Un ciclo de conferencias aborda la relación entre hombres considerados genios y sus parejas relegadas a espacios de sombra.
La actriz Marilyn Monroe y el dramaturgo Arthur Miller, en 1950. MONDADORI (GETTY)
La cara oculta de la actriz Hedy Lamarr,
posiblemente una de las mujeres
más bellas de la historia, era la de
una brillante ingeniera que desarrolló un sistema cifrado que impedía al
enemigo interceptar torpedos, una patente que décadas después ha dado
base tecnológica a nuestros millones de comunicaciones inalámbricas.
Pero fueron sus besos los que se cotizaron. La semana pasada, la Academia de cine francesa anunciaba que este año su César de Honor será para Penélope Cruz
y las dos primeras expresiones que justificaban tal distinción no
parecían tener mucho que ver con su trabajo: Por ser “musa de grandes
cineastas y esplendorosa belleza latina”.
Alfred Hitchcock
agradeció de este modo, en un homenaje que recibió a los 80 años, la
influencia que en su vida y su carrera habían tenido cuatro personas: “La primera es una montadora cinematográfica, la segunda, una guionista,
la tercera es la madre de mi hija Pat, y la cuarta es la cocinera más
excelente que haya obrado milagros en una cocina doméstica . El nombre de
las cuatro es Alma Reville”.
Pero muchos de ustedes seguramente no sabían que así se llamaba la
mujer del director del suspense, ni siquiera si estaba casado. Caras
ocultas. Este no es, sin embargo, un reportaje de cine, sino de las
muchas mujeres cuyo trabajo, inteligencia y genialidad han quedado en un
segundo plano, ocultos bajo un nombre etéreo que condena al anonimato:
musas. Algunas de ellas estuvieron acompañadas de hombres que fueron
ensalzados sin reparos con el calificativo de genios.
La actriz Marilyn Monroe y el dramaturgo Arthur Miller, en 1950. MONDADORI (GETTY)
Un ciclo de conferencias que empieza hoy en el CaixaForum de
Madrid pretende abordar este asunto, la cárcel en que se ha encerrado a
las musas, negando, bajo ese nombre, su capacidad de creatividad,
ingenio, arte, mientras ellos desarrollaban esas facultades tan a gusto,
inspirados por esos seres cuyas vidas muchas veces eran “vacías y
deprimentes”. “No fueron musas, sino secretarias, enfermeras, madres,
cocineras, amantes, mientras su creatividad quedaba aparcada u oculta”,
explica la escritora Laura Freixas, coordinadora de estas jornadas junto
a Pilar Vicente de Foronda, con la participación de Fedepe y la
Biblioteca Nacional. Cada lunes, durante seis semanas, una conferenciante está invitada a
hablar de una pareja famosa. Hoy es el turno de la profesora y escritora
británica Griselda Pollock, que abrirá al público el matrimonio entre Marilyn Monroe y Arthur Miller. Ella, el producto más brillante de la América del consumo, el espectáculo y el glamour
de los años 50; su marido, un reconocido dramaturgo e intelectual de
izquierdas, premio Pulitzer. Griselda Pollock destaca las muchas
biografías sobre la icónica actriz en las que, sin embargo, “hay muy
poco análisis sobre su TRABAJO”, escribe así, en mayúsculas en un correo
electrónico desde su país. Esta profesora se preguntó “¿cómo logró una
mujer blanca, sin estudios y abusada convertirse en una estrella como la
que fue? ¿Por qué la lloraba Andy Warhol? ¿Por qué Elton John se
identificaba con ella? ¿Por qué Madonna forjó su imagen a semejanza de
la actriz?” Formó con Arthur Miller “lo que es una mitología patriarcal:
genio y musa. La oposición clásica entre actividad y pasividad, deseo y
objeto del deseo, creatividad e inspiración”. La profesora opina que ya
“se necesita un lenguaje diferente”. Marilyn, dice “actuaba frente a la
cámara con genialidad y consiguió que guiones de comedias insulsas sean
recordados solo por ella”. “Era inteligente, inquisitiva y muy
comprometida políticamente; apasionada y desesperadamente ambiciosa por
comprender el arte de actuar”. “A Miller”, añade, “no le inspiraba ella,
estaba obsesionado con ella. Creo que ambos son genios fallidos”
El rompedor montaje de la escena de la bañera en Psicosis
y el hecho de que fuera acompañada de música son productos del ingenio
de Alma Reville, la esposa de Alfred Hitchcock, con quien cofirmó varios
guiones. “En el nacimiento de la industria del cine había muchas
mujeres que fueron saliendo a medida que aquello se convirtió en un gran
negocio”, explica la guionista y directora Inés Paris, que se encargará
de esta “curiosa pareja”. Sobre Yoko Ono y John Lennon disertará la cantante Christina
Rosenvinge: “Yoko es vilipendiada por gran parte del mundo de la
música. Ella nunca ha respondido al arquetipo de musa dulce y angelical.
Era una potencia en sí misma y fue fundamental en la evolución
intelectual de John Lennon. Hasta hace muy poco no se ha reconocido su
autoría en canciones como Imagine”. Las palabras musa y genio no tienen su complementario de género: ni hay musos ni genias. Algo no va bien. El diccionario parece indicar que las mujeres, por el
hecho de serlo, están incapacitadas para la genialidad mientras que
servirían para revolotear cual ninfas alrededor de las mentes masculinas
haciendo florecer todo su esplendor . O reteniendo a los niños para que
en la casa reine la paz para seguir escribiendo, ya se encargarán las
musas de pasarlo a máquina.
Sin embargo, por parte del cantante continúa el silencio. Algunos medios aseguran que el artista no va a ratificar ningún comunicado que venga de su expareja,
por lo que ambos estarían todavía lejos de un acuerdo.
Otros creen que
incluso podrían acabar enfrentados en un juzgado ya que el cántabro no
piensa aceptar las condiciones de manutención que le pide la actriz ni
las del régimen de visitas sobre la hija de ambos, Daniella, de 9 años.
Acaba de firmar un contrato
televisivo muy suculento con Mediaset, y se habla de sueldo millonario
para la actriz, modelo e influencer.
En cambio David Bustamante
deja atrás 12 años de relación solo y sin grandes proyectos a corto
plazo.
Si en el momento de subir al altar él era una de las grandes
estrellas de la canción surgidas del fenómeno Operación Triunfo y ella prácticamente una desconocida, ahora es Busta quien con 35 años parece haber quedado como el más afectado por la ruptura.
Paula Echevarría y David BustamanteCordon Press
El bache profesional es evidente por mucho
que los que le conocen apunten a que lo superará centrándose en su
trabajo y relanzando una carrera como solista que hoy está lejos de ser
un ídolo de millones de jovencitas. Porque lo cierto es que sus actuaciones en escenarios de ciudades
importantes que llenaban aforos han ido dando paso a conciertos en
localidades más modestas como Baeza, Roses, El Pinoso o Mancha Real. Mientras que a finales de 2016 y principios de 2017 Bustamante llenaba
Sevilla, Valencia, Madrid o Santander, hoy el único concierto anunciado
en la web oficial del cantante será el próximo 23 de marzo en un pequeño teatro de Reus. David Bustamante quedó tercero en la primera edición de OT,
pero aquel chico de San Vicente de la Barquera que trabajaba en la
construcción con su padre y se emocionaba hasta llorar con cada
acontecimiento del concurso fue el gran triunfador junto a David Bisbal. Bustamante salió de la Academia como una superestrella que vendió medio
millón de copias de su primer disco en tres días. Desde entonces han
transcurrido 16 años en los que ha despachado más de dos millones de
discos y ha ofrecido 900 conciertos.
La influencia de su mujer le convirtió en
un hombre más sofisticado, amante del gimnasio y de la moda.
Juntos
formaron una pareja al estilo de los Beckham, y Bustamante vivió sus
años más felices en lo personal mientras continuaba triunfando sobre los
escenarios.
La estabilidad culminó con el nacimiento de su hija, y esa
madurez se trasladó a su carrera no sin ciertos sacrificios.
David dejó
atrás el fenómeno fan y fue transformándose en el clásico cantante
melódico de corte latino.
Una evolución que implica salir de la órbita
de los artistas superventas de las emisoras pop y pasar a un nivel más
discreto. Cuando surgieron los rumores de separación matrimonial hace un
año llegó también el bajón profesional para él.
Su último disco, editado el año pasado, alcanzó el número uno la primera
semana.
Bustamante en ningún momento ha dejado de trabajar, pero sus
apariciones como jurado en concursos de talentos han sido más
trascendentes que el éxito popular de sus últimos temas.
Su presencia en
dos galas de la nueva edición de OT ha puesto aún más de
manifiesto lo lejos que quedan sus tiempos de éxito masivo. Hoy se
refugia en su hija y en su madre, a la que visita frecuentemente en su
pueblo natal.
Todo ello lo refleja en sus redes sociales, en las que en
lo profesional últimamente solo promociona su colección de fragancias
masculinas.
Respecto a Daniella, la pequeña siente devoción por su padre, hasta el
punto que prefiere seguir los pasos del cantante frente a la profesión
de su madre y quiere presentarse al concurso La Voz Kids.
Apoyado en el amor de su hija, afronta una nueva etapa en la que deberá
resolver su divorcio y continuar con su vida y carrera.
Lo más inminente
para él es otro momento simbólico de los que remueven por dentro.
Este
lunes termina Operación Triunfo 2017, una edición que ha rivalizado en éxito y calado popular con aquella primera de 2001. En la gala final actuará David Bisbal, como nexo entre el triunfo de dos generaciones 16 años después.
.
David
subió su última fotografía a Instragram, junto a su familia, el pasado
14 de enero con motivo del 58 cumpleaños de su madre.Instagram
Xuxo
Ruiz, profesor del Colegio Público San Sebastián en la localidad
sevillana de Albaida del Aljarafe, emplea el ilusionismo en sus clases
para motivar y favorecer el aprendizaje.
PACO PUENTESEL PAISSi quieres tomar el pulso de tu país, escucha a los maestros y los profesores. Si quieres que un artículo provoque el anhelado click
que hace las veces de levadura en la red, no escribas sobre lo que te
han contado, porque lo que se espera hoy de cualquier columnista es que
anime el cotarro, y animar el cotarro significa escribir sobre Cataluña,
Puigdemont o Woody Allen, por poner tres ejemplos significativos. La
educación interesa bien poco. Tan poco, que el gran acuerdo sobre
nuestro sistema educativo sigue esperando turno porque antes ha de
arreglarse España. ¡Como si eso fuera a ocurrir alguna vez! Además, para
qué escribir, si cada español lleva en su interior un experto que
arreglaría la educación en dos patadas. Con curiosidad y muchas dudas sobre lo que voy a decir tomo el AVE hacia
Sevilla para encontrarme con profesores de Lengua y Literatura. Empezamos mal: Lengua y Literatura. Esas asignaturas que junto a las
materias artísticas cada vez ocupan menos espacio en el programa. Abro
el periódico y leo una entrevista con una psicóloga que diserta sobre
cómo hacer de la escuela un lugar idílico. De un tiempo a esta parte,
observo que las informaciones sobre educación se dividen en dos: o bien
nos ofrecen los resultados deprimentes que ocupamos en el ranking
educativo europeo y ese día los contertulios se dividen entre los que
añoran la autoridad y los que hablan de Finlandia, o bien son
entrevistas con expertos que les leen la cartilla a los maestros porque
son antiguos, dan clases del XIX, no saben que a los niños se les atrae
con pantallas (Dios mío, ¡son los únicos en el Planeta que no lo saben!)
y desconocen la fórmula mágica para los niños entren felices cada día a
la escuela.
Los artículos sobre nuestro atraso educativo son deprimentes, pero más
irrita la permanente regañina guay a los sacrificados y a menudo
denostados profesionales de la enseñanza. A los profes los medios les
ceden poco la palabra, salvo cuando ganan un concurso; los expertos, en
cambio, hacen uso de ella cada dos por tres. Y yo, que excéntricamente
me preocupo por la educación, me pregunto si no será que también estoy
desfasada en materia educativa, aunque juro que sé de la importancia que
tienen las pantallas porque en mis propias carnes sufro un déficit de
atención como jamás había padecido. A punto estoy de claudicar y
tacharme de antigua cuando me saltan de pronto (a la pantalla) las
palabras airadas y luminosas de una joven maestra, María, que responde
desde Facebook a la experta del día. María dice así: “No es verdad que
demos clases como en el XIX y no me cansaré de repetirlo. Todos los días
veo a decenas de compañeros partirse el lomo por hacer de sus clases
espacios de reflexión, de descubrimiento y debate ante un mundo cada vez
más complejo. Varias veces me he descubierto pensando 'ojalá me
hubieran dado clase así', mientras espiaba por la ventanilla de una
puerta. Todo esto, no lo olvidemos, con una administración que sigue sin
bajar las ratios, que no invierte un duro de más ni favorece la
autonomía de los centros, que no pone profesores de apoyo y con una
jornada laboral que deja poco espacio para prácticamente nada más que
las aulas”. Me emociona que estas palabras vengan de una maestra que acaba de entrar
en el mundo de la enseñanza. Le esperan duras jornadas. El puro oficio
requiere mucha energía. Recibirá algunas broncas y algunas lecciones de
los padres. Deberá reservarse consideraciones reveladoras sobre un
alumno al ser consciente de que el enfrentamiento con sus padres solo
puede abocar al desastre. Yo conozco muchas Marías, de las que empiezan y
también de las que se jubilan. Las y los tengo delante ahora, ya en
Sevilla, esperando a que les ilumine un poco sobre cómo hacer que sus
alumnos escriban buenos relatos para ese célebre concurso al que todos
nos presentamos de niños, el de Coca Cola. Pero, ¿qué se yo? Llevo
algunas notas. Opino que debiéramos defender y promover la colaboración
de los padres en la enseñanza, no sólo para fiscalizar el funcionamiento
de los centros sino para facilitar el trabajo del maestro. Dado que
estamos ante una generación de niños nerviosos (por qué negarlo), a
consecuencia de un exceso de estímulos que temerariamente no estamos
dispuestos a rebajar, no hay manera de que le tomen el gusto a la
lectura si no es acompañándoles en el proceso, cada noche, como
diversión, como momento de encuentro. No falla: los niños desean que sus
padres se diviertan con ellos. Ganarán en capacidad de concentración y
estarán construyendo un recuerdo que les ha de acompañar siempre. Tengo mucha fe en lo que se aprende en casa.
Los profesores me dicen que la Junta de Andalucía prohíbe la
prescripción de libros de ficción. Aquí entramos en el terreno de la
demagogia: los cuentos no tienen valor, por eso siempre han de ser
gratis. Ay, yo deseo que haya muchos padres que desobedezcan las normas. Y también espero que algún experto alguna vez se pregunte por la
felicidad de los profesores. Sería revolucionario.
FOTO:
Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla durante la gala de los Goya. / VÍDEO:
Los cómicos hablan de su papel como presentadores de la gala.GABRIEL BOUYS (AFP) / EPV
Una de las últimas visitas turísticas que hizo Jim Morrison
en París fue al cementerio de Pere-Lachaise a buscar las tumbas de Edith
Piaf, Chopin, Bizet, Balzac y Óscar Wilde. Morrison volvió allí semanas
después metido en una caja, como hay que morirse siempre: en París,
bajo circunstancias no aclaradas y velado por cinco personas, ninguna de
la familia. Algo así le pasa a la Academia del Cine, que tiene la misma
capacidad para atraer incautos deslumbrados y convertirlos en cadáveres
a los que peregrinar para dejarles flores y whiskey. Uno va a presentar
los Goya admirando las lápidas de los que le precedieron sin sospechar
que al acabar será la lápida más famosa de todas. Casi nadie sobrevive a los Goya,
tampoco los mejores. Es como el banquillo del Real Madrid: si quieren
de verdad a alguien, eviten que se siente ahí. La noche empezó tan mal
que era imposible pensar que los chanantes no nos estaban
llevando a un lugar imposible del que salir con un giro absurdo que
justificase lo anterior. Los que amamos a Ernesto Sevilla y Joaquín
Reyes llegamos a pensar que el “ha quedado guay” de Sevilla ya fuera del
escenario era parte de un subespectáculo que emergería en el peor
momento para desconcertarnos genialmente o matarnos de risa. Pero el “ha
quedado guay” no fue más que un fallo técnico, y el absurdo de los
chistes, algunos transparentes de tan blancos y otros para muchachadas premium, solo encontraba destino cuando lo completaban las actrices, como en el caso de Maribel Verdú, cuya risa que quería ser risa pero no podía ser risa porque no entendía nada fue el mejor cierre al gag. Hay que estar ahí, en esa silla eléctrica. Y supongo, por casos cercanos
(premios Iris), que hay que someterse a tantas limitaciones, presiones y
líneas rojas que al final todo se desnaturaliza. Podían los Goya
alejarse de los Feroz del otro chanante, Julián López -que dejó
a los poderosos de la industria temblando con sus chistes sobre acoso
sexual y compra de taquillas-, por otro camino. Pero el emprendido este
sábado ha sido el de tantos Premios Goya sometidos a una estructura
infernal y unos guiones predecibles hasta la desesperación. La gala empezó como tal con Leticia Dolera y la frase de la noche, su
feminista campo de nabos, y en la reivindicación de la mujer encontró su
mejor sentido por algo no explícito: la obstinación y la paciencia de
las mujeres más combativas de la industria para señalar el elefante
metido en la habitación poniéndose una y otra vez en la diana,
castigándose en un mundo, dentro y fuera del cine, que saluda el
movimiento con una mano pasándole la factura con la otra.