5 sept 2018
Belén Esteban anuncia su boda como reclamo para su regreso a televisión
La colaboradora de Mediaset inicia cada temporada vendiendo una exclusiva.
Tras contar separaciones y operaciones estéticas ahora desvela que se casa dentro de diez meses.
Mábel Galaz
- Belén Esteban es desde hace 18 años una máquina de hacer dinero y generar noticias.
- Instalada como princesa del pueblo en el púlpito de Mediaset, la famosa colaboradora ha sabido hacer de su vida un negocio, antes asesorada por su representante Toño Sanchís con el que acabó en los tribunales, ahora con el apoyo de La Fábrica de la Tele y de la revista Lecturas.
- Esteban desde hace mucho tiempo acostumbra iniciar la temporada televisiva, que arranca en septiembre, con una exclusiva.
- En los últimos años ha vendido sus peleas con Jesulín de Ubrique, sus noviazgos, separaciones, operaciones estéticas y la rehabilitación de sus adicciones.
- Este año la trama elegida ha sido su boda.
- Este miércoles Belén Esteban es portada de Lecturas con el anuncio de la fecha de su enlace. "Me caso el 22 de junio". En la publicación avanza el lugar del enlace (un antiguo convento en Alcalá de Henares), el número de invitados (cerca de 300) y todos los detalles de cómo fue la petición de mano (ella no se creía que su novio Miguel Marcos hablara en serio).
Esteban, de 47 años, reaparecerá tras este anuncio en televisión con una línea argumental para toda la temporada. Quién estará invitado y quién no, quién le hará el traje de novia -en su primer enlace ninguna de las grandes firmas quisieron hacerlo- y todo lo que se le ocurra a la colaboradora y a sus asesores. Sin su hija como objeto de controversia; con el culebrón legal con su exmanager, Toño Sanchís, finiquitado vía sentencia judicial y con Jesulín de Ubrique centrado en dar sus propias exclusivas sobre su amor incondicional hacia su mujer, María José Campanario, su filón informativo parecía en peligro.
Pero algo debe tener que sigue haciendo que la cadena de televisión confíe en ella.
A mediados de enero renovó el contrato con La Fábrica de la Tele, pero esta vez tuvo que conformarse con congelar su sueldo y firmar por la misma cantidad que cobró en 2017.
Fuentes de la productora desmintieron entonces que la cantidad que Esteban cobra anualmente supere el millón de euros.
Según la productora, sus ganancias rondan la mitad de esta cifra e incluye todas sus apariciones diarias en Sálvame y cuatro entrevistas al año en el Deluxe, un momento que se programa para emitir en horario de máxima audiencia y por el que cobra 40.000 euros por cada una de ellas.
Esteban había pedido un aumento de sueldo y la productora no se lo concedió en esta ocasión alegando que el programa “tiene el mismo presupuesto del año pasado, que está muy ajustado y que Esteban es la mejor pagada del programa con diferencia”.
Angelina Jolie pierde su imagen de santa
Tras la separación de Brad Pitt y un divorcio muy complicado, la percepción de la actriz se enturbia.
Angelina Jolie en Londres el pasado junio. gtresonlin
El halo de bondad que rodea a Angelina Jolie parece que está desapareciendo.La actriz, que en la última década se ha alejado de las pantallas para centrarse en su labor humanitaria como embajadora de la ONU y colaborando con diferentes organizaciones, está ensuciando su reputación debido a cómo está manejando su eterno divorcio con el también actor y padre de sus hijos, Brad Pitt.
La pareja tiene seis hijos: tres adoptados —el camboyano Maddox (17), el vietnamita Pax (14) y la etíope Zahara (13)— y tres biológicos —Shiloh (12) y los gemelos Knox y Vivienne (10)—.
Pitt, de 54 años, y Jolie, de 43, no hablaron hasta pasados seis meses de su separación y han tardado 18 meses en llegar a un primer acuerdo de divorcio.
La cuestión de los seis hijos de la pareja es primordial, ya que ambos se encuentran en un arduo tira y afloja por conseguir la custodia.
Ahora mismo la tiene Jolie, pero sus exigencias con su todavía marido para ver a los niños son tales que ha estado a punto de perderla.
Un juez le exigió hace pocas semanas que tenía que facilitarle al actor las visitas si no quería perder la custodia.
Las reticencias de la actriz hacia su todavía marido con respecto a los niños no son nuevas.
De hecho, el trato que Pitt daba a sus hijos fue, supuestamente, una de las razones que llevaron a su esposa a pedir la disolución del matrimonio hace ya dos años.
Un incidente en un avión en el que el actor se enfadó con su hijo Maddox, con el que presuntamente se sobrepasó verbal y físicamente, fue uno de los motivos para que la intérprete decidiera poner punto final a su relación.
A raíz de esto, Pitt fue investigado por el Departamento de Infancia y Servicios Familiares de Los Ángeles acerca de un posible caso de abuso infantil, pero quedó libre de cualquier cargo.
El régimen de visitas de los niños sigue siendo temporal.
Así, la actriz tiene la custodia completa de sus hijos, a los que Brad Pitt puede ver una vez a la semana, al principio bajo supervisión (a la que no se sabe si sigue sometido todavía). Además, todos han acudido a terapia, tanto por separado como en familia.
El actor sigue luchando por la custodia compartida, que es su principal prioridad, pero los términos de esta negociación se están llevando en secreto y ni siquiera se sabe si está cerca de sellarse un acuerdo final y oficial.
La pasión del actor por sus pequeños es tal que no duda en cruzarse medio mundo para estar con ellos solo unas horas.
En 2017, el protagonista de Troya y Seven viajó en reiteradas ocasiones a Camboya para visitar a sus hijos, donde se encontraban junto a su madre promoviendo su último proyecto como directora, First They Killed My Father.
Además de la custodia hay que sumar que la actriz ha acusado recientemente al actor de no pagar la pensión de los niños.
A principios del mes de agosto, los abogados de Jolie presentaron documentación en la Corte Suprema de Los Ángeles.
"Pitt tiene la obligación de pagar la manutención de sus hijos. Hasta el momento, no ha apoyado financieramente de forma significativa a los hijos desde la separación", se lee en los papeles a los que ha tenido acceso la cadena de televisión NBC.
Jolie exige que Pitt pague "el 50% de los gastos de los niños", así como una compensación retroactiva y que el proceso que conduzca a su divorcio finalice lo más pronto posible, a más tardar antes de que acabe 2018.
Angelina Jolie y Brad Pitt en 2015. gtresonlin
Una decisión por parte de la intérprete de Maléfica para terminar cualquier contacto con su todavía marido, según ha señalado una fuente a Page Six.“Ella ha ido a atacar. Angelina considera que Brad es un padre inútil, cuando él paga por la seguridad de los niños, hoteles y aviones privados y todo lo que quiere es ver a sus hijos", agrega la fuente.
Otras personas cercanas a la pareja confirmaron a The Post que es Jolie quien está dificultando todo:
"En los últimos dos años, Angelina ha abierto una brecha entre Pitt y los niños, desde controlar sus llamadas telefónicas hasta decirle a los niños que no necesitan ver a su padre”.
Pero los abogados del actor contraatacon la versión de la actriz y aseguraron, en nuevos documentos presentados ante la misma corte, que el intérperte ha pagado más de 1,3 millones de dólares (algo más de 1,1 millones de euros) en "recibos y facturas para el bienestar de Jolie y los niños", tal y como recogen la agencia de noticias Reuters y la revista People, que ha tenido acceso a los documentos.
Además, en esos papeles se explica que Pitt le ha prestado a Jolie 6,9 millones de euros para que comprara la vivienda en la que ahora reside.
Según explicó una portavoz de la actriz, "Angelina ha decidido optar por Samantha Bley Dejean como consejera, puesto que el punto fuerte de Samantha es la protección y los intereses de los niños".
Brad Pitt también se llevó su parte. Tras la separación solo ha concedido una entrevista.
Fue a la revista GQ en mayo de 2017, y en ella reconoció su adicción al alcohol y cómo esto fue el mayor problema en la convivencia con Jolie.
"Cuando formé mi familia detuve todo excepto el alcohol. Incluso este último año estaba bebiendo demasiado.
Se había convertido en un problema", confesó el intérprete, algo que ya había trascendido pues para seguir viendo a sus hijos, al menos al principio, debía someterse a pruebas de drogas y alcohol. En esta entrevista el actor aseguró que ya solo bebía zumos de arándanos.
Sin embargo, al contrario que Jolie, Pitt ha continuado trabajando en la interpretación y no ha roto lazos con el mundo de Hollywood, como sí parece que hizo la actriz, que se centró más en su faceta como directora y en sus labores humanitarias.
Sea como fuere, la que fue la pareja de oro de Hollywood aun no ve del todo claro que esto pueda llegar pronto a su fin.
Eduardo Mendoza: “Las personas se comportan muy mal y el mundo las jalea”
El escritor barcelonés publica la novela ´El Rey recibe`, una historia de 1960 a 1975.
Cuando ganó el Cervantes, hace dos años,
e hizo su discurso ante los reyes en Alcalá de Henares, Eduardo Mendoza
le dijo a Don Felipe que en ese momento estaba escribiendo una nueva
novela, cuyo título era El Rey recibe. “¿Recibe qué?”, le
preguntó el rey. Aquí está el resultado: la historia de España (y del
mundo) desde 1960 a 1975, contada por uno de los grandes narradores
españoles de posguerra.
El libro, publicado por Seix Barral como todos los suyos, engrosa la lista abierta por La verdad sobre el caso Savolta, el primer libro reseñado (por García Hortelano) por EL PAÍS en su historia.
En todos sus libros, incluido aquel, este barcelonés de 75 años se muestra como lo describió aquí Javier Rodríguez Marcos cuando hizo aquel discurso ante la pareja real:
“Zumbón y melancólico”.
En El Rey recibe esas dos características se acentúan.
Y en esta entrevista la melancolía aparece gravemente sobre todo cuando, al final, habla del momento que ahora vive Cataluña.
Pregunta. Parece una novela más escrita por la persona Eduardo Mendoza que por el escritor de su nombre.
Respuesta. Sí, hay algo de eso.
No quería escribir novela. Me propusieron escribir unas memorias y así empecé.
Pero mi estilo es la novela y lo cambié a un personaje que no tiene nada que ver conmigo.
Las anécdotas son inventadas aunque hay un recorrido por mi vida. Pero insisto en que el personaje no soy yo, ni siquiera soy yo disfrazado.
P. ¿Ese Rufo “felizmente insatisfecho” no es un poco Eduardo Mendoza?
R. No. El balance que hago de esos 25 años de mi vida es muy positivo.
Soy egoísta pero no egocéntrico.
Todo me parece poco para mí, pero me doy cuenta de la enorme suerte que he tenido.
P. Sobre los sesenta del siglo XX escribe usted: “En aquella época las personas todavía se comportaban de una manera irreprochable”.
El libro, publicado por Seix Barral como todos los suyos, engrosa la lista abierta por La verdad sobre el caso Savolta, el primer libro reseñado (por García Hortelano) por EL PAÍS en su historia.
En todos sus libros, incluido aquel, este barcelonés de 75 años se muestra como lo describió aquí Javier Rodríguez Marcos cuando hizo aquel discurso ante la pareja real:
“Zumbón y melancólico”.
En El Rey recibe esas dos características se acentúan.
Y en esta entrevista la melancolía aparece gravemente sobre todo cuando, al final, habla del momento que ahora vive Cataluña.
Pregunta. Parece una novela más escrita por la persona Eduardo Mendoza que por el escritor de su nombre.
Respuesta. Sí, hay algo de eso.
No quería escribir novela. Me propusieron escribir unas memorias y así empecé.
Pero mi estilo es la novela y lo cambié a un personaje que no tiene nada que ver conmigo.
Las anécdotas son inventadas aunque hay un recorrido por mi vida. Pero insisto en que el personaje no soy yo, ni siquiera soy yo disfrazado.
Me resisto a aceptar esa visión desdeñosa de la Transición
R. No. El balance que hago de esos 25 años de mi vida es muy positivo.
Soy egoísta pero no egocéntrico.
Todo me parece poco para mí, pero me doy cuenta de la enorme suerte que he tenido.
P. Sobre los sesenta del siglo XX escribe usted: “En aquella época las personas todavía se comportaban de una manera irreprochable”.
R. Hay dos palabras que brotan, fiesta y aventura. Esta
es mi experiencia y la que se resume al final del libro.
Dejo Barcelona
porque España es invivible, es una pecera donde te ahogas, y me voy a
Nueva York, donde se me abre el horizonte. Pero se produce la Transición
y pienso: ¡vaya, una vez más me he equivocado y la fiesta estaba allí y
no aquí!
Pero ya no tengo remedio, no puedo ir colándome en todas las
fiestas.
Es la sensación con la que acaba el libro y con la que se
abrirá la segunda parte: en España está habiendo una fiesta en la que se
paga una cara entrada, pero es una fiesta de ilusiones y de futuro, a
la que estamos privados de participar los que nos fuimos.
P. ¿En aquel preciso momento tuvo envidia de lo que ocurría aquí?
R. Envidia no, tuve la sensación de perdérmelo.
Vine en ocasiones, claro, no renuncié totalmente.
Lo vi y quizá me llevé una impresión un poco de turista accidental, porque los que estaban aquí me decían un poco lo mismo pero al revés:
“Si tú supieras lo que es esto…”. Pero yo llegaba y veía unos cambios tremendos.
P. ¿Cuándo volvió, en 1983, sintió que las proclamas de desencanto eran reales o que nos estábamos quejando de vicio?
R. Las dos cosas.
Había habido una etapa preparatoria de acumulación de ilusiones que por fuerza tenía que desembocar en desencanto.
Sí es verdad que en seguida se produjo un retroceso muy rápido y muy fuerte, el desencanto lógico de las ilusiones puestas en un sistema político que no dejaba de ser humano.
Coincidió con momentos muy críticos de la segunda mitad del siglo XX, el SIDA, la plaga de la droga… Todo eso pasó una enorme factura.
Por donde nadie lo esperaba apareció el enemigo: ¿quién iba a esperar una plaga bíblica cuando se discutía si había que hacer o no la reforma industrial?
P. Es una mirada periodística muy melancólica. Más de Eduardo que de Rufo.
R. En realidad el libro tiene tres narradores.
El protagonista narra a ras de suelo lo que a él le va pasando.
El segundo narrador, que soy yo, es el que cuenta lo que pasa históricamente.
Y un tercero (siempre soy yo, claro, porque yo he escrito el libro) que es el fantasioso, el que vive esta aventura de reyes que quieren reconquistar reinos medievales, que es algo que me ha acompañado toda la vida…
P. Pero, siendo risueño como casi siempre, tiene usted aquí un tono de pérdida de tiempos que quizá pudieron ser distintos…
R. Es el pasado, y se han producido también pérdidas personales reales…
Vuelves a la sociedad que conoces y en la que has vivido y ves que es otra, paseando por Barcelona veo que me apropié de una ciudad que ahora no encuentro.
Siempre hay una pérdida.
P. Cuarenta años después la Transición ha sido revisitada por jóvenes que la consideran un fraude…
R. La historia es el derecho a equivocarse de cada generación. Si querían algo perfecto, esa es una reclamación absurda.
Lo que se hizo se hizo muy bien, todos recordamos momentos de una gran incertidumbre, de un equilibrio muy precario y finalmente las cosas salieron bien porque la gente las hizo bien.
Me resisto a aceptar esta visión tan desdeñosa y tan fraudulenta de lo que pasó en aquellos años.
P. Usted escribe aquella frase, “En aquella época las personas todavía se comportaban de una manera irreprochable”. ¿Cómo se comportan ahora las personas?
R. Fatal.
Las personas se comportan muy mal y el mundo las jalea.
P. Un buen titular.
R. Es la sensación que hay: antes la gente se rasgaba las vestiduras, ahora llaman listillo al que chulea y éste tiene muchas posibilidades de ser elegido para un alto cargo…
Pasa en todo: incluso creo que hay políticos que fuerzan el escándalo porque si no parece que sean muy aburridos y que van a perder el interés de la gente.
Creo que se finge, que simulan hechos dudosos para generar interés, para que la prensa y las redes sociales se fijen en ellos.
P. Eso se podría conjuntar con esta frase de su libro: “Bajo la piel de un príncipe que se diría salida de un cuento de hadas se oculta una triste historia de rabiosa actualidad política”.
R. Ja, ja. Haciendo balance de las personas que han recorrido el último siglo en España con una intervención pública importante podríamos ver al rey, primero como un príncipe que va detrás de Franco;
R. Envidia no, tuve la sensación de perdérmelo.
Vine en ocasiones, claro, no renuncié totalmente.
Lo vi y quizá me llevé una impresión un poco de turista accidental, porque los que estaban aquí me decían un poco lo mismo pero al revés:
“Si tú supieras lo que es esto…”. Pero yo llegaba y veía unos cambios tremendos.
P. ¿Cuándo volvió, en 1983, sintió que las proclamas de desencanto eran reales o que nos estábamos quejando de vicio?
R. Las dos cosas.
Había habido una etapa preparatoria de acumulación de ilusiones que por fuerza tenía que desembocar en desencanto.
Sí es verdad que en seguida se produjo un retroceso muy rápido y muy fuerte, el desencanto lógico de las ilusiones puestas en un sistema político que no dejaba de ser humano.
Coincidió con momentos muy críticos de la segunda mitad del siglo XX, el SIDA, la plaga de la droga… Todo eso pasó una enorme factura.
Por donde nadie lo esperaba apareció el enemigo: ¿quién iba a esperar una plaga bíblica cuando se discutía si había que hacer o no la reforma industrial?
P. Es una mirada periodística muy melancólica. Más de Eduardo que de Rufo.
R. En realidad el libro tiene tres narradores.
El protagonista narra a ras de suelo lo que a él le va pasando.
El segundo narrador, que soy yo, es el que cuenta lo que pasa históricamente.
Y un tercero (siempre soy yo, claro, porque yo he escrito el libro) que es el fantasioso, el que vive esta aventura de reyes que quieren reconquistar reinos medievales, que es algo que me ha acompañado toda la vida…
P. Pero, siendo risueño como casi siempre, tiene usted aquí un tono de pérdida de tiempos que quizá pudieron ser distintos…
R. Es el pasado, y se han producido también pérdidas personales reales…
Vuelves a la sociedad que conoces y en la que has vivido y ves que es otra, paseando por Barcelona veo que me apropié de una ciudad que ahora no encuentro.
Siempre hay una pérdida.
P. Cuarenta años después la Transición ha sido revisitada por jóvenes que la consideran un fraude…
R. La historia es el derecho a equivocarse de cada generación. Si querían algo perfecto, esa es una reclamación absurda.
Lo que se hizo se hizo muy bien, todos recordamos momentos de una gran incertidumbre, de un equilibrio muy precario y finalmente las cosas salieron bien porque la gente las hizo bien.
Me resisto a aceptar esta visión tan desdeñosa y tan fraudulenta de lo que pasó en aquellos años.
P. Usted escribe aquella frase, “En aquella época las personas todavía se comportaban de una manera irreprochable”. ¿Cómo se comportan ahora las personas?
R. Fatal.
Las personas se comportan muy mal y el mundo las jalea.
P. Un buen titular.
R. Es la sensación que hay: antes la gente se rasgaba las vestiduras, ahora llaman listillo al que chulea y éste tiene muchas posibilidades de ser elegido para un alto cargo…
Pasa en todo: incluso creo que hay políticos que fuerzan el escándalo porque si no parece que sean muy aburridos y que van a perder el interés de la gente.
Creo que se finge, que simulan hechos dudosos para generar interés, para que la prensa y las redes sociales se fijen en ellos.
P. Eso se podría conjuntar con esta frase de su libro: “Bajo la piel de un príncipe que se diría salida de un cuento de hadas se oculta una triste historia de rabiosa actualidad política”.
R. Ja, ja. Haciendo balance de las personas que han recorrido el último siglo en España con una intervención pública importante podríamos ver al rey, primero como un príncipe que va detrás de Franco;
de repente, cuando todo el mundo piensa que es un figurón que
no sirve para nada es el artífice de la Transición, el héroe nacional
que salva la democracia
Pasan los años y otra vez vuelve a ser un personaje acartonado a
quien todo el mundo mira entre desdén y condescendencia. ¡Qué historia
más larga, más completa, casi diseñada por un arquitecto!
P. El último viaje del libro —Per Nadal tots a casa…—,
usted deja Nueva York y viene a la Navidad de Barcelona…
Ahí extrae esta conclusión previa a la Transición: “Y ahora el objetivo prioritario era recuperar la presencia de una Cataluña democrática y progresista doblemente sojuzgada por el régimen dictatorial.
Con este fin, las fuerzas del catalanismo se habían agrupado en un frente común en el que tienen cabida todas las tendencias de carácter democrático, desde los feroces anarquistas de viejo cuño hasta los mansos católicos posconciliares”.
R. Es cuando se constituye como fuerza política sin una ideología muy marcada y el PSUC que anda por ahí y no sabe muy bien qué papel le toca jugar…, nunca lo ha sabido muy bien, pero en ese momento el desconcierto es grande.
P. ¿Cómo se refleja la historia de ese momento en la actualidad?
R. No lo sé y no lo entiendo.
Dedico mucho tiempo a pensar en esto. Leo lo que se publica, porque quiero entender de dónde viene, si esto es aquello, si viene de otra cosa distinta.
Si ha habido un momento en el que se produjo una ruptura y luego se recupera desde el presente, tergiversándolo, buscando unas raíces donde quizá no están.
Me cuesta identificar el movimiento actual con aquellos movimientos, con aquellas diadas pidiendo el Estatut.
Pero a lo mejor entonces yo no veía las cosas como eran.
P. ¿Qué sensación le produce no entender?
R. Es muy incómodo porque, quieras que no, soy un intelectual.
Un intelectual tiene que explicar, no ya a los demás, sino a sí mismo, las cosas que está viendo y muchas no las sé explicar, precisamente las que tengo más cerca, quizá porque tengo más datos, porque me preocupan más, tal vez porque mi propio interés condiciona la visión.
P. Es un momento duro.
R. Sí, porque no lo entiendo, no veo a dónde va, me preocupa. Me da miedo.
P. Es el único momento de la entrevista en que no ha sonreído.
R. A mi edad las cosas son menos preocupantes porque mi futuro está a la espalda, pase lo que pase poco me va a afectar, pero bueno…, a ver cómo va la cosa. No sé, no sé
Ahí extrae esta conclusión previa a la Transición: “Y ahora el objetivo prioritario era recuperar la presencia de una Cataluña democrática y progresista doblemente sojuzgada por el régimen dictatorial.
Con este fin, las fuerzas del catalanismo se habían agrupado en un frente común en el que tienen cabida todas las tendencias de carácter democrático, desde los feroces anarquistas de viejo cuño hasta los mansos católicos posconciliares”.
R. Es cuando se constituye como fuerza política sin una ideología muy marcada y el PSUC que anda por ahí y no sabe muy bien qué papel le toca jugar…, nunca lo ha sabido muy bien, pero en ese momento el desconcierto es grande.
P. ¿Cómo se refleja la historia de ese momento en la actualidad?
R. No lo sé y no lo entiendo.
Dedico mucho tiempo a pensar en esto. Leo lo que se publica, porque quiero entender de dónde viene, si esto es aquello, si viene de otra cosa distinta.
Si ha habido un momento en el que se produjo una ruptura y luego se recupera desde el presente, tergiversándolo, buscando unas raíces donde quizá no están.
Me cuesta identificar el movimiento actual con aquellos movimientos, con aquellas diadas pidiendo el Estatut.
Pero a lo mejor entonces yo no veía las cosas como eran.
P. ¿Qué sensación le produce no entender?
R. Es muy incómodo porque, quieras que no, soy un intelectual.
Un intelectual tiene que explicar, no ya a los demás, sino a sí mismo, las cosas que está viendo y muchas no las sé explicar, precisamente las que tengo más cerca, quizá porque tengo más datos, porque me preocupan más, tal vez porque mi propio interés condiciona la visión.
P. Es un momento duro.
R. Sí, porque no lo entiendo, no veo a dónde va, me preocupa. Me da miedo.
P. Es el único momento de la entrevista en que no ha sonreído.
R. A mi edad las cosas son menos preocupantes porque mi futuro está a la espalda, pase lo que pase poco me va a afectar, pero bueno…, a ver cómo va la cosa. No sé, no sé
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