31 mar 2018
Irene Montero y Pablo Iglesias anuncian que serán padres de dos niños
"Pablo y yo hemos emprendido un camino que en los próximos meses revolverá nuestras emociones", afirma la portavoz de Podemos en el Congreso.
Irene Montero, de 29 años, y Pablo Iglesias, de 39, esperan dos hijos.
La futura madre se encuentra en la decimotercera semana de gestación, según ha anunciado en su página de Facebook.
La portavoz en el Congreso de los Diputados de Podemos y el líder de esta formación política nunca han hablado de su relación.
No confirmaron su noviazgo.
Siempre han intentado mantener un perfil bajo como pareja y la única prueba de su relación fue una fotografía que captó un paparazzi en la que aparecían dándose un beso en la barra de un bar.
"Quiero compartir algo con vosotras y vosotros. Pablo y yo hemos emprendido un camino que en los próximos meses revolverá nuestras emociones, transformará mi cuerpo y llenará nuestras vidas de belleza y algunas noches sin dormir", ha afirmado Montero en su cuenta de Facebook, que ha añadido:
"Estoy embarazada de casi 13 semanas, y dentro de mí crecen dos criaturas que, si todo va bien, nacerán entre septiembre y octubre". "Somos inmensamente felices y afortunados de poder compartir este camino con sus abuelos y abuelas y con todos los amigos que serán para ellos la mejor familia", ha añadido.
Y, por eso, hemos decidido compartirlo.
Pablo es el mejor compañero para todos y cada uno de los días que vienen". "Poco a poco aprendo que la maternidad es un proceso tan hermoso como intrincado.
Lleno de situaciones, emociones y preguntas que no salen en las películas ni en los cuentos.
Y, por eso, doy las gracias con todo mi corazón a las madres, amigas, compañeras que desde hace semanas hacen tribu conmigo, me dan su mano y comparten su escucha, sus vivencias y su experiencia.
Este es también un camino para recorrer juntas, nosotras".
Montero en declaraciones públicas ha definido a Iglesias como "un hombre de corazón inmenso, de ideas claras y que disfruta de conocer, saber y aprender, además de una persona profundamente sensible".
La portavoz en el Congreso de Podemos comentaba en esta misma entrevista que era normal que en el medio laboral surgiera el amor: "En política mucha gente pasa muchas horas juntos y terminan siendo grandes amigos o pareja".
También explicó: "Yo conocí a Pablo en un acto en Vallecas y nos pusimos a trabajar juntos".
¿De quién es el millón y medio de euros bajo la Fontana di Trevi?
El Ayuntamiento de Roma estudia qué hacer con las monedas que los turistas lanzan a la fuente, hasta ahora destinadas a Caritas.
Todos los días, prácticamente a cualquier hora hay un viajero en Roma lanzando una moneda a la Fontana di Trevi.
La mayoría lo hace como manda la tradición: de espaldas al monumento, con los ojos cerrados y formulando un deseo. Algunos piden volver a la Ciudad Eterna, otros encontrar el amor y muchos simplemente confían algún anhelo fortuito. Entre todos, sin pretenderlo, dejan bajo las aguas de la fuente una pequeña fortuna colectiva.
El tesoro es asignado a la Caritas, que desde 2001 lo invierte en obras de beneficencia.
Lo seguirá haciendo al menos hasta el final de este año, pero el Ayuntamiento de Roma se plantea destinar la recaudación a otros fines a partir de ese momento.
Cuando pasa la marea de turistas y curiosos, de madrugada, mientras el imponente Neptuno y sus hipocampos se desperezan en soledad, un grupo de operarios del Ayuntamiento recoge el botín con un aspirador.
En 2016, según el último informe de Caritas, se recaudó casi un millón y medio de euros.
El uso que se dará a las próximas colectas es incierto.
Desde el pasado octubre, el Ayuntamiento y el ente benéfico de la Conferencia episcopal italiana andan a vueltas con este asunto.
Entonces, la junta municipal decidió que este 1 de abril terminaría el histórico convenio y el dinero lo utilizaría directamente el consistorio, para “financiar proyectos de asistencia y solidaridad”.
El pasado miércoles, a apenas tres días del vencimiento del plazo, la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, dio un paso atrás y prorrogó in extremis el acuerdo con la organización hasta el final de este año.
Mientras tanto, un grupo de trabajo estudiará qué hacer y cómo repartir el tesoro de la fuente.
Estos días, Caritas y el consistorio están manteniendo encuentros para buscar una solución.
Ambos han rechazado realizar declaraciones hasta que la decisión sea definitiva
El particular botín que cada año sale de las aguas de la Fontana di Trevi hasta ahora se ha traducido en camas en albergues para las personas sin hogar; comidas y cenas en comedores sociales; mantas para quien duerme en la calle o ropa y productos de primera necesidad para indigentes.
Caritas sustenta en la capital una amplia red de estructuras para ayudar a personas en riesgo de exclusión social.
Entre ellas destacan los llamados ‘supermercados de la solidaridad’, repartidos por la capital en los que las personas sin recursos pueden hacer la compra de forma gratuita; centros de orientación y formación para desempleados; espacios de atención y compañía para personas mayores o asistencia sanitaria a domicilio para enfermos de sida.
Sara Montiel, el pan y los hombres.................... Pablo de Llano
“Era una mujer ardiente, una mujer sexual que podía estar con el que quisiera”, recuerda Marianela Andino, quien fue su gran amiga al cumplirse cinco años de su muerte.
Sara Montiel, en 1974. GETT
Marianela Andino (Camagüey, Cuba, 1942) sostiene que Sara Montiel tuvo dos grandes pasiones en la vida: “La comida y los hombres”.
Habla con el conocimiento de la cupletista que le dan los 45 años de íntima amistad que mantuvieron desde que la conoció en Miami en 1968 hasta su muerte, de la que se cumplen cinco años el próximo día 8 de abril.
Andino se acercó a ella como fan y terminaron siendo “como hermanas”.
Viajaba siempre con Sara. Era su ayudante, su familia, su confidente.
“Pasábamos mucho tiempo solas y me contó todos sus secretos”, dice, y añade con misterio:
“Hay uno, el más grande, que ella me pidió que contara después de su muerte y con el que aún no he decidido qué hacer.
Tiene que ver con Sara y un señor, español, ya fallecido. Si lo oyeras, no lo creerías”.
En su casa de Miami tiene una habitación dedicada a los recuerdos de “Antonia”, como la llama por su nombre de pila. La señala, tan joven, “bella como un rostro de nácar”, riéndose con James Dean, fumando un puro con Marlon Brando, y se detiene en un retrato del actor italiano Giancarlo Viola.
Si bien Saritísima decía a este diario en su última entrevista, en 2012, que el gran amor de su vida fue Severo Ochoa y que lo de ellos no fue posible porque no se veía “tomando el té con las esposas de los otros científicos”, Andino afirma que fue Viola. “Me decía que nunca había visto una cabeza tan bella, que acariciarle la cabeza a Gianca era algo formidable”.
“Era una mujer ardiente, una mujer sexual a la que le gustaban mucho los hombres y que podía estar con el que quisiera”, dice Andino.
“Pero el que más la quiso y más la cuidó fue Pepe Tous”, el empresario mallorquín con el que estuvo casada hasta que falleció en 1992 por un fulminante cáncer de colon.
“Sara se desmoronó después de su muerte y me fui a Palma con ella un año.
Eran días enteros de llanto.
Yo dormía con ella en su cama. Una madrugada me desperté y se había levantado.
Hacía frío y me la encontré en la terraza gimiendo envuelta en una manta”.
Andino cuenta que Sara Montiel no soportaba la soledad. “No quería dormir sola, ni viajar sola ni tan siquiera comer sola”, recuerda. “Un día en Nueva York se partió una muela comiendo pollo y cuando el dentista se la iba a arreglar dijo: “Ven, Nelita, dame la mano”.
También tenía “pánico a la oscuridad”.
Por las noches, dice su amiga, la protagonista de El último cuplé y La violetera requería que quedasen encendidas las lámparas de las mesillas de noche y hasta la luz del baño.
Era una mujer de carácter, pero vulnerable. “Pepe siempre me decía: 'Nunca dejes sola a Antonia”.
Y antes de que enfermase ya se preocupaba de qué pasaría si él se moría, si ella despilfarraría todo en dos o tres días o si vendría alguien a engañarla”.
Tous era, además, el guardián de la figura de la actriz. Procuraba mantenerla siempre a distancia del pan, el otro gran amor de Sara Montiel.
“Comer para ella era la vida”, cuenta Marianela. “Mi madre no se podía olvidar de guisarle una ropa vieja con frijoles cuando venía a Miami”.
Sonríe cuando recuerda la confianza con la que se intercambiaban insultos; o lo que le gustaba a Sarita el jabón de Estados Unidos para lavarse la cara; o cómo utilizaba simplemente aceite de oliva para sacarse el maquillaje; o aquella vez en Palma en que se presentó con los pechos al aire ante la cuadrilla de albañiles que estaba reformando su cocina. “Pepe le hizo señas para que se tapase, y ella solo se puso una mano en cada teta”.
Marianela Andino dice que Sara Montiel, nacida en una familia humilde de un pueblo manchego, era una mujer orgullosa de sus raíces.
“Me preguntaba si yo la consideraba una mujer de pueblo. Yo le decía que sí y ella me lo volvía a repetir: '¿Verdad que yo soy una mujer de pueblo?”.
Una faceta que convivía con la de los lujos de estrella. “Tenía un collar de brillantes y esmeraldas tan grande que le llamábamos el babero”, comenta Andino.
Un cuadro de la actriz medio desnuda y abrazada a una guitarra española preside el descansillo de las escaleras de su casa.
Ella lo mira y repite una frase de su amiga: “Nelita, yo no soy buena actriz, pero mi belleza rompe esquemas”.
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