Estoy seguro de que los protagonistas de 'Cazatesoros' sufrirán un accidente espantoso.
Veo Cazatesoros porque estoy
convencido de que Mike Wolfe y Frank Fritz morirán en uno de esos
almacenes en los que buscan supuestas joyas.
Para quienes no lo
conozcan, el reality trata de dos tipos que recorren Estados
Unidos en busca de objetos viejos, aunque ellos dicen que son “antiguos”
y tienen “historia”.
El objetivo es revender esos trastos en su tienda a
precios absurdos. De hecho, suelen ir comentando cosas como: “He
comprado este faro de furgoneta por 200 dólares y lo pienso vender por
el doble”. Y, ojo, yo lo pagaría encantado si pudiera.
Un faro abollado.
Ahora quiero tres.
Los propietarios de estos
cacharros son por lo general ancianos que poseen enormes almacenes
llenos hasta el techo de cajas, carteles desvencijados y juguetes de
metal que provocaron epidemias de tétanos en los años 30.
Parecen
agradables, pero todos tienen pinta de poseer varias escopetas.
Con estos ingredientes, es evidente
que algún día les pasará algo horrible a Mike y a Frank.
Que nadie me
malinterprete, me caen muy bien, pero está claro que levantarán una caja
de tornillos y les atacará media docena de tejones que vivía debajo.
O
puede que el almacén se desmorone porque han arrancado un trozo de cinta
adhesiva que soportaba toda la estructura.
O quizás el vendedor olvide
quiénes son esos tipos que están registrando sus cosas, coja una
escopeta y les dispare.
También puede que metan la cabeza en un armario y
se la arranque un cepo para cazar cocodrilos
. O que abran una lata y
liberen una cepa de la viruela.
O que intenten arrancar un viejo
Cadillac y explote.
Tampoco me extrañaría que se les cayera encima una
máquina expendedora.
O que ese mono que toca el tambor no fuera un
juguete de antes de la guerra, sino un mono de verdad que al fin ve la
oportunidad de escapar de sus captores y que no dudará en llevarse por
delante a quien intente detenerlo.