Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 ago 2018

El misterio familiar que alteró la vida de Jack Nicholson

¿Su madre o su hermana? El misterio familiar que alteró la vida de Jack Nicholson.

En 1974, cuando estaba a punto de estrenar 'Chinatown', el actor se enteró por medio de unos periodistas que su familia no era lo que él siempre había creído.

 

Jack Nicholson fotografiado en 1974, el año en que se desveló que la que creía que era su hermana era en realidad su madre.
Jack Nicholson fotografiado en 1974, el año en que se desveló que la que creía que era su hermana era en realidad su madre.

 

Primavera de 1974. Chinatown, de Roman Polanski, está a punto de estrenarse en Estados Unidos. 
La revista Time decide hacer un reportaje de portada sobre su protagonista, Jack Nicholson (Nueva Jersey, 1937). 
Nicholson había despuntado en Easy Rider (Buscando mi destino, 1969) y estuvo nominado al Oscar por Mi vida es mi vida (1970), la película de Bob Rafelson que lo convirtió en estrella.
 Y se apuntó otro éxito de crítica un año después con Conocimiento Carnal, de Mike Nichols. 
Cuando iba a estrenar Chinatown, Nicholson era ya una de las estrellas más intrigantes y magnéticas de Hollywood.

Detrás de June fue Jack.
 En 1954 se mudó a la meca del cine decidido a conseguir papeles como actor y no tardó en conseguirlo: en 1958 ya participaba en su primera película de bajo presupuesto, The Cry Baby Killer. Desgraciadamente, June falleció en 1963.
 Para aquel entonces Jack ya acumulaba títulos de terror de bajo presupuesto en su carrera, varios de ellos dirigidos por el legendario Roger Norman.
 La familia siguió menguando: siete años después falleció su madre, Ethel May. Cuando empezaba a abrazar el éxito y la fama, Jack Nicholson se quedó sin madre y sin hermana en poco más de un lustro.

Y ahora es cuando volvemos a 1974 y al artículo de Time y debemos cambiar el dramatis personae de toda esta historia.
 Los periodistas del semanario que elaboraban el perfil sobre la vida de Jack Nicholson, que tenía entonces 37 años, solo necesitaron hablar con algunos vecinos, familiares y allegados para descubrir algo asombroso: que June no había sido la hermana mayor de Jack, sino su madre. 
Y que Ethel May no había sido su madre, sino su abuela.
Primavera de 1974. Chinatown, de Roman Polanski, está a punto de estrenarse en Estados Unidos. La revista Time decide hacer un reportaje de portada sobre su protagonista, Jack Nicholson (Nueva Jersey, 1937). Nicholson había despuntado en Easy Rider (Buscando mi destino, 1969) y estuvo nominado al Oscar por Mi vida es mi vida (1970), la película de Bob Rafelson que lo convirtió en estrella. Y se apuntó otro éxito de crítica un año después con Conocimiento Carnal, de Mike Nichols. Cuando iba a estrenar Chinatown, Nicholson era ya una de las estrellas más intrigantes y magnéticas de Hollywood.
"Cuando descubrí quién era mi madre, ya era maduro psicológicamente. De hecho, me aclaró muchas cosas. Si sentí algo fue, sobre todo, agradecimiento”
Jack Nicholson
Jack nació y creció en Neptune, Nueva Jersey. Sus padres eran John y Ethel May, respectivamente el limpiacristales de unos grandes almacenes y una peluquera y pintora aficionada en sus ratos libres. Nicholson tenía también una hermana mayor, June, que quería ser actriz, pero acabó logrando únicamente trabajar como cabaretera tras mudarse a Los Ángeles.
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Y ahora es cuando volvemos a 1974 y al artículo de Time y debemos cambiar el dramatis personae de toda esta historia. Los periodistas del semanario que elaboraban el perfil sobre la vida de Jack Nicholson, que tenía entonces 37 años, solo necesitaron hablar con algunos vecinos, familiares y allegados para descubrir algo asombroso: que June no había sido la hermana mayor de Jack, sino su madre.
 Y que Ethel May no había sido su madre, sino su abuela.
Según el artículo, June tenía 17 años cuando se quedó embarazada. Estaba soltera y no sabía con certeza quién podría ser el padre de la criatura.
 Cuando el pequeño Jack nació, los padres de June decidieron educarlo como si fuese suyo y decirle que June era su hermana mayor. 
La casualidad quiso que Chinatown, la película que Nicholson estrenaba justo en el momento en que conoció este dato, tuviese una escena final en la que (en una escena que ha pasado a la historia) Faye Dunaway repite: “¡Es mi hermana, es mi hija!”. 
Su personaje, se descubre, había sufrido la violación de su padre, por lo que su hija es su hija y su hermana a la vez.
Es difícil imaginar cómo puede alguien encajar la noticia de que los seres queridos con los que había crecido no eran exactamente lo que él creía. 
Y, lo que es peor, que ya no estén para poder hablar con ellos y aclarar las cosas.
 Sin embargo, Jack Nicholson declaró años después que había sido “un evento bastante dramático, pero no lo que yo llamaría traumático.
 Después de todo, cuando descubrí quién era mi madre, ya era maduro psicológicamente.
 De hecho, me aclaró muchas cosas. Si sentí algo fue, sobre todo, agradecimiento”.
 ¿Pero quién fue el padre de Jack Nicholson? Una biografía del actor publicada en 1994, Jack’s Life (“La vida de Jack”) apunta dos nombres: uno es Eddie King, actor y compañero de baile de June en sus tiempos de cabaretera cuyos vecinos siempre comentaron, según el autor del libro, el parecido entre Jack y él. 
Pero más probable es que el padre sea Don Furcillo-Rose, cantante y exnovio de June que reivindicó la paternidad, aunque Nicholson siempre se negó a hacerse ninguna prueba que lo probase.
 Don falleció en 1998, pero le pidió a su hija, Donna Rose, que continuase con su campaña para ser reconocido como el padre de la estrella de Hollywood. 
Donna publicó un libro en 2001 llamado You Don’t Know Jack: The Tale of a Father Once Removed (“No conoces a Jack: la historia de un padre eliminado”).
 Falleció de cáncer en 2005.
 Según una colaboradora contó a Patrick McGilligan, autor de Jack’s Life, su (posible) hermano Jack Nicholson llamó al hospital para hablar con ella antes de su fallecimiento.


Indignación por lo que sucedió en 'Pasapalabra': "Canta mucho"

Un comentario muy repetido entre los fans del concurso de Telecinco. 

El último programa de Pasapalabra, el concurso más exitoso de Telecinco, ha propiciado el enfado de muchos de sus seguidores por el supuesto "trato de favor" a Aurora, una de las concursantes.

 A parte de volver a demostrar su favoritismo y el rosco de esa niñata que sabe de memoria las palabras que le tocan, lo cierto es que o le dicen las palabras que van a salir o me lo explican, esa niña de pitiminí y los cursis diseños de su hermana, ya canta muchisimoooo. Y mira que le hacen la competencia de Antena Tres.

A pesar de las críticas, Fran, el contrincante de Aurora, se impuso en el rosco, por lo que Aurora vuelve a la silla azul. 

 Ella se enfrentaba a su rosco número 37 y Fran al 52. La tensión ha vuelto a estar presente en el rosco y los dos han luchado por un bote acumulado de 846.000€.

PASAPALABRA
Aurora durante el programa del 8 de agosto.
En más de una ocasión, los espectadores consideran que hay un "trato de favor" con Aurora, una de las concursantes del espacio televisivo. Además, llegan a señalar que el programa "favorece" a Aurora.

 

9 ago 2018

Margot Kidder, la famosa Lois Lane de 'Superman', se suicidó

La actriz fue hallada muerta en su casa de Montana el pasado 13 de mayo y hasta ahora se desconocían los motivos de un final casi anunciado tras una vida de adicciones, alcohol y enfermedades mentales.

Margot Kidder y Christopher Reeve en una escena de 'Superman' en 1978.   

 

Margot Kidder y Christopher Reeve en una escena de 'Superman' en 1978. Getty Images
 
La actriz Margot Kidder, la célebre Lois Lane de las cuatro películas de Superman que interpretó el actor Chistopher Reeve, falleció el pasado 13 de mayo en su casa de Montana y hasta ahora se desconocían los motivos de su muerte. 
La actriz, que murió a los 69 años, sufría un trastorno bipolar y unos días antes de su deceso había hablado con un programa de televisión y ella misma había dicho que estaba pasando una gripe.
Pero ahora se ha sabido fehacientemente que la actriz se suicidó con una sobredosis de drogas, sin que se hayan ofrecido detalles del tipo de sustancias que consumió. 
La información la ha ofrecido el portal TMZ basándose en informes de la oficina forense del condado de Park, en el estado de Colorado en Estados Unidos.
 Margot Kidder había vivido el éxito y la caída a los infiernos. 
 La fama la acompañó especialmente durante los cuatro años en los que interpretó a la novia de Superman con Chistopher Reeve de compañero de reparto.
 El infierno lo conoció a causa de la enfermedad mental que había sido su compañera desde su juventud pero que le fue diagnosticada muchos años después, en 1988.
 Se trataba de un trastorno bipolar y había dado sus primeros síntomas a los 14 años, cuando Kidder ingirió pastillas de codeína porque un novio la había dejado y sufría alucinaciones.
Ese incidente lo narró ella misma años después y añadió que a nadie de su familia se le ocurrió llevarla al psiquiatra. Sus “monstruos”, como ella los llamaba, la acompañaron siempre y ella se aferró a la interpretación porque pensó que “al actuar podía dejar salir a mi ser real y nadie sabría que era yo”.
Aunque hubo muchos incidente a lo largo de su vida, incluido un grave accidente en 1990 que la dejó parcialmente paralizada y arruinada por las facturas médicas a las que tuvo que hacer frente para recuperarse, su mente no aceptaba la situación.
 Lo dijo ella misma en una entrevista con la revista People: “Es muy difícil convencer a una persona maníaca de que algo anda mal.
 No tienes ganas de dormir, estás lleno de ideas”.

Margot Kidder y Christopher Reeve durante el rodaje de 'Superman', el 8 de julio de 1977.
Margot Kidder y Christopher Reeve durante el rodaje de 'Superman', el 8 de julio de 1977.

Margot Kidder en un acto en California en 2015.
Margot Kidder en un acto en California en 2015. Getty Images
El punto álgido de su enfermedad llegó en 1996 y se produjo en público en el aeropuerto de Los Ángeles.
 Un virus informático había borrado las memorias que escribía la actriz y mientras esperaba un vuelo se obsesionó con que su primer marido, el novelista Thomas McGuane y la CIA estaban tratando de matarla porque sus memorias podían cambiar el mundo. 
Veía agentes y asesinos en todas partes, comenzó a gritar a otros viajeros y llegó a hablar allí mismo con un equipo de televisión.

Desapareció durante días y cuando sus familiares la encontraron y consiguieron que hablara con un especialista en trastorno bipolar, pareció aceptar finalmente el diagnóstico de su enfermedad. 
Nunca llegó a recuperarse de su ruina financiera, ni su físico superó del todo los efecto de una vida de adicción a pastillas y al alcohol en el que se refugiaba porque prefería estar borracha que loca, según ella misma confesó.

Lo único bueno de esa época fue que volvió a acercarse a su hija, Maggie McGuane, quien ahora, cuando se han conocido las causas de la muerte de su madre, ha dicho sentirse aliviada al conocer por fin las razones de su muerte. En unas declaraciones a The Hollywood Reporte McGuane ha manifestado:
 “Es importante ser sincero con estos temas y no avergonzarse al hablar del suicidio”. Una idea que junto a la visibilización de las enfermedades mentales, apoyan otros muchos famosos de Hollywood para evitar rodear estos peligros de silencio y buscar soluciones a través de la normalización y la conversación.
 La Criptonita pudo con los dos......
 


Do the drag Publicado por Grace Morales Con faldas y a lo loco, 1959. Imagen.

Do the drag

Publicado por
Con faldas y a lo loco, 1959. Imagen: United Artists / Ashton Productions / The Mirisch Corporat
 
 
El cine y el espectáculo han contribuido de forma decisiva a la evolución de los roles de género y los cambios en las ideas y conductas sobre la sexualidad.
 Hace veinticinco años ya del estreno de la comedia Mrs. Doubtfire. El desaparecido Robin Williams se consagró con esta película (en España le pusieron un título que sonaba bien extraño, Señora Doubtfire, papá de por vida).
 Antes, Williams ya había interpretado a personajes travestidos, como el protagonista de El mundo según Garp (George Roy Hill, 1982), en un registro muy diferente, dramático y rodeado de personajes al límite, como el del transexual que encarnaba John Lithgow
 Esta, en cambio, era una película sensiblera; en ella, el actor desplegaba sus ilimitados recursos de comediante.
 Daba vida también a un actor, esta vez de doblaje y en baja forma, que no quería renunciar a sus hijos tras perder la custodia en el divorcio. Para ello, se transformaba en su improbable niñera, la excéntrica señora de avanzada edad.
 Con ese disfraz los equívocos y las situaciones cómicas se sucedían, hasta la revelación de quién era quién en el embrollo.
 Williams y el director Chris Columbus hicieron su propia lectura de la figura drag, excesiva en las maneras ,y de nuevo, empeñados en la ridiculización de la mujer de la tercera edad.
Desde luego, una labor no tan arriesgada como el personaje que Dustin Hoffman llevó al éxito en la década de los ochenta: su Dorothy Michaels, de Tootsie (Sydney Pollack, 1982);
 de nuevo, el actor veterano y en paro que decide travestirse de mujer para conseguir trabajo en una serie, con idénticos enredos y confusiones. Aquí, sin embargo, venían acompañados de una reflexión muy dura sobre las exigencias del mundo de la imagen y el abuso de poder sobre la mujer en los espacios de trabajo.
 Ese mismo año, Julie Andrews protagonizaba un memorable remake de la comedia alemana Victor Victoria (Blake Edwards), con trama parecida, la cantante en paro que es convertida en actor travesti para conseguir un puesto en un musical. 

Do the drag

Publicado por
Con faldas y a lo loco, 1959. Imagen: United Artists / Ashton Productions / The Mirisch Corporation.
El cine y el espectáculo han contribuido de forma decisiva a la evolución de los roles de género y los cambios en las ideas y conductas sobre la sexualidad.
 Hace veinticinco años ya del estreno de la comedia Mrs. Doubtfire. El desaparecido Robin Williams se consagró con esta película (en España le pusieron un título que sonaba bien extraño, Señora Doubtfire, papá de por vida).
 Antes, Williams ya había interpretado a personajes travestidos, como el protagonista de El mundo según Garp (George Roy Hill, 1982), en un registro muy diferente, dramático y rodeado de personajes al límite, como el del transexual que encarnaba John Lithgow.
 Esta, en cambio, era una película sensiblera; en ella, el actor desplegaba sus ilimitados recursos de comediante.
 Daba vida también a un actor, esta vez de doblaje y en baja forma, que no quería renunciar a sus hijos tras perder la custodia en el divorcio. Para ello, se transformaba en su improbable niñera, la excéntrica señora de avanzada edad. 
Con ese disfraz los equívocos y las situaciones cómicas se sucedían, hasta la revelación de quién era quién en el embrollo. 
Williams y el director Chris Columbus hicieron su propia lectura de la figura drag, excesiva en las maneras ,y de nuevo, empeñados en la ridiculización de la mujer de la tercera edad. 



Desde luego, una labor no tan arriesgada como el personaje que Dustin Hoffman llevó al éxito en la década de los ochenta: su Dorothy Michaels, de Tootsie (Sydney Pollack, 1982);
 de nuevo, el actor veterano y en paro que decide travestirse de mujer para conseguir trabajo en una serie, con idénticos enredos y confusiones. Aquí, sin embargo, venían acompañados de una reflexión muy dura sobre las exigencias del mundo de la imagen y el abuso de poder sobre la mujer en los espacios de trabajo. 
Ese mismo año, Julie Andrews protagonizaba un memorable remake de la comedia alemana Victor Victoria (Blake Edwards), con trama parecida, la cantante en paro que es convertida en actor travesti para conseguir un puesto en un musical. 

Tiempo atrás, dos actores daban vida a un par de músicos, testigos accidentales de la famosa matanza de San Valentín, que para salvar la vida decidían ocultarse en una orquesta de hot jazz femenino, comportándose como si fuesen dos mujeres más.
 Era Con faldas y a lo loco y nunca fue tan radical la sátira de Billy Wilder y el cambio de roles de género en el vodevil: a falta de uno, eran dos los hombres que actuaban como mujeres dentro de un universo femenino, que a su vez rompía las reglas establecidas en 1959: la orquesta de señoritas se comportaba como una orquesta masculina, pues viajaban solas y vivían de la música. 
Wilder ponía patas arriba la construcción de la identidad de género, cuando Jack Lemmon/Daphne bailaba tango con el gran Joe E. Brown, que también había encarnado a hombres disfrazados de mujer en diversas comedias.

Ajustándose a las exigencias o luchando contra la demanda de las productoras, el cine ha pasado por tiempos benignos para la expresión de la libertad sexual y otros mucho más encorsetados y machistas. Es el caso de la historia reciente del espectáculo español, en el cual, si bien nunca dejaron de existir los números de drags y cross dressing, hubo que sortear la censura y unas leyes muy peligrosas para quienes los ejecutaban. Por ejemplo, Paco Martínez Soria estuvo entre 1947 y 1967 representando en Madrid y con gran éxito una versión de La tía de Carlos, vodevil británico de finales del siglo XIX, que fue llevado al teatro y al cine en media Europa, pero aquí convenientemente edulcorado y reducido a un cliché de chistes homófobos cuando el actor aparecía en escena disfrazado de señora.
 No es extraño que la figura del travestido fuese aceptada como vehículo cómico, incluso tolerable en momentos tan difíciles, porque es identificada como una vertiente del fetichismo heterosexual, lo que no entra en colisión directa con la identidad de género masculina ni cuestiona los valores machistas, como sí lo hace el hombre con categorías afeminadas.