Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

29 mar 2018

Un ángel de Victoria’s Secret se arrepiente de promover una imagen poco saludable

“No fui un ejemplo a seguir positivo”, reconoce en su blog Bridget Malcom, la modelo de 26 años, que se disculpa con sus fans y reconoce que sufrió dismorfia corporal.

Bridget Malcom
Bridget Malcolm en la Semana de la Moda de Sidney en 2017.
La modelo Bridget Malcom ha desfilado para muchas firmas de moda, ha protagonizado la portada de numerosas revistas y ha sido ángel de Victoria’s Secret en los desfiles de 2015 y 2016.
 Ahora, la joven australiana de 26 años ya se define como exmodelo y pide disculpas a sus fans por “haber promovido una imagen corporal poco saludable”.
 “No fui un ejemplo a seguir positivo”, ha escrito la top en su blog esta semana.
Malcom reconoce por primera vez su obsesión por su estado físico y habla de la dismorfia corporal que sufrió entonces:
 “Es algo aterrador. He tenido conversaciones con otras modelos, todas delgadas que se veían gordas. 
Es muy difícil de entender si estás fuera de este mundo.
 Por primera vez ahora me miro en el espejo y veo que soy realmente yo la que se ve reflejada. Por primera vez desde que puedo recordar me gusta mi cuerpo”.
 Precisamente Malcom se vio involucrada a finales de 2015 en una polémica a través de las redes sociales en la que la acusaban de promover la anorexia por algunas de sus publicaciones en Instagram. 
 La modelo defendió entonces su delgadez y aseguró que mantenía una dieta sana que combinaba con ejercicio. "¿Podemos parar lo de avergonzar la delgadez?
 Estoy extremadamente en forma y saludable y no hay ni rastro de anorexia", escribió a sus más de 300.000 seguidores.
El post, titulado Bienestar, Positividad del Cuerpo: Dismorfia Corporal, cuenta su experiencia durante sus años como modelo en los que comía menos de lo que su cuerpo necesitaba y se sometía a agotadoras sesiones de entrenamiento.
 Malcolm asegura que jamás mintió sobre lo que comía, pero “no eran las raciones adecuadas para mi cuerpo”, detalla.
 “Si alguien me ofrecía una pieza de fruta, me ponía nerviosa y temía engordar por comer algo que no había planeado ingerir ese día”, confiesa.
Una vez ha sido consciente de su problema, la modelo lamenta ahora las entrevistas en las que hablaba de sus hábitos alimenticios: “De verdad pensaba que comer verduras y batidos de proteínas era suficiente. No es algo saludable y me siento muy culpable por promover comidas dañinas”.
La australiana reconoce que fue una amiga suya la que le ayudó a ver su problema y, desde entonces, está “feliz y libre” después de “hacer las paces” con su cuerpo, aunque reconoce que al principio no fue fácil.
 “Cuando tomé la decisión de comenzar a comer normal realmente tuve problemas con la dismorfia, porque estaba ganando peso de verdad. 
No era una gran cosa, tiré unos vaqueros viejos, pero mi mente no estaba hecha para tener un cuerpo curvilíneo”, cuenta.

 

Ricky Martin: “La serie de Versace me ha hecho revivir cómo oculté mi homosexualidad”

"Yo era un hombre gay encerrado, que estaba ocultándome. Temía relacionarme con cualquiera para que no me descubrieran", dice el cantante.

Pues Ricky que tontería siempre se dijo que eras "Gay" todos lo sabíamos y cuando saliste de ese armario en el que dices, no fue nunca una sorpresa....quizás entre muchachitas que no distinguen nada, pero si tú  temías que se supiera todos lo sabíamos.

O quizás tampoco era algo fuera de lo común y estabas en tu derecho de ocultarte, pero repito nadie nos sorprendimos como con otros famosos cantantes, o actores o diseñadores...

Ricky Martin, en el estreno de 'American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace' y tráiler de la serie.
Acumula millones de seguidores en las redes sociales donde es muy interactivo pero en su vida privada lleva otro ritmo.
 Ricky Martin ha desvelado ahora cómo fue el cortejo con Jwan Yosef, su marido. 
 "Lo contacté por Instagram y hablamos durante seis meses. 
Simplemente nos estuvimos enviando mensajes, hablando sobre la vida y los problemas existenciales ", ha contado. Luego Ricky Martin decidió que era el momento de conocer a su ahora esposo

El cantante, de 46 años, aclaró: "No fue nada sexy, nada sexual.
 No es que me estuviera enviando fotos sexis y viceversa, lo juro ..."
 Cuando por fin estuvo frente a él, el cantante afirma que lo primero que se dijo a sí mismo fue: "Me voy a casar con este hombre.
 Y aparentemente él dijo exactamente lo mismo", agregó. "Obviamente, solo me dijo esto después".

Cody Fern, Edgar Ramirez, Darren Criss y Ricky Martin, parte del reparto de la serie.
Cody Fern, Edgar Ramirez, Darren Criss y Ricky Martin, parte del reparto de la serie. AFP
Estas declaraciones las ha hecho Ricky Martin a la revista Gay Times. 
"Perdí el aliento cuando lo vi. Seis meses esperando y fue muy romántico ". 
La pareja comparte la crianza de los gemelos, Matteo y Valentino, de 9 años, a quienes Ricky engendró a través de una gestación subrogada.
En la entrevista explica cómo continuamente enseña a sus hijos las diferentes definiciones de familia. 
"El amor se maneja a sí mismo en millones de formas. Hablo con mis hijos todos los días sobre cómo cada familia es diferente ", dice.
La superestrella de Puerto Rico también narra cómo ocultó su sexualidad durante años, y cómo se arrepiente. 
"Me sometí a mi carrera por completo", dijo.
 "No abrí las puertas a nuevas relaciones, y no estoy hablando de relaciones románticas, estoy hablando de cualquier relación, porque no quería que la gente me conociera demasiado.
 Ni siquiera me sentaba y mantenía una relación genial con productores increíbles o grandes directores de cine porque temía que si pasaban más de dos horas sentados conmigo conocerían mi naturaleza". 
Y añade: "Perdí mucha energía tratando de manipular mi sexualidad".
 Ricky Martin interpretó recientemente a Antonio D'Amico, novio de Gianni Versace en American Crime Story. 
 "El nivel de injusticia con el que nosotros como comunidad estábamos lidiando en aquel momento era muy duro", dijo al cantante. 
Y lo cuenta por experiencia:
 "Yo era un hombre gay encerrado que estaba ocultándome a mis compañeros.
 Tenía relaciones con otros hombres que estaban en el armario y tenía otras relaciones con hombres que no estaban en el armario, pero que por mí volvieron al armario.
 La serie de Versace me ha hecho revivir todo lo que hice para ocultar mi homosexualidad". 
Y añade: "Lo que mató a Gianni Versace fue la homofobia. No es la forma en que murió, es la forma en que se permitió que sucediera.
 Tenemos que tener cuidado porque la historia tiende a repetirse, Gianni Versace fue asesinado por un hombre que estaba en la lista de los Más Buscados del FBI.
 Este hombre vivía en Miami, pero debido a que era un hombre gay que mataba a otros hombres homosexuales, todos miraron hacia el otro lado. 
Eso es lo que me enfurece ".

 

Mary Cassatt, la impresionista olvidada.................. Álex Vicente..

Una exposición en París reivindica a la pintora de mujeres cotidianas, una de las responsables de introducir el movimiento pictórico en Estados Unidos.

Niña en un sillón azul, óleo de 1878. Collection of Mr. and Mrs. Paul Mellonrn rn
Niña en un sillón azul, óleo de 1878. Collection of Mr. and Mrs. Paul Mellon
Existe un feroz desajuste entre la vida de Mary Cassatt, la pintora estadounidense que vivió 60 años en Francia como una mujer soltera, sin descendencia y plenamente independiente, y los temas que solía escoger para sus cuadros, delicadas odas al amor materno-filial que, desde el punto de vista actual, pueden parecer excesivamente remilgadas e incluso algo conservadoras. 
Una muestra en el Museo Jacquemart-André de París, donde sus cuadros se exponen hasta el 23 de julio, reivindica ahora su semiolvidada producción e intenta resolver las aparentes contradicciones que encierra su biografía.
Hija de un banquero que se enriqueció con el comercio de algodón, Cassatt (Pittsburgh, 1844- París, 1926) creció en una familia de origen francés, que idolatraba la patria de sus ancestros.
 Por eso, tras estudiar en la Academia de Bellas Artes de Filadelfia, la más ilustre de Estados Unidos, se marchó a París con la voluntad de escapar al destino de vulgar acuarelista que se solía reservar a las mujeres artistas.
 Y con la intención secreta de integrarse en el círculo impresionista, que entonces empezaba a hacer estragos. 
“Terminó siendo una de las cuatro pintoras aceptadas por los impresionistas, junto con Berthe Morisot, Eva Gonzalès y Marie Bracquemond”, recuerda el conservador jefe del museo, Pierre Curie. 
Compartiría con la escuela francesa el mismo sentido de la luz y del color, además de un idéntico interés por “un naturalismo alusivo, que no era mimético como podía serlo el academicismo”, según Curie.
Cassatt dejó de lado los temas habituales del movimiento y optó por reflejar la vida cotidiana de las mujeres corrientes a finales del siglo XIX.
 Se alejó de las figuras femeninas clásicas de la pintura religiosa, pero también de la inclinación de los impresionistas por prostitutas y demi-mondaines
Lo que parecía decir Cassatt con sus lienzos era que las madres de familia inscritas en el antepasado de la clase media también tenían derecho a protagonizar sus propios cuadros. 
Tal vez fuera eso lo que disgustó a la sociedad biempensante en su país natal. 
En 1895, cuando presentó una de sus obras, El baño, la crítica se estremeció y lo llamó “crudo”, “brutal” y “poco armonioso”. Cuesta entender qué escándalo pudo provocar un cuadro que representaba a una mujer aseando a su hija. 
Hasta que se observa que esta última aparece semidesnuda, lo que se oponía frontalmente a las decorosas leyes del academicismo victoriano.
Su protagonista era, además, una mujer respetable que se ocupaba de una tarea propia del personal doméstico.
Mary Cassatt en 1914.
Mary Cassatt en 1914.
Pese a todo, Cassatt también tuvo sus admiradores. 
En especial, en su patria adoptiva.
 Pese a su pesimismo decadentista, Huysmans vio muchas calidades en su obra.
 “Desprende lo que ninguno de nuestros pintores sabría expresar: la feliz quietud, la bonhomía tranquila de un interior”, dejó escrito. Pero su mayor defensor siempre fue Edgar Degas, gracias a quien terminó integrándose en el grupo impresionista en 1877.
 La descubrió tres años antes, frente a una pintura histórica de su primera etapa expuesta en el Salón Oficial. 
“Por fin alguien que siente como yo”, habría dicho delante del lienzo.
 Dos años después, tras entablar amistad, la retrató jugando a cartas, dura como un tahúr y en una postura tirando a masculina. Cassatt siempre aborreció ese retrato.
 Y también, de manera intermitente, a su autor.
 “Durante meses no podíamos ni vernos.
 Pero, después, algo que había pintado yo nos volvía a unir”, dijo a una de sus amigas más íntimas, Louisine Havemeyer, líder de las sufragistas en Nueva York, admirada por su amistad con el pintor, reputado por su carácter volcánico y opiniones intempestivas.
 ¿Fue su mentor, su amigo, su amante? 
El crítico Forbes Watson aseguraba que una vez oyó a Degas decir: “Nunca podría haber hecho el amor con ella”.
 A Cassatt no se le conoció, de hecho, ninguna pareja. 
“Ha habido especulaciones sobre su lesbianismo, pero no creo que fuera eso.
 Más bien creía que los hombres eran un obstáculo. A finales del siglo XIX, las mujeres que querían vivir en libertad debían separarse de ellos”, expresó el historiador Paul Fisher, especialista en la Belle Époque, en 2016.
 En la Exposición Universal de Chicago en 1893, fue invitada a presentar un mural, en el que distintas mujeres recogían frutas y las tendían a niños y a otras féminas.
 “Muchos historiadores del arte han interpretado que sus escenas domésticas eran una forma de apoyar las vidas confinadas de las mujeres en el siglo XIX”, señala la comisaria de la muestra, Nancy Mowll Matthews, gran especialista en Cassatt y autora de una biografía de referencia. 
“En realidad, el tema de la madre y el hijo no era un símbolo de las restricciones de la mujer, sino de su papel central respecto a la inmortalidad.
 La de Cassatt no pasó por tener hijos, sino por colgar sus cuadros en museos junto a Botticelli y Rafael”, añade la comisaria, recordando su apoyo al derecho al voto y la ayuda que prestó a jóvenes pintoras.
 
Madre e hijo o El espejo ovalado The Metropolitan Museum of Art.
Madre e hijo o El espejo ovalado The Metropolitan Museum of Art.
Cassatt también es considerada la mayor responsable de la introducción del impresionismo en Estados Unidos. 
 En 1886, acompañada del marchante Charles Durand-Ruel, desembarcó en Nueva Inglaterra con 300 cuadros impresionistas, de autores como Manet, Monet, Degas o Sisley. 
Mecenas como los Rockefeller o los Carnegie los adquirieron por decenas.
 Y, tras sus respectivas muertes, los cedieron a las colecciones que constituirían los grandes museos estadounidenses, lo que explica su considerable presencia en sus actuales galerías.

 Poco antes del cambio de siglo, se pasó a los pasteles y empezó a pintar escenas más convencionales. 
Perdió la espontaneidad que caracterizaba sus primeros lienzos, llenos de niños mal sentados, madres de manos ajadas y escenas cotidianas y sutilmente revolucionarias. 
“Vendí mi alma a los marchantes, eso es todo.
 Los marchantes me robaron la vida”, dejó dicho antes de morir. 
 Entonces empezó a trabajar por encargo, igual que su némesis, la popularísima pintora Cecilia Beaux, por la que siempre sintió un odio profundo por su falta de ambición. 
Tampoco le cayeron bien otros estadounidenses expatriados en París, como Henry James o Edith Wharton, a quienes consideraba excesivamente pretenciosos y fascinados por la alta sociedad.
 Nada que ver con esta mujer adinerada, pero con una conciencia política situada en la vanguardia de su tiempo.


 

El verdadero origen de la Madrugá de Sevilla............. Eva Díaz Pérez.

Las cofradías, obligadas a no procesionar de noche, interpretaron a su manera el término “alba” descubriendo un amanecer distinto para Sevilla.

Nazarenos del Cristo de las Tres Caídas de la Hermandad de la Esperanza de Triana, en La Madrugá de 2017.
Nazarenos del Cristo de las Tres Caídas de la Hermandad de la Esperanza de Triana, en La Madrugá de 2017. AFP/Getty Images

 

Alegre, piadosa, pagana, desmedida, exuberante... 
La Semana Santa de Sevilla parece un espectáculo medido y perfecto, un prodigio de sensorialidad teatral y mística, pero en realidad es un artefacto organizado estratégicamente siglo a siglo; un fenómeno que sobrevivió a incendios, epidemias, iconoclastias, crisis económicas y revoluciones laicas.
 ¿Dónde remontar sus orígenes? ¿A las devociones medievales? ¿A las lecturas simbólicas de la Contrarreforma? ¿A los excesos ornamentales del barroco?
 Hasta hace poco, se argumentaba que la Contrarreforma era el periodo en el que surge. 
Y el siglo XIX, con los aires románticos de la llamada Corte Chica del duque de Montpensier y la infanta María Luisa de Borbón, el momento en el que se fija su estética definitiva.
Sin embargo, un riguroso estudio plantea ahora una revisión de estos orígenes remontando al siglo más inesperado los inicios de la Semana Santa sevillana: el XVIII.
 La investigadora Rocío Plaza Orellana plantea en su Los orígenes modernos de la Semana Santa de Sevilla. El poder de las cofradías (1777-1808), publicado por El Paseo, esta relectura de una celebración que en muchas ocasiones ha datado sus inicios basándose solo en la tradición, algo mucho más remoto.
Para Sevilla, el XVIII no fue un momento glorioso. 
Después de los siglos XVI y XVII, con el monopolio comercial con las Indias que la convierten en la capital económica de España, el XVIII será un tiempo de oscuridades.
 La decadencia cristalizó en 1717, cuando el monopolio con América pasa a Cádiz. 
Sin embargo, Sevilla, como señalaron en su día los historiadores Antonio Domínguez Ortiz y Francisco Aguilar Piñal, se convertirá esa centuria en un laboratorio para las reformas ilustradas de Carlos III. 
Las transformaciones anunciarán el cambio del antiguo al nuevo régimen y afectarán al urbanismo, la Universidad, el teatro... y la Semana Santa.
Estos ensayos de modernidad despertarán fuertes tensiones entre el poder civil y el eclesiástico.
 Y se plasmarán en episodios como el ascenso y caída del asistente ilustrado Pablo de Olavide, quien intentó cambiar la vieja Sevilla —y con ella su Pasión—, pero que sufrirá un proceso inquisitorial por “impío y miembro podrido de la religión”, precisamente por su rechazo a las devociones populares.
 “El proceso de Olavide tuvo numerosos vértices.
 Destacan, por la trascendencia que tendrían después para las cofradías, dos acusaciones: permitir los bailes de máscaras y las comedias y su falta de piedad religiosa”, explica Plaza, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla.
La Semana Santa que ahora se vive es hija de ese tiempo, ya que sobrevive a la dura batalla de las reformas ilustradas. 
 Su deslumbrante Madrugá surge en su concepción actual en esa época. 
 ¿Cómo se inventó? Paradójicamente, estos cortejos nocturnos de la madrugada del Viernes Santo se inician en el Siglo de las Luces. 
La Madrugá es un resultado de ciertas trampas legales que los cofrades usaron para evitar las reformas ilustradas. 
Por ejemplo, la interpretación —no sin picaresca— del concepto temporal del alba, el momento en que debían salir las procesiones para evitar la noche.
El Consejo de Castilla implanta en 1777 una serie de leyes para controlar las costumbres de las cofradías.
 En realidad, estas medidas las había iniciado Olavide una década antes como parte de sus reformas ilustradas: una vez caída la noche, las cofradías no podían encontrarse por las calles, ante los posibles desórdenes públicos y delitos amparados en las sombras. Tampoco se permitían los rostros cubiertos de los penitentes y disciplinantes.
 Las medidas iban en sintonía con las del marqués de Esquilache prohibiendo las capas y sombreros, que terminaron en el motín que hizo caer al ministro de Carlos III.
El rey obligó a que las cofradías estuvieran “recogidas y finalizadas antes de ponerse el sol”.
 ¿Y qué se hizo en Sevilla? Ni más ni menos que quebrantar las leyes del reino poniendo sus imágenes en la calle de noche amparadas en una curiosa interpretación.
 Fue la Hermandad del Silencio, fundada en el siglo XIV, la que en 1774, obligada al cambio, dictó que acompañarían a Jesús Nazareno y la Virgen de la Concepción en un “alba” o amanecer, lo que se tradujo por las dos de la madrugada. 
“Esta decisión vino a formar parte de la compleja estrategia de engaños, resistencias y desacatos que las cofradías ofrecieron a los nuevos ordenamientos provenientes de Madrid, como si Sevilla tuviera otro amanecer”, detalla Plaza.
Igual ocurrió con El Gran Poder, y después lo harían la Macarena —ambas siguen haciendo su estación de penitencia en La Madrugá— y la Carretería —que en la actualidad procesiona la tarde del Viernes Santo—, que procesionaba el Jueves Santo por la tarde y a la que también le sorprendía la noche.
 Así, salió media hora después del alba, cobijada ya en la madrugada.
 “Como se contaría muchos años después, fueron capaces de hacer de la noche día, sólo con su presencia.
 Cuando El Gran Poder se hizo definitivamente con su madrugada, Olavide aún continuaba en manos del Santo Oficio”, añade la investigadora desvelando la Sevilla que ganó la batalla de la Ilustración.