Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 abr 2018

El Supremo inhabilitó siete años a un profesor en 2017 por regalar una nota



El alto tribunal ratificó la condena a un docente y una funcionaria en un caso similar al de Cristina Cifuentes: la alumna no había ido a clase ni se había examinado con sus compañeros.

Estudiantes de Selectividad en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada.
Estudiantes de Selectividad en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada.
Las irregularidades en torno al máster de Cristina Cifuentes en la Universidad Rey Juan Carlos se multiplican a horas de que la presidenta de la Comunidad de Madrid comparezca en la Asamblea regional.
 Y la cuestión no es ya solo si merecía el título, sino si se han podido cometer delitos y faltas administrativas por parte de algunos profesores de la universidad y de otros funcionarios públicos.

El Tribunal Supremo, en febrero de 2017, condenó a un profesor a siete años de inhabilitación, y a otra funcionaria como cooperadora necesaria, por regalar la nota a una alumna que no había asistido a clase y que no había hecho el examen. 
 Los hechos ocurrieron en 2007, cuando una alumna de pedagogía de la Universidad de Granada habló con la jefa de sección y adjunta a la administradora de su facultad para contarle que, como trabajaba en Cádiz, no podía ir a clase ni hacer los exámenes, pero que necesitaba aprobar una asignatura troncal para que le compensaran otras materias y obtener su título.
 La funcionaria, María del Carmen Cara Jiménez, accedió a ello y habló con un profesor titular del departamento de didáctica y orientación escolar con el que mantenía buena relación, Fernando Peñafiel Martínez, que accedió a aprobarla sin más.
Matrícula fuera de plazo y sobresaliente sin examen ni asistencia a clase
La alumna ni siquiera estaba matriculada en la asignatura, cosa que hizo fuera de los plazos oficiales, el 2 de noviembre de 2007, “sin que conste ninguna solicitud previa al efecto ni resolución estimatoria”, según señala la sentencia del Supremo. 
El 7 de marzo de 2008 el profesor hizo constar en su asignatura un sobresaliente sin haber realizado examen de ningún tipo a la estudiante, ni haberle exigido un trabajo, y sin que ella hubiera asistido a clase.

La Audiencia Provincial de Granada condenó al profesor a siete años de inhabilitación especial para empleo o cargo público, "recayendo la pena impuesta sobre el empleo de profesor titular de la Universidad de Granada". 
Fue absuelto de un delito de falsedad en documento público.
 La funcionaria fue también condenada, como cooperadora necesaria. 
La alumna, por su parte, fue absuelta: no es funcionaria pública y el poder de aprobarla lo tenían los que sí lo eran.
La libertad de cátedra no es una carta en blanco exenta de control
El Tribunal Supremo en su sentencia, dictada el 10 de febrero de 2017 por la Sala de lo Penal y de la que fue ponente el magistrado Luciano Varela, ratificó las condenas de la Audiencia Provincial. La resolución del alto tribunal reflexiona aquí sobre las potestades de los docentes, y aclara que la libertad de cátedra “nunca constituye, o al menos no debe constituir, una carta en blanco para expedir la acreditación de suficiencia de conocimientos de modo libérrimo y, menos, exento de control que excluya la arbitrariedad”. Y añade que hay dos límites “incuestionables” para los profesores: "el derecho del estudiante a la objetividad en la evaluación de su competencia y los intereses públicos sobre los que en definitiva la oficial proclamación de capacidad del estudiante despliega sus efectos en la medida que habilita para actividades profesionales de las que son destinatarios los ciudadanos”.
“En conclusión, la calificación que subsigue al sistema de evaluación constituye la resolución considerada como presupuesto típico del delito de prevaricación del artículo 404 del código penal”, que castiga con pena de inhabilitación de 9 a 15 años (era de 7 a 10 años hasta 2015) "a la autoridad o funcionario público que, a sabiendas de su injusticia, dictare una resolución arbitraria en un asunto administrativo”.
No hay rastros sobre la convocatoria y celebración de un examen
Para el Supremo fue también relevante la “ausencia absoluta del más mínimo de los rastros sobre la convocatoria y celebración” del supuesto examen que alumna y profesor aseguraron que sí se había llevado a cabo. 
La sentencia constituye la primera condena a un profesor por una prevaricación de este tipo.
Esta doctrina plantea no pocos problemas a Cristina Cifuentes en la actualidad.
 Si su caso llega a los tribunales y compañeros de promoción aseguran que no la vieron en clase ni en los exámenes -tal y como han asegurado a eldiario.es-, correspondería a los profesores que la aprobaron en sus 12 asignaturas (aparte de los numerosos problemas que plantea su Trabajo Fin de Máster), probar cómo se realizó la evaluación y por qué quedó exenta tanto de la asistencia a clase como de hacer el examen con el resto de los alumnos.

Ciudadanos impulsará una comisión de investigación en la Asamblea para aclarar las incógnitas que rodean al máster de la presidenta de Madrid


Caso Cristina Cifuentes
Cristina Cifuentes exhibe documentos en el atril de la Asamblea.
 
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, no ha convencido a los partidos de la oposición en su comparecencia por las sospechas que rodean a su máster de la universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
 PSOE, Podemos y Ciudadanos han coincidido en que la dirigente del PP de Madrid no ha satisfecho sus preguntas tras su intervención en el hemiciclo en un acto que ha durado una hora y media.
 A Ciudadanos, partido que sostiene al Gobierno de Cifuentes, le han convencido tan poco las explicaciones de Cifuentes que impulsará una comisión de investigación para que acudan a ella el rector de la universidad Rey Juan Carlos y las tres personas, entre otros posibles comparecientes, que firmaron supuestamente el acta del máster de la dirigente del PP.


 

 

Marie-Chantal Miller carga sin piedad contra la reina Letizia: "Ha mostrado su verdadera cara" El vídeo del enfrentamiento entre la reina y la reina emérita ha provocado tal tumulto que incluso hay quién se ha atrevido a pronunciarse en público...

Marie-Chantal Miller carga sin piedad contra la reina Letizia: "Ha mostrado su verdadera cara"

El vídeo del enfrentamiento entre la reina y la reina emérita ha provocado tal tumulto que incluso hay quién se ha atrevido a pronunciarse en público...

reina Letizia. En el punto de mira
Letizia y Felipe. Vídeo

Vídeo

Un vídeo filtrado ayer mostraba la trastienda del posado de la Familia Real en la misa del domingo de resurrección. Unas imágenes donde podía verse, claramente, la mala relación entre la reina Letizia y la reina emérita.
Marie-Chantal Miller

Marie-Chantal Miller

Tal ha sido el revuelo que incluso Marie-Chantal Miller, esposa de Pablo de Grecia y, por tanto, sobrina política de doña Sofía, ha cargado contra la actitud de la reina.
¿Quién iba a pensar que una misa podría cambiar el curso de la historia? 
 Aunque tampoco es la primera vez que ocurre, la verdad. La Familia Real al completo acudía el pasado Domingo de Resurrección al tradicional acto que celebran en la Catedral de Palma.
 Una ocasión en la que pudimos ver a los reyes, los eméritos y las infantas juntos y en ¿buena armonía?
 Todo apuntaba hacia ello antes de conocer la trastienda y el duro enfrentamiento entre Letizia y la reina emérita.
 Un hecho tan trascendental que incluso ha abierto la puerta los primeros reproches en público contra la reina por parte de la familia de doña Sofía...
Es el bombazo del momento. 
Las cámaras captaban el rifirrafe protagonizado entre la reina Letizia y la reina emérita cuando esta decidió posar junto a sus nietas para los fotógrafos. 
Doña Sofía cogía a la princesa Leonor y a la infanta Sofía y se colocaba sonriente delante a la espera de las instantánea. Letizia, en cuanto se daba cuenta, corría a bloquear el tiro de cámara con su espalda. 
Entonces llegaba la confusión, el forcejeo incipiente y el terrible gesto de Leonor apartando la mano de su abuela de un manotazo. 

Las reacciones comenzaron a aflorar en las redes sociales. 
Nadie daba crédito a lo que estaban viendo sus ojos.
 La rumoreada mala relación de las reinas puesta en evidencia. Algo que ha hecho saltar incluso a la familia de doña Sofía.
Marie-Chantal Miller, esposa de Pablo de Grecia y, por tanto, sobrina política de la reina emérita, cargaba contra Letizia a través de su cuenta de twitter.
 Puesta en situación por el periodista Martín Bianchi, Miller no se cortaba un pelo.
 “¡Ninguna abuela merece ese tipo de trato! Ha mostrado su verdadera cara”.
La mujer de Pablo de Grecia remataba la jugada compartiendo una imagen de sus padres rodeados de sus hijos y nietos con el mensaje: “Abuelos felices, eso es de lo que se trata la familia”.
 Un golpe con la mano abierta a la actitud de Letizia. 
Con todo, no es la primera vez que la reina se muestra distancia y fría con la familia materia del rey. 

 

"La sonrisa impávida de las princesas hace que me recorra un escalofrío"

No es por maldad

"La sonrisa impávida de las princesas hace que me recorra un escalofrío"


Pilar Eyre
No es por maldad
Letizia Leonor Sofía
¿Son familias normales? No, una familia normal no desmiembra a la abuela por un 'quítame de allá esas pajas'. 
Ni le limpia la frente a la nieta para evitar microbios de la yaya. ¡Líbrenos a cualquier nuera de hacerlo! Nuestro marido nos enviaría a la estratosfera y más allá.
'Viven delante del foco'. ¿Esas niñas a las que apenas vemos tres veces al año?
 Lo mínimo que se exige es que estén educadas, también con su abuela, aunque sean tan pesadas como la pobre doña Sofía
Pero, a pesar de todo, lo que hace que me recorra un escalofrío por el espinazo es esa sonrisa impávida de las princesas... 
Mientras de cuello para arriba todo es buen rollo, de cuello para abajo huele a azufre. Uf, tiemblo después de haber reído.

La lluvia que mató a Martin Luther King sigue cayendo sobre EE UU

Se cumplen este miércoles 50 años del asesinato del líder negro en un hotel de Memphis. 

El reverendo se disponía a cenar con un grupo de amigos cuando al asomarse al balcón, a las 18.01, el disparo de un rifle Remington-Peters le atravesó el cuello.

Desde la derecha: Ralph Abernathy, Martin Luther King, Jesse Jackson y Hosea Williams en la terraza del motel Lorraine de Memphis, el día antes de ser asesinado. REUTERS-QUALITY

   

Hay quien piensa que Martin Luther King murió el 4 de abril de 1968 de un tiro en la garganta. 
Pero es más exacto decir que lo mató la lluvia. Esa agua tenaz que a veces cae en Memphis (Tennessee) y que estuvo en el origen de la huelga de basureros negros que el reverendo había decidido apoyar. El conflicto era un caso más de la brecha racial que dividía a Estados Unidos. 
Los días de tormenta se suspendía la recogida de basuras en la ciudad. 
Algo anodino excepto por el hecho de que los trabajadores blancos cobraban esas horas, y los negros, no.

La flagrante discriminación había desatado una ola de protestas y un joven afroamericano ya había sido asesinado. King, temiendo el baño de sangre, acudió a defender a los suyos.
 Como tantas otras veces, iba a ponerse al frente de la manifestación y a quebrar mediante la desobediencia civil a sus adversarios.
 En preparación para la jornada, se había alojado en el pequeño Motel Lorraine. Primer piso, habitación 306. Relajado, se disponía a cenar con un grupo de amigos, cuando al asomarse al balcón el disparo de un rifle Remington-Peters le atravesó el cuello.
 Eran las 18.01 y la humanidad acababa de perder a un hombre justo.

Cuando murió, King ya era eterno.
 Había pronunciado 2.500 discursos, ganado el Premio Nobel de la Paz, encendido el alma de millones de americanos y denunciado la injusticia de un siglo injusto en piezas maestras de la oratoria.
 Él mismo, con 39 años, intuía que no le quedaba sitio en este mundo. 
La noche anterior, en su último sermón, el reverendo había dado a sus palabras un tono profético. 
Citando el Deuteronomio, habló de la proximidad de su fin y de la posibilidad de morir a manos de un “hermano blanco enfermo”.
“No sé qué ocurrirá ahora. Tenemos días difíciles frente a nosotros […] Como a todos, me gustaría tener una vida larga. […] Pero eso ahora no me preocupa.
 Solo quiero cumplir la voluntad de Dios. Y él me ha permitido subir a la cima de la montaña. Y desde ahí he visto la tierra prometida.
 Puede que no llegué a ella con vosotros. Pero quiero que esta noche sepáis que nosotros, como pueblo, alcanzaremos la tierra prometida. 
Y estoy feliz por ello. Nada me preocupa. No temo a ningún hombre…”, clamó en el Templo Obrero de Memphis.
Quien así hablaba era mucho más que un predicador. 
En sus días finales, Martin Luther King no representaba solo la emergencia de una conciencia racial. 
Su pulso iba más allá de las manifestaciones; su estrategia desbordaba al adversario por los flancos.
 En Memphis había llamado al boicot contra Coca-Cola y los principales fabricantes de pan y leche; también había pedido a la población que retirase los fondos de todos los grandes bancos (excepto el Tri-State Bank).
 “Su lucha no era solo por los derechos civiles, sino por los derechos humanos, defendía principios fundamentales y quería materializarlos”, señala Clayborne Carson profesor de la Universidad de Stanford y director del Instituto de Investigación y Educación Martin Luther King.
 
Martin Luther King y manifestantes en la ciudad de Selma (Alabama) el 10 de marzo de 1965. 
Martin Luther King y manifestantes en la ciudad de Selma (Alabama) el 10 de marzo de 1965.
“King era visto como un revolucionario, porque pedía un ingreso anual garantizado para todos los estadounidenses y un trabajo pagado con fondos públicos para quien lo quisiera. 
Era además un crítico contumaz del imperialismo americano y propugnaba una reconstrucción radical de la sociedad. 
Pero también era un patriota, criticaba a su país porque lo quería”, explica el historiador Jason Sokol, autor de Los cielos pueden romperse: la muerte y el legado de Martin Luther King (editorial Basic Books).
Bajo esta presión, creció el miedo a un atentado.
 El reverendo, como demuestra su último discurso, era consciente de la amenaza.
 Todos sabían que corría peligro y nadie hizo nada para protegerlo. Quizá esa sea la clave de su muerte más que cualquier teoría conspirativa.
La sentencia y las revisiones oficiales posteriores sostienen que el asesino fue James Earl Ray. Un prófugo, pendenciero y borracho, que había encadenado una vida de asaltos de poca monta.
 Hijo del aluvión, este ejemplar de la denominada basura blanca,apretó el gatillo y lanzó su carga de odio racial con una precisión que aún sobrecoge. 
Desde un baño situado frente al balcón del Motel Lorraine, la bala impactó en la mandíbula derecha de Martin Luther King, atravesó su médula espinal y quedó alojada para siempre en las entrañas de América.
 “Con King, aprendimos que los grandes cambios son disruptivos. 
Fue capaz de paralizar ciudades enteras y mantenerse firme hasta lograr que se hiciese justicia”, recuerda el historiador Sokol.
 Muerto King, Estados Unidos sufrió una de sus mayores convulsiones. 
En un país que en pocos años había visto morir a balazos a Kennedy y al líder radical negro Malcolm X, el magnicidio desató una cólera incontenible.
 En el vendaval fallecieron 43 personas, 3.500 resultaron heridas y 27.000 fueron arrestadas
. Como remate, dos meses después cayó asesinado el aspirante presidencial Robert Kennedy.
 Fue el epitafio a una época turbulenta. 
La década en que Estados Unidos había mostrado su esplendor al mundo y hollado la Luna se cerró con la constatación de que no era capaz de librarse de sus tinieblas.
 De que incluso los días de sol, la lluvia seguía cayendo.