Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

27 jun 2018

En la Zarzuela también comen sano

La polémica nutrición de La Cantina.

El menú de La Cantina, como se conoce al comedor de La Zarzuela, ha cambiado desde que la Reina Letizia decidió que todos siguieran la misma dieta que ella.
 Esta se trata de una dieta de adelgazamiento del nutricionista Perricone.
 La cual muchas estrellas la siguen para mantenerse en la línea.
A continuación veremos los detalles de esta dieta que resulta polémica por el hecho de que la reina Letizia haya hecho que todas la sigan y también porque resulta una alimentación realmente estricta.

Sí, muchos consideran la dieta Perricone como un estilo de vida. Y no es extraño puesto que implica algunos sacrificios más que considerables. 
Y es que el objetivo de esta dieta es conseguir adelgazar en 28 o, en el caso más extremo, en 3 días.
Muchas famosas, como Gwyneth Paltrow o Eva Mendes, siguen esta dieta para mantener la silueta. 
Y parece ser que la reina Letizia ha hecho que la Zarzuela siga también las indicaciones de esta nutrición de adelgazamiento.




 

Este es el pueblo más bonito del verano, según Instagram

Se llama Bled, está en Eslovenia y la red social se ha rendido ante su belleza.

 Ya acumula más de 370.000 publicaciones.

 

Este es el pueblo más bonito del verano, según Instagram
Bled es el nuevo pueblo favorito de Instagram. Foto: Getty
El clima, la playa versus la montaña o la proximidad son variables que han quedado en segundo plano a la hora de elegir destino vacacional.
 El 40% de los millennials reconoce que elige sus vacaciones en función de lo bonitas que vayan a lucir en redes sociales y, según un reciente estudio publicado por Booking, el 32% de los viajeros de todo el mundo busca un alojamiento atractivo que pueda compartir en sus perfiles generando un buen número de likes
En este escenario en el que la fotogenia del destino cotiza al alza, Bled tiene todas las papeletas para arrasar en número de visitantes.
 El pueblo de Bled, a orillas del homónimo lago glaciar en Eslovenia y junto a los Alpes Julianos, es un sospechoso habitual en las listas de pueblos más bonitos de Europa. 
 Este lugar que parece recién salido de un cuento, con su iglesia, su castillo y sus casitas, es también uno de los favoritos de Instagram.  
Bajo el hashtag #Bled se acumulan más de 370.000 publicaciones y pocos son los viajeros que visitan la capital del país, Liubliana, y se resisten a recorrer los 50 kilómetros que la separan de este enclave de ensueño (está a cuatro horas en coche de Viena, dato a tener en cuenta para quienes visiten Austria).
 Desde el Castillo de Bled, situado en un pronunciado risco, se puede disfrutar de la vista favorita de los turistas: el pequeño centro del pueblo en mitad del lago.
 Los más profesionales no dudan en llevarse un dron para disparar espectaculares imágenes que se viralizan en la red social y entran a formar parte de las cuentas de inspiración viajera con mayor número de seguidores.
 Además de hacer fotos, los visitantes pueden disfrutar de su dulce típico, un pastel de crema llamado Kremšnita, y de un enclave repleto de frondosos bosques.

LIBROS RECOMENDADOS DE Librotea


Los 40 mejores poetas en castellano del siglo XX

“La poesía es un arma cargada de futuro”, escribió Gabriel Celaya. Y lo cierto es que pese a que es uno de esos géneros que parecen vivir en permanente crisis sobrevive a todas las catástrofes. 
El relato del cambiante siglo XX podría escribirse en verso. 
En Librotea nos atrevemos a hacer una lista, no jerárquica y abierta a nuevas propuestas, con los mejores poetas en lengua castellana del pasado siglo.


Al calor de la Generación del 27 se criaron algunos de los grandes nombres de la literatura española. 
Universales son los poemas de Rafael Alberti y Vicente Aleixandre. La obra y la figura de Federico García Lorca trascienden a lo literario y son símbolo de aquella España. 
Antes de ellos estuvo Antonio Machado y sus Campos de Castilla.


Juan Ramón Jiménez fue el tercer español en alzarse con el Premio Nobel de Literatura, además del hombre que convirtió en universal a un burro. 
Son muchos lectores los que se han dejado conquistar por Platero y yo.  
En esta lista se cuela otra Premio Nobel, la chilena Gabriela Mistral. La historia aún no ha digerido que Jorge Luis Borges no ganara nunca el galardón más prestigioso de las letras mundiales. Sus poemas no se ganaron a los académicos suecos, pero sí a miles de lectores.
 Otros nombres capitales que merecen un lugar en esta lista son César Vallejo, Idea Vilariño, Alejandra Pizarnik, Pablo Neruda o Mario Benedetti.


Durante las últimas décadas han sido varios los poetas que se han ganado un puesto en esta lista. Ahí están las obras de María Victoria Atencia, Ángel González o Piedad Bonnett. También el de Luis Alberto de Cuenca, que se desenvuelve escribiendo canciones para La Orquesta Mondragón, pero también ganando el Premio Nacional de la Crítica.


Y un fenómeno curioso: el centenario de Gloria Fuertes le dio a la poeta madrileña el lugar que muchos críticos le negaron.(Como Javier Marías, por ejemplo) jejejeje

Gala, ni musa ni esposa.............................. Estrella de Diego




fundacion gala salvador dali

Gala, en un retrato de 1938, luciendo el sombrero-zapato de Elsa Schiaparelli inspirado en un diseño de Salvador Dalí.
La biografía de Gala Diakonova está marcada por sus maridos: el poeta Paul Éluard y el pintor Salvador Dalí. 
Pero la rusa fue una mujer inclasificable y una artista por derecho propio
. Una nueva exposición aspira a devolverle el lugar que le corresponde en el movimiento surrealista.


EN 1912, A LOS 18 AÑOS, una joven rusa de rasgos delicados emprende el viaje hacia Suiza cruzando una Europa convulsa.
 Ha pasado largas temporadas convaleciente debido a una afección pulmonar y su familia ha decidido alejarla de Moscú para que se recupere en el sanatorio de Clavadel, en Davos (Suiza). 
Allí, la distinguida Elena Diakonova —nacida en Kazán en 1894— encuentra un ambiente literario semejante al que cultivan su madre, Antonina Deulina, una mujer culta perteneciente a la aristocracia rusa, y su nuevo marido, Dimitri Illitch Gomberg, un reputado abogado moscovita con el cual se casa tras la muerte del padre de Elena. 
Nunca perderá el contacto con el padrastro: será una influencia esencial a lo largo de su vida.

El pintor y escultor alemán Max Ernst, Gala y su marido, el poeta francés Paul Éluard, fotografiados en Austria en 1922.
El pintor y escultor alemán Max Ernst, Gala y su marido, el poeta francés Paul Éluard, fotografiados en Austria en 1922.

Elena es la tercera de cuatro hermanos.
 Y una estudiante aplicada del instituto femenino M. G. Brukhonenko que comparte aula con Anastasia Tsvietáieva, hermana menor de la poeta rusa Marina Tsvietáieva.
 Muestra una temprana pasión por la poesía. 
“Cuando en el diván de Marina hablábamos de nuestro futuro —­desconocido—, de los viajes, de las gentes, del silbido de los trenes, Gala escuchaba a Marina como si bebiera un agua viva”, recordará Anastasia en su autobiografía en 1971.
Al llegar al sanatorio, Elena se siente en casa.
 Allí recalan algunos poetas como el brasileño Manuel Bandeira y otros que aún no saben que lo son. 
Entre estos últimos se halla Paul-Eugène Grindel, un joven elegante que a partir de 1919 se convertirá en mimado del surrealismo y que, como Gala, cambiará de nombre: será Paul Éluard. 
Detrás de esa transformación, del deseo mismo de ser poeta, estará la joven rusa, a quien la historia ha relegado al mero papel de musa pasiva del creador. 
 Pero es todo lo contrario.
 Gala es un ser misterioso a los ojos de Paul, una rusa de las que tanto fascinaron a los franceses en los años veinte y treinta del siglo XX.
 La corteja hasta que el romance parece inevitable: la fotografía que de ellos se toma por esas fechas en Clavadel lo confirma.
 En un baile de disfraces se han vestido de Pierrot y Pierrette: parecen gemelos.
 “Verdaderamente nos hemos mezclado: tú eres yo y yo soy tú”, escribirá Gala a Éluard.
 No es la única que ha notado la simbiosis. Años más tarde —a mediados de la década de 1920—, Éluard regala a André Breton, líder del surrealismo, esta misma foto con la siguiente dedicatoria: “Paul vestido de Gala”.
 Pero aún quedan muchas aventuras en el relato de Elena/Gala antes del éxito parisiense compartido con el poeta. 
Queda, en primer lugar, una vuelta a Rusia tras abandonar el hospital suizo en febrero de 1914 y queda convencer a su familia para que la deje atravesar de nuevo el continente hacia París tras dos años de relación epistolar con Éluard, cartas apasionadas que continuarán escribiéndose hasta la muerte del francés en 1952.
 Gala cruzará la Europa en guerra por fin en 1916 y se instalará en la casa de la familia de un novio llamado a filas.
 Pero ella no es la simple novia que redacta cartas a su amado en el frente.
 En 1914 ha escrito el prólogo para el libro de Éluard Dialogue des inutiles bajo el seudónimo de Reine de Paleùglnn: “No deben asombrarse de que una mujer —mejor dicho, una desconocida— presente este pequeño volumen al lector”.
 Es el primer texto de Gala del cual se tiene constancia y la prueba de su estrecha colaboración con el poeta, incluso una suerte de coautoría, un trabajo compatible, como ella denomina estas colaboraciones en una carta: 
“Será el trabajo compatible. En ruso se dice ‘la vida compatible’ a la vida de una mujer —la mujer— con un hombre —su marido—”.



Gala y Dalí, en un retrato de agosto de 1959.
Gala y Dalí, en un retrato de agosto de 1959.

Después las cosas pasan muy rápido.
 La rusa y el poeta se casan en 1917, un año más tarde nace Cécile y trabajan juntos en la traducción de la obra Le Petit Tréteau, de Alexander Blok.
 En 1919 entran en el círculo intelectual parisiense a través de Breton, que no tardará en gobernar la escena artística y literaria internacional. 
La pareja fascina al colectivo: si Éluard es uno de los poetas más amados, Gala es mucho más que la supuesta musa presentada por la historia convencional.
 Es, sobre todo, un personaje carismático que atrae la atención de los más variados integrantes del grupo, diferente para cada uno de ellos. 
Gala, reservada y a ratos hasta opaca, era entonces, como ahora, un personaje complejo, siempre difícil de interpretar y de abordar.
La esposa del poeta excepcional —incluso su colaboradora más que inspiradora— se convierte en modelo ­reiterada de Man Ray.
 Es “la torre” para el otro gran poeta, Robert Desnos; la confidente del escritor René Crevel, al cual lee el tarot en sus sesiones de vidente; la persona que busca el pintor Giorgio de Chirico para que le haga de marchante a principios de 1920.
 Gala es para Breton “maravillosa”, “cuatro ojos grandes agrupados en corazones concéntricos, crueldad, inteligencia, crueldad y juventud”, como escribe en la dedicatoria a Gala y Dalí en el ejemplar conservado en la Fundación Gala-Salvador Dalí de André Breton au lavoir noir avec une fenêtre de Marcel Duchamp de 1936.
 Después, casada con el pintor de Figueres, será también la más odiada por Buñuel; la detestada por Ana María, hermana del artista catalán; será acusada de manipuladora y controladora. 



Galatea de las esferas (1952), unas de las obras más representativas  de la época místico-nuclear de Salvador Dalí.
Galatea de las esferas (1952), unas de las obras más representativas de la época místico-nuclear de Salvador Dalí.

Y será la amante del pintor alemán Max Ernst, con quien mantiene una relación intensa, animada por Éluard —a ratos a tres, si bien luego el marido siente que le hace daño—, juegos ambiguos a los cuales Gala entra siempre de buena gana.
 Quizá nadie ha sabido describirla con la precisión de Ernst en su retrato de 1922, Au rendez-vous des amis.
 En él es la única mujer y dirige la mirada hacia el espectador con aire majestuoso, cual “bruja seductora que amenaza con arrojar la manzana de la discordia en el grupo”, escribe Victor Crastre recordando aquel periodo. 
 Allí están los más fieles del surrealismo: Benjamin Péret, Éluard, Soupault, Breton, Aragon, Tzara, De Chirico…
 Ernst sabe vislumbrar a esa Gala que es mucho más que seductora y musa; más que el personaje odiado o amado, ambicioso, diferente en función del ojo que mire, incluso mucho más que la inventora de su segundo marido, Dalí, o hasta de su primer marido, Éluard. 
En su representación, Gala es una mujer libre que se va, que corre en busca de su silencio y su libertad para ser la escritora que desvelan las páginas sueltas de su maravilloso proyecto autobiográfico, para ser la artista que ha participado en numerosos cadáveres exquisitos o que ha inventado varios objetos surrealistas expuestos y reseñados en la época, si bien desdeñados con posterioridad como ocurre con tantas mujeres.
Tal vez por eso, cuando en el verano de 1929 un grupo de amigos —el pintor Magritte y su esposa, los Éluard y el galerista belga Goemans— decide ir a Cadaqués para visitar al joven español que han conocido en París, Gala entiende que se halla frente a su destino. 
Dalí es un tipo guapo de modales enloquecidos que encandilan a los burgueses que llegan a ese lugar exótico del Mediterráneo.
 Dalí encarna lo irracional, la posible inspiración para que Gala pueda llevar a cabo su tarea creadora, que no sabe a ciencia cierta en qué va a consistir, pero que presiente apremiando. 
Lo ve de inmediato, así que decide dejarlo todo por nada: el éxito de París junto al gran poeta Éluard por un joven pintor que entonces no es nadie. 


Au rendez-vous des amis (1922), de Max Ernst, perteneciente a la colección del Museo Ludwig de Colonia. Retrato colectivo de los integrantes del grupo surrealista (y dos intrusos: Rafael y Dostoievski). Gala, flanqueada por De Chirico y Robert Desnos, es la única mujer.
Au rendez-vous des amis (1922), de Max Ernst, perteneciente a la colección del Museo Ludwig de Colonia. Retrato colectivo de los integrantes del grupo surrealista (y dos intrusos: Rafael y Dostoievski). Gala, flanqueada por De Chirico y Robert Desnos, es la única mujer.
 Como había ocurrido con Éluard, entre Gala y Dalí surge una poderosa atracción que dura hasta su muerte. 
“Ella ya estaba allí. ¿Quién? No me interrumpan.
 Dije que ella estaba allí, y esto debería bastar. Gala, la mujer de Éluard. ¡Era ella! Galuchka Rediviva.
 Acababa de reconocerla por su espalda desnuda.
 Su cuerpo tenía todavía el cutis de una niña. 
 Sus clavículas y los músculos infrarrenales tenían esa algo súbita tensión atlética de los de un adolescente.
 Pero la parte inferior de su espalda, en cambio, era sumamente femenina y pronunciada y servía de guion, infinitamente esbelto, entre la decidida, enérgica y orgullosa delgadez de su torso y sus nalgas finísimas, que la exagerada esbeltez de su talle realzaba y hacía mucho más deseables”, escribe Dalí en sus memorias 
La vida secreta de Salvador Dalí a propósito de uno de sus primeros encuentros en Cadaqués.
 Dalí corta los lazos con familia, amigos, incluso su lengua materna, y juntos desarrollan unas extraordinarias complementariedades: Gala aporta el sentido práctico tras el cual enmascara obstinada sus dotes creadoras.
 Sin embargo, la rusa aporta seguramente mucho más, igual que Dalí ofrece a Gala el espacio creativo que siempre ha necesitado y que el pintor le reconoce.
 Junto a Dalí, Gala no solo consigue florecer como una escritora y una artista de talento —lo prueban los escritos y los objetos surrealistas—, sino que en el trasvase entre ambos se conforma como coautora del mismo proyecto creativo daliniano.
 Lo reconoce Dalí cuando firma sus “mejores obras” con ese nombre que los resume y reúne: 
“Gala Salvador Dalí”. Este se puede considerar como un proyecto que tiene mucho de obra conceptual, donde prima el proceso sobre el producto mismo y donde la colaboración entre Gala y Dalí se manifiesta en un espacio mucho más sutil que el acto físico del pincel —queda claro en las numerosas fotos del montaje del Sueño de Venus, de 1939, en las que aparecen trabajando juntos—.
En su particular juego de espejos, se complementan y se completan, y la autoría compartida que Dalí rubrica en la firma es un constante reconocimiento al trabajo de Gala.


Gala, ni musa ni esposa

Arriba, Gala y Dalí, fotografiados en 1939 mientras trabajan en el proyecto Sueño de Venus. Abajo, retrato de Gala, Tête à chateau, de un autor desconocido.
Arriba, Gala y Dalí, fotografiados en 1939 mientras trabajan en el proyecto Sueño de Venus. Abajo, retrato de Gala, Tête à chateau, de un autor desconocido.

Si consideramos la coautoría de forma literal, entonces el relato se complica deliciosamente: ¿Qué hacer con todos los cuadros que Dalí pinta de Gala si han sido firmados “Gala Salvador Dalí”? ¿No tiene acaso la larga serie de retratos de Gala algo de autorretrato de Gala misma? ¿No forma parte de ese gran proyecto autobiográfico que conforman sus escritos, sus obras,