Paquirri, Isabel Pantoja, Carmina Ordoñez, Fran y Cayetano Rivera… los triunfos y las tragedias de una saga familiar reunidas en un programa de televisión.
Toreros, tonadilleras, nobles, infidelidades, excesos, adicciones, divorcios, depresiones, herencias polémicas, exclusivas y pasiones. Lo mejor y peor de la España de peinetas y plazas de toros reunido en una saga familiar, los Rivera Ordóñez, que retrata los tópicos y la evolución de un país pintado en trazos de prensa rosa.Eso, a grandes rasgos, es el trasfondo que retrató la noche de este miércoles la nueva entrega del programa Lazos de Sangre de TVE que tuvo como protagonista a esta familia en la que hay nombres tan famosos en el panorama patrio como el torero Francisco Rivera Paquirri, Carmina Ordóñez, Isabel Pantoja, Fran, Cayetano y Kiko Rivera, Eugenia Martínez de Irujo, hija de la fallecida duquesa de Alba, o la presentadora Eva González.
Aunque es cierto que el programa no descubrió ningún secreto, sí describió una historia familiar que fueron desgranando algunos de sus principales personajes y que vista en conjunto impresiona por la contundencia de la noria en la que se convierte la vida de una familia, con la que se entremezclan otras muchas, que ha disfrutado del éxito y sufrido las tragedias.
El matrimonio de Paquirri con Carmina Ordóñez en 1973 es el arranque de la historia.
Un torero de origen humilde y carrera en ascenso que se casa con la hija de 17 años de otro torero mítico, Antonio Ordoñez, en una boda multitudinaria que reúne a 2.000 invitados.
La unión de un hombre de campo y la hija pija, guapa y caprichosa de un señorito de Ronda que fracasa solo seis años después, cuando separarse y hacer lo que a uno le diera la gana no era fácil, especialmente para las mujeres.
Paquirri aparece retratado como un hombre sobrio, enamorado, esforzado a fuerza de la presión de un padre exigente que nunca le felicitaba por sus logros, le vigilaba para que no tuviera distracciones y que “siempre le pedía más”, en palabras de Antonio Rivera, hermano del torero.Carmina era divertida, guapa a rabiar e incontenible.
Su hijo Julián Contreras, el único de los hermanos que habla en el programa, la define como una “mujer libre, que vivía a su gusto y deseo”.
La separación del matrimonio la convirtió en modelo y en carne de exclusivas de revista.
“Es dinero rápido, sí; fácil, no”, dijo al respecto Julián Contreras, su hijo menor. Que añadió:
“Mi madre se perdió en esa imagen que creó y tan poco tenía que ver con su esencia verdadera”.
La muñeca rota que se comió la noche, volvió a casarse dos veces, vivió y denunció públicamente episodios de malos tratos de su tercer marido, el bailarín Ernesto Neyra y terminó su vida a los 49 años, oficialmente por una parada cardiaca, extraoficialmente por un exceso de adicciones que fueron ganando terreno hasta que la asistenta de la casa la encontró muerta en su bañera la mañana del 23 de julio de 2004.
“Ella vivió como quiso, con el acelerador pisado en todo momento y no frenó porque no quiso frenar y vivió lo que quiso vivir”, sentenció Contreras.
Tenía 36 años y dejó tres hijos huérfanos, Fran, Cayetano y Kiko Rivera —que solo tenía siete meses de edad— y una viuda de España, la cantante Isabel Pantoja con quien se había casado en 1983.
Su serenidad en la enfermería de la plaza mientras le atendía un médico al que el mismo diestro tranquilizaba mientras le explicaba la trayectoria de la cornada, sobrecogió a España.
Después llegó el luto y los enfrentamientos por la herencia.
“Paco dejó mucho dinero, dejó dinero en América, cuatro fincas en España, era el número 1.
Nos dejó ricos a los hermanos, eso no lo hace nadie”, detalló en el programa su hermano Antonio Rivera.
El 45% de sus bienes fueron para Isabel Pantoja, su esposa en aquel momento;
el 40% para sus hijos Fran y Cayetano y el 15% para su padre y hermanos; pero la cantante no cumplió con todas las estipulaciones del testamento y se negó a entregar efectos personales que los hijos y el resto de la familia del torero han reclamado siempre.
“Aborrezco a la gente que no tiene ética, que no es honesta, que no es honrada… se me acaban los adjetivos y creo que ya he dicho mucho”, dice en un momento del programa Pilar Lizcano, la segunda mujer del padre de Carmina Ordóñez, quien adoraba a Paquirri y le llegó a considerar el hijo que nunca tuvo.
El resto es historia reciente, hijos que siguen la profesión del padre, que se casan y se divorcian, que emparentan con el linaje de los Alba en otra boda multitudinaria y con tintes de pandereta en la catedral de Sevilla (el matrimonio de Fran Rivera con Eugenia Martínez de Irujo), con modelos y presentadoras famosas (las nupcias de Cayetano Rivera con Blanca Romero y después con Eva González).
Rencillas de hermanos que se hablan y se distancian, ocurrió con Kiko Rivera y ocurre ahora con Julián Contreras.
E incluso quejas hacia una sociedad que no entendió en su momento la primera denuncia de maltrato de una mujer famosa. “Ahora la reacción habría sido muy distinta”, dijo su hijo Julián, “eso es algo que la gente no le ha devuelto a su madre”.
Una historia de familias que es espejo de España y para la que nadie habría podido imaginar un guion más enrevesado en el que faltan todavía muchas historias por contar.