Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

22 jun 2018

El selecto club de los escritores suicidas

LIBROS RECOMENDADOS DE Librotea

El selecto club de los escritores suicidas.

No está demostrado que la actividad de escribir sea peligrosa, pero lo cierto es que un estudio realizado por el Instituto Karolinska en el 2012 puso de relieve que las personas dedicadas a actividades creativas tienen mayor riesgo de sufrir trastornos mentales. 
  Y que el índice de suicidios es mayor.

 En Librotea ponemos el foco sobre un puñado de literatos geniales que decidieron acabar con su vida.
Más allá de las razones particulares que llevaron a cada uno a tomar la decisión los métodos empleados son de los más variopintos.
 A los barbitúricos recurrió Alejandra Pizárnik. 
E Idéntica fue la fórmula escogida por Stefan Zweig, que lo hizo junto a su esposa, Charlotte Altmann.
 Optaron por las armas de fuego Hemingway, Hunter S. Thompson, Mariano José de Larra o Sándor Marai.
 Uno de los suicidios más conocidos de la historia de la literatura es el de Yukio Mishima, que se realizó un seppuku, una muerte ritual similar al harakiri.

Primo Levi sobrevivió al horror del campo de concentración de Auschwitz, pero no pudo sobrevivir a su propia existencia y se tiró por el hueco de la escalera.
 El polaco Tadeusz Borowski también había pasado por Auschwitz, pero terminó quitándose la vida días después de haber sido padre. Recurrió al gas, al igual que Sylvia Plath, que antes de meter la cabeza en el horno dejó leche y galletas en la habitación de sus dos hijos por si les entraba hambre.

El filósofo y pensador Ángel Ganivet, precursor de la Generación del 98, se tiró al río Dviná. 
También Virginia Woolf terminó sus días lanzándose a un río, en este caso el Ouse, con piedras en los bolsillos.
Antes de hacerlo escribió: “He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. 
Por eso elijo la que me parece la mejor opción”. 
También Cesare Pavese garabateó unas palabras antes de quitarse la vida: “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”.
 

 

Hallada muerta en su piso Sophie Gradon, Miss Reino Unido en 2009

La modelo, de 32 años, se convirtió en una de las estrellas de la televisión inglesa por su participación en el 'reality show' 'Love Island'.

Sophie Gradon
Sophie Gradon, a los 22 años, durante el desfile de Miss Inglaterra 2008 en Londres. Getty Images
La modelo británica y Miss Reino Unido en 2009, Sophie Gradon, de 32 años, ha sido hallada muerta este miércoles en su piso de Medburn, en el norte del país, según ha informado la policía de Northumbria.
 Por el momento, se desconocen las causas del fallecimiento. "Aproximadamente a las 8.27 pm de ayer [20 de junio] la policía entró en una propiedad en Medburn, Ponteland, donde tristemente se encontró a una mujer de 32 años fallecida.
 Creemos que no existe ninguna circunstancia sospechosa en torno a su muerte.
 Se preparará un informe para el forense", ha informado la policía.

 

Sophie Gradon fue coronada Miss Reino Unido en 2009, momento en el que saltó a la fama.
 La modelo se convirtió en una de las estrellas de la televisión inglesa por su participación en el reality show Love Island
El programa, de 2016, fue emitido en el canal de televisión ITV2 y ella fue la primera mujer bisexual en participar.
En el reality show, Gradon salía con Katie Salmon, que se ha despedido de ella en su cuenta de Twitter: 
"Su sonrisa será recordada por siempre". 
Antes del inicio del episodio de este jueves, la emisión le rindió un homenaje en pantalla, según ha recogido la cadena británica BBC. La presentadora del programa, Caroline Flack, ha lamentado el fallecimiento de la modelo, así como su novio, Aaron Armstrong, que también le dedicó un mensaje en las redes sociales.
 "Nunca olvidaré esa sonrisa. 
Te amo tanto, cariño, eres mi mundo para siempre", ha escrito Armstrong en Facebook.
 Los organizadores del concurso Miss Reino Unido también le dedicaron unas palabras en las redes sociales, enviando su apoyo a los familiares de la fallecida.
 Sophie Gradon tenía más de 400.000 seguidores en Instagram.


Las primeras imágenes de la infanta Cristina tras la entrada en prisión de Urdangarin

La hermana del Rey, fotografiada sola en Ginebra (Suiza) tras el ingreso en la cárcel de su marido el pasado lunes.

Cristina de Borbon
La infanta Cristina, fotografiada ayer en Ginebra (Suiza).

 Primeras imágenes de la infanta Cristina de Borbón tras la entrada de su marido, Iñaki Urdangarin, en la prisión de Brieva (Ávila).

 Las fotografías fueron tomadas ayer jueves en Ginebra (Suiza), donde reside la hermana del Rey junto a sus cuatro hijos. Urdangarin ingresó en la cárcel abulense el pasado lunes a las 8.13 de la mañana, después de que la Audiencia Provincial de Palma le diese cinco días al exdeportista para comenzar a cumplir su pena en el centro penitenciario que él eligiese. 

El cuñado del Rey, condenado por el Tribunal Supremo a 5 años y 10 meses, escogió Brieva, una prisión destinada a mujeres pero que dispone de un pequeño módulo para hombres que llevaba cuatro años vacío. 

Urdangarin ocupa la misma celda en la que cumplió su pena Luis Roldán, exdirector general de la Guardia Civil.

Las primeras imágenes de la infanta Cristina tras la entrada en prisión de Urdangarin
"Es el preso más difícil que tenemos desde Roldán", reconocieron a este periódico fuentes del Ministerio del Interior, que ven en la elección de Brieva una simplificación de las medidas de seguridad a tomar para evitar incidentes con otros presos. 
Aunque el departamento de Fernando Grande-Marlaska puede trasladarlo a otro centro penitenciario, esto no sucederá.
 Sin embargo, Urdangarin tendrá que afrontar la dureza de la soledad en la cárcel: “
Estar solo día tras día es muy duro”, coinciden en señalar varios funcionarios de prisiones, que destacan que serán precisamente ellos los únicos que tendrán trato directo con el preso.
El Tribunal Supremo rebajó hace diez días la pena impuesta por la Audiencia de Palma a Urdangarin en cinco meses.
 La dejó en cinco años y diez meses, tras considerar probado que el cuñado del Rey cometió delitos de malversación, prevaricación, fraude a la Administración, dos delitos fiscales y tráfico de influencias. 
El alto tribunal mantuvo además la responsabilidad de partícipe a título lucrativo de la infanta Cristina por delitos de malversación y fraude a la Administración, pero no por el delito fiscal. 

 

Charlize Theron: esa mujer, esa actriz................... Carlos Boyero

Como a la Romy Schneider adulta, como a Michelle Pfeiffer, reconocería a esta actriz aunque saliera disfrazada de King Kong.

Charlize Theron, en 'Tully', de Jason Reitman. En vídeo, crítica de Carlos Boyero.
TULLY
Dirección: Jason Reitman.
Intérpretes: Charlize Theron, Mackenzie Davis, Ron Livingston, Mark Duplass.
Género: drama. EE UU, 2018.
Duración: 95 minutos.
La muy cómplice y duradera asociación entre la guionista Diablo Cody y el director Jason Reitman dispone de notable prestigio entre el público indie, entre hipsters, espíritus tan modernos como sensibles y demás especies fatigosamente actuales.
 No participo de ese encantamiento
Me suele marear tanto afán de originalidad, intensidad emocional, pretensiones de vanguardia. 
Sin embargo, Jason Reitman también se inventó una película que adoro y revisito continuamente.
 Se titula Up in the Air. Es una tragicomedia admirable, protagonizada por un tipo cuyo deplorable trabajo, pagado por las humanistas empresas, consiste en asesorar y consolar a los infinitos y desolados currantes que la crisis condenó a la puta calle con la misión de que estos no creen demasiados problemas a sus antiguos patronos.
 Este hombre inteligente, pragmático y cínico, cuyo feliz hogar lo constituyen los hoteles y los aeropuertos, las seducciones rápidas y de duración fugaz, vivirá perplejo y sin defensas un desastre sentimental al confundir la aventura con el amor. 

 Todo en Up in the Air desprende estado de gracia. 
Siempre me deja agridulce sabor de boca. Me sigue divirtiendo y conmoviendo, jamás me cansa.
Es fundamental para los futuros espectadores de Tully, última, extraña y atractiva criatura de Jason Reitman, que nadie le desvele a los futuros espectadores el misterio que oculta su argumento. 
No lo haré ni yo, que me pongo de los nervios cada vez que escucho eso tan cursi de “No me hagas un spoiler”
. El guion bucea en lo que ocurre en la vida cotidiana, en la torturada cabeza y en el agotado organismo de una mujer que va a parir a su tercer hijo, del agobio ante responsabilidades múltiples, de la tristeza que le asalta sin necesidad de mirarse en el espejo, de la depresión posparto, de plantearse lo que fue antes su vida y el yugo que impone crear una familia, del cansancio infinito en el cuerpo y en el alma. 
Quiere a su bondadoso y grisáceo marido y adora sin gestos estridentes a sus críos, aunque la discapacidad de uno de ellos aumente su angustia hasta límites peligrosos. 
Y recibe una oferta de su generoso hermano para que la contratación de una niñera nocturna para el bebé le permita un poco de descanso. 
Ahí empiezan a ocurrir cosas sorprendentes y venturosas, para la agotada protagonista y para el intrigado espectador. 

Me gusta moderadamente Tully, pero lo que de verdad me enamora, como siempre, es la presencia de esa actriz más que buena y preciosa mujer llamada Charlize Theron.
 Tuvo que ponerse como una foca y deformar su rostro en Monster para que los académicos descubrieran que la sensual muñeca también poseía talento y le otorgaran ese rutinario Oscar que siempre conceden a actores y actrices que interpretan a gente con diversas taras. 
Cuentan que para dar vida a una embarazada, Charlize Theron añadió veinte kilos a su insigne cuerpo y el resto lo aportó el maquillaje y el vestuario.

Sin embargo, la fascinación y la credibilidad que desprende desde que apareció en una pantalla permanecen intactas.
 Y te cuenta muchas y profundas cosas sobre el personaje al que da vida con sus ojos, su gestualidad, sus sobrias y matizadas sensaciones, su voz y su tono.
 Como a la Romy Schneider adulta, como a Michelle Pfeiffer, reconocería a Charlize Theron aunque saliera disfrazada de King Kong.
 Son las cosas del amor.