Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

3 nov 2018

la misteriosa mujer que heredó la mansión y la fortuna de Freddie Mercury?

¿Quién es y dónde está la misteriosa mujer que heredó la mansión y la fortuna de Freddie Mercury?

Mary Austin tuvo una relación de seis años con el cantante de Queen, pero fueron amigos íntimos hasta el final. 

28 años después, ella tiene gran parte de sus millones y también de sus secretos.

Freddie Mercury con su amiga (y posterior heredera) Mary Austin en el Royal Albert Hall de London en noviembre de 1985.
Freddie Mercury con su amiga (y posterior heredera) Mary Austin en el Royal Albert Hall de London en noviembre de 1985. Getty Images

Mary Austin (1951) vive en una de las casas más grandes de uno de los barrios más exclusivos de Londres, rodeada por infranqueables muros que atraen cada año a admiradores de todo el mundo. 

Pero muy poco se sabe de ella.

 Probablemente el estreno de Bohemian Rhapsody, la película sobre la vida de Freddie Mercury y la subida al estrellato de su banda Queen, arroje algo de luz sobre ella.

 Porque si vive allí es gracias a que Mercury le dejó casi toda su fortuna al morir en 1992. 

 

De Freddie Mercury sabemos mucho más. Incluso 28 años tras su muerte, su poder de convocatoria y fascinación no ha disminuido. Para algunos analistas, ha aumentado. 
De todos los discos que ha vendido Queen en Estados Unidos (más de 32 millones), la mitad de ellos han sido despachados tras la muerte de Mercury. 
Para muchos, con su desaparición nació la fascinación por la estrella muerta, ese fenómeno que hace que las ventas de un artista se eleven a la estratosfera cuando fallece.
 A Michael Jackson, George Michael o Whitney Houston les ocurrió lo mismo. 

Si Mary Austin, la mujer que Freddie Mercury consideró su "esposa", es hoy inmensamente rica es, en parte, gracias ese poder de fascinación que no cesa y que se traduce en millones de euros en derechos de autor cada año. ¿Pero cómo empezó esta historia?
Según el documental Freddie Mercury: The Untold Story (titulado en España Freddie Mercury: la historia jamás contada), Freddie y el guitarrista Brian May acudían a menudo durante los setenta a la boutique londinense Biba, centro oficial del movimiento swinging London de los sesenta, para observar a sus dependientas, famosas en la ciudad por su belleza (Anna Wintour, hoy directora de Vogue USA y la mujer más poderosa del mundo de la moda, fue empleada allí en su juventud).
 Una de ellas era Mary, a la que Freddie iba a ver a menudo a la tienda antes de que comenzasen a salir juntos.
Vivieron juntos como pareja durante seis años.
 Nunca se casaron. Mercury reveló a Austin que era gay en 1976, aunque Mary declaró que llevaba notando un comportamiento extraño en él durante dos años.
 “Sabía que no estaba siendo sincero consigo mismo”, declararía después.
Freddie Mercury y Mary Austin en una fiesta organizada en casa del primero en 1977.
Freddie Mercury y Mary Austin en una fiesta organizada en casa del primero en 1977. Getty Images
Cuando Mercury abandonó el apartamento que compartían en West Kensington, Londres, ya convertido en un cantante de fama global y millonario, le compró a Austin una casa cerca y le dio empleo como su asistente personal.
 Él se mudó a una casa en Stafford Terrace, en la que vivió antes de mudarse al que sería su último hogar, Garden Lodge. 
 Estaba cerca del apartamento de Mary.
 Según algunos, hasta podía ver la casa de Mary desde allí.

Mercury empezó a tener relaciones con hombres más a menudo. Algunas con un carácter más ambiguo (como la que mantuvo con el DJ Kenny Everett) y otras relaciones sentimentales en toda regla (con Jim Hutton estuvo desde 1985 hasta su muerte). 
Pero a Mary se referiría siempre como “mi esposa". 
"Para mí, fue un matrimonio. 
Creemos el uno en el otro. 
Todos mis amantes me han preguntado por qué no podrían reemplazar a Mary.
 Es porque es sencillamente imposible”, declaró el cantante. 
Mary Austin en una de sus escasas apariciones públicas en una fiesta en Londres en 2002.
Mary Austin en una de sus escasas apariciones públicas en una fiesta en Londres en 2002. Getty Images
Mary también rehizo su vida amorosa: tuvo dos hijos con un empresario llamado Piers Cameron. 
Del primero de ellos, Richard, Freddie fue el padrino.
 Después llegaría otro, Jamie, nacido ya tras la muerte del cantante. Pero la vida de Mary y sus dos hijos (de Piers se acabaría separando) cambió radicalmente el 24 de noviembre de 1991.
 Ese día falleció Freddie Mercury.
 En su testamento, que se haría público en mayo de 1992, se supo que dejaba a Mary su mansión de Garden Lodge, valorada en 22,5 millones de euros de la época, y la mitad de su fortuna (y futuras ganancias por derechos de autor), inicialmente valorada en más de nueve millones de euros
 
Pero hay que tener en cuenta que los miembros vivos de Queen siguen haciendo exitosas giras y hay un musical de enorme éxito sobre la banda, We Will Rock You 
. Solo en 2014, por ejemplo, se calcula que los ingresos por derechos de autor de la banda superaron los 54 millones de euros. Gran parte de estos beneficios anuales van para Mary. 
Para su pareja, Jim Hutton, Freddie dejó 560.000 euros.
 Lo mismo para su asistente personal, Peter Freestone, y para su cocinero, Joe Fanelli.
 A su hermana, el 25 por ciento restante de su patrimonio.
 A sus padres, hoy ya fallecidos, el otro 25.

Se trata de una mansión de estilo georgiano de veintiocho habitaciones con un gran jardín.
 Fue la propia Mary la que la eligió para Freddie.
 Pero lo que sería un sueño para cualquier mortal fue para Mary, según declaró en una entrevista en el año 2000, la peor etapa de su vida.
 “Los meses posteriores a la muerte de Freddie fueron los más solitarios y difíciles de mi vida. Tuve muchos problemas para aceptar que se había ido y todo lo que me había dejado”.
 Hacerse repentinamente rica y lidiar con una mansión y todo su personal no fue su único problema: como era de esperar, otros familiares y amigos de Freddie no entendieron que ella se llevase tanto.

Su madre, Jer Bulsara, que murió en 2016, concedió en 2012 –con noventa años– una tierna entrevista para el Daily Telegraph que indicaba que, al menos por su parte, no había ningún tipo de rencor por la decisión de su hijo. 
“Mary era adorable y solía venir a comer a nuestra casa”, contó a la periodista Angela Levin.
 "Me hubiera encantado que se casasen y tuviesen una vida normal, con hijos. Pero incluso cuando rompieron, yo sabía que seguía queriendo a mi chico y fueron amigos hasta el final.
 No la he vuelto a ver desde que él murió”, añadió. La siguiente pregunta del periodista es obvia: "¿Le pareció bien a la señora Bulsara que le dejase a Mary la mayoría de su herencia millonaria?".
Mary Austin sigue viviendo en Garden Lodge, la casa donde residió sus últimos años y falleció Freddie Mercury en Londres, a un paseo de la estación de metro de Earl Court.
 Se trata de un lugar de peregrinación para miles de admiradores. En los noventa los muros que rodeaban su casa se convirtieron en el mayor santuario del rock, siempre lleno de cartas, mensajes y dedicatorias (que, con gran polémica, Mary Austin retiró el año pasado debido a la presión de los vecinos de este exclusivo barrio).
“¿Por qué no? Ella era como su familia y todavía lo es”, respondió la madre de Freddie.
Mary tiene hoy 68 años y uno de los secretos mejor guardados del rock: el lugar donde esparció las cenizas del cantante de Queen.
 Las teorías son varias: que están en el jardín japonés de su mansión de Londres, que las esparció por un lago suizo donde Freddie iba en ocasiones en busca de paz, que regresaron a su Zanzíbar natal (allí nació Freddie ya que su padre trabajaba para la británica Secretaría de las Colonias)...

A este respecto, Mary guarda un silencio tan férreo como los muros que rodean la mansión que heredó de la gran estrella de rock.

 

Nunca di problemas a nadie.........................Leonard Cohen

Nunca di problemas a nadie

no podía pagar la hipoteca
y le rompí el corazón a mi chica
no podía pagar la hipoteca
y le rompí el corazón a mi chica
nunca di problemas a nadie
pero no es tarde para empezar
no quiero romper ninguna ventana
no quiero quemar ningún coche
no quiero romper ninguna ventana
no quiero quemar tu coche
tienes derecho a todas tus riquezas
pero has ido demasiado lejos
navegas por el poderoso océano
en un yate diseñado para ti
navegas por el poderoso océano
en un yate diseñado para ti
pero el océano está lleno de basura
y no vas a poder cruzarlo
nunca di problemas a nadie
soy un hombre de ley y orden
nunca di problemas a nadie
soy un hombre de ley y orden
nunca di problemas a nadie
pero de sobra sabes que puedo


Le pasa al corazón Trabajé siempre con firmeza ndo a Maral corazón arcar en doble fila La rivalidad era despiadadaandaban las mujeres No era nada, sólo negocios Pero dejó una fea marca Y aquí estoy revisitando Lo que le pasa al corazón Vendía abalorios santos Vestía con cierta elegancia Tenía un gato en la cocina Y una pantera en el jardín En la prisión de los talentosos Me llevaba bien con el guardia Y nunca tuve que ser testigo De lo que le pasa al corazón Tendría que haberme dado cuenta Digamos que el mapa lo tracé yo Bastaba con mirarla para tener un problema Un problema desde el principio Claro que hacíamos una pareja asombrosa

Le pasa al corazón

Trabajé siempre con firmeza
Pero nunca lo consideré un arte
Financiaba mi depresión
Viendo a Jesús, leyendo a Marx
Claro que falló mi pequeño fuego
Pero aún brilla la chispa
mortecina
Ve a decirle al joven mesías
Lo que le pasa al corazón
Hay una niebla de besos estivales
Donde quise aparcar en doble fila
La rivalidad era despiadada
Y mandaban las mujeres
No era nada, sólo negocios
Pero dejó una fea marca
Y aquí estoy revisitando
Lo que le pasa al corazón
Vendía abalorios santos
Vestía con cierta elegancia
Tenía un gato en la cocina
Y una pantera en el jardín
En la prisión de los talentosos
Me llevaba bien con el guardia
Y nunca tuve que ser testigo
De lo que le pasa al corazón
Tendría que haberme dado cuenta
Digamos que el mapa lo tracé yo
Bastaba con mirarla para tener un
problema
Un problema desde el principio
Claro que hacíamos una pareja
asombrosa
Trabajé siempre con firmeza
Pero nunca lo consideré un arte
Financiaba mi depresión
Viendo a Jesús, leyendo a Marx
Claro que falló mi pequeño fuego
Pero aún brilla la chispa
mortecina
Ve a decirle al joven mesías
Lo que le pasa al corazón
Hay una niebla de besos estivales
Donde quise aparcar en doble fila
La rivalidad era despiadada
Y mandaban las mujeres
No era nada, sólo negocios
Pero dejó una fea marca
Y aquí estoy revisitando
Lo que le pasa al corazón
Vendía abalorios santos
Vestía con cierta elegancia
Tenía un gato en la cocina
Y una pantera en el jardín
En la prisión de los talentosos
Me llevaba bien con el guardia
Y nunca tuve que ser testigo
De lo que le pasa al corazón
Tendría que haberme dado cuenta
Digamos que el mapa lo tracé yo
Bastaba con mirarla para tener un
problema
Un problema desde el principio
Claro que hacíamos una pareja
asombrosa
 
 

Los últimos versos de Leonard Cohen.................. Diego A. Manrique

El músico dejó previsto un libro de poemas antes de morir hace dos años. 

Una suerte de autobiografía póstuma que acompañó de letras de canciones, dibujos y apuntes sueltos. Babelia publica parte de ese material inédito en español.

Leonard Cohen, en 2001.
Leonard Cohen, en 2001.
En el prólogo explica Adam Cohen que, hacia el final, su padre se concentró en la poesía:
 “Era lo que lo mantenía vivo, su único objetivo vital”. 
Preparaba un libro al que finalmente bautizó su hijo y que fue completado por sus editores, los profesores Robert Faggen y Alexandra Pleshoyano.
 Pero, insisten, la estructura es la establecida por Leonard: una primera parte para la que eligió 63 poemas, una segunda que recogía las letras de sus tres discos finales (más las correspondientes a Blue Alert, el álbum de 2006 que grabó con su amada Anjani Thomas) y un tercer bloque extraído de sus cuadernos de notas, rematado con el discurso de aceptación del Premio Príncipe de Asturias.

Los cuadernos

Los últimos versos de Leonard Cohen

Dejad que diga a los jóvenes

dejad que diga a los jóvenes:
no soy sabio, rabino, roshi, gurú
soy un Mal Ejemplo.
a las personas con experiencia
que han caracterizado el trabajo de mi vida
como algo barato, superficial, pretencioso, insignificante:
no sabéis
la Razón que tenéis
entre las putas
hay algunas
que preferimos hacer bien el amor
y entre (aquéllas) éstas
algunas
lo hacen gratis
Yo soy una puta
y un yonqui.
si alguna de mis canciones
te hizo más fácil
algún momento,
por favor, recuerda esto.

La verdad menos el 7%

Sólo te besó
en la mejilla
y sólo te tocó la mano
dices que no pasó nada
y yo me voy a tragar tu historia
Que ese “no pasó nada” te mandó
un ramo grande (¿enorme?) de rosas
pero te agradezco que me dijeras
la verdad
La verdad menos el siete
Por ciento


Los últimos versos de Leonard Cohen
 

 

Hay algún añadido —un intercambio de correos con su amigo Peter Dale Scott—, pero podemos confirmar que estamos ante un libro querido y meditado por su autor.
 Para aumentar el lastre, insistió en enriquecer sus páginas con abundantes ilustraciones, autorretratos-del-poeta-envejecido o bosquejos de bellas mujeres.
Los deterioros de la edad, la sombra de la mortalidad, la atracción erótica son ansiedades constantes en La llama. 
 Cohen repasa con precisión sus 82 años de vida, comenzando con ‘Días escolares’: “Ondean las banderas y estandartes. / El equipo visitante está perdido. / Y ahí estoy yo en un mal asiento / enfadado por nuestra victoria. / No puedo apartar los ojos / del aleteo de su falda corta. / Estoy hablando de la animadora / que se llamaba Peggy. / Hace cuarenta y siete años de eso. / El Pasado. / Nunca pienso en El Pasado / pero a veces / El Pasado piensa en mí / y se sienta / siempre muy suavemente en mi cara”.
Nos lleva de la mano por sus grandes revelaciones, como la existencia en el Egeo: “No podía desaparecer / sin decirte / que morí en Grecia / me enterraron allí / donde el burro / está atado al olivo / siempre estaré ahí”. 
Aquel poeta que cantaba para sus amigos expatriados en la taberna de Hidra decidió componer y se fue a Nueva York para vender sus ocurrencias. 
Típicamente, allí se enamoró de la hierática vocalista de los inicios de Velvet Underground: 
“Canté para ti, Nico / tu rostro estaba en mi canción / Yo sabía lo que era la belleza / las arrugas de la luna / en tu boca / mientras yo penetraba mi canción”. No fue correspondido. 

Era el más improbable de los cantautores: tenía 33 años y pulcra vestimenta cuando ocurrió el terremoto cultural de 1968.
 Salió indemne de la experiencia: “Y entonces se oye / la voz / que es más profunda que el mundo / quizá necesites ácido para oírla, o marihuana / a mí nunca me funcionó / y eso que me tomé / (quizá) un centenar de tripis / por lo menos”.
Su nuevo oficio le proporcionó vivencias memorables. Aquí rememora el final de un concierto en España:
 “Se oyó un susurro unánime / que yo no supe entender. / El promotor me dijo que estaban coreando: / to-re-ro, to-re-ro / Una joven me llevó de vuelta al hotel, / la flor y nata de la raza. / No hablamos / y ni siquiera se planteó la cuestión / de que ella entrara en el vestíbulo, o subiera a mi habitación. / Hace poco / recordé aquel paseo de antaño, / y desde entonces, / necesito sentirme ingrávido / Pero nunca lo consigo.”

Siempre humilde, Cohen insiste en relativizar su talento musical. Durante un sueño, se imagina compartiendo escenario con Tom Waits
“Empieza su música — es muy / hermosa, original / y sofisticada — mucho mejor / que la mía — una especie de mezcla / de aspereza y dulzura / — moderna y sentimental / a la vez — incluso kitsch pero / con mucha destreza — ojalá / pudiera hacerlo yo — entonces / empieza a cantar — maravilloso —.”
Ese cortante final ayuda a recordar que Cohen no siempre fue ese entrevistado afable que brillaba en sus visitas promocionales. Cohen sabía que dejaba un mundo envenenado tras el 11-S: 
“No te va a gustar / lo que viene después de América”.
 Nada risueña es su evocación de Mount Baldy, el monasterio budista que le acogió en los años noventa, o el último encuentro con Roshi, su maestro zen, acusado de abusos sexuales.
 Gotas agrias contra el inevitable sentimentalismo provocado por estos mensajes póstumos.

Si no hubiera pinturas

Si no hubiera pinturas en el mundo,
Las mías serían muy importantes.
Igual con mis canciones.
Ya que no es el caso, corramos a ponernos en la fila,
Bien atrás.
A veces veía una mujer en una revista
Humillada por el deslumbramiento del tecnicolor.
Yo intentaba ubicarla
En unas circunstancias más felices.
Otras veces era un hombre.
Y otras eran seres vivos sentados frente a mí.
Podría decirles otra vez:
Gracias por venir a mi habitación.
También me gustaban los objetos sobre la mesa
Como palmatorias y ceniceros
Y la misma mesa.
Desde un espejo sobre mi escritorio
Muy temprano en la mañana
He copiado
Cientos de autorretratos
Que me recordaban una cosa u otra.
El comisario ha titulado esa exposición
Dibujos en Palabras.
Yo llamo a mi trabajo
Adornos Aceptables.
‘La llama’. Leonard Cohen. Traducción de Alberto Manzano Lizandra con Terry Berne. Salamandra, 2018. 288 páginas. 20 euros.

En ‘Espejos de ascensores’, una cantante atractiva, aspirante a profesionalizarse, le pide un contacto en su discográfica: “Yo no soy nadie para decir / Quién puede o no ser cantante / Dios sabe que mis propias credenciales / No eran gran cosa / Fue por Buena Suerte / Como siempre lo es el éxito / Y punto / (Una persona adorable / Que no he de presentar / A nadie en Sony).”
Junto a la mordacidad de un poema sobre Kanye West encontramos una loa de Enrique Morente: “Cuando escucho a Morente / La coartada de mi garganta es rechazada / La coartada de mi talento es depuesta / Con seis impecables hebras de desprecio / Mi guitarra se aparta de mí / Y quiero devolverlo todo / Pero nadie lo quiere / Cuando escucho a Morente”.