El famoso biógrafo real, que está a punto de publicar un libro sobre la prometida del príncipe, desvela todos los secretos de la relación de la pareja.
Una licenciada en Relaciones Internacionales que podría haber acabado
como diplomática.
Una actriz vocacional que de pequeña ensayaba el
discurso de aceptación del Oscar, pero a quien el éxito se le resistió
ocho largos años.
Una activista por la igualdad de género que llegó a dar un discurso en la ONU.
Una arribista muy estratégica a la hora de elegir sus amistades. Una celebrity enganchada a las redes sociales.
Y una compañera con la que el príncipe
Enrique compartirá los privilegios y cargas que le impone su apellido.
Son algunas de las facetas que el escritor Andrew Morton –autor de la controvertida biografía Diana: Su verdadera historia, que en 1992 hizo tambalearse a la monarquía británica– le atribuye a Meghan Markle en su nuevo libro, Meghan: A Hollywood Princess, que se publicará en Reino Unido el 12 de abril.
El
autor habló con miembros de la familia de la actriz (por ejemplo, su
hermanastro Tom), amigos y profesores para completar su semblanza.
Pero
que nadie espere una biografía incendiaria repleta de secretos
escandalosos; la mayoría de entrevistados la retratan con una luz
favorecedora.
Entre las excepciones está su primer marido, el productor Trevor Engelson,
que no quiere, literalmente, ni oírla nombrar.
“Hablé con él brevemente
y, en cuanto pronuncié el nombre de Meghan, pasó de afable a frío como
el hielo.
Es evidente que el dolor de su separación aún es profundo”,
comenta Morton a EL PAÍS.
Su ex mejor amiga, Ninaki Priddy –que, según
el biógrafo, vendió sus recuerdos y fotos con Meghan por una suma de
seis cifras–, asegura que Markle quiere ser “la princesa Diana 2.0”.
Y,
aunque no ha participado en el libro, la hermanastra de Meghan, Samantha
(nacida Yvonne), también ha dejado claro en varios tuits y entrevistas el poco afecto que se profesan.
“Yvonne siempre estuvo celosa y resentida porque sentía que su padre le
dedicaba mucho más tiempo y atención a Meghan”, apunta el escritor.
Lo que más le sorprendió a Morton es “lo rápido que Enrique y ella conectaron.
Meghan siempre había sido muy cauta y, sin embargo, se lanzó de lleno”.
El autor da detalles de su primer encuentro (en julio de 2016 en
Londres, en una cita a ciegas orquestada por una amiga común, Violet von Westenholz);
de su primer viaje juntos a Botsuana (adonde Enrique había llevado ya a
otras tres chicas); y de cómo sobrellevaron la distancia con numerosos
vuelos Londres-Toronto y muchas horas de Skype.
Aunque el flechazo fue
mutuo, Morton opina que el príncipe es más afortunado de tenerla a ella
que al contrario:
“Sin duda. Enrique está obsesionado con Meghan, de la
misma forma que Eduardo VIII estaba obsesionado con Wallis Simpson. Y se ha mostrado tan protector porque sabía que ella se podría haber asustado.
Formar parte de la familia real es un trabajo duro, especialmente en
una posición donde sabes que vas a ser fotografiado y observado todo el
tiempo”.
A su juicio, la comparación más
atinada no sería ni con ella ni con la princesa Diana, sino con la reina
Letizia:
“Meghan y Letizia son exactamente el mismo caso: dos mujeres
con una carrera de éxito, divorciadas, ambiciosas, centradas, con mucha
determinación y fuertes opiniones, y forzadas por las circunstancias a
guardar un voto de silencio”.
Los miembros de la casa real no pueden significarse políticamente pero,
antes de conocer a Enrique, Markle dejó muy claras sus inclinaciones.
“Meghan ha hablado sobre feminismo e igualdad de género, ha declarado
que no le gusta Trump y que quería que Hillary Clinton fuera presidenta.
Ha sido muchísimo más franca que Kate
Middleton, y a partir de ahora tiene que tener cuidado con eso”,
advierte Morton.
Y, sin embargo, al escritor le consta que la reina Isabel está encantada con el compromiso:
“He hablado con gente en palacio y me han dicho que, hace años, cuando Enrique era básicamente un borracho, no le habría dado permiso para casarse porque habría pensado que no iba a durar. Pero ahora tiene fe en ellos”.
Cuando el 19 de mayo su padre la lleve al altar
(“así será, me lo han confirmado dos fuentes distintas”, adelanta
Morton), Markle –que, por parte de madre, desciende de esclavos– habrá
aportado más inclusividad a la institución monárquica que cualquier otra
novia real.
¿Se adaptará ella a “la firma”? “Lo va a encontrar duro al
principio: nueva casa, nueva vida, nueva cultura, comenzar una
familia... Tiene mucho que digerir.
Pero como alteza real y duquesa
tendrá un megáfono para hablarle al mundo”.