Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

23 abr 2018

Kate Middleton da a luz a su tercer hijo, un niño

La duquesa de Cambridge tuvo a su hijo a las once de la mañana en el hospital St. Mary's de Londres.

La duquesa de Cambridge y el príncipe Guillermo ya son padres por tercera vez. Kate Middleton ha dado a luz a su tercer hijo, un niño, este lunes a las once de la mañana en el hospital St Mary's de Londres, según ha informado el palacio de Kensington en Twitter. El niño ha pesado 3,8 kilogramos y tanto él como la madre se encuentran bien.

Los duques Cambridge habían acudido en coche al hospital a primera hora de la mañana.
 Kate Middleton se encontraba, según ha informado el palacio de Kensington por Twitter, “en las primeras etapas del parto”. 
 El embarazo de la esposa del príncipe Guillermo se dio a conocer en octubre pasado, y no se había especificado la fecha concreta en que salía de cuentas.
 La duquesa de Cambridge había concluido su agenda oficial por baja de maternidad el mes pasado.
El tercer hijo del príncipe Guillermo y Kate Middleton es quinto en la sucesión al trono de Reino Unido, por detrás de su abuelo Carlos de Inglaterra, príncipe de Gales; su padre, duque de Cambridge; su hermano, el príncipe Jorge (cuatro años), y su hermana, la princesa Carlota (dos años). 
Gracias a  cambios introducidos en 2013 en las leyes que rigen la sucesión, el sexo del bebé no afecta ya al orden sucesorio: los varones no tienen preferencia sobre las mujeres y su hermana Carlota, de dos años, conserva su cuarto lugar en la sucesión al trono.
El nacimiento del bebé marca el inicio de un mes de alegrías en las vidas de los nietos de la reina Isabel II.
 El príncipe Enrique, el menor de los dos hijos de Carlos y la fallecida Diana de Gales, que pasa al sexto puesto en la sucesión al trono con el nacimiento de su sobrino, proporcionará un nuevo motivo de celebración a la legión de seguidores de la familia real británica al contraer matrimonio con Meghan Markle el próximo 19 de mayo.
 Los preparativos de la boda del príncipe con la actriz estadounidense, que se han ganado el cariño de los ciudadanos al recorrer el país tras el anuncio de su compromiso a finales del año pasado, ocupan desde hace ya semanas al personal del palacio de Windsor, donde tendrá lugar la celebración, a la que acudirán más de 2.500 invitados.

El nuevo bebé tiene el tratamiento de Alteza Real y es príncipe de Cambridge.

 Sus posibilidades de convertirse en monarca son remotas, pero la larga historia de la monarquía británica ofrece al menos un precedente histórico: Guillermo IV, el penúltimo rey de la casa Hanover, accedió al trono en 1830 con 64 años, al sobrevivir a sus dos hermanos mayores, Jorge IV, que murió sin descendencia, y Federico, duque de York. 

El anuncio de los nacimientos reales sigue un protocolo establecido por la costumbre.

 La primera en ser informada del nacimiento es la reina. Después, se comunica al resto de la familia real y a los Middleton.

 A continuación, el equipo de comunicación de palacio informa por correo electrónico a los medios, anunciando el sexo, el peso y la hora de nacimiento del bebé.

 Por último, se comunica por las cuentas oficiales de Twitter e Instagram, y se procede a colocar un anuncio en papel sobre un caballete dorado a las puertas del palacio de Buckingham, residencia oficial de la reina.

 

Los nombres de los bebés reales no suelen revelarse hasta algunos días después del nacimiento.
 En el caso de Jorge y Carlota, los padres tardaron dos días en anunciarlos.
 Fueron más rápidos que los abuelos de la criatura, Carlos y Diana, que tardaron una semana en comunicar el nombre del príncipe Guillermo en 1982. 
Más tardó todavía la reina; el nombre de cuyo primogénito, Carlos de Inglaterra, no fue revelado hasta su bautizo un mes después de nacer en 1948.
Para sus dos anteriores hijos, los duques de Cambridge han elegido nombres de sólida tradición real, lo que indica que en esta ocasión podrían también elegir uno que haga referencia a monarcas pasados. Federico, James, Arturo o Felipe están en los primeros puestos en las casas de apuestas.

Rumbo a islas españolas casi secretas

Del islote de Lobos, en Fuerteventura, a la gallega ínsula de Sálvora, praderas de posidonia y playas desiertas al alcance de cortas y divertidas travesías marinas.

El islote de Lobos, en la isla canaria de Fuerteventura. 
El islote de Lobos, en la isla canaria de Fuerteventura. agefotostock

 

Sergio Ramírez dedica su Premio Cervantes a “los nicaragüenses asesinados estos días por reclamar justicia”

El autor de ‘Castigo divino’ reivindica el mestizaje cultural en un discurso en el que homenajea a su paisano Rubén Darío, fundador del español literario moderno.

Los Reyes imponen la medalla del Premio Cervantes al escritor nicaragüense Sergio Ramírez.
“Escribo entre cuatro paredes, pero con las ventanas abiertas”, ha dicho esta mañana Sergio Ramírez en Alcalá de Henares en su discurso de recepción del Premio Cervantes
Por esas ventanas se ha colado estos días la sangrienta represión en Nicaragua de los que protestan contra la reforma de la Seguridad Social decretada –y luego derogada– por el Gobierno de Daniel Ortega. 
Los modos dictatoriales de sus excompañeros sandinistas –Ramírez fue vicepresidente de su país hasta 1990– llevaron al premiado a saltarse el protocolo literario en un acto presidido por los reyes y al que también acudieron el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que volvían a aparecer juntos en público en medio de la polémica en torno al máster de Cifuentes.
Tocado con un lazo negro en la solapa, Ramírez subió parsimoniosamente al púlpito del paraninfo de la Universidad de Alcalá, abrió una carpeta celeste y dijo:
 “Permítanme dedicar este premio a la memoria de los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando sin más armas que sus ideales porque Nicaragua vuelva a ser república”.

Enseguida lo explicaría en su discurso:
 “Como novelista no puedo ignorar la anormalidad constante de las ocurrencias de la realidad en que vivo, tan desconcertantes y tornadizas, y no pocas veces tan trágicas pero siempre seductoras”. “Cerrar los ojos es traicionar el oficio”, dijo también para reivindicar el papel principal que la literatura reserva a los ignorados por la Historia, aquellos que caminan “sin ser advertidos, o sin advertirlo, hacia las fauces que los engullen, víctimas tantas veces del poder arbitrario que trastoca sus vidas, el poder demagógico que divide separa, enfrenta, atropella. 
Ese poder que no lleva en su naturaleza ni la compasión ni la justicia y se impone por tanto con desmesura, cinismo y crueldad”. 
Sin perder de vista “la realidad”, el grueso de las palabras de Sergio Ramírez fue, sin embargo, un canto al vínculo transatlántico de la literatura en español y al mestizaje sobre el que se construye Nicaragua, ese país, explicó, fundado no por un general sino por un poeta: Rubén Darío.
 Lo primero le sirvió para recordar que el mismo papel fundacional que jugaron los ejemplares del Quijote llegados a Portobelo en 1605 lo jugaron los de Azul, el mítico poemario de Darío, llegados a Madrid en 1888 para poner patas arriba la vieja lengua castellana. Quedaba inaugurado el modernismo, es decir, la modernidad.
 “Tres siglos después de Cervantes”, apuntó Ramírez, Rubén Darío “devolvió a la Península una lengua que entonces resultó extraña porque venía nutrida de desafíos y atrevimientos, una lengua que era una mezcla de voces revueltas a la lumbre del Caribe, de donde yo también vengo, porque Centroamérica es el Caribe, ese espacio de milagros verbales donde los portentos pertenecen a la realidad encandilada, y no a la imaginación, a la que solo toca copiarlos”. 

Deuda con el boom

Si Darío se autorretrató como un descendiente de hijos de encomenderos españoles, esclavos africanos y “soberbios” indios, su paisano recordó que él nació, en 1942, en el “pequeño pueblo cafetalero” de Masatepe –mazartl-tepetl, tierra de venados, en lengua náhuatl– y que su escritura no es más que un nudo entre las lenguas indígenas, la oralidad campesina y la literatura del Siglo de Oro español que le enseñó su madre, profesora de literatura.
 Fue ella quien el Quijote en sus manos. Rodeado por su esposa, Tulita, sus tres hijos con sus parejas y sus ocho nietos, el autor de Margarita, está linda la mar rindió homenaje a su familia, a sus maestros y a sus amigos.
 “Siento que soy la síntesis de mis dos abuelos, el músico y el ebanista”, subrayó antes de recordar a Sergio Pitol, Premio Cervantes en 2005 fallecido semanas atrás, y de reconocer su “deuda” con sus amigos del boom: Carlos Fuentes, García Márquez, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa.
 Sergio Ramírez abrió su discurso invocando los nombres de paisanos suyos como Carlos Martínez Rivas, Ernesto Cardenal, Claribel Alegría y Gioconda Belli –poetas enormes de un país donde “todos somos poetas de nacimiento, salvo prueba en contrario”– y lo cerró agradeciendo su trabajo de años a Pilar Reyes, su editora en Alfaguara, a Antonio Kerrigan, su agente, y a Juan Cruz, periodista de EL PAÍS, 
“Juan de Juanes, que supo armarme de nuevo con las armas de la literatura cuando regresaba de otras lides con la lanza quebrada”. Un guiño al editor que lo rescató para la escritura después de que el fervor de la revolución desembocara en el desencanto de la política.

“A través de los siglos la historia se ha escrito siempre en contra de alguien o a favor de alguien.
 La novela, en cambio, no toma partido, o si lo hace, arruina su cometido”, había dicho el galardonado poco antes. 
“Una novela es una conspiración permanente contra las verdades absolutas”. 
Consagrado por siempre a la literatura, Sergio Ramírez se asomó hoy a la política para denunciar la represión en Nicaragua.
 El Rey el Ministro de Cultura hablaron de “horas difíciles”.
 Pero no se olvidó de los caudillos del narcotráfico ni del exilio de miles de centroamericanos hacia la frontera de Estados Unidos empujados “por la marginación y la miseria” ni de las “fosas clandestinas que se siguen abriendo, los basureros convertidos en cementerios”.
 El cielo estuvo gris toda la mañana. 

 

 

Leer mucho o poco también depende de los genes......... Francesco Rodella

Un estudio con 6.000 gemelos y mellizos investiga qué factores inciden en la predisposición de un niño a la lectura.

Dos niños leen en la Feria del Libro de Madrid.
Dos niños leen en la Feria del Libro de Madrid.
No todos los niños consideran leer un libro como algo divertido y relajante.
 Para algunos, puede ser una verdadera tortura y si no fuera que en el colegio hay tareas de lectura obligatoria, nunca cogerían un libro en sus manos. 
Un equipo de psicólogos holandeses ha querido esclarecer por qué algunos niños leen más que otros.
 Tras analizar los resultados de una encuesta a más de 6.000 parejas de gemelos y mellizos de siete años de media, los investigadores han llegado a la conclusión de que mejores habilidades genéticas de lectura aumentan la predisposición de un niño a leer. 
Apostar por el aspecto motivacional es la solución que sugieren los autores del estudio a padres y profesores para que también los niños con más dificultad no dejen de disfrutar de una buena lectura.
Observar a gemelos y mellizos es un método útil para establecer si existe una correlación entre  un comportamiento y las características genéticas de un individuo. 
En la gran mayoría de los casos, ambos individuos de una pareja de niños gemelos y mellizos viven en el mismo ambiente familiar y escolar.
 Pero los miembros del primer grupo comparten el mismo código genético, mientras los del segundo, no.
 Poder comparar los datos sobre gemelos y mellizos, y a su vez, en algunos casos, también con los de sus hermanos o hermanas, ha permitido aclarar cómo influyen las características genéticas sobre los hábitos de lectura, afirma Elsje van Bergen, doctora de la Universidad Vrije de Amsterdam y autora principal del estudio.
Van Bergen y su equipo han accedido a los datos relativos a más de 11.000 niños holandeses de entre siete y ocho años de edad.
 La información disponible, recopilada a lo largo de diez años, se basaba en cuestionarios sometidos a los padres acerca de los hábitos de lectura de los hijos y a los profesores sobre sus capacidades como lectores.
 Los psicólogos holandeses han podido demostrar que los gemelos tienen la misma predisposición a la lectura entre ellos. 
Los mellizos, en cambio, muestran diferencias más marcadas. 

El estudio, publicado en la revista Journal of Child Psychology and Psychiatry, cuestiona así la idea común de que cuanto más se lea, mejores serán las habilidades individuales que se desarrollan. Aunque los autores matizan que aprender a leer requiere herramientas, práctica y esfuerzos, según su investigación la genética influye más de lo que cabe suponer. 
Para un niño con buenas habilidades, mejorar la lectura le va a costar mucho menos que, por ejemplo, a un niño con dislexia.
 “Las diferencias genéticas entre niños afectan hasta en un 87% la diferencia de habilidades de lectura”, afirma Van Bergen.

La investigación ha determinado que cuánto se lee por placer está menos determinado por factores genéticos que cómo se lee. 
 Según Van Bergen y su equipo, las habilidades influyen en el tiempo y cantidad de lectura en un 16%.
 “Probablemente, también intervienen otras características genéticas del niño y la motivación que le trasmiten los padres y la escuela”, sostiene la investigadora.
 Un ejemplo de estos factores adicionales puede ser que a los niños más inquietos les cuesta más quedarse sentados con un libro, se agrega en el texto.

La psicóloga infantil Silvia Álava afirma que, más allá de las habilidades genéticas, hay también otros factores que tener en cuenta cuando se observa cuánto lee un niño. 
Uno de ellos, es la inteligencia, que puede llegar a influir mucho, según afirma.
 Álava cree que hay una serie de “prerrequisitos”, como la atención, las destrezas finas, la memoria, el sentido del ritmo y la coordinación que, si adecuadamente trabajados, ayudan a aprender a leer mejor y poder disfrutar de la lectura, porque así esta deja de suponer mucho esfuerzo. 
 “A todos se nos pueden dar mejor o peor algunas cosas. 
Pero trabajando las habilidades, vas a conseguir mejorar. 
A algunos niños mejorar en la lectura les va a cambiar la vida, porque supone ya no tener problemas escolares”, afirma.
Tanto Elsje van Bergen y su equipo como Silvia Álava coinciden en que es importante motivar y acompañar a los niños en el descubrimiento de la lectura. 
“Leer tendría que ser una elección, no una obligación.
 En la biblioteca de las escuelas es importante que haya una buena variedad de libros y alguien que ayude a los niños a coger un libro adecuado a sus intereses y nivel de lectura”, afirma Van Bergen. Según Álava, hay que tener en cuenta que los niños “copian a los adultos de referencia”.
 Por eso los padres son “los primeros que tienen que fomentar la lectura con su modelo”. 
Dar acceso a libros, cuentos e historias a los niños desde que son muy pequeños puede ayudar mucho, sugiere la psicóloga.