Una disciplina científica denominada “arqueoastronomía” o “astronomía cultural” empieza a aportar ideas.
Daniel Brown
Desde que los humanos pudimos mirar al cielo, nos asombramos
de su belleza y sus incontables misterios.
Naturalmente, a menudo se describe la astronomía como la más antigua de las ciencias, una inspiración para los humanos desde hace miles de años.
Las pinturas rupestres prehistóricas reflejan fenómenos celestes.
Y monumentos como las grandes pirámides de Guiza y Stonehenge parecen alinearse con precisión con los puntos cardinales o con los puntos del horizonte por los que salen o se ponen la luna, el sol o las estrellas.
Hoy en día parece que tenemos dificultades para imaginar cómo pudieron los antiguos construir y orientar dichas estructuras.
Esto ha hecho que surgiesen muchas suposiciones.
Algunos insinúan que los pueblos prehistóricos debían de tener conocimientos matemáticos y científicos para hacerlo, mientras que otros llegan incluso a conjeturar que a lo mejor unos visitantes alienígenas les enseñaron a hacerlo.
¿Pero qué sabemos en realidad acerca de cómo entendían los humanos del pasado el cielo y cómo desarrollaron una cosmología? Una disciplina científica denominada “arqueoastronomía” o “astronomía cultural”, nacida en la década de 1970, empieza a aportar ideas.
Esta materia combina diversas áreas especializadas, como la astronomía, la arqueología, la antropología y la etnoastronomía.
El egiptólogo Flinders Petrie efectuó la primera investigación de alta precisión de las pirámides de Guiza en el siglo XIX.
Descubrió que cada uno de los cuatro bordes de la base de las pirámides apunta hacia un punto cardinal con un margen de un cuarto de grado.
¿Pero cómo sabían eso los egipcios?
No hace mucho, Glen Dash, un ingeniero que estudia estas pirámides, planteaba una teoría.
Se basa en el antiguo método del “círculo indio”, que solo necesita una vara que proyecte una sombra y una cuerda para establecer una dirección este-oeste.
Subraya que, basándose simplemente en su simplicidad, este es un método que pudo haber sido utilizado para las pirámides.
¿Podría ser? No es imposible, pero en este punto corremos el peligro de caer en la popular trampa de proyectar en el pasado nuestros métodos, visiones del mundo e ideas actuales.
Es probable que el estudio de la mitología y de los métodos pertinentes conocidos y empleados en aquel entonces proporcionen una respuesta más fiable.
No es la primera vez que los científicos lanzan conclusiones acerca del método científico aplicado en el pasado.
Algo similar ocurrió con Stonehenge.
En 1964, el astrónomo Gerald Hawkins desarrolló un intrincado método de utilizar hoyos y marcadores para predecir eclipses en el misterioso monumento.
Sin embargo, esto no significa que ese fuera el uso que se daba a Stonehenge.
También tenemos que entender que nunca habrá una única explicación o respuesta a cómo pudo alinearse o utilizarse un monumento.
¿Cómo puede entonces la astronomía cultural explicar el alineamiento de las pirámides?
Un estudio realizado en 2001 proponía que dos estrellas, Megrez y Phad, pertenecientes a la constelación conocida como Osa Mayor, quizá escondan la clave.
Estas estrellas son visibles durante toda la noche.
Su posición más baja en el cielo durante la noche puede marcar el norte usando el merjet, un antiguo medidor del tiempo, compuesto por una plomada con un mango de madera, que sigue el alineamiento de las estrellas.
La ventaja de esta interpretación es que se relaciona con la mitología estelar obtenida de las inscripciones del templo de Horus en Edfu.
Estas inscripciones hablan del uso del merjet como herramienta de agrimensura, una técnica que tal vez explique también la orientación de otros monumentos egipcios.
La inscripción incluye el jeroglífico denominado “la Pata Delantera del Toro” que representa la constelación del Carro y su posible posición en el firmamento.
.
De igual modo, se han ofrecido mejores ideas para Stonehenge.
Un estudio de 2001 halló extraños círculos de madera cerca del monumento, y planteó que tal vez representasen a los vivos mientras que las rocas representarían a los muertos.
Prácticas similares se observan en monumentos hallados en Madagascar, lo que da a entender que quizá fuese una manera corriente entre los prehistóricos de pensar en los vivos y en los muertos.
También ofrece una forma interesante y nueva de observar Stonehenge en medio del paisaje circundante.
Otros han interpretado que este monumento, en especial su avenida, marca el tránsito ritual por el inframundo con vistas de la luna en el horizonte.
La astronomía cultural también ha contribuido a arrojar luz sobre las tumbas de corredor –un tipo de tumba compuesta por una cámara de piedras conectadas y una entrada larga y estrecha– de 6.000 años de antigüedad estudiadas en Portugal.
El arqueólogo Fabio Silva ha demostrado que la vista desde el interior de las tumbas enmarca el punto del horizonte en el que Aldebarán se eleva sobre una cadena montañosa.
Esto podría significar que fueron construidas para permitir ver la estrella desde el interior, ya fuese a muertos o a vivos, posiblemente como ritual de iniciación.
Pero Silva también recopiló pruebas más amplias.
La cadena montañosa enmarcada era el lugar al que los constructores de las tumbas debían de emigrar con su ganado en el verano.
La estrella Aldebarán se eleva aquí en el horizonte por primera vez en el año —el conocido como orto heliaco— al comienzo de esta migración.
Es interesante que el folclore antiguo hable también de un pastor de esta zona que divisó una estrella tan brillante que iluminaba las montañas.
Al llegar allí, decidió darles a las montañas y a su perro el nombre de la estrella; ambos nombres siguen existiendo en la actualidad.
El trabajo que yo he realizado en colaboración con Silva ha demostrado también que la visión desde dentro de los corredores largos y estrechos de las tumbas podía ampliar la visibilidad de la estrella, al restringir la visión a través de una apertura.
Pero aunque es fácil asumir que los prehistóricos eran astrónomos analíticos con grandes conocimientos científicos, es importante recordar que esto solo refleja nuestra visión moderna de la astronomía.
Los hallazgos de la astronomía cultural demuestran que las personas del pasado observaban de hecho el cielo e incorporaban lo que veían a muchos aspectos de su vida.
Aunque sigue habiendo muchos misterios que rodean el significado y los orígenes de las estructuras antiguas, un enfoque basado en el estudio de tantos campos como sea posible, incluso experiencias, y con un significado atractivo probablemente sea nuestra mejor apuesta para descubrir para qué se utilizaron en tiempos pasados.
Naturalmente, a menudo se describe la astronomía como la más antigua de las ciencias, una inspiración para los humanos desde hace miles de años.
Las pinturas rupestres prehistóricas reflejan fenómenos celestes.
Y monumentos como las grandes pirámides de Guiza y Stonehenge parecen alinearse con precisión con los puntos cardinales o con los puntos del horizonte por los que salen o se ponen la luna, el sol o las estrellas.
Hoy en día parece que tenemos dificultades para imaginar cómo pudieron los antiguos construir y orientar dichas estructuras.
Esto ha hecho que surgiesen muchas suposiciones.
Algunos insinúan que los pueblos prehistóricos debían de tener conocimientos matemáticos y científicos para hacerlo, mientras que otros llegan incluso a conjeturar que a lo mejor unos visitantes alienígenas les enseñaron a hacerlo.
¿Pero qué sabemos en realidad acerca de cómo entendían los humanos del pasado el cielo y cómo desarrollaron una cosmología? Una disciplina científica denominada “arqueoastronomía” o “astronomía cultural”, nacida en la década de 1970, empieza a aportar ideas.
Esta materia combina diversas áreas especializadas, como la astronomía, la arqueología, la antropología y la etnoastronomía.
Métodos simplistas
Las pirámides de Egipto se encuentran entre los monumentos antiguos más impresionantes, y varias de ellas están orientadas con gran precisión.El egiptólogo Flinders Petrie efectuó la primera investigación de alta precisión de las pirámides de Guiza en el siglo XIX.
Descubrió que cada uno de los cuatro bordes de la base de las pirámides apunta hacia un punto cardinal con un margen de un cuarto de grado.
¿Pero cómo sabían eso los egipcios?
No hace mucho, Glen Dash, un ingeniero que estudia estas pirámides, planteaba una teoría.
Se basa en el antiguo método del “círculo indio”, que solo necesita una vara que proyecte una sombra y una cuerda para establecer una dirección este-oeste.
Subraya que, basándose simplemente en su simplicidad, este es un método que pudo haber sido utilizado para las pirámides.
¿Podría ser? No es imposible, pero en este punto corremos el peligro de caer en la popular trampa de proyectar en el pasado nuestros métodos, visiones del mundo e ideas actuales.
Es probable que el estudio de la mitología y de los métodos pertinentes conocidos y empleados en aquel entonces proporcionen una respuesta más fiable.
No es la primera vez que los científicos lanzan conclusiones acerca del método científico aplicado en el pasado.
Algo similar ocurrió con Stonehenge.
En 1964, el astrónomo Gerald Hawkins desarrolló un intrincado método de utilizar hoyos y marcadores para predecir eclipses en el misterioso monumento.
Sin embargo, esto no significa que ese fuera el uso que se daba a Stonehenge.
Modo de avanzar
Para empezar a entender el pasado necesitamos incluir diferentes métodos de otras disciplinas para apoyar una idea.También tenemos que entender que nunca habrá una única explicación o respuesta a cómo pudo alinearse o utilizarse un monumento.
¿Cómo puede entonces la astronomía cultural explicar el alineamiento de las pirámides?
Un estudio realizado en 2001 proponía que dos estrellas, Megrez y Phad, pertenecientes a la constelación conocida como Osa Mayor, quizá escondan la clave.
Estas estrellas son visibles durante toda la noche.
Su posición más baja en el cielo durante la noche puede marcar el norte usando el merjet, un antiguo medidor del tiempo, compuesto por una plomada con un mango de madera, que sigue el alineamiento de las estrellas.
La ventaja de esta interpretación es que se relaciona con la mitología estelar obtenida de las inscripciones del templo de Horus en Edfu.
Estas inscripciones hablan del uso del merjet como herramienta de agrimensura, una técnica que tal vez explique también la orientación de otros monumentos egipcios.
La inscripción incluye el jeroglífico denominado “la Pata Delantera del Toro” que representa la constelación del Carro y su posible posición en el firmamento.
.
Un estudio de 2001 halló extraños círculos de madera cerca del monumento, y planteó que tal vez representasen a los vivos mientras que las rocas representarían a los muertos.
Prácticas similares se observan en monumentos hallados en Madagascar, lo que da a entender que quizá fuese una manera corriente entre los prehistóricos de pensar en los vivos y en los muertos.
También ofrece una forma interesante y nueva de observar Stonehenge en medio del paisaje circundante.
Otros han interpretado que este monumento, en especial su avenida, marca el tránsito ritual por el inframundo con vistas de la luna en el horizonte.
La astronomía cultural también ha contribuido a arrojar luz sobre las tumbas de corredor –un tipo de tumba compuesta por una cámara de piedras conectadas y una entrada larga y estrecha– de 6.000 años de antigüedad estudiadas en Portugal.
El arqueólogo Fabio Silva ha demostrado que la vista desde el interior de las tumbas enmarca el punto del horizonte en el que Aldebarán se eleva sobre una cadena montañosa.
Esto podría significar que fueron construidas para permitir ver la estrella desde el interior, ya fuese a muertos o a vivos, posiblemente como ritual de iniciación.
Pero Silva también recopiló pruebas más amplias.
La cadena montañosa enmarcada era el lugar al que los constructores de las tumbas debían de emigrar con su ganado en el verano.
La estrella Aldebarán se eleva aquí en el horizonte por primera vez en el año —el conocido como orto heliaco— al comienzo de esta migración.
Es interesante que el folclore antiguo hable también de un pastor de esta zona que divisó una estrella tan brillante que iluminaba las montañas.
Al llegar allí, decidió darles a las montañas y a su perro el nombre de la estrella; ambos nombres siguen existiendo en la actualidad.
El trabajo que yo he realizado en colaboración con Silva ha demostrado también que la visión desde dentro de los corredores largos y estrechos de las tumbas podía ampliar la visibilidad de la estrella, al restringir la visión a través de una apertura.
Pero aunque es fácil asumir que los prehistóricos eran astrónomos analíticos con grandes conocimientos científicos, es importante recordar que esto solo refleja nuestra visión moderna de la astronomía.
Los hallazgos de la astronomía cultural demuestran que las personas del pasado observaban de hecho el cielo e incorporaban lo que veían a muchos aspectos de su vida.
Aunque sigue habiendo muchos misterios que rodean el significado y los orígenes de las estructuras antiguas, un enfoque basado en el estudio de tantos campos como sea posible, incluso experiencias, y con un significado atractivo probablemente sea nuestra mejor apuesta para descubrir para qué se utilizaron en tiempos pasados.
Daniel Brown es profesor de astronomía. Universidad Nottingham Trent