Película no recomendada a menores de 16 años. En Ebbing,
Misuri, un pueblo del Medio Oeste de Estados Unidos, Mildred Hayes
(Frances McDormand) decide gastarse todos sus ahorros en contratar tres
vallas publicitarias para poner en evidencia la incompetencia de la
policía. Han pasado ya varios meses desde la violación y asesinato de su
hija y aún no se sabe nada acerca de lo ocurrido. Estas tres vallas a
la entrada del pueblo, con mensajes muy controvertidos sobre el jefe de
policía, William Willoughby (Woody Harrelson), servirán para divulgar un
recordatorio, el de un crimen sin resolver, y constatar una evidencia,
que nadie ha sido detenido. Las consecuencias serán una guerra abierta
contra la policía del pueblo, y una agria respuesta por parte de sus
habitantes. El británico Martin McDonagh (Escondidos en brujas, Siete psicópatas) escribe y dirige este filme que protagonizan Frances McDormand (Tierra prometida, Moonrise Kingdom), Woody Harrelson (La guerra del planeta de los simios, Wilson), Abbie Cornish (Premonición, Bright Star), Sam Rockwell (La fórmula de la felicidad, Moon), Peter Dinklage (Juego de tronos, Es la jefa), John Hawkes (Everest, Lincoln), Caleb Landry Jones (Twin Peaks, Déjame salir) y Samara Weaving (The Babysitter, Monster Trucks).
Noah Klieger, en la exposición sobre Auschwitz, el pasado miércoles. En vídeo, presentación de la exposición.Lukasz Michalak
Un anciano en silla de ruedas visita la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos,
en el centro de exposiciones Arte Canal, en Madrid. De pelo blanco y
ojillos azules, ha acudido elegante, con chaqueta gris y pantalón negro. Su mirada se centra en un objeto, un zapato rojo de una prisionera del
campo de exterminio en el que los nazis asesinaron a 1,1 millones de
personas. Él vivió para contarlo. Con voz débil y ronca se pregunta:
"Aún no sé por qué nos hicieron esto". Noah Klieger (Estrasburgo, 1926) ha estado en Madrid
invitado por los organizadores de la muestra, con motivo de que mañana,
sábado, es el Día de Conmemoración del Holocausto, que la ONU fijó en
1985 para el 27 de enero, fecha en que los soviéticos liberaron, en
1945, a los 7.000 esqueletos que quedaban en Auschwitz, con un mensaje al cuartel general en Moscú: "Es un campo de tamaño inmenso. Los alemanes han huido".
Klieger
recorrió la exposición que, desde su apertura, el 1 de diciembre, ha
superado las 110.000 visitas. "Los alemanes que votaron a Hitler
pudieron votar a otros partidos. Él ya había escrito lo que quería hacer
a los judíos, así que no hay una explicación a por qué esa sociedad
cambió de la noche al día", dijo Klieger, enviado con 16 años a
Auschwitz por ayudar a otros judíos. Sus padres estaban en la
Resistencia belga. Al llegar a una de las piezas más impactantes, un uniforme de
prisionero, probablemente se ve a sí mismo con esa prenda a rayas: "Los
llamábamos pijamas". Para él, contemplar estos objetos —hay más de 600—,
le hace "feliz", aunque admite que "nunca se podrá mostrar cómo nos
sentíamos", un horror que no ha dejado de recordar "ni un solo día". La
muestra, hasta el 17 de junio, está organizada por la empresa Musealia
en colaboración con el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau y tiene a
Madrid como primera parada de su recorrido mundial por 14 ciudades. Klieger explicó que en aquellos días "nadie en Europa Occidental conocía
la realidad de los campos de exterminio". "Se oía hablar de campos de
concentración, en los que el trato no era bueno, pero no te asesinaban".
Tras la visita, Klieger pronunció una emocionante conferencia, fueron 50
minutos y sin papeles. "Estuve en Auschwitz del 18 de enero de 1943 al
17 de enero de 1945". Su día a día empezaba a las seis de la mañana,
"con una ducha, siempre fría, aunque fuera hiciera 20 bajo cero. No te
secabas, sino que pasabas al desayuno: una bebida negra que llamaban
café y un pan negro húmedo. Trabajábamos 11 horas, te pegaban y te
decían ‘más rápido, más rápido’. Por la tarde nos daban una sopa
horrorosa. Los domingos descansábamos y teníamos un trozo de salchicha
que no era de carne y una cucharada de mermelada. Padecíamos disentería o
tifus. A los que se quedaban sin fuerzas los mandaban a la cámara de
gas".
Noah Klieger enseña su número de prisionero de Auschwitz tatuado en el brazo.Lukasz Michalak
Aquel horror tuvo su clímax: el encuentro con el macabro
Mengele, cuya espeluznante mesa de operaciones se incluye en la
exposición. El todopoderoso médico que decidía al instante quién podía
seguir con vida o ser liquidado. Klieger recordó aquel momento con un
esbozo de sonrisa: "Necesitaría otros 50 minutos para describirlo… logré
convencerle de que me dejara vivir, él era muy teatral". Fue uno de los
"milagros", como los llama Klieger, que le permitieron sobrevivir, y por
eso se prometió dedicar el resto de su vida a contarlo. "Tengo 91 años,
no me queda mucho, pero mientras pueda lo seguiré haciendo". Klieger
calcula que, en más de 60 años, ha intervenido en casi 12.000 actos.
Cuando la II Guerra Mundial estaba a punto de acabar,
Klieger fue uno de los trasladados a otros campos. Superó dos de las
conocidas como "marchas de la muerte". "En la primera, caminamos cuatro
días. Luego nos metieron en grupos de 150 en vagones. No teníamos
espacio, pero con los días lo hubo por los muertos".
El destino fue Mittelbau-Dora, donde los nazis perfeccionaban sus
misiles V1 y V2, con los que intentaban "ganar una guerra perdida". Durante la clasificación de los recién llegados, Klieger ocultó su
número de prisionero, tatuado en el brazo izquierdo, y se declaró
prisionero político francés "porque no los mataban". Después simuló ser
un mecánico, para estar con los operarios de la fábrica de los misiles y
tener "algo más de comida y una hora menos de trabajo". "Nos llevaron a
una sala: ‘Muestren qué saben hacer". Klieger no sabía nada. Sin
embargo, un prisionero que conoció en ese momento, paisano de
Estrasburgo, le ayudó pasándole las piezas montadas. Otro milagro.
También su astucia le salvó. Los nazis necesitaban un capataz que
hablase alemán para transmitir sus órdenes a los trabajadores. Él lo
hablaba porque Alsacia había pertenecido a Alemania. Klieger reconoció
el acento bávaro del oficial que le interrogaba y se lo dijo. Aquel hilo
de empatía le valió el puesto, una ducha y ropa. "El 4 de abril nos sacaron de allí por los bombardeos
aliados". Entonces, padeció otra marcha de la muerte. "Diez días
caminando, sin comer. De 4.000 llegamos 600 a Ravensbrück, donde nos
pusieron a cavar zanjas, pero no teníamos fuerzas, así que apaleaban
hasta la muerte a los débiles". El 29 de abril fue liberado. En el debate con el público le preguntaron cómo vivían los
niños en Auschwitz. "No había, los gaseaban al llegar". Y concluyó con
un nuevo milagro: "Volví a ver a mis padres en Bélgica. Solo entonces
supe que habían estado en Auschwitz y habían sobrevivido".
Regresan Patricia Conde y Ángel Martin a la televisión y pensé en Los Javis.
Javier Ambrossi y, a la derecha, Javier Calvo con el premio Feroz a la mejor comedia por 'La llamada'.GTRESONLINE
En el ecuador de la semana, Patricia Conde y Ángel Martín, esos adorables expresentadores de Sé lo que hicisteis, subieron un vídeo que moló muchísimo, anunciando regreso con un nuevo programa.
Recordé lo mucho que nos divertían estos chicos. La primera que me puso
en alerta sobre ellos fue Eugenia Martínez de Irujo. “Son tronchantes,
no respetan a nadie, ni a ellos mismos”. Por las tardes Ana
García-Siñeriz y yo presentábamos en Cuatro otro programa y era genial
quedarnos en la sala de maquillaje viéndolos.
Sin querer los relacioné con ese momento de gloria de Los Javis, esos majísimos directores de cine, cuando les dieron esta semana el premio Feroz
y celebraron todo lo que son: divertidos, inteligentes, llenos de
glamur joven y adorable. Es como si de pronto maduráramos y nos
regalaran un lift suavecito, molón. Así que Patricia y Ángel:
¡Está genial que regresen! Da la impresión de que esta va a ser una
temporada de grandes regresos. O de cosas y casos que parecen estar de
vuelta, como las estrellas del caso Gürtel. Dentro de ese casting figura el atildado señor Costa, el siempre joven Ricardo, que esta semana escenificó su confesión
en una sala más pequeña que en la que lo hicieron sus antiguos
compinches El Bigotes y Francisco Correa. En esa atmósfera más
acogedora, más boutique, Costa confesó que el PP valenciano de
la época de Paco Camps había recibido financiación irregular. Aunque no
fue una sorpresa, ya algo imaginábamos de eso, “hoy debo confesar que
estoy algo cansada” y que lo irregular ya no es lo que más me
atrae del juicio Correa, sino la evolución de sus protagonistas. Siempre
tuvimos una cierta querencia por Costa. Enternecía su empeño en
vestirse y lucir como el chico bueno rodeado de unos malotes. A mí me
pasa un poco lo mismo, me gusta la gente pija y bien arreglada pero
cuando conozco a un malandro, un canalla, lo siento, me entusiasmo por
esa adrenalina que desprenden. Suele terminar mal, como le sucedió a Costa, que de repente todo le
estalló en la cara. Pero consiguió un matrimonio, una esposa apoyadora a
título lucrativo, muy de este tipo de abismos políticos, a la que
recurrió con todo lo que le atormenta. Como cuando los del PP le
fastidiaron aquel puente del Pilar en que le exigieron que regresara de
donde estuviese y renunciara públicamente a sus cargos dentro del
partido. A veces piensas, ¿qué justifica tanto sufrimiento? Sin saber la
respuesta, me encantó enterarme que Costa le devolvió airado un reloj
Breitling de oro a los de la Gürtel. Y que ahora usa un Apple Watch, de
plástico, corroborando que la tecnología tiene ese punto místico que
hace santos a sus creadores y suaviza la caída de los antiguos
atildados.
Cristiano
Ronaldo comprueba en un móvil la herida que se hizo durante el partido
entre el Real Madrid y el Deportivo de la Coruña.Francisco SecoAP
Al final va a resultar que Apple es la verdadera religión.
Su
atractivo está asociado a sus goles y su imagen genera el tipo de
financiación enorme que los de Gürtel tanto desearon.
Consciente de su
personalidad de superhéroe y de sus contratos como modelo, el jugador
tomó el teléfono móvil y, en medio del campo, se contempló, se revisó en
ese espejito mágico, mientras el público lo contemplaba.
Fue la imagen real del narcisismo de masas.
El móvil domina nuestras
emociones y es la pantalla desde la cual vemos lo analógico y lo
digital, el contenido y el reflejo.
Ronaldo ya es mito y sus gestos
servirán para explicar nuestro tiempo en el futuro.
Qué bien se lo van a pasar Patricia y Ángel.
Siete años después de
haberse marchado, hay cosas que siguen igual pero se han incorporado
nuevas tecnologías y personajes. Como Georgina, la novia de Cristiano y madre de su hija.
En Miami no se habla de otra cosa, pero hay que recordar que las
mujeres atletas mantienen un suelo pélvico muy fortalecido y que el alma
rusa tiene una capacidad de regeneración tremenda.
Shakira y Maluma vuelven a estar juntos en un vídeo musical. Imagen tomada de Youtube.Shakira
y Maluma en blanco y negro, con poca ropa y sumergidos en agua. El dúo
colombiano ha vuelto a sacudir las plataformas musicales. Esta vez con
el vídeo de la canción Trap del álbum El Dorado de
Shakira, que describe este éxito (14 millones de visitas en Spotify)
como una de las canciones más arriesgadas, carnales y sensuales que ha
hecho. El
videoclip, que los muestra bajo una densa cortina de vapor, fue
dirigido por el español Jaume de Laiguana, un viejo conocido de la
cantante que había puesto en sus manos la dirección de otros de sus
vídeos y que con Trap reitera su confianza. En medio día, las visitas en YouTube ya llegaban al medio millón. Un éxito más en el historial del par de colombianos. “Hicimos clic inmediatamente en el estudio, el trabajo fluyó
tanto todo el tiempo que no pudimos evitarlo y en menos de tres días
terminamos haciendo dos canciones”, aseguró Shakira sobre su trabajo con
Maluma. Con Chantaje
ya habían probado cómo funcionaban juntos. Tres semanas después del
lanzamiento, en noviembre de 2016, el videoclip alcanzaba las 100
millones de reproducciones. “Trabajamos Chantaje y como que no fue suficiente, necesitábamos soltar toda la creatividad que teníamos y así apareció Trap, que nos sumergió y me tiene loco porque soy amante del género”, aseguró el cantante paisa en un vídeo publicado por el diario El Heraldo de Barranquilla. Trap forma parte del undécimo álbum de Shakira, que en medio de
un tratamiento con corticoides y reposo para solventar la hemorragia que padece en las cuerdas vocales, empieza este 2018 probando de nuevo el éxito.