La universidad ha construido un hangar de un millón de euros en el que empresas privadas dan decenas de cursos de formación.
E. G. Sevillano
El hangar aeronáutico del campus de Fuenlabrada (Madrid) de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC)
se ha hecho famoso en los últimos meses entre la comunidad académica,
pero no por ser la única instalación de este tipo en campus español,
sino por la forma en la que el hoy rector, Javier Ramos, lo ha
construido y cedido a intereses privados, sin pasar por concurso público
ni por el Consejo de Gobierno de la universidad.
La historia empieza con un convenio de colaboración por 25 años firmado en 2015 por el entonces el rector, Fernando Suárez, con European Airline Center SL., aunque el verdadero impulsor del hangar es Ramos.
Según este acuerdo la empresa puede ofertar allí centenares de cursos de formación profesional, de pilotaje, mecánica o de tripulante de cabina.
La universidad pone el terreno, ha costeado el millón de euros que ha costado el hangar, paga las facturas y, supuestamente, a cambio sus alumnos de Aeronáuticas hacen prácticas allí.
Su presencia, sin embargo, es anecdótica.
La compañía, por su parte, dice abonar el 10% de sus títulos propios a la URJC, un porcentaje en entredicho por varias fuentes, porque no aparece en el convenio y esta formación es una parte muy pequeña del negocio.
Hoy son sus alumnos de FP, los estudiantes de vuelo o los aficionados a los drones los que ocupan el hangar y tres aulas, algo que no ven con buenos ojos distintas fuentes universitarias, que incluso adelantan que van a llevar el caso a la Fiscalía.
Tres profesores de la URJC, descontentos con el devenir del hangar, han abandonado la comisión académica del instituto EIATA, del campus, que debe velar por la gestión de este espacio, según ha podido saber EL PAÍS.
Lo han hecho tras conocerse el último negocio, aún embrionario, con el que se pretende aumentar el número de alumnos no universitarios al hangar: un convenio de colaboración de la Universidad con el Ministerio de Defensa para reciclar con 63 cursos a centenares de soldados de tropa y marinería.
La URJC pone el nombre, pero el dinero que abonen los soldados de su bolsillo irá a las arcas de Aviation Group, la marca comercial que agrupa a las tres compañías que operan ahora en el hangar. Ramos, que a preguntas de EL PAÍS trata de desvincularse del proyecto, asegura no recordar la firma de ese convenio con Arturo Romaní, subsecretario de Defensa, que es el que aparece en el acuerdo.
Afirma que rubrica "miles de convenios".
“El rector actual [dice en referencia a sí mismo] tuvo un papel activo en un instituto aeronáutico, pero si alguien no cumplió la ley fue otro [Suárez]”, se defiende el rector Javier Ramos.
“Yo no firmé”, alega.
Pese al distanciamiento de Ramos, lo cierto es que el hangar era su proyecto desde hace una década; lo gestó como director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Telecomunicación, tal y como ha reconocido en público en más de una ocasión.
Siendo director de la escuela ha participado activamente en la promoción de los cursos privados.
A preguntas de este diario, el responsable de Aviation Group, Francisco Castaño, aseguró que abonan a la universidad el 10% del máster en Ingeniería de Diseño y Fabricación Aeronáutica, que ofertan con profesores de la URJC fuera de su horario laboral (cobran un extra) y con profesionales de las principales empresas aeronáuticas.
Sin embargo, del resto de su catálogo de títulos –los grados de FP, los cursos de formación continua a Iberia Express o Norwegian, las certificaciones profesionales o los campamentos tecnológicos- Castaño dijo desconocer si se paga algo a la universidad.
También Ramos dice no saberlo.
La historia empieza con un convenio de colaboración por 25 años firmado en 2015 por el entonces el rector, Fernando Suárez, con European Airline Center SL., aunque el verdadero impulsor del hangar es Ramos.
Según este acuerdo la empresa puede ofertar allí centenares de cursos de formación profesional, de pilotaje, mecánica o de tripulante de cabina.
La universidad pone el terreno, ha costeado el millón de euros que ha costado el hangar, paga las facturas y, supuestamente, a cambio sus alumnos de Aeronáuticas hacen prácticas allí.
Su presencia, sin embargo, es anecdótica.
La compañía, por su parte, dice abonar el 10% de sus títulos propios a la URJC, un porcentaje en entredicho por varias fuentes, porque no aparece en el convenio y esta formación es una parte muy pequeña del negocio.
Hoy son sus alumnos de FP, los estudiantes de vuelo o los aficionados a los drones los que ocupan el hangar y tres aulas, algo que no ven con buenos ojos distintas fuentes universitarias, que incluso adelantan que van a llevar el caso a la Fiscalía.
Tres profesores de la URJC, descontentos con el devenir del hangar, han abandonado la comisión académica del instituto EIATA, del campus, que debe velar por la gestión de este espacio, según ha podido saber EL PAÍS.
Lo han hecho tras conocerse el último negocio, aún embrionario, con el que se pretende aumentar el número de alumnos no universitarios al hangar: un convenio de colaboración de la Universidad con el Ministerio de Defensa para reciclar con 63 cursos a centenares de soldados de tropa y marinería.
La URJC pone el nombre, pero el dinero que abonen los soldados de su bolsillo irá a las arcas de Aviation Group, la marca comercial que agrupa a las tres compañías que operan ahora en el hangar. Ramos, que a preguntas de EL PAÍS trata de desvincularse del proyecto, asegura no recordar la firma de ese convenio con Arturo Romaní, subsecretario de Defensa, que es el que aparece en el acuerdo.
Afirma que rubrica "miles de convenios".
“El rector actual [dice en referencia a sí mismo] tuvo un papel activo en un instituto aeronáutico, pero si alguien no cumplió la ley fue otro [Suárez]”, se defiende el rector Javier Ramos.
“Yo no firmé”, alega.
Pese al distanciamiento de Ramos, lo cierto es que el hangar era su proyecto desde hace una década; lo gestó como director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Telecomunicación, tal y como ha reconocido en público en más de una ocasión.
Siendo director de la escuela ha participado activamente en la promoción de los cursos privados.
Fuentes académicas apuntan a que el acuerdo con
Aviation Group es directamente ilegal, porque se trata de una cesión de
un espacio público que debería haberse sacado a concurso público, y no
en forma de convenio de colaboración con una empresa concreta sin que
otras pudieran competir. Y sostienen que la contraparte tendría que
pagar un canon por uso del espacio de al menos un 6% según la ley de
contratos.
Incluso antes de este convenio, la universidad cerró en 2015 un
acuerdo con el Centro de Formación de Instaladores y Mantenedores, en la
que Castaño era apoderado y matriz del negocio actual, que había entrado en concurso de acreedores semanas antes.A preguntas de este diario, el responsable de Aviation Group, Francisco Castaño, aseguró que abonan a la universidad el 10% del máster en Ingeniería de Diseño y Fabricación Aeronáutica, que ofertan con profesores de la URJC fuera de su horario laboral (cobran un extra) y con profesionales de las principales empresas aeronáuticas.
Sin embargo, del resto de su catálogo de títulos –los grados de FP, los cursos de formación continua a Iberia Express o Norwegian, las certificaciones profesionales o los campamentos tecnológicos- Castaño dijo desconocer si se paga algo a la universidad.
También Ramos dice no saberlo.
A estas fuentes consultadas por EL PAÍS les
sorprende también que el acuerdo dure 25 años sin que Aviation haga
ningún desembolso, pues el equipamiento sigue siendo suyo.
“Por ejemplo,
una empresa que se queda con la concesión de una residencia
universitaria por 30 años, invierte 10 millones en su construcción y
después puede perderla”, explica un profesor. Ramos asegura no saber a
quién pertenece el material.