenta en el libro que un día tuvo acceso a uno de los contratos que firmó Paris Hilton para crear una fragancia con su nombre. 
En el documento se estipulaba que la heredera hotelera debía aprobar entre dos fragancias finales, el diseño de la botella, el packaging y demás adornos, pero que “la aprobación no sería desestimada sin ser razonada”. 
Si bien el estadounidense no pudo corroborar que el contrato fuera verídico, miembros de la industria le confirmaron que es representativo de lo que sucede en el día a día, lo que implica que los artistas con contratos similares tienen “cero” implicación en el proceso.
La industria del perfume mueve miles de millones de euros anuales y muestra un crecimiento continuo.
 Según los datos de la Asociación Nacional de Perfumería, sólo en España las fragancias facturaron 1.300 millones en 2017, una subida de un 5,4% respecto al año anterior.
 Así, encontrar un buen nombre para promocionar una fragancia es clave, pero no lo más importante.
 Desde el aroma hasta la concentración y el embotellamiento, cada detalle cuenta y cada decisión puede significar el éxito absoluto o uno de los tantos fracasos que llenan las estanterías.
La contribución creativa de los diseñadores, famosos y deportistas que sacan perfumes ha sido siempre más una cuestión de cómo montar una buena historia para un público crédulo”, señala Burr. “Como norma general sospecho que cuando alguien (póngase el nombre que se quiera) exclama que se ‘involucró mucho’ [en el proceso], es una puta mentira.
 Por lo que sé, la mayor aportación que la mayoría ha hecho es negociar su porcentaje [de ganancia]”, remata.
En el caso de las grandes casas de moda, la situación es similar. “Los aromas vendidos por Donna Karan y Christian Dior no están hechos por Donna Karan y Christian Dior. 
Son creados por empresas independientes”, afirma el también periodista en el artículo de The New Yorker que lo impulsó a escribir el libro.
 “Estée Lauder ha sido siempre celebrada por sus perfumes, pero ella no los creó, fueron creados por perfumistas profesionales. (...) Lauder era una cliente exigente e involucrada, pero decir que creó sus propios aromas es como decir que el papa Julio II pintó la Capilla Sixtina”, añade.

Estee Lauder durante la presentación de su perfume Knowing, en septiembre de 1988.
Burr cuenta en el libro que un día tuvo acceso a uno de los contratos que firmó Paris Hilton para crear una fragancia con su nombre.
 En el documento se estipulaba que la heredera hotelera debía aprobar entre dos fragancias finales, el diseño de la botella, el packaging y demás adornos, pero que “la aprobación no sería desestimada sin ser razonada”. 
Si bien el estadounidense no pudo corroborar que el contrato fuera verídico, miembros de la industria le confirmaron que es representativo de lo que sucede en el día a día, lo que implica que los artistas con contratos similares tienen “cero” implicación en el proceso.
En la actualidad, la creación de un perfume suele empezar con un brief, una pequeña descripción conceptual que sirve como inspiración y punto de partida.
 Por ejemplo, para J’Adore, “los creativos de la casa Dior simplemente pidieron a la perfumista Calice Becker crear un aroma ‘sexy como los stilettos y cómodo como un par de zapatos Tod’s (y Becker creó un bestseller multimillonario)”, cuenta Burr.
 

Charlize Theron, en una campaña de J'Adore para Dior.
Charlize Theron, en una campaña de J'Adore para Dior. G3online
Sin embargo, estas líneas conceptuales que deberían guiar al perfumista en la dirección deseada, muchas veces logran la reacción contraria al limitar al experto e incluso confundirlo. “Básicamente —explica en el libro una figura de la industria francesa— los briefs de hoy son: 
‘Quiero algo para las mujeres’ Vale, ¿qué mujeres? ‘¡Mujeres! Todas las mujeres!
 Debe hacerlas sentir más femeninas, pero fuertes y capaces, aunque no demasiado, y tiene que funcionar en Europa, pero también en Estados Unidos, pero en especial en el mercado asiático, y tiene que ser nuevo y clásico deben adorarlo las mujeres jóvenes y las mayores también deben amarlo”, relata el crítico.

Con una clara identidad de la fragancia en mente se empieza el proceso de la creación del aroma y su concentración.

 Esta última es muy importante: si es muy suave, el olor se desvanece rápidamente; si es muy fuerte, puede llegar a ahogar a la persona que lo usa y a todos a su alrededor.

 Según el diario The New York Times, los perfumes suelen estar divididos en cinco grupos de acuerdo a su concentración: el Pure perfume es el que más perdura, ya que tiene entre un 15% y un 30% de aceite de perfume; el segundo (y el más utilizado) es el Eau de parfum, con una concentración entre el 15% y 20%, que permite mantener el aroma todo el día sin traspasarlo a otra persona a través de un abrazo; el tercero es el Eau de toilette, con una concentración del 5% al 15%; la Cologne, a menudo confundida con el perfume masculino, utiliza más alcohol y una concentración del 2% al 4%, y dura menos en la piel; y finalmente el último grupo lo compone el Eau de cologne, con una mínima concentración de 1% a 3%, mezclado con alcohol y agua, un aroma refrescante.

Una vez encontrada la mezcla de aromas deseada, llega el momento del marketing
 Hoy en día la publicidad de un perfume suele ser determinante en su éxito o fracaso, por lo que el presupuesto destinado a esta parte del proceso suele superar las decenas de millones de euros.
 Pero si se juegan bien las cartas, los beneficios pueden ser enormes.
Una industria que el propio Burr describe como “una de las más aisladas, glamurosas, extrañas, paranoicas, idiosincráticas, irracionales y lucrativas del mundo”, y que en el fondo juega con los aromas y los recuerdos que éstos traen para crear una fantasía. O como diría Jean-Claude Ellena, uno de los perfumistas más reconocidos del mundo, “una ilusión que es más fuerte que la realidad”.