23 ago 2018
Isabel Preysler, espectacular en bikini en sus vacaciones secretas
Tras 23 años de bañador, ‘¡Hola!’ descubre la esbelta figura de la reina del papel ‘couché’ durante unos días de descanso con su novio, Mario Vargas Llosa.
La revista ¡Hola! lleva en exclusiva en portada una de estas imágenes en las que Preysler luce su esbelta figura a los 67 años de edad.
Maldivas es un país constituido por unas 1200 islas en el océano Índico, entre ellas la escogida por la pareja ha sido el atolón Noonu, un paraíso del que ya habían disfrutado los duques de Cambridge y los Beckham.
El destino que Mario e Isabel han escogido para estas vacaciones dista mucho del que eligieron el año pasado, la costa Azul.
La pareja, que estaba desaparecida de la vida pública los últimos meses, reapareció en la Feria de Málaga tras las paradisíacas vacaciones en Maldivas.
En su visita a Málaga disfrutaron de una tarde de toros en la que coincidieron con Carmen Martínez-Bordiú, amiga de Isabel Preysler desde su temprana juventud.
Tras tres años de romance, Isabel Preysler y el Nobel de Literatura siguen juntos y viviendo un dulce momento.
Hace dos meses, Mario Vargas Llosa tuvo que recuperarse de un pequeño accidente doméstico que sufrió en su casa y que le llevó a ingresar en la Clínica Ruber de Madrid por un dolor de cadera agudo.
La pareja reapareció en la feria de Málaga para asistir a una tarde de toros.
Mette Marit de Noruega celebra sus 45 años con un retrato de 2016
La princesa, que festejó su aniversario el 19 de agosto, no se ha hecho fotografías nuevas para la ocasión.
El 19 de agosto ha sido un día señalado para la familia real de Noruega.
Los reyes Harald y Sonia celebraban el cumpleaños de su nuera, la princesa Mette Marit
. La esposa del heredero, el príncipe Haakon, que llegó a la familia hace ahora 17 años, se ha convertido con los años en uno de los miembros más populares de la familia.
Para celebrarlo, la casa real noruega ha querido hacer público un retrato de la princesa, vestida de gala, de la diseñadora noruega Nina Skarra, y ataviada con la banda de San Olav y una tiara de margaritas, que le regalaron los reyes de Noruega en su boda.
Una imagen que la casa real ha colgado en sus cuentas de redes sociales para felicitar a Mette Marit.
Sin embargo, la fotografía elegida ha llamado la atención porque es de hace dos años, en concreto de una serie de retratos que el fotógrafo Jorgen Gomnaes tomó a la familia y publicó el 15 de enero de 2016.
Mette Marit arrancó su andadura oficial entre la realeza europea el 25 de agosto de 2001 en Oslo, cuando se casó en la catedral de la ciudad con Haakon.
Entonces ambos tenían 28 años y ella se había convertido en la sensación en el país y de todas las cortes del continente por confesar que había consumido marihuana, participar en un concurso de televisión subido de tono, convivir con Haakon sin casarse y aportar un hijo al matrimonio, Marius, que entonces tenía cuatro años y hoy ya es un chaval independiente de 21.
Más tarde llegarían Mary Donaldson, australiana y trabajadora, a Dinamarca; Máxima, argentina hija de un general de la dictadura, a Holanda; Letizia, divorciada, a España; o Meghan Markle, que también estuvo casada y ha sido actriz, a la férrea monarquía británica.
Entonces, Mette Marit tuvo que entrar poco a poco en un círculo reducido y exclusivo.
Hoy, 17 años después de aquella boda y con otros dos hijos (la princesa Ingrid, que un día sucederá a su padre; y el príncipe Sverre Magnus), goza de unos altos límites de popularidad que en ocasiones superan el 90%.
Aunque tiene sus momentos, porque aparece en escasos actos públicos y son pocos los noruegos (apenas el 5%) quienes creen que es la mejor para representar al país.
Desde principios de verano apenas se la ha visto, más que de vacaciones en Conil de la Frontera, en Cádiz, acompañada de su madre.
Su esposo, el heredero al trono noruego, cumplió los 45 a finales de julio y entonces la casa real noruega escogió para felicitarle una foto estándar, tomada por una agencia, de un acto público en el que Haakon vestía traje y corbata.
Con ella, en cambio, resultaba más complicado: su última aparición pública en Noruega fue el 18 de junio; su último acto oficial, el día 5 del mismo mes, hace ya más de 10 semanas.
En todo el año ha tenido menos de una veintena de apariciones.
Katherine Johnson, la calculadora que ayudó al ‘Apolo 11’ a llegar a la Luna
La matemática y científica espacial cumple 100 años este domingo.
El 20 de julio de 1969, frente a una pequeña
televisión en blanco y negro de un complejo vacacional de las montañas
Pocono (Pensilvania, EE. UU.), un grupo de mujeres afroamericanas,
compañeras de la hermandad Alpha Kappa Alpha, contemplaba a Neil
Armstrong, seguido de Edwin Aldrin, pisar por primera vez la Luna.
Tras
cuatro días a bordo de la nave de la misión Apolo 11, los astronautas se habían separado del módulo de mando Columbia, donde se quedó su compañero Michael Collins orbitando alrededor del satélite, y habían llegado a su superficie.
Una de esas mujeres era la matemática y científica espacial Katherine
Johnson, que cumplirá 100 años este domingo, 26 de agosto.
Su trabajo
fue esencial para aquel logro, que llevaría a Estados Unidos a la
victoria en la carrera espacial con la Unión Soviética (URSS).
Como
miembro del Centro de Investigaciones Langley (Hampton, Virginia, EE UU)
de la NASA, durante los años previos, trabajó más de catorce horas
diarias en el programa de retorno de la misión, conocido como Lunar Orbit Rendezvous. Johnson se encargó de calcular el momento en el que el módulo lunar Eagle,
del que descenderían los astronautas,debía abandonar el satélite para
que su trayectoria coincidiese con la órbita que describía el Columbia y pudiera así acoplarse a él para regresar a la Tierra.
“Había hecho los cálculos y sabía que eran correctos, pero era como
conducir esta mañana, cualquier cosa podía pasar”, comentaba años
después en una entrevista.
Johnson había sido desde 1953 una de las “calculistas
del Área Oeste”, mujeres afroamericanas que la NASA empezó a contratar
en la década de los 40 ‒siendo aún la NACA (el Comité Asesor Nacional
para la Aeronáutica de EE. UU.) ‒ para que realizaran las tareas de
cálculo requeridas por los ingenieros del Departamento de Guía y
Navegación de Langley.
Su trabajo, repetitivo y poco creativo, que pocos
años después realizarían los ordenadores, fue visibilizado gracias al
libro Figuras ocultas, de Margot Lee Shetterly (llevado a la gran pantalla en 2016 por Theodore Melfi).
La capacidad de Johnson para las matemáticas,
especialmente para la geometría, así como su acierto a la hora de
hacerse las preguntas adecuadas y su liderazgo, pronto la llevaron a
convertirse en una pieza importante dentro de la NASA.
Su carrera
profesional despegó a la par que Alan Shepard, el primer estadounidense
en viajar al espacio con la misión Redstone 3 y el segundo hombre en
conseguirlo tras el soviético Yuri Gagarin, ambos en 1961.
Johnson se
ofreció para calcular el ángulo de despegue del vuelo suborbital (que no
alcanza la velocidad necesaria para completar la órbita de la Tierra)
de Shepard, que debía amerizar en una zona predefinida próxima a los
barcos de la armada estadounidense.
El cálculo se asemejaba al del
movimiento parabólico de un proyectil, pero las ecuaciones eran más
complejas debido a otras variables como la rotación terrestre, los
cambios de masa o la gravedad, la cual varía según la altura.
El astronauta y único tripulante John Glenn, desconfiando de los nuevos ordenadores, puso como requisito que Johnson rehiciese los cálculos de la trayectoria partiendo de las mismas ecuaciones.
Sus resultados fueron los mismos.
La matemática ya había hecho cálculos similares, confirmados más tarde por ordenador, para un artículo publicado en 1960.
En este texto, el primero firmado por una mujer en la NASA, estudiaba, junto con el ingeniero Ted Skopinski, el ángulo de despegue de un satélite orbital que ha de pasar por una posición dada.
Asimismo, entre 1963 y 1969, redactó informes con su compañero Al Hamer en los que se detallaban órbitas lunares, consecuencias de un posible fallo eléctrico a bordo de la nave y alternativas de actuación que garantizasen un correcto aterrizaje basadas en la navegación astronómica. Estos manuales estuvieron presentes cuando la misión Apolo 13 sufrió una explosión en su interior y los sistemas fallaron, aunque no pudieron utilizarse porque desde la nave no se distinguían las estrellas de los escombros resplandecientes de la cápsula.
Johnson participó en numerosos proyectos durante los
treinta y tres años que estuvo en la NASA.
Esta dedicación y sus
contribuciones en momentos decisivos la hicieron merecedora en 2015 de
la Medalla Presidencial de la Libertad de EE UU, otorgada por el
entonces presidente Barack Obama.
Hasta la fecha, es la única mujer de
la NASA que la ha recibido. Además, en 2016 las nuevas instalaciones
informáticas del Centro de Investigaciones Langley fueron bautizadas con
su nombre.
Este domingo, Johnson celebrará su centenario, casualmente,
en el Día de la Igualdad de la Mujer en EE UU.
Mª Ángeles García Ferrero es miembro del Instituto Max Planck de Matemáticas de Leipzig (Alemania) y Laura Moreno Iraola es miembro de la Unidad de Comunicación y Divulgación del Instituto de Ciencias Matemáticas
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