10 abr 2018
Del duque de Alba a Sartorius: la alta sociedad despide a Alicia Villapadierna
Fue la anfitriona de Michelle Obama en Marbella y era uno de los personajes más conocidos de la localidad malagueña.
Paloma Barrientos
Alicia Villapadierna falleció el jueves pasado en Marbella a los 57 años.. Madre de cuatro hijos, estaba casada con el empresario Ricardo Arranz y ambos formaban un tándem perfecto.
Eran dueños del hotel Villapadierna en la Costa del Sol, lugar en el que Alicia montó su reinado.
Una tienda que llenaba de objetos que compraba directamente en la India, Nepal, Brasil, Marruecos o cualquier punto de la geografía patria donde encontrase un buen artesano o un objeto original.
Viajó por medio mundo y acabó montando su cuartel general en Marbella, su lugar de veraneo desde pequeña y donde más tarde se casó y organizó su vida familiar, laboral y afectiva.
Precisamente en una de sus rutas a Sri Lanka, su médica Victoria le envío un mensaje porque no le gustaba lo que había visto en unos análisis rutinarios.
Su amiga Llanos Astolfi contaba que “no quiso que volviéramos inmediatamente y seguimos con nuestro plan. Ella era así. Prefería vivir el presente".
Todos coinciden en que era una mujer especial y cuentan una y mil anécdotas de aquellos primeros años en que formaban pandilla.
María Suelves recuerda que su primer punto de encuentro con Alicia tuvo que ver con lo mucho que les gustaba a las dos el deporte.
"Nos conocimos cuando yo llegué a España de Perú con 13 años y coincidíamos en el club. Empezamos a jugar al tenis, al pádel, montábamos a caballo y nos hicimos muy amigas.Nos lo pasábamos muy bien y cuando nos veían llegar al grupo nos decían 'ahí viene la banda".
Mantuvieron una amistad a lo largo de los años que con el tiempo se trasladaría a los hijos.
Una historia afectiva muy parecida a la de Isabel Sartorius, que recuerda cómo "me prestaba los vestidos para las fiestas y puestas de largo".
Destaca entre las cualidades de su amiga "ese agradecimiento constante que daba a la vida.
Era muy espiritual y tenía una fe inmensa. Una de las cosas que siempre hacía cuando viajaba a México era visitar a la Virgen de Guadalupe.
Iba con la lista de las peticiones que le hacíamos. Nunca se le olvidaba".
Recuerdos afectivos
"Es un sin sentido y me gustaría destacar el amor y el apoyo que le han dado su marido y sus hijos, para los cuales ella era el centro de sus vidas.
Va a ser muy duro para todos nosotros", cuenta Katia.
Llanos Astolfi rememora esos momentos felices y cómo fue su última excursión:
"Hicimos el Caminito del Rey con su marido, Ricardo Arranz, Anna Gamazo, Juan Abelló y Javier Moro.
Era impresionante ver la vitalidad que tenía y eso que acaba de pasar el segundo ciclo.
Así me gusta recordarla. Animándonos hasta el final cuando ya no estaba bien".
Viajó por medio mundo y acabó montando su cuartel general en Marbella, su lugar de veraneo desde pequeña y donde más tarde se casó y organizó su vida familiar, laboral y afectiva. Precisamente en una de sus rutas a Sri Lanka, su médica Victoria le envío un mensaje porque no le gustaba lo que había visto en unos análisis rutinarios.
María Suelves recuerda que su primer punto de encuentro con Alicia tuvo que ver con lo mucho que les gustaba a las dos el deporte. "Nos conocimos cuando yo llegué a España de Perú con 13 años y coincidíamos en el club. Empezamos a jugar al tenis, al pádel, montábamos a caballo y nos hicimos muy amigas. Nos lo pasábamos muy bien y cuando nos veían llegar al grupo nos decían 'ahí viene la banda". Mantuvieron una amistad a lo largo de los años que con el tiempo se trasladaría a los hijos.
Una historia afectiva muy parecida a la de Isabel Sartorius, que recuerda cómo "me prestaba los vestidos para las fiestas y puestas de largo". Destaca entre las cualidades de su amiga "ese agradecimiento constante que daba a la vida. Era muy espiritual y tenía una fe inmensa. Una de las cosas que siempre hacía cuando viajaba a México era visitar a la Virgen de Guadalupe. Iba con la lista de las peticiones que le hacíamos. Nunca se le olvidaba".
Recuerdos afectivos
Llanos Astolfi rememora esos momentos felices y cómo fue su última excursión: "Hicimos el Caminito del Rey con su marido, Ricardo Arranz, Anna Gamazo, Juan Abelló y Javier Moro. Era impresionante ver la vitalidad que tenía y eso que acaba de pasar el segundo ciclo. Así me gusta recordarla. Animándonos hasta el final cuando ya no estaba bien".
Alicia Villapadierna a los 17 años, cuando fue elegida Miss Marbella Club. (Imagen cedida por la familia)
El duque de Alba también tiene palabras de cariño hacia la que fue durante un tiempo su novia. La define como "una persona muy sensible, buena, inteligente y muy amiga de sus amigos".
Fue la anfitriona de Michelle Obama cuando viajó a España.
La presidenta consorte norteamericana quería conocer Marbella y le hablaron de ese lugar mágico, único y seguro que era el hotel que regentaba Alicia.
Hasta allí viajó con su hija para disfrutar de unos días que definiría como inolvidables y que sirvieron para que muchos americanos colocaran Villapadierna en el mapa.
Esta publicidad no cambió la vida de Alicia, que siempre mantuvo un perfil bajo siendo una de las mujeres con más encanto, atractivo personal y profesional del panorama nacional.
Prefería la privacidad a la publicidad social que le daba su propio estatus y el ser hija de Alicia Klein y de José Villapadierna.
El conde fue toda una institución en el mundo de la cría de caballos de carreras a través de su propia cuadra.
También del automovilismo, donde llegó a ser presidente de la Federación Española.
Alicia era una mujer amable, divertida, luchadora, generosa y sobre todo vital.
Esa vitalidad la acompañó hasta esta última Semana Santa, cuando ya no había vuelta atrás en la evolución de su enfermedad. Incluso en esas circunstancias la serenidad marco esos días en los que "pensábamos que saldría adelante como otras veces.
Diez días antes estaba haciendo yoga y aquagym y llevaba su alimentación a rajatabla", cuenta Llanos Astofi, su gran amiga.
Alicia Villapadierna, mujer querida y respetada, deja una calle con su nombre en el municipio de Estepona.
Ese será siempre el recuerdo para los que la conocieron.
¿Es el ‘Guernica’ un retrato familiar de Picasso?........... Ángeles García
Un sorprendente estudio mantiene que la obra nada tiene que ver con el bombardeo de la localidad vasca en la Guerra Civil.
Madrid
Son decenas los estudios firmados por especialistas de todo el mundo que han analizado cada detalle de la pieza y la han ensalzado como la obra más antibelicista creada nunca.
Su propio museo parisiense le dedica estos días una gran exposición, en la que se recuerda que el artista se inspiró en la matanza de civiles ocurrida en la villa vasca el 26 de abril de 1937 por la Legión Cóndor alemana y la aviación de la Italia fascista
Su propio museo parisiense le dedica estos días una gran exposición, en la que se recuerda que el artista se inspiró en la matanza de civiles ocurrida en la villa vasca el 26 de abril de 1937 por la Legión Cóndor alemana y la aviación de la Italia fascista.
Pero resulta que, cuando se cumple el 81º aniversario de la obra, la última investigación publicada desmiente hechos considerados históricos, asegurando que el mural nada tiene que ver con lo acontecido en la localidad vizcaína y, entre otras cosas, que se llama así por el oportunismo de un artista apolítico y ambicioso.
El Guernica no sería más que un retrato de familia, según mantiene el catedrático José María Juarranz de la Fuente (Fuentemolinos, Burgos, 1949) en el libro Guernica. La obra maestra desconocida (ediciones Rodrigo Juarranz), presentado hoy martes en un hotel madrileño.
Vicente Verdú, autor del prólogo, destaca "la valentía insólita que despliega el autor para esclarecimiento de la verdad".
El estudio parte de la idea de que la obra de Picasso es autobiográfica, como por cierto ya señaló Daniel-Henry Kanhweiler, uno de sus marchantes y sus más importantes biógrafos.
Cabe recordar que Picasso pintó el mural a petición del Gobierno de la Segunda República española para la Exposición Universal de París de 1937, un encargo por el que cobró 150.000 francos franceses (unos 300.000 euros).
Los historiadores han coincidido hasta el momento en que inicialmente el artista no tenía claro el planteamiento.
Vivió días atascado, dándole vueltas.
La iluminación le llegó al conocer el arrasamiento de la ciudad. Fue entonces cuando la tela se fue poblando de personajes agonizantes cuya carga simbólica la convirtió en un icono mundial contra las guerras.
"Oportunista"
Pero Juarranz de la Fuente explica en las 261 páginas, profusamente ilustradas, que culminan 14 años de investigación, que el mural nada tiene que ver con la guerra.Juarranz examina la cronología que va desde el encargo del cuadro hasta el bombardeo para demostrar que la temática la había iniciado antes de conocerse el ataque a la ciudad vasca.
"Cuando se produjo el bombardeo, él estaba fuera de París con su entonces amante Marie-Thérèse Walter y la hija de ambos, Maya. La guerra de España no le preocupaba.
No tenía ningún interés por los asuntos políticos".
Y añade el autor del libro que la idea de poner el nombre de Guernica a la obra surgió durante una visita al estudio del pintor en des Grands-Augustins de París con varios amigos, entre otros el poeta Paul Éluard, autor del poema La victoria de Guernica.
¿Por qué ningún otro historiador ha defendido hasta ahora esta tesis? "Porque no se han atrevido", responde sin pestañear Juarranz. "Tienen miedo a decir que esta obra no es un alegato contra la guerra porque a Picasso le importaban pocas cosas salvo él mismo. No estuvo nunca en Guernica y no le afectó lo ocurrido".
Juarranz, catedrático de geografía e historia, es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid.
En la obra (de 3,5 metros de alto y 7,8 metros de ancho) hay seis personas y tres animales, también reinterpretados por Juarranz. Para él, no hay duda de que el toro simboliza al propio Picasso.
"Él es el protagonista absoluto de la composición. Se ve a sí mismo como a un rey, y por eso quería que la obra estuviera en el Prado junto a Las Meninas de Velázquez y La familia de Carlos IV de Goya”.
La mujer con el niño desmayado representaría a su amante Marie Thérèsse Walter y a su hija Maya en el momento de su nacimiento, cuando estuvo a punto de morir; el caballo haría alusión a su mujer Olga Koklova.
"Para él, las mujeres suponen tensión, peligro.
Por eso oculta su vida privada", asegura el autor, dejando de lado los numerosos testimonios gráficos de la época en los que se certifica que Picasso escondía muy poco sus relaciones.
El guerrero tirado en el suelo es su interpretación más polémica, reconoce el autor.
No alberga dudas de que se trata del pintor Carlos Casagemas, al que considera que Picasso traicionó durante un viaje a Málaga. "Casagemas tenía un problema de impotencia sexual", estaba deprimido.
Picasso le invitó Málaga, su ciudad natal, y le llevó de burdeles.
En un momento dado, Casagemas se enfrentó a otros amigos de Picasso porque le ridiculizaron llamándole independentista y nacionalista.
Entonces, Casagemas se fue a Barcelona y Picasso a París. Después, el artista catalán se suicidó pegándose un tiro en la cabeza y Picasso comenzó su etapa azul.
El culo de Johnson y el ego de Cifuentes.................. Juan Cruz
Le está pasando a Cifuentes lo que le sucedió a Johnson cuando mintió demasiado sobre Vietnam.
Lo que ha pasado con Cristina Cifuentes
es que se empezó a caer en el primer peldaño de la escalera y luego le
dio vergüenza reconocer que había perdido el equilibrio.
Y siguió cayendo, como el cuerpo descrito por César Vallejo.
Es mejor frenar, descalabrarse, ir al mecánico de los huesos, y aparecer con las correspondientes magulladuras, que hacer el paripé de que estás como un roble, someterte de medianoche ante el Periscope y explicarle al mundo que tienes la lucecita encendida, pendiente de tus ciudadanos.
Tamaña insistencia en lo heroico la ha dejado ahora magullada por dentro, ha tenido que dejar en manos de su partido el parte de daños y ahora todo lo que hace o dice hay que tomarlo con pinzas, pues a su alrededor todo el mundo que afirma quererla dice su nombre tapándose la nariz.
Es un hecho de la vida, vas de perfecta y de pronto te cae una mancha, por tu torpeza o por tu exceso de confianza, y entonces ya nadie te pone derechos los renglones torcidos.
La penúltima escaramuza (que un psicópata sociata le había cogido inquina) no se sostenía ni con muletas, y se derrumbó en cuanto el hombre que dijo “esto es lo que hay” se lanzó al ruedo público a decir, como sociólogo, de qué pasta estaba hecho el suflé del máster.
Ahora ya no sabe qué decir Cristina Cifuentes, porque simplemente ya ha dicho demasiado.
Le está pasando lo que le sucedió a Lyndon Johnson (1968) cuando mintió demasiado sobre Vietnam.
Lo cuenta Manuel Rivas (Contra todo esto. Un manifiesto rebelde. Alfaguara).
Johnson se asustó de tanto que había mentido y entonces convocó a su despacho a uno de los grandes editorialistas de la época para que le echara un cable.
El editorialista, James Scotty Reston, le escuchó con atención y se dio cuenta de que Johnson le estaba cantando un tango desvergonzado.
“Creo que está usted intentando salvar la cara”, le dijo. Rivas retrata a Johnson en ese instante:
“El presidente se removió en su propio ego, que es un buen lugar para sentarse, y dio por terminada la conversación, no sin antes responder con una frase que vale por todos los miles de tuits de Trump:
— No estoy intentando salvar la cara.
Estoy intentando salvar el culo.
Cifuentes, experta en guiñar el ojo para conseguir cómplices, no ha estudiado a fondo el máster de la posverdad, ha dejado demasiados cabos sueltos.
Y desde ayer tarde en Génova están tratando de reparar el asiento donde desde el 21 de marzo se ha empeñado en poner cómodo su ego ahora gravemente magullado.
Y siguió cayendo, como el cuerpo descrito por César Vallejo.
Es mejor frenar, descalabrarse, ir al mecánico de los huesos, y aparecer con las correspondientes magulladuras, que hacer el paripé de que estás como un roble, someterte de medianoche ante el Periscope y explicarle al mundo que tienes la lucecita encendida, pendiente de tus ciudadanos.
Tamaña insistencia en lo heroico la ha dejado ahora magullada por dentro, ha tenido que dejar en manos de su partido el parte de daños y ahora todo lo que hace o dice hay que tomarlo con pinzas, pues a su alrededor todo el mundo que afirma quererla dice su nombre tapándose la nariz.
Es un hecho de la vida, vas de perfecta y de pronto te cae una mancha, por tu torpeza o por tu exceso de confianza, y entonces ya nadie te pone derechos los renglones torcidos.
La penúltima escaramuza (que un psicópata sociata le había cogido inquina) no se sostenía ni con muletas, y se derrumbó en cuanto el hombre que dijo “esto es lo que hay” se lanzó al ruedo público a decir, como sociólogo, de qué pasta estaba hecho el suflé del máster.
Ahora ya no sabe qué decir Cristina Cifuentes, porque simplemente ya ha dicho demasiado.
Le está pasando lo que le sucedió a Lyndon Johnson (1968) cuando mintió demasiado sobre Vietnam.
Lo cuenta Manuel Rivas (Contra todo esto. Un manifiesto rebelde. Alfaguara).
Johnson se asustó de tanto que había mentido y entonces convocó a su despacho a uno de los grandes editorialistas de la época para que le echara un cable.
El editorialista, James Scotty Reston, le escuchó con atención y se dio cuenta de que Johnson le estaba cantando un tango desvergonzado.
“Creo que está usted intentando salvar la cara”, le dijo. Rivas retrata a Johnson en ese instante:
“El presidente se removió en su propio ego, que es un buen lugar para sentarse, y dio por terminada la conversación, no sin antes responder con una frase que vale por todos los miles de tuits de Trump:
— No estoy intentando salvar la cara.
Estoy intentando salvar el culo.
Cifuentes, experta en guiñar el ojo para conseguir cómplices, no ha estudiado a fondo el máster de la posverdad, ha dejado demasiados cabos sueltos.
Y desde ayer tarde en Génova están tratando de reparar el asiento donde desde el 21 de marzo se ha empeñado en poner cómodo su ego ahora gravemente magullado.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)