Las
imágenes del almuerzo de don Felipe y doña Letizia con Leonor y Sofía
desvelan que consumen muchas verduras y huyen de los fritos.
Los Reyes con sus hijas, en un almuerzo en el palacio de La Zarzuela.Foto: SPANISH ROYAL HOUSEHOLD / HANDOU | Vídeo: AtlasLa escena en la que los Reyes aparecen almorzando en el comedor de su casa del palacio de La Zarzuela está dando mucho que hablar.Es inusual que este tipo de momentos se hagan públicos.
En esta ocasión se ha hecho una excepción con motivo del cumpleaños del
monarca. Lo que más se comenta es el menú que en se sirve y que la
Reina, a preguntas del Rey, anuncia:
"Sopa y capresse". Doña Letizia se ocupa personalmente de elaborar la
dieta que toma su familia en la que abundan las verduras y el pescado. De hecho es lo que almuerzan el día de la filmación del vídeo. La sopa
es una minestrone con algo de pasta y el pescado también va acompañado
de verduras. En sus discursos como Embajadora Especial para la Nutrición
de la FAO (la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura) siempre ha insistido mucho en la importancia de una
alimentación equilibrada y es una firme defensora de la dieta
mediterránea. "Les invito a que comprueben las bondades de esta dieta. La
dieta mediterránea es más que un patrón alimentario, es una forma de
vida también", ha dicho en alguna de sus intervenciones ante la FAO. “Somos lo que comemos, lo que bebemos y lo que respiramos”, dice doña
Letizia. Y añade: "Tenemos el deber para con nuestros hijos de
inspirarles la pasión, no solo por comer buena comida, sino también por
entender de dónde viene y cómo prepararla". Por ello, se sabe que la
Reina ha dado alguna indicación a los responsables del colegio de sus
hijos Nuestra Señora de los Rosales para que estas recomendaciones
alimenticias se trasladen a los menús de los escolares. La Reina con sus hijas Leonor y Sofía.HandoutCasa de S.M. el ReyUn ejemplo de lo que pueden comer los escolares serían lentejas, como
primer plato, y pollo asado, como segundo, o judías pintas y pollo a la
plancha. De esta manera los niños que comparten comedor con las hijas de
Felipe VI solo tienen un día al mes una comida frita compuesta de
huevos con patatas, dos veces al mes comen pasta y tres comidas al mes
contienen carne roja en platos como hamburguesa, albóndigas o ragout. Doña Letizia apuesta por los productos orgánicos que ella misma en
ocasiones se ocupa personalmente de comprar. También suele visitar con
sus amigas o con el Rey restaurantes que apuestan por este tipo de
alimentación. Y además se ha declarado seguidora de la dieta del doctor
Perricone, aunque no la realiza de manera estricta pero sí contó en una
ocasión que desayuna tres huevos a diario. También es flexivegetariana:
come huevos, lácteos, pescado y, en alguna ocasión excepcional, consume
carne. No toma ni una gota de alcohol y no hace ni una excepción ni en
los brindis de las cenas de gala como ha quedado de manifiesto.
Paula Echevarría, por fin, se ha decidido a dar el paso y anunciar que "no hay vuelta atrás"
y que el divorcio de David Bustamante es un hecho. La noticia llega en
medio de comentarios incesantes de que tanto ella como él están
rehaciendo sus vidas. Ha pasado un año desde que se supo que la pareja
no vivía junta aunque la crisis entre ellos venía de tiempo atrás. Durante los últimos meses ha sido ella la que, en más de una ocasión, ha
declarado no saber qué iba a suceder. Nadie ha entendido los motivos
que han llevado a la actriz a retrasar tanto lo que parecía
irremediable. Bustamante, por el contrario, hace mucho tiempo que quería
anunciar que habían roto. Todo se ha precipitado en el último mes ante las presiones
del cantante a la actriz y debido a la aparición de Miguel Torres, el
amigo con el que Echevarría, de 40 años,
se deja ver últimamente con más frecuencia. Los paparazis, además,
comentan que están circulando unas fotos de Bustamante con una joven
asturiana. Así que el pasado viernes los abogados de la pareja pactaron
con comunicado conjunto en el que anuncian que se divorcian y piden
respeto. Su difusión parece solo cuestión de horas. Pero antes de que
este se distribuya ha sido la actriz quien ha filtrado su existencia y
contenido. Y es que, aunque oficialmente ninguno de los dos ha hecho
declaraciones en detalle sobre sus crisis, ambos han estado facilitando
información a los medios de comunicación. También sorprende que la actriz no haya desmentido de manera
tajante, como en otras ocasiones, su amistad con Miguel Torres, de 31
años.
Paula Echevarría y Miguel Torres.GETTY
El futbolista del Málaga
y Paula Echevarría comparten muchos amigos en especial Alicia
Fernández, la responsable de la firma Dolores Promesas. Hace unos días
la actriz y el futbolista acudieron juntos a la fiesta de celebración
del 44 cumpleaños de la diseñadora. Se da la circunstancia curiosa de
que Torres participó hace ocho años en un vídeo con Paula Ehevarría y
David Bustamante. Se trataba del tema A contracorriente. En él
interpretaba al novio de la actriz y el cantante hacía del amante. Torres está divorciado y tiene un amplio historial de relaciones. Juega
de lateral derecho en el Málaga, aunque se formó en la cantera del Real
Madrid, a la que se incorporó con solo 12 años. También ha pertenecido a
las plantillas del Getafe y el Olympiacos griego. Llegó a Málaga en
2014. En estos momentos está lesionado.
La muerte
de cinco estrellas de cine para adultos alerta de los riesgos de la
industria y ha activado las alertas sobre los riesgos mentales de esta
industria.
De izquierda a derecha, Olivia Nova, Olivia Lua, Yuri Luv y Shyla Stylez. InstagramPablo de Llano
Un día antes de morir a los 23 años, la joven estrella del porno Olivia Lua tuiteó:
"Ya nada me da miedo", con una foto suya vestida de negro y mirando a
la cámara con gesto grave. El jueves pasado, 18 de enero, la hallaban
muerta en el centro de rehabilitación de West Hollywood (Los Ángeles)
donde había ingresado días atrás por una recaída. Una mezcla de alcohol y
pastillas acabaron con la vida de Lua, hundida por la adicción a las
drogas y quien pasaba un bache laboral. Lua —también conocida como Olivia Voltaire—
es la quinta actriz de cine para adultos que ha muerto en
circunstancias trágicas en Norteamérica desde el fallecimiento el 9 de
noviembre de la canadiense Shyla Stylez, de 35 años, en casa de su madre
en Calgary. Su familia se limitó a informar de que murió "mientras
dormía". Stylez era una veterana del cine de sexo que hace una década
llegó al llamado Valle del Porno (California). En 2016, después de una
acelerada carrera en la que rodó más de 400 películas, había decidido
retirarse. Las otras tres muertes sucesivas de actrices porno —sin conexión entre sí— fueron las de Olivia Nova,
de 20 años y que llevaba menos de un año como intérprete, fallecida el 7
de enero en Las Vegas a causa de una sepsis; August Ames, de 23 años,
que se ahorcó el 6 de diciembre en Los Ángeles y había pasado una fase
muy dura tras ser acusada de homófoba por hacer una mención negativa al
porno gay; y Yuriza Beltrán o Yuri Luv, de 31 años, que perdió la vida
también en diciembre en su natal ciudad californiana, capital del porno
estadounidense, por una sobredosis de píldoras. Meses antes de esta
cadena de cinco muertes de actrices, en julio se había suicidado en San
Francisco, también colgándose, January Seraph, que a sus 34 años había
rodado más de medio centenar de películas pornográficas y padecía una
severa depresión.
August Ames, de 23 años, en una imagen publicada en su Instagram.
Estas tragedias han activado las alertas sobre los riesgos
mentales de la industria del porno y las deficientes condiciones
laborales de sus trabajadoras, muchas de ellas sin seguro médico, sin
suficientes recursos para lidiar en terapia con las complejidades de su
oficio y en un contexto de deterioro del mercado de trabajo en el
sector. Piratería, nuevas plataformas de difusión y un aumento
exponencial del número de personas que buscan empleo en el porno han
golpeado el sector y cada vez a las actrices les cuesta más trabajar e
ingresar dinero con regularidad. A eso se unen otros factores de estrés
psicológico como el estigma social, el miedo a envejecer y los vaivenes
emocionales de una actividad adrenalínica que causa profundos vacíos en
los intervalos sin contratos. "Tenemos que crear más redes de cooperación y más comunidad entre las
trabajadoras. Es importante no sentir que tienes un secreto sucio y
poder encontrar terapia", ha dicho la actriz Ginger Banks tras la serie
de muertes . "La manera en que nos mira la sociedad nos deprime más y nos
hace sentirnos ciudadanas de segunda clase". El psicólogo Gad Saad, que
ha estudiado el mundo del cine porno, ha declarado a Fox News: "Cuando
la cámara está encendida, todo el mundo está feliz. El problema es
cuando el trabajo escasea, el teléfono deja de sonar y las actrices se
preguntan: '¿Y ahora qué?'. Las estrellas del porno no son las más dadas
a hacer planes de futuro". Saad considera que una estrategia útil es
ayudarlas a pensar alternativas de vida a medio plazo. La exactriz Ela Darling, que fue presidenta de una
organización de defensa de intérpretes del porno, ha puesto el dedo en
la llaga de la precariedad laboral, afirmando que los reducidos salarios
(unos 700 dólares por rodar con otra mujer y unos mil con un hombre)
llevan a las trabajadoras a aceptar guiones con prácticas de sexo más
fuertes —"cualquier cosa extrema"—. "El porno no es un mal trabajo", ha
dicho Darling, "lo duro es que eres freelance y son muy duros
los periodos con poco trabajo en los que estás sola contigo misma
preguntándote si volverás a trabajar. Para una actriz porno no es tan
fácil dejar su oficio y, digamos, hacerse profesora. Y no estar ocupada
puede llevarte a cosas negativas". EE UU es la meca del cine porno,
con un volumen económico en 2016 de 17.200 millones de dólares en este
país, que concentra un 60% de su producción en el condado de Los
Ángeles. Mundialmente, la cifra sube a 97.000 millones. Un negocio
tremendo en el que detrás de la pantalla quedan olvidados los dramas de
mujeres sin un ambiente de auxilio a mano. El shock de esta serie de
muertes ha hecho preguntarse a EE UU: ¿Y a las actrices porno, quién las
cuida?
'Laëtitia o
el fin de los hombres’ es obra fundamental de la no ficción criminal y
es la desgarradora crónica del asesinato y descuartizamiento de una
chica de 18 años.
Marcha en repulsa por el asesinato de Laëtitia Perrais en La Bernerie-en-Retz, en enero de 2011.Alain DenantesGetty Images
Hay libros que merecerían ser recomendados con fervor para que el lector atento no se los perdiera. Eso es lo que debería ocurrirle a Laëtitia o el fin de los hombres,
la desgarradora crónica del asesinato y posterior descuartizamiento de
una chica de 18 años que tuvo lugar en Nantes en 2011, escrita por el
historiador y sociólogo Ivan Jablonka. Laëtitia
se publicó en octubre pasado en España, pero a mi juicio no se insistió
en el hecho de que se ha convertido ya con toda justicia en una de las
obras fundamentales de la no ficción criminal. Se la compara con A sangre fría,
de Capote. Error: Capote se permitió algunas fantasías que transforman
su historia en una novela porque no cumplen con el sagrado compromiso de
la veracidad. También se nombra insistentemente El adversario,
de Emmanuel Carrère, pero las preocupaciones sociales de Jablonka
convierten este trabajo exhaustivo sobre una víctima en algo más que la
narración de unos hechos. Este profesor de Historia de la Universidad
París XIII obedece a la fidelidad a los hechos de los historiadores y a
la atención al entorno vital de la Sociología; su propósito es guiarnos
por los territorios poco transitados de los que han sido excluidos del
bienestar desde el mismo momento de su llegada al mundo. No es por tanto una obra de ficción, por más que aquellos
que pretendan alabarla digan eso de “se lee como una novela” (como si
las novelas hubieran de ser por fuerza más inspiradoras), y lo que nos
atrae de sus páginas es el puro brillo de la verdad y su consecuente
denuncia política. Nos cuenta y al mismo tiempo nos interroga, apela al
sentido real de la justicia de los que nos tenemos por justos. Pero
tiene algo que le diferencia del trabajo al uso del historiador:
Jablonka no pretende ser objetivo, ni frío, ni distante. Él, profesor,
cultivado, cosmopolita, parisiense, editor, padre de dos hijas que
duermen felizmente cada noche, ama a la niña descuartizada. A lo largo
del libro la abraza con sus palabras, la convierte en heroína y casi
estoy por afirmar que esa reverencia por Laëtitia Perrais es la
verdadera esencia de este elaboradísimo trabajo.
Tal vez fuera el tratamiento que algunos medios televisivos
dieron al asesinato de Diana Quer lo que me hizo acercarme a este libro
que no me había planteado leer. Si Patrick Modiano ha escrito: “Desvelar
ese misterio y esa fosforescencia que se hallan en el fondo de toda
persona es cometido del poeta y del novelista, también del pintor”,
nuestro autor agrega el oficio del historiador-sociólogo. De esta
manera, Jablonka, empecinado en que la historia de Laëtitia no quede en
el olvido reconstruye su vida: dos gemelas, Laëtitia y Jessica Perrais,
nacen en el seno de una familia pobre, de padre violento y madre
enajenada. Son incapaces de hacerse cargo de ellas. Su futuro queda en
manos de los servicios sociales. Viven durante un tiempo en un colegio y
luego pasan a un hogar de acogida. Visitan a sus padres biológicos los
fines de semana. El autor se pregunta cuánto del destino está escrito si es así la
casilla de salida, y de qué tamaño ha de ser el esfuerzo de una criatura
para que pueda eludir un destino fatal. Han sido bebés muertas de
miedo, niñas aterrorizadas, adolescentes acostumbradas a que los hombres
no traten bien a las mujeres. Pero sobreviven, y ordenan sus vidas en
la familia de acogida siendo supervisadas por un padre en exceso
controlador, que por un lado les da cobijo y por otro les resta
libertad. Aprenden a ser camareras y limpiadoras, que es a lo máximo a
lo que pueden aspirar niñas que parten desde abajo: a servir a quienes
empiezan desde arriba. El autor describe con ternura las canciones que
les gustan, la ropa, sus entradas en Facebook, los selfies,
todo ese lenguaje que construye su universo juvenil. Laëtitia coquetea
con colegas del hotel en el que ha empezado a trabajar, pero un día
fatal se cruza con un indeseable, un tipo violento, de infancia también
oscura, que sus treinta y pocos años ya ha estado 13 veces en la cárcel,
y se deja llevar por él. Cuando trata de dar marcha atrás ya es
demasiado tarde. Este suceso provocó una abrumadora atención mediática,
también una huelga de los trabajadores de la justicia cuando Sarkozy,
aprovechándose de la niña muerta, los señaló como culpables y promovió
el endurecimiento de penas. Algo inaudito en Francia: la República
socavada desde dentro la República. Sarkozy tomando el micrófono para
postularse como el padre que ha de librar a los franceses de los
monstruos. Es el presidente quien resulta peor parado de esta historia. Él y el padre de acogida, que también se encendió ante la prensa
exigiendo cadena perpetua para los delincuentes sexuales. Poco tiempo
habría de pasar para que se supiera que este individuo que vivía del
Estado encargado de dar cobijo a niñas desamparadas se había cobrado un
extra abusando sexualmente de ellas.
Hay demasiada mitología sobre los asesinos, pero el autor reclama un
principio de justicia en el que nos hemos de ver aludidos: “Que nuestra
fascinación y nuestra ternura vayan a los inocentes”. Así sea.