De Cindy Kimberly y Sara Carbonero querrás copiar sus favoritos de maquillaje con los que camuflar los signos del cansancio yconseguirás un color natural ultra-saludable.De Dulceida,
su aceite. Un salvavidas para tu pelo si la playa es tu destino final.
María Pombo hará que mantengas tu rostro hidratado tanto si aprovechas
las últimas nevadas para esquiar como si vas a darte los primeros baños
de sol de la temporada; y Laura Escanes te recordará que la piel no se coge días libres y debes cuidar de ella los 365 días del año. Sí, durante las vacaciones también. Descubrimos estos y más imprescindibles de la mano de las modelos, cantantes e influencers del momento. La hidratante con color de Cindy Kimberly La influencer utiliza todos los días el Tinted Moisturizer de Laura
Mercier, una hidratante con color que iguala el tono de la piel con una
cobertura ligera. Su fórmula incluye SPF 20, un factor que protege el rostro contra el daño solar
a diario y contiene Vitamina E, un activo que actúa como una barrera
contra la contaminación medioambiental. Para terminar, el producto para
imitar el maquillaje no-make up de Cindy estas vacaciones controla los brillos gracias a su acabado matificante, un aliado perfecto para los destinos más calurosos.
"Pablo y
yo hemos emprendido un camino que en los próximos meses revolverá
nuestras emociones", afirma la portavoz de Podemos en el Congreso.
La portavoz de Podemos en el Congreso, Irene Montero, y el líder de la formación, Pablo Iglesias, la semana pasada.EFE
Irene Montero, de 29 años, y Pablo Iglesias, de 39, esperan dos hijos. La futura madre se encuentra en la decimotercera semana de gestación, según ha anunciado en su página de Facebook. La portavoz en el Congreso de los Diputados de Podemos y el líder de
esta formación política nunca han hablado de su relación. No confirmaron
su noviazgo. Siempre han intentado mantener un perfil bajo como pareja y
la única prueba de su relación fue una fotografía que captó un paparazzi en la que aparecían dándose un beso en la barra de un bar. "Quiero
compartir algo con vosotras y vosotros. Pablo y yo hemos emprendido un
camino que en los próximos meses revolverá nuestras emociones,
transformará mi cuerpo y llenará nuestras vidas de belleza y algunas
noches sin dormir", ha afirmado Montero en su cuenta de Facebook, que ha
añadido: "Estoy embarazada de casi 13 semanas, y dentro de mí crecen
dos criaturas que, si todo va bien, nacerán entre septiembre y octubre".
"Somos inmensamente felices y afortunados de poder compartir este
camino con sus abuelos y abuelas y con todos los amigos que serán para
ellos la mejor familia", ha añadido.
La portavoz de Podemos ha relatado que su "cuerpo empieza ya
a contarlo todo con sus propios cambios. Y, por eso, hemos decidido
compartirlo. Pablo es el mejor compañero para todos y cada uno de los
días que vienen". "Poco a poco aprendo que la maternidad es un proceso
tan hermoso como intrincado. Lleno de situaciones, emociones y preguntas
que no salen en las películas ni en los cuentos. Y, por eso, doy las
gracias con todo mi corazón a las madres, amigas, compañeras que desde
hace semanas hacen tribu conmigo, me dan su mano y comparten su escucha,
sus vivencias y su experiencia. Este es también un camino para recorrer
juntas, nosotras". Montero en declaraciones públicas ha definido a Iglesias como "un hombre
de corazón inmenso, de ideas claras y que disfruta de conocer, saber y
aprender, además de una persona profundamente sensible". La portavoz en
el Congreso de Podemos comentaba en esta misma entrevista que era normal
que en el medio laboral surgiera el amor: "En política mucha gente pasa muchas horas juntos y terminan siendo grandes amigos o pareja". También explicó: "Yo conocí a Pablo en un acto en Vallecas y nos pusimos a trabajar juntos".
Todos los días, prácticamente a cualquier hora hay un viajero en Roma lanzando una moneda a la Fontana di Trevi.
La mayoría lo hace como manda la tradición: de espaldas al monumento,
con los ojos cerrados y formulando un deseo. Algunos piden volver a la
Ciudad Eterna, otros encontrar el amor y muchos simplemente confían
algún anhelo fortuito. Entre todos, sin pretenderlo, dejan bajo las
aguas de la fuente una pequeña fortuna colectiva.
El tesoro es asignado a
la Caritas, que desde 2001 lo invierte en obras de beneficencia.
Lo
seguirá haciendo al menos hasta el final de este año, pero el
Ayuntamiento de Roma se plantea destinar la recaudación a otros fines a
partir de ese momento.
Cuando pasa la marea de turistas y curiosos, de madrugada, mientras el
imponente Neptuno y sus hipocampos se desperezan en soledad, un grupo de
operarios del Ayuntamiento recoge el botín con un aspirador.
En 2016,
según el último informe de Caritas, se recaudó casi un millón y medio de
euros.
El uso que se dará a las próximas colectas es incierto.
Desde el
pasado octubre, el Ayuntamiento y el ente benéfico de la Conferencia
episcopal italiana andan a vueltas con este asunto.
Entonces, la junta
municipal decidió que este 1 de abril terminaría el histórico convenio y
el dinero lo utilizaría directamente el consistorio, para “financiar
proyectos de asistencia y solidaridad”.
El pasado miércoles, a apenas
tres días del vencimiento del plazo, la alcaldesa de Roma, Virginia
Raggi, dio un paso atrás y prorrogó in extremis el acuerdo con
la organización hasta el final de este año.
Mientras tanto, un grupo de
trabajo estudiará qué hacer y cómo repartir el tesoro de la fuente.
Estos días, Caritas y el consistorio están manteniendo encuentros para
buscar una solución.
Ambos han rechazado realizar declaraciones hasta
que la decisión sea definitiva
El particular botín que cada año sale de las aguas de la Fontana di
Trevi hasta ahora se ha traducido en camas en albergues para las
personas sin hogar; comidas y cenas en comedores sociales; mantas para
quien duerme en la calle o ropa y productos de primera necesidad para
indigentes.
Caritas sustenta en la capital una amplia red de estructuras
para ayudar a personas en riesgo de exclusión social.
Entre ellas
destacan los llamados ‘supermercados de la solidaridad’, repartidos por
la capital en los que las personas sin recursos pueden hacer la compra
de forma gratuita; centros de orientación y formación para desempleados;
espacios de atención y compañía para personas mayores o asistencia
sanitaria a domicilio para enfermos de sida.
Un empleado del Ayuntamiento de Roma recoge algunas de las monedas arrojadas a la Fontana di Trevi, el 2 de mayo de 2011.LUCIANO DEL CASTILLOEFEEspecialmente estos días de Semana Santa, en los que miles
de visitantes colman las calles de Roma, el rendimiento de la famosa
fuente sigue en aumento. Entre todos los atractivos de la ciudad, la
Fontana es uno de los más populares. Recibe unas 450.000 visitas al mes
de media y 1.200 personas se detienen cada hora frente a ella en los momentos de máxima afluencia, según el portal de Turismo del ayuntamiento. Como Laura Galeano y Sergio Teodoro, que han venido de
Madrid a pasar sus vacaciones. Acaban de tirar su moneda al agua en
medio de un avispero de turistas que hace lo mismo ajeno a la lluvia. “Si la gente da desinteresadamente ese dinero de su ilusión, con la
esperanza de que se cumpla un deseo y además sirve para ayudar a gente
que lo necesita, mejor. El Ayuntamiento ya tiene suficiente con los
impuestos como para subsanar sus gastos”, dice Galeano. “Yo al principio
he pensado lo contrario. He visto algunas calles que están que dan
pena, si lo invierten en limpieza, tampoco estaría mal. Un poco para
cada cosa”, replica Teodoro. A pocos metros, Alba Elena se hace la foto
de rigor con su grupo de amigas de Salamanca después de llevar a cabo el
ritual de la moneda. Juntas comentan: “El problema sería si el dinero
que el Ayuntamiento recoge va a parar a la ciudad o a otros menesteres. Si ahora se sabe que va a Caritas, está bien
“Era una
mujer ardiente, una mujer sexual que podía estar con el que quisiera”,
recuerda Marianela Andino, quien fue su gran amiga al cumplirse cinco
años de su muerte.
Sara Montiel, en 1974.GETT
Marianela Andino (Camagüey, Cuba, 1942) sostiene que Sara Montiel
tuvo dos grandes pasiones en la vida: “La comida y los hombres”.
Habla
con el conocimiento de la cupletista que le dan los 45 años de íntima
amistad que mantuvieron desde que la conoció en Miami en 1968 hasta su
muerte, de la que se cumplen cinco años el próximo día 8 de abril.
Andino se acercó a ella como fan y terminaron siendo “como hermanas”.
Viajaba siempre con Sara. Era su ayudante, su familia, su confidente.
“Pasábamos mucho tiempo solas y me contó todos sus secretos”, dice, y
añade con misterio:
“Hay uno, el más grande, que ella me pidió que
contara después de su muerte y con el que aún no he decidido qué hacer.
Tiene que ver con Sara y un señor, español, ya fallecido. Si lo oyeras,
no lo creerías”.
En su casa de Miami tiene una habitación dedicada a los recuerdos de
“Antonia”, como la llama por su nombre de pila. La señala, tan joven,
“bella como un rostro de nácar”, riéndose con James Dean, fumando un
puro con Marlon Brando, y se detiene en un retrato del actor italiano
Giancarlo Viola.
Si bien Saritísima decía a este diario en su última
entrevista, en 2012, que el gran amor de su vida fue Severo Ochoa y que
lo de ellos no fue posible porque no se veía “tomando el té con las
esposas de los otros científicos”, Andino afirma que fue Viola. “Me
decía que nunca había visto una cabeza tan bella, que acariciarle la
cabeza a Gianca era algo formidable”.
“Pero el que más
la quiso y más la cuidó fue Pepe Tous”, el empresario mallorquín con el
que estuvo casada hasta que falleció en 1992 por un fulminante cáncer de
colon.
“Sara se desmoronó después de su muerte y me fui a Palma con
ella un año.
Eran días enteros de llanto.
Yo dormía con ella en su cama.
Una madrugada me desperté y se había levantado.
Hacía frío y me la
encontré en la terraza gimiendo envuelta en una manta”.
Andino cuenta
que Sara Montiel no soportaba la soledad. “No quería dormir sola, ni
viajar sola ni tan siquiera comer sola”, recuerda. “Un día en Nueva York
se partió una muela comiendo pollo y cuando el dentista se la iba a
arreglar dijo: “Ven, Nelita, dame la mano”.
También tenía “pánico a la oscuridad”.
Por las noches, dice su amiga, la protagonista de El último cuplé y La violetera
requería que quedasen encendidas las lámparas de las mesillas de noche y
hasta la luz del baño.
Era una mujer de carácter, pero vulnerable.
“Pepe siempre me decía: 'Nunca dejes sola a Antonia”.
Y antes de que
enfermase ya se preocupaba de qué pasaría si él se moría, si ella
despilfarraría todo en dos o tres días o si vendría alguien a
engañarla”.
Tous era, además, el guardián de la figura de la actriz.
Procuraba mantenerla siempre a distancia del pan, el otro gran amor de
Sara Montiel.
“Comer para ella era la vida”, cuenta Marianela. “Mi madre
no se podía olvidar de guisarle una ropa vieja con frijoles cuando
venía a Miami”.
Marianela Andino, en su casa de Miami.
“Cuánto la echo de menos”, suspira su amiga. Sonríe cuando
recuerda la confianza con la que se intercambiaban insultos; o lo que le
gustaba a Sarita el jabón de Estados Unidos para lavarse la cara; o
cómo utilizaba simplemente aceite de oliva para sacarse el maquillaje; o
aquella vez en Palma en que se presentó con los pechos al aire ante la
cuadrilla de albañiles que estaba reformando su cocina. “Pepe le hizo
señas para que se tapase, y ella solo se puso una mano en cada teta”. Marianela Andino dice que Sara Montiel, nacida en una familia humilde de
un pueblo manchego, era una mujer orgullosa de sus raíces. “Me
preguntaba si yo la consideraba una mujer de pueblo. Yo le decía que sí y
ella me lo volvía a repetir: '¿Verdad que yo soy una mujer de pueblo?”. Una faceta que convivía con la de los lujos de estrella. “Tenía un
collar de brillantes y esmeraldas tan grande que le llamábamos el
babero”, comenta Andino. Un cuadro de la actriz medio desnuda y abrazada
a una guitarra española preside el descansillo de las escaleras de su
casa. Ella lo mira y repite una frase de su amiga: “Nelita, yo no soy
buena actriz, pero mi belleza rompe esquemas”.