El programa de TVE desvela las incógnitas que se sucedieron tras la repentina muerte del que fuera marido de Isabel Preysler. La muerte de Miguel Boyer sorprendió no sólo a gran parte de la
sociedad española, sino también a su propia familia. Y es que, aunque el
que fuera Ministro socialistaya había sufrido anteriores problemas de salud, nadie se esperaba su fallecimiento, y por ello, fue mucha la polémica generada con respecto a su herencia. "Con la herencia de Miguel Boyer ha habido muchos problemas", ha explicado la periodista Pilar Eyre, quien además ha remarcado que el único patrimonio que supuestamente la familia conserva es el de una biblioteca de Boyer que albergaría cerca de 6.000 ejemplares. Esto se debe a los elevados gastos a los que Isabel Preysler tuvo que hacer frente tras empeorar el estado del político. Isabel Preysler y su madre en el tanatorio de Miguel Boyer Así
lo ha confirmado uno de los autores entrevistados en el programa 'Lazos
de sangre', que narraba la historia familiar de los Iglesias Preysler. Éste ha remarcado que, de hecho Preysler corrió con los gastos de más,
no sólo durante su enfermedad, sino también para el posterior sepelio del que fuera su marido.
Un romance que sorprendió a todos
Lo cierto es que la historia de amor entre la entonces exmujer de Julio Iglesias y el Ministro no fue vista con buenos ojos
por parte de la sociedad, así como tampoco por el Marqués de Griñón, de
quien se había separado hace tan sólo unos meses. Sin embargo, ambos
decidieron hacer caso omiso a las críticas y tras contraer matrimonio,
dieron la bienvenida a la que sería su única hija en común, Ana Boyer.
Raúl Prieto, director de 'Sálvame' y Joaquín Torres, el arquitecto de
los famosos, disfrutan de unas vacaciones de relax por el continente
asiático. Parecen que tienen más edad –––– ––
Desde mi punto de vista, lo de Bárbara Rey hacia Corinna podría formar parte del movimiento #MeToo en su versión más rubia.
La polémica creada por el uso por parte del presidente Sánchez de un avión de la Fuerza Armada para hacer coincidir un acto oficial con uno personal, la asistencia a un concierto
en el Festival de Benicàssim de la banda The Killers, me recuerda una
anécdota que una vez escuche a Cristina Macaya, dama insustituible de la
sociedad mallorquina.
Macaya había asistido a un diálogo extraordinario
en una fiesta en Suiza.
Una rica heredera americana escuchaba las
tribulaciones de una amiga en el viaje para llegar a la meta, aquella
fiesta en Gstaad.
Huelgas en el aeropuerto, colas en el embarque, una
poco aseada compañera de asiento. La señora Kellogg lo encajaba con cara
de atención y sorpresa.
Cuando la viajera terminó su listado de
complicaciones, la señora Kellogg la miró con compasión. "Pero, querida,
are you still flying commercial?"
Pues sí, queridos, seguimos volando en turista. Nuestro
presidente se ve en esta situación por asistir al concierto de un
cantante que se hizo famoso precisamente por vestir hombreras de plumas
muy negras. Brandon Flowers
encarnó ese deseo de muchos varones de poder volar, ir de la Moncloa a
Benicàssim sin tocar el suelo. Así me vino a la memoria mi única
experiencia en un avión privado, después de una grandiosa boda en
Mallorca, en el avión de un empresario poderoso y con sitio a bordo. Me senté en los asientos que miran hacia la pista, algo que solo
puedes hacer en un avión no comercial. Me entró ese ligero pánico que te
da cuando estás ante mucha riqueza y disimulé jugando con el cenicero
del asiento. Hasta que lo saqué de su sitio, lo desencajé. Lo primero
que piensas es "esto solo me puede suceder a mí". La bella y atentísima
esposa del empresario fingió no haberlo visto y eso me puso más
nervioso. Recordé cosas que había escuchado sobre cómo agradar a los
ricos en situaciones peligrosas. Y una de ellas era la de decir, por
encima de todo, la verdad. Iba a hacerlo cuando apareció diligentemente
el sobrecargo y con un apretón de sus pulgares reintrodujo el cenicero
en su sitio.
Siempre hay alguien que acude en tu ayuda. Y es por educación, como lo que acaba de hacer Bárbara Rey con Corinna zu Sayn-Wittgenstein. Casi nadie hace cosas por educación, muchísimo menos en nuestro país,
donde nos quejamos de que reina la educación mala. Bárbara Rey, guapa de
nuevo y emulando a Betty Catroux, la musa de Saint Laurent, ha ofrecido un posado en bañador para la revista Semana y unas declaraciones de apoyo a la princesa alemana cuya voz protagoniza las grabaciones más importantes de los últimos años. Según Rey lo que dice Corinna es importante, merece ser investigado y
la considera valiente. Desde mi punto de vista, lo de Bárbara hacia
Corinna podría formar parte del movimiento #MeToo
en su versión más rubia, es ese apoyo entre mujeres que tantas veces
echamos en falta. Bárbara también tuvo su “momento cintas” allá por el
96 cuando fueron sustraídos de su vivienda vídeos que al parecer tenían
una importancia tremenda para el Estado. Entonces, en los años noventa,
éramos más naif y no se abrió ninguna investigación pero a Bárbara se le fastidiaron las cintas y las cosas. Entre las cintas de Bárbara y las de Corinna hay una diferencia de 22
años que confirman cómo la tecnología nos ha cambiado la vida. Las
grabaciones de Bárbara eran en VHS o Betamax,
formatos que, igual que los dinosaurios, fueron eliminados de la faz de
la tierra. La leyenda sobre las grabaciones de alto peligro de Barbara
cuenta que la actriz y vedette se percató de que se las habían
sustraído cuando intentó sorprender a un invitado con el contenido de
una de ellas y descubrió que la habían sustituido por una copia pirata
de Disney. En cambio, en las cintas de Corinna todo es digital, al
servicio del espionaje. Quisimos creer que la voz podría ser fraudulenta hasta que la princesa alemana lo ratificó con un suave comunicado a The Times.
Muchos me han dicho que Corinna no puede hablar castellano con tanta
soltura. Les he contado que Corinna pasó parte de su infancia en
Caracas, donde su padre trabajaba para una empresa alemana. "O sea que
Corinna aprendió español en Caracas", me preguntan. Pues sí, mi amor, y
por eso lo hace con esa melosidad que derrite cualquier corona y endulza
cualquier culebrón real.
El ingreso en prisión de Iñaki Urdangarin y las grabaciones de Corinna amargan el retrato de las vacaciones reales en Palma.
Verano de 1988. El rey Juan Carlos se sienta en una escalera de
piedra y sostiene sobre sus rodillas a Guillermo de Inglaterra mientras
Diana de Gales se vuelve hacia el pequeño Enrique. El entonces heredero
Felipe observa la escena junto a sus hermanas, las infantas Cristina y
Elena, mientras el príncipe Carlos de Inglaterra charla con la reina
Sofía. Hace treinta años de esta escena
que no se ha vuelto a repetir, entre alpargatas, náuticos y ropa fresca
de lino en la escalinata de la casa principal del Palacio de Marivent,
en Mallorca.
Los
Reyes cumplen su quinto año como anfitriones en este palacio del mar y
del viento, residencia estival de los monarcas españoles desde 1973,
cuando fue cedida al Jefe del Estado por el heredero del mecenas griego
Juan de Saridakis. Este verano será como los anteriores sobre la agenda
oficial, pero a buen seguro totalmente diferente en la intimidad para Felipe VI y la reina Letizia tras el ingreso en prisión de su cuñado Iñaki Urdangarin
hace un mes y medio para cumplir sentencia por el caso Nóos y tras la
polvareda levantada por las grabaciones a la amiga del rey emérito
Corinna Zu Sayn-Wittgenstein.
Marivent se erige como una fortaleza sobre un lugar privilegiado en
los acantilados de la bahía de Palma. Un recinto con varias
edificaciones para los distintos miembros de la familia que cuenta con
salida directa al mar, piscina, pista de tenis, huertos y amplios
jardines. Un oasis en la ciudad que ha visto desfilar por sus caminos a
presidentes como Barack Obama y Hugo Chávez
y que ha llegado a acoger antes de que las aguas estuvieran revueltas a
la familia real al completo, como en la foto de agosto de 2007 que
contó con los entonces reyes, sus tres hijos con sus parejas y sus ocho
nietos. En el palacio en el que se gestó el germen de los foros del Instituto Nóos,
tras una partida de pádel frente al Mediterráneo entre el entonces
duque de Palma y el presidente autonómico Jaume Matas, los Reyes pasarán
este año al menos una semana, un período que se ha ido recortando
verano tras verano y que dista mucho del mes largo que pasaban en la
isla los anteriores monarcas. Este lunes arranca la 37ª edición de la Copa del Rey de Vela en la
que por primera vez desde 2009 coincidirían Juan Carlos I y Felipe VI. Un reencuentro truncado por una lesión de muñeca del Rey emérito que le
ha provocado problemas en cervicales y lumbares que afectan a sus
desplazamientos. Los médicos le han desaconsejado la actividad física
intensa, por lo que no se desplazará a Palma este verano. Una presencia, la de don Juan Carlos en la regata más importante de la
isla tras nueve años de ausencia, que pretendía dar imagen de unidad y restar importancia a las imágenes de la pasada misa de Pascua en la Catedral de Palma que se hicieron virales y en las que se podía observar a la reina Letizia obstaculizando una fotografía que doña Sofía quería realizarse con sus nietas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Esa Semana Santa el Rey emérito ya escenificó su vuelta al retrato oficial de la familia al reaparecer en el templo tras cuatro años de ausencia reiterada.
El palacio de la Reina
Si Marivent ha servido de refugio para alguien en los últimos años ha
sido para doña Sofía, que ha pasado largas temporadas en él junto a su
hermana Irene de Grecia. En una ocasión la Reina emérita
comentó que los paisajes le recordaban a los de su infancia en Grecia, y
no es extraño verla pasear por la calle Jaime III echando un vistazo a
los escaparates de las tiendas o recorriendo los mercadillos de los
pueblos de la isla en busca de objetos antiguos. Doña Sofía aprovecha el verano para reunir a todos sus nietos,
incluidos los hijos de Cristina e Iñaki, que hasta hace unos años
participaban en un curso de vela sufragado por su abuela en la Escuela
de Calanova, muy cercana al palacio. Sin embargo los tiempos cambian y el verano pasado los nietos más adultos cambiaron la vela por la práctica del wakeboard en
la bahía de Alcúdia en unas clases a las que no acudieron las hijas de
los Reyes, que no suelen participar en estas actividades. A pesar de la
distancia que don Felipe tomó con su hermana, los hijos de Cristina de Borbón
siempre han sido bien recibidos y han formado parte del círculo
familiar estival. El año pasado fueron fotografiados saliendo a navegar
con su tío y sus primos el fin de semana. Este año permanece la incógnita sobre la presencia en Palma de la
infanta Cristina por la exposición pública que puedan tener sus hijos,
que el año pasado acompañaron a sus abuelos, tíos y primos a una cena en un exclusivo restaurante de Puerto Portals. Este verano quizá repitan aunque, por lo pronto, el palacio de Marivent
espera este fin de semana a los primeros miembros de la familia real.