Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

7 ago 2018

Meg Ryan: “Quiero regresar dirigiendo comedias románticas propias del #MeToo”

La actriz, que decidió abandonar el cine hace una década, acaba de recibir el premio a toda una carrera en el Festival de Locarno y se muestra dispuestas a volver para contar las mismas historias pero con una mirada feminista.

 

Meg Ryan, durante su visita al 71º Festival de Locarno, la noche del 3 de agosto de 2018.
Meg Ryan, durante su visita al 71º Festival de Locarno, la noche del 3 de agosto de 2018. AP

Así han destrozado las drogas al actor Shaun Weiss

El intérprete, popular por papeles cómicos en películas como 'Somos los mejores', fue arrestado el pasado fin de semana en California.

El actor Shaun Weiss en abril de 2015 y en agosto de 2018.
El actor Shaun Weiss en abril de 2015 y en agosto de 2018. GETTY/OROVILLE CALIFORNIA POLICE
El sábado 4 de agosto, el actor Shaun Weiss fue detenido por la policía al norte de California. 
Una patrulla le encontró a las afueras de un centro comercial de la ciudad de Oroville (de unos 20.000 habitantes y a 110 kilómetros de Sacramento) junto a otras tres personas "comportándose de manera errática con unas linternas".
 Como la policía sospechó primero y confirmó después, Weiss había consumido drogas, según explica la revista People
El actor pasó unas horas en el calabozo y fue liberado sin cargos. La noticia se ha conocido un par de días después, el lunes 6, y lo que ha llamado especialmente la atención ha sido el estado físico en el que se encontraba Weiss, de 39 años, que se ha desvelado en la foto tomada de su ficha policial.
En ella, se ve a Weiss más delgado y demacrado de lo habitual. 
Sus últimas imágenes son de abril de 2015, y en estos tres años su cambio físico ha sido más que evidente.
 Las drogas han jugado un papel fundamental en esta transformación, y no es la primera vez que se asocian con el actor, que hace exactamente un año, el 2 de agosto de 2017 fue detenido en Burbank, también en California, por posesión de metaanfetaminas. 
 Entonces fue sentenciado a 90 días de prisión y no trascendieron imágenes de él.
Weiss se hizo popular en su adolescencia gracias a la película de 1992 Somos los mejores, en la que daba vida a Goldberg, uno de los chavales a los que entrenaba Emilio Estévez, que interpretaba a un abogado obligado a cumplir tareas de servicio comunitario guiando a un inexperto equipo de hockey juvenil.
 Después apareció en un par de secuelas de la misma cinta y en varias series de televisión, todas de corte juvenil (Yo y el mundo, Instituto McKinley —Freaks and Geeks—, Colegas de clase) y a partir de los 2000 apenas obtuvo papeles secundarios en alguna serie y cortometraje.
Según han explicado las autoridades, no se le recogió una muestra de sangre. 
Además, no se ha especificado cuál era la sustancia que había consumido.
Weiss no es el primer rostro conocido que sufre las consecuencias de las drogas. 
Una de las más recientes ha sido Demi Lovato, que tuvo que ser hospitalizada a causa de una aparente sobredosis de heroína, una de las drogas que mayor repunte en su consumo están teniendo en EE UU. 
El actor Philip Seymour Hoffman o el también intérprete Cory Monteith fallecieron por su consumo.

 

Hasta que la verdad judicial los separe................. Mariola Urrea Corres

No creo que Pablo Casado asuma ningún tipo de responsabilidad que le lleve a dimitir de sus cargos.

El presidente del PP, Pablo Casado, este lunes en la sede del partido.
No me voy, me quedo. Voy a seguir siendo vuestro presidente. Pablo Casado bien podía haber empleado estas frases en su comparecencia de ayer ante los medios de comunicación. 
Si lo recuerdan, son las que utilizó Cristina Cifuentes en un video frente a quienes le afeaban las condiciones en las que había obtenido el mismo máster ofertado por la Universidad Juan Carlos I. Después vinieron las explicaciones en las que afirmaba haber hecho todo lo que la Universidad le había pedido, las acusaciones sobre las posibles irregularidades administrativas de la Universidad y, en último extremo, una carta remitida al rector en la que renunciaba a la utilización del título expedido. 
El final de aquel episodio ya lo conocen.
 Una vez obtuvo las oportunas ovaciones de sus compañeros de partido en la convención celebrada en Sevilla, Cristina Cifuentes dimitió de la presidencia de la Comunidad de Madrid, renunció a sus responsabilidades orgánicas y abandonó su escaño en la Asamblea autonómica tras hacerse público un video particularmente comprometido. 
A este le pasará igual un chico de 39 años con olor a Nactalina y que parece tan contento si se le nombra para lo que sea.

Pablo Casado, sin embargo, no va a dimitir. 
Lo dijo ayer cuando supo que la magistrada competente en el caso del máster —que él también superó sin demasiado esfuerzo— había decidido remitir al Tribunal Supremo una pieza separada, dada su condición de aforado.
 La magistrada, en su escrito, ofrece un relato coherente y bien argumentado sobre unos hechos de los que, a su juicio, se puede inferir indicios suficientes de responsabilidad penal en torno a las figuras de cohecho impropio y prevaricación administrativa.
Más allá del recorrido judicial del caso y sin negar a nadie la presunción de inocencia, parece evidente que, en el caso que nos ocupa, hace ya tiempo que existen certezas de haberse sobrepasado los estándares de virtud pública exigibles a quienes ambicionan una carrera profesional en el ámbito de la representación institucional. Debería ser un imperativo de calidad democrática.

Con todo, tengo pocas dudas de que Pablo Casado mantendrá sus responsabilidades orgánicas en el Partido Popular sin mayor cuestionamiento interno, aun cuando el Tribunal Supremo pida el suplicatorio al Congreso de los Diputados si entiende que existen razones para proceder judicialmente
. No creo que asuma ningún tipo de responsabilidad que le lleve a dimitir de sus cargos; ni siquiera si avanza la investigación en el Supremo y se abre contra él juicio oral. 
 Si esto ocurre, el Partido Popular rebajará el alcance del reproche moral de la conducta de su presidente con argumentos que ya hemos escuchado en tantas otras ocasiones: “Ha podido meter la pata, pero no ha metido la mano”.
 Cuando los compromisarios del Partido Popular votaron la candidatura de Pablo Casado como presidente del partido sabían que algo así podía ocurrir. 
Y, a pesar de todo, Pablo Casado sumó un respaldo particularmente amplio.
 Que nadie se engañe, el PP estará con él, en lo bueno y en lo malo. Sin condiciones, hasta que la verdad judicial los separe.

 

Verdades, mentiras y malas intenciones................... Juan Cruz

Es mejor imaginar a un millón de negros llegando a España por el sur que decir que quizá hoy llegarán a Cádiz 86 personas en una patera.

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, saluda a unos inmigrantes a su llegada al puerto de Algeciras el pasado miércoles.
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, saluda a unos inmigrantes a su llegada al puerto de Algeciras el pasado miércoles. REUTERS
Antes del movimiento de tierras de ayer, el líder del Partido Popular, Pablo Casado, cometió un pecado de lesa contabilidad al adjudicar un número francamente exagerado a la cantidad de africanos que están esperando a que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, abra la mano donde tiene guardados “los papeles para todos”.
No feliz con lanzar al ruedo esa cifra imposible de verificar (por él), se fue a Ceuta a saludar a los que él no dejaría entrar. 
Su secretario general, Teodoro García, contagiado de ese juego de contabilidad recreativa, afirmó en sede televisiva, con respecto al Gobierno “débil” del PSOE, que es “el Gobierno que no quería ningún español”.
Ningún español.
 Los componentes del Consejo de Ministros, al menos, querrán ese Gobierno, pues se reúne cada viernes y luego se retrata sonriendo junto al presidente, al que también se le ve feliz de ser el primer gobernante del Reino. 
Qué manera de contar tiene García.
En todas partes cuecen habas, y se cuentan. El independentismo catalán celebra a todos los catalanes como el ejército que acompaña a Puigdemont y Torra, pero a la hora de la verdad contable resulta que sólo dispone de la mitad, si acaso. 
Con esa vara de medir señala a los desafectos para mal cuando aquellos líderes no han de decir cifra, pero los agrupa en la totalidad cuando quieren multitudes.
Esto de fabricar cifras redondas, absolutas, concretas, goza de cierta fortuna, antes del franquismo, en el franquismo y ahora.
 Nunca hubo (como bien decía aquí Álex Grijelmo) un millón de personas en la plaza de Oriente, pero fue materia del primer minuto de los telediarios en blanco y negro y de los telediarios de colores. Enrique Jardiel Poncela fue mucho más sensato a la hora de contar, vírgenes, por ejemplo.
 Si no es seguro que haya habido alguna vez once mil vírgenes, ¿cómo demonios se atrevían los franquistas de entonces a dar el número de los asistentes a aquellas gestas de fidelidad al Caudillo?
Caudillos de ahora buscan semejante asentimiento exagerando las cifras, a veces para mal y a veces para muy mal.
 Hay otro aspecto de esta creatividad contable que le sirve a la generalmente perezosa audiencia española, que prefiere una mentira muchas veces, para acolcharse, que el rigor de las cifras o de los hechos.
 Por ejemplo, ¿quién puede decir ahora si Pedro Sánchez se retrató o no con los emigrantes del Aquarius?
  Se ha dicho tantas veces (y quienes lo han dicho están en el primer párrafo de estas 530 palabras) que el notorio gobernante fue a retratarse en Valencia con aquellas personas, que ahora es imposible levantar el dedo en una tertulia para decir: 
 “Oye, perdona, pero es que eso nunca fue cierto.
 Pedro Sánchez no se hizo nunca ese retrato”.
No importa, las exageraciones, las mentiras (como las de Trump, que son aún más gordas) se sirven adobadas con la intención de señalar al enemigo con los peores epítetos, con las peores compañías… y con las peores cifras.
 Es mejor imaginar a un millón de negros llegando a España por el sur que decir que quizá hoy llegarán a Cádiz 86 personas en una patera.
 Si dices 86, los fieles de la contabilidad creativa miran para otro lado.
 Los españoles hace rato que nos acostumbramos a que el millón sea verdad si nos viene bien para el convento.

 Puedes seguir EL PAÍS Opinión en Facebook, Twitter o suscribirte aquí a la Newsletter.