Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

8 abr 2018

Palabra de mujer.......................................Nerea Pérez de las Heras

Ellas, que la utilizan como herramienta de trabajo, reflexionan sobre su poder transformador.

Palabra de mujer
Àngels Barceló. Periodista, lleva más de 10 años al frente del programa Hora 25, de la Cadena Ser, al que llegó tras una larga etapa en informativos televisivos. Foto: Gianfranco Tripodo

“Hasta hace poco, expresiones y términos como trabjao doméstico, ‘mansplaining‘ o sonoridad no estaban en nuestro vocabulario.

 Estamos nombrando nuestra experiencia”. 

Lo dice la escritora, ensayista y editora Laura Freixas, que se ha pasado toda una vida pensando acerca de la presencia de las mujeres en la cultura, desentrañando las herramientas del patriarcado para silenciar nuestra voz y alzando la suya para hablar de sus vivencias.

 «El tema no es que queramos tener nuestra parte del pastel de la cultura, es que si no lo tenemos nuestras experiencias seguirán siendo silenciadas y por lo tanto no tendrán importancia.

 Llamar por su nombre al trabajo doméstico que no sea fruto de una manifestación de amor lo politiza y lo problematiza inmediatamente». 

Las voces de las mujeres comienzan a ser audibles, emiten discursos políticos, relatos de ficción, denuncias, canciones, alegatos.

 Seis mujeres que, como Freixas, usan la palabra para expresarse artísticamente, cambiar el mundo, trabajar, ayudar a formarse una opinión o denunciar la injusticia, reflexionan sobre el estado de nuestra voz, cómo la estamos usando hoy y el modo en que estamos cambiando incluso el lenguaje para visibilizar nuestra experiencia.

 La de la mitad del mundo se incorpora al gran discurso, poco a poco, por fin.

 

Laura Casielles.Poeta y periodista. Autora, entre otros, de Breve historia de algunas cosas (2017) y Las señales que hacemos en los mapas (2014). A la derecha,  Julieta Valero.
Poeta y coordinadora de la Fundación Centro de Poesía José Hierro. Autorade Que concierne (2016) y Autoría (2010). Foto: Gianfranco Tripodo

La poeta Julieta Valero recuerda haber tenido una fuerte relación con el lenguaje desde que era una niña, una relación sinestésica, las palabras olían, sabían, tenían el poder de colocarla en diferentes lugares y a la palabra decidió dedicar su vida. 
En sus escritos habla de maternidad, política, justicia, memoria histórica, desarraigo, guerra.
 Ella no cree que exista una manera de usarlas propia de las mujeres.
 «Creo que la complejidad de los individuos, que incluye su género pero lo trasciende, hace que eso sea reduccionista.
 Lo que sí es cierto es que a las mujeres nos han educado para expresar lo personal e íntimo, a los hombres para inhibirlo. 
Eso es una tragedia para todos».
Para liberarnos de los casilleros de los roles de género, que también afectan a cómo se entiende lo que decimos, está el feminismo, claro. 
 Para Valero es un movimiento inapelable, la revolución más importante de la humanidad y considera que el papel del lenguaje aquí es capital.
 «Si no somos autocríticos con nuestra manera de expresarnos, si no empezamos a dejar de considerar lo neutro positivo masculino y lo lateralizado femenino no cambiaremos nada». 

Soleil.Mitad femenina del dúo elec trónico Reiko, formado en Londres junto a  Igor, creadores del hit Spinning Over You. Foto: Gianfranco Tripodo

Lo que quiere modificar Soleil, la mitad femenina del grupo Reiko, responsable del hit Spinning Over You, es cómo se ve y se entiende la música electrónica y lo quiere hacer con su voz, cantando y hablando de su trabajo.

 Su voz, comparada con la de las divas de la canción francesa, dice que es lo que más la define, casi una extremidad más, su manera de comunicarse con el mundo y expresarse.

 «Tenemos que sacarlo todo en canciones, libros, películas… Lo que me gustaría aportar a este discurso general es respeto por el trabajo y la creatividad que acompaña a la música electrónica, no por ser algo lúdico es frívolo». 

Ella tiene raza creativa, su abuela era hija de Muñoz Seca y cree que los referentes, más si están dentro de casa, importan todo. 

 «Mi abuela inventaba villancicos para nosotros, escribía, tuvo la oportunidad de expandirse creativamente en un momento en el que no era lo normal y la recuerdo con admiración». 

Los números cantan.

 Son mayoría en las formaciones académicas culturales (alrededor de un 65% y un 58% dependiendo del nivel de estudios), pero minoría en las actividades que se derivan de estos estudios (un 39%, según los últimos datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de 2014).

 Las cifras en las reales academias y en los premios literarios son raquíticas.

 Respecto al cine, no hay más que recordar los discursos de la última gala de los Goya: más mujeres.

Laura Freixas explica que durante una etapa que le duró años, a través de la asociación Clásicas y Modernas, se dedicó a «contar mujeres»: un 7% en libros de texto, ninguna en este certamen de poesía, una en aquel congreso, cero en esta antología y esta otra… 

«Ahora estoy más en entender qué es lo que nos dificulta el acceso a la creación cultural y plantear qué aportan que no estaba.

 Esto me ha abierto las puertas a un corpus cultural desconocido.

 No se trata de añadir nombres, el punto de vista que aportamos es distinto. 

Con los años me he dado cuenta de que los datos son el síntoma, el problema es que el imaginario cultural se ha creado alrededor de los hombres, de sus experiencias y valores.

 Se nos presenta al artista como un genio creador, el que domina el discurso, para el que la familia es secundaria o inexistente y eso es completamente contradictorio con los valores que la sociedad asigna a las mujeres.

 Las que quieran ser creadoras de cultura van a entrar en una contradicción entre el rol de artista y el rol de mujer y entre lo que son sus experiencias y lo que la cultura considera experiencias relevantes».

 La solución al dilema es seguir, no callar, no dar un paso atrás y engrosar las filas de las que relatan el mundo.

 Después de todo las mujeres son mayoría en el consumo de palabra, al menos escrita. 

Laura Freixas. Autora de ficción, ensayos, diarios y opinión. También es cofundadora de la asociación Clásicas y Modernas. Foto: Gianfranco Tripodo 

LECTORAS Y GRANDES AUTORAS
El lector tipo en España es una lectora. 
«A menudo, cuando en la editorial hablamos de un lector imaginario, ese lector es una mujer», dice Ofelia Grande, legendaria editora y directora de Siruela.
 Ella es la portadora de un gran altavoz para la palabra en forma de editorial y lo usa a conciencia de manera natural; no hace falta forzar cuotas porque, afirma, la calidad abunda. Repasa el último catálogo apasionadamente: «Fred Vargas es la reina indiscutible de la novela negra.
 La biografía de Clarice Lispector es imprescindible.
 Hemos editado El mundo resplandeciente, considerada la primera novela de ciencia ficción escrita por Margaret Cavendish en el siglo XVII.
 Nuestro libro más leído del último año es el ensayo Imperiofobia de María Elvira Roca. Tawni O’Dell me gusta mucho…». 
El repaso de autoras de diversos géneros con calidad literaria y éxito de ventas no cesa.
 Grande dice que no solo somos las que más leemos según todas las estadísticas del gremio, también somos muchas en las editoriales; más, es verdad, en los puestos que tienen que ver con los contenidos y menos en los de toma de decisiones.
 Sorpresa.

Ofelia. GrandeEditora y directora de Siruela. Foto: Gianfranco Tripodo
 A veces coinciden lo cuantitativo y lo cualitativo.
 Cada noche, cuando Àngels Barceló habla en el programa Hora 25 de la Ser, que dirige, más de un millón de personas escuchan. Cuando su hija se quejaba de los exámenes, ella le decía «yo me examino todos los días».
 La periodista dice que se «pelea» con las palabras para no caer en lugares comunes, pero sobre todo por la aplastante conciencia de su responsabilidad, le va la credibilidad en ser precisa.
 «En la radio tienes que contarlo todo, imágenes, sentimientos. Cuando se declaró la independencia de Cataluña, yo estaba en el Parlament e hice algo que no hago nunca: contar mis emociones. El procés ha sido complicado y estresante de narrar porque soy catalana, soy periodista, me afecta emocionalmente, intento buscar los grises».
Es consciente de que el suyo es un caso excepcional, que no siempre los mayores altavoces emiten las voces más relevantes. «No entiendo el fenómeno influencer.
 Me preocupa la influencia en la sociedad de personas que no sé qué formación y qué vivencias tienen».
 Afirma estar enfadada con los periódicos que miden la relevancia de las noticias por el número de clics: 
«La responsabilidad de los periodistas es trabajar para formar un estado de opinión bien informado».
 Incluidas las vivencias silenciadas hasta hace no mucho tiempo. «Hace poco, hablando de maltrato, entró en directo una periodista como tú y como yo a la que su novio tiró de un coche en marcha. Es importante que conozcamos este tipo de historias». 
  Paula Ortiz. Directora, guionista y productora, autora de De tu ventana a la mía y La novia, nominada a 12 Goyas en 2016. Foto: Gianfranco Tripodo.

Los relatos personales hacen política, lo llevamos oyendo y repitiendo desde los 60, pero no acaba de calar. 

Ese es también el lema de Laura Casielles.

 La poeta vive inmersa en la palabra como un líquido amniótico  como periodista, poeta y política. 

Está al frente del Instituto 25M para la Democracia y ha ocupado varios puestos de responsabilidad relacionados con la comunicación y el análisis de medios en Podemos.

 «En política, hemos sido nosotras las que hemos metido la esfera privada en la pública. 

Parece que estuviéramos irrumpiendo e interrumpiendo con algo menor y es radicalmente lo contrario. 

Las cuestiones que afectan a nuestra vida personal son profundamente políticas, deben ser habladas». 

Conoce los cambios en el lenguaje cotidiano de los que hablaba Freixas. 

«Cuando no hablábamos, oíamos hablar o leíamos sobrelo que nos pasaba, lo situábamos en el campo del error propio. Cuando la vivencia tiene un nombre, como ha sucedido con el #MeToo y muchas hablan de lo mismo, estas situaciones se sitúan donde pertenecen, en lo estructural» .

Postureo Real


Victoria Hohenlohe, 21 años y 43 títulos nobiliarios

La heredera del ducado de Medinaceli es la mujer española con más distinciones de nobleza y pertenece a una de las casas con más tradición nobiliaria del país

Victoria Hohenlohe, en octubre de 2016 en Madrid. 
Victoria Hohenlohe, en octubre de 2016 en Madrid. Getty Images
 
Victoria Hohenlohe estudia Relaciones Internacionales en el Instituto de Empresa de Madrid, comparte piso con una amiga y viste con la despreocupación característica de cualquier chica joven de 21 años. 
Quien la vea pasear por la ciudad con las bolsas étnicas en las que lleva sus libros, difícilmente podrá llegar a imaginar que muy pronto se convertirá en la mujer española con más títulos nobiliarios.
Aunque en la actualidad tener estos sellos de raigambre no conlleva privilegios legales o fiscales y solo aporta los que quiera otorgarles la sociedad en cada momento, 
Victoria Hohenlohe tuvo claro desde que su padre falleció en agosto de 2016 a causa de un cáncer, que no renunciaría a la herencia de sus antepasados.
 Un legado que conlleva posesiones inmobiliarias donde se llevaron a cabo encuentros y hazañas que forman parte de la historia de España, pero también la responsabilidad de llevar sobre los hombros el peso de distinciones que se remontan a siglos de tradición familiar.
 Porque una parte de la herencia que recibe Victoria Hohenlohe no se entiende sin atender al prolijo árbol genealógico de su progenitor, Marco Hohenlohe-Landgenburg, heredero del ducado de Medinaceli, título con Grandeza de España que da nombre a una de las casas nobiliarias con más tradición y boato del país, descendientes del rey Alfonso X El Sabio.
Cuando la joven todavía lloraba su muerte reclamó, a finales del verano de 2016, los títulos que ya poseía su progenitor y se subrogó en una solicitud que su padre interpuso en 2014 para sumar a su ducado de Medinaceli, otros 38 expedientes nobiliarios, nueve de ellos con grandeza de España que pertenecieron a su abuela, Victoria Eugenia Fernández de Córdoba.
 La titularidad de algunos de ellos estaba en litigio desde que el tio abuelo de Victoria, el duque de Segorbe, solicitó en marzo de 2015 la sucesión de 20 de ellos, cuyos derechos había reservado su sobrino Marcos con anterioridad.
 
De izquierda a derecha, Felipe VI, Pablo y Flavia Hohenhole, sus sobrinos Victoria y Alexandre junto a Felipe y María del Prado (esposa de Pablo), en el funeral del duque de Medinaceli, en septiembre de 2016 en Madrid.
De izquierda a derecha, Felipe VI, Pablo y Flavia Hohenhole, sus sobrinos Victoria y Alexandre junto a Felipe y María del Prado (esposa de Pablo), en el funeral del duque de Medinaceli, en septiembre de 2016 en Madrid. Getty Images
Una situación que se remonta a años atrás, cuando en 2006 la ley de la nobleza equiparó los derechos de la mujer con los de los varones en la sucesión de títulos y privó al duque de Segorbe de una herencia, que daba por supuesta, en favor de su hermana mayor, Ana, abuela de Victoria.
 Ella murió un año antes que su propia madre y nunca recibió los títulos de la discordia que recayeron directamente en Marco Hohenlohe, su primogénito.
 La joven heredera, a quien la legislación va dando la razón y concediendo un título detrás de otro, se ha criado en Munich durante años bajo la tutela de su madre, Sandra Schmidt-Polex, que estuvo casada con Marco Hohenlohe desde 1996 hasta 2004 cuando la pareja se divorció y ella regreso a vivir a su ciudad de origen junto a sus hijos.
 A pesar de esta separación física tanto Victoria como su hermano Alexander pasaban las vacaciones en España con su padre y en concreto ella siempre ha sentido un fuerte vínculo con el país. Cualquier momento era bueno para escaparse a la casa de Pilatos, en Sevilla, donde vivía su padre. 
 Con él tenía esa afinidad que va más allá de los vínculos de sangre y con él estuvo durante los últimos meses de su vida, cuando se agravó el cáncer que padecía y que fue la causa de su muerte cuando solo contaba 54 años.
Marco Hohenlohe sufrió un grave accidente de moto al poco tiempo de casarse con la madre de Victoria del que le quedaron importantes secuelas de por vida, pero los que le conocieron hablan de su gran humanidad y sentido del humor.
 De él recibió Victoria los secretos, la historia y las tradiciones de la familia, aunque lo que no pudo hacer por su tímida hija fue enseñarle a sobrellevar el interés mediático que iba a perseguir a una joven que preferiría poder pasar desapercibida. 

 

 

Una confesión después de medio siglo para esclarecer la misteriosa desaparición de Louise Pietrewicz

La esposa del policía que mantenía una relación con la asesinada confesó a un diario local que el esqueleto de la mujer de 38 años estaba sepultado en el sótano de una casa colonial.

 

Imagen de Louise Pietrewicz extraída de un vídeo promocional de 'Suffolk Times'.
Imagen de Louise Pietrewicz extraída de un vídeo promocional de 'Suffolk Times'.
 
Louise Pietrewicz tenía 38 años cuando desapareció sin dejar rastro.
 Los que la conocían pensaban que se había ido con su amante, un policía llamado William Boken, también casado. 
Pero había algo extraño, porque detrás dejó a una hija de 12 años.
 Nunca entró en contacto con ella. 
El misterio duró medio siglo.
 Los restos de esta mujer de Long Island acaban de aparecer enterrados en el sótano de una casa en el condado de Southold. 
La policía del condado de Suffolk ya rastreó la misma vivienda de estilo colonial hace cinco años, en el marco de la investigación sobre su desaparición. 
La casa perteneció al agente con el que mantuvo una relación, que falleció en 1982. 
Pero no encontraron nada. El caso volvió a abrirse a raíz de un reportaje de investigación publicado en octubre por un diario local, que daba nuevas pistas sobre el caso.
 Se hizo hasta un documental.
 La que fuera la esposa del agente de policía, Judith Boken, reveló al Suffolk Times que el cuerpo de la mujer estaba enterrado en la que fue su antigua casa, dentro de un saco de yute. 
Un secreto que guardó durante 52 años.
 Los detectives del equipo de homicidios volvieron a la residencia hace dos semanas, tras recibir la autorización del nuevo dueño. 
Esta vez lo hicieron con un equipo especial de sónar capaz de penetrar el suelo. Y ahí estaba el esqueleto.
 
Louise Pietrewicz y su hija.
Louise Pietrewicz y su hija.
Sandy Blampied recuerda perfectamente el último abrazo que dio a su madre antes de coger el autobús del colegio. Eso fue un día de octubre de 1966.
 “Si hubiera estado viva, me habría llamado”, insiste, convencida de que fue asesinada. 
William Boken dimitió de su puesto de policía un día después de la desaparición y los tres días previos no acudió al trabajo, porque dijo que se encontraba enfermo.
Pietrewicz estuvo enterrada a dos metros de profundidad, bajo un palmo de cemento.
 Como contó en rueda de prensa el detective jefe de la policía de Suffolk, “hay veces que el testigo revela información porque se lo pide su conciencia”. 
El equipo forense de Suffolk fue capaz de identificar los restos cruzando el ADN con el de los familiares de la víctima.
 Aunque no determinaron la causa de su muerte.