Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

27 ene 2018

Tres anuncios en las afueras..........Película






Sinopsis

Película no recomendada a menores de 16 años. 
En Ebbing, Misuri, un pueblo del Medio Oeste de Estados Unidos, Mildred Hayes (Frances McDormand) decide gastarse todos sus ahorros en contratar tres vallas publicitarias para poner en evidencia la incompetencia de la policía.
 Han pasado ya varios meses desde la violación y asesinato de su hija y aún no se sabe nada acerca de lo ocurrido. 
Estas tres vallas a la entrada del pueblo, con mensajes muy controvertidos sobre el jefe de policía, William Willoughby (Woody Harrelson), servirán para divulgar un recordatorio, el de un crimen sin resolver, y constatar una evidencia, que nadie ha sido detenido.
 Las consecuencias serán una guerra abierta contra la policía del pueblo, y una agria respuesta por parte de sus habitantes.
El británico Martin McDonagh (Escondidos en brujas, Siete psicópatas) escribe y dirige este filme que protagonizan Frances McDormand (Tierra prometida, Moonrise Kingdom), Woody Harrelson (La guerra del planeta de los simios, Wilson), Abbie Cornish (Premonición, Bright Star), Sam Rockwell (La fórmula de la felicidad, Moon), Peter Dinklage (Juego de tronos, Es la jefa), John Hawkes (Everest, Lincoln), Caleb Landry Jones (Twin Peaks, Déjame salir) y Samara Weaving (The Babysitter, Monster Trucks). 



Tres anuncios en las afueras

“Logré convencer a Mengele para que me dejase vivir”

Un superviviente, de 91 años, recorre la exposición de Madrid dedicada al campo de exterminio nazi.

Noah Klieger, en la exposición sobre Auschwitz, el pasado miércoles. En vídeo, presentación de la exposición.

Un anciano en silla de ruedas visita la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos, en el centro de exposiciones Arte Canal, en Madrid. 
De pelo blanco y ojillos azules, ha acudido elegante, con chaqueta gris y pantalón negro.
 Su mirada se centra en un objeto, un zapato rojo de una prisionera del campo de exterminio en el que los nazis asesinaron a 1,1 millones de personas.
 Él vivió para contarlo. Con voz débil y ronca se pregunta: "Aún no sé por qué nos hicieron esto".
  Noah Klieger (Estrasburgo, 1926) ha estado en Madrid invitado por los organizadores de la muestra, con motivo de que mañana, sábado, es el Día de Conmemoración del Holocausto, que la ONU fijó en 1985 para el 27 de enero, fecha en que los soviéticos liberaron, en 1945, a los 7.000 esqueletos que quedaban en Auschwitz, con un mensaje al cuartel general en Moscú: "Es un campo de tamaño inmenso. 
Los alemanes han huido".
Klieger recorrió la exposición que, desde su apertura, el 1 de diciembre, ha superado las 110.000 visitas. 
"Los alemanes que votaron a Hitler pudieron votar a otros partidos. Él ya había escrito lo que quería hacer a los judíos, así que no hay una explicación a por qué esa sociedad cambió de la noche al día", dijo Klieger, enviado con 16 años a Auschwitz por ayudar a otros judíos.
 Sus padres estaban en la Resistencia belga.
Al llegar a una de las piezas más impactantes, un uniforme de prisionero, probablemente se ve a sí mismo con esa prenda a rayas: "Los llamábamos pijamas". 
Para él, contemplar estos objetos —hay más de 600—, le hace "feliz", aunque admite que "nunca se podrá mostrar cómo nos sentíamos", un horror que no ha dejado de recordar "ni un solo día". 
La muestra, hasta el 17 de junio, está organizada por la empresa Musealia en colaboración con el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau y tiene a Madrid como primera parada de su recorrido mundial por 14 ciudades. 
 Klieger explicó que en aquellos días "nadie en Europa Occidental conocía la realidad de los campos de exterminio".
 "Se oía hablar de campos de concentración, en los que el trato no era bueno, pero no te asesinaban". 

Tras la visita, Klieger pronunció una emocionante conferencia, fueron 50 minutos y sin papeles.
 "Estuve en Auschwitz del 18 de enero de 1943 al 17 de enero de 1945". Su día a día empezaba a las seis de la mañana, "con una ducha, siempre fría, aunque fuera hiciera 20 bajo cero.
 No te secabas, sino que pasabas al desayuno: una bebida negra que llamaban café y un pan negro húmedo. 
Trabajábamos 11 horas, te pegaban y te decían ‘más rápido, más rápido’.
 Por la tarde nos daban una sopa horrorosa.
 Los domingos descansábamos y teníamos un trozo de salchicha que no era de carne y una cucharada de mermelada. Padecíamos disentería o tifus.
 A los que se quedaban sin fuerzas los mandaban a la cámara de gas".
Noah Klieger enseña su número de prisionero de Auschwitz tatuado en el brazo.
Noah Klieger enseña su número de prisionero de Auschwitz tatuado en el brazo.
Aquel horror tuvo su clímax: el encuentro con el macabro Mengele, cuya espeluznante mesa de operaciones se incluye en la exposición. El todopoderoso médico que decidía al instante quién podía seguir con vida o ser liquidado.
 Klieger recordó aquel momento con un esbozo de sonrisa:
"Necesitaría otros 50 minutos para describirlo… logré convencerle de que me dejara vivir, él era muy teatral".
 Fue uno de los "milagros", como los llama Klieger, que le permitieron sobrevivir, y por eso se prometió dedicar el resto de su vida a contarlo. 
"Tengo 91 años, no me queda mucho, pero mientras pueda lo seguiré haciendo". Klieger calcula que, en más de 60 años, ha intervenido en casi 12.000 actos.
Cuando la II Guerra Mundial estaba a punto de acabar, Klieger fue uno de los trasladados a otros campos. 
Superó dos de las conocidas como "marchas de la muerte". "En la primera, caminamos cuatro días.
 Luego nos metieron en grupos de 150 en vagones. No teníamos espacio, pero con los días lo hubo por los muertos".

El destino fue Mittelbau-Dora, donde los nazis perfeccionaban sus misiles V1 y V2, con los que intentaban "ganar una guerra perdida". 
Durante la clasificación de los recién llegados, Klieger ocultó su número de prisionero, tatuado en el brazo izquierdo, y se declaró prisionero político francés "porque no los mataban". 
Después simuló ser un mecánico, para estar con los operarios de la fábrica de los misiles y tener "algo más de comida y una hora menos de trabajo". 
"Nos llevaron a una sala: ‘Muestren qué saben hacer". Klieger no sabía nada. Sin embargo, un prisionero que conoció en ese momento, paisano de Estrasburgo, le ayudó pasándole las piezas montadas. Otro milagro. 

También su astucia le salvó. Los nazis necesitaban un capataz que hablase alemán para transmitir sus órdenes a los trabajadores.
 Él lo hablaba porque Alsacia había pertenecido a Alemania. Klieger reconoció el acento bávaro del oficial que le interrogaba y se lo dijo.
 Aquel hilo de empatía le valió el puesto, una ducha y ropa.
"El 4 de abril nos sacaron de allí por los bombardeos aliados". Entonces, padeció otra marcha de la muerte. 
"Diez días caminando, sin comer. De 4.000 llegamos 600 a Ravensbrück, donde nos pusieron a cavar zanjas, pero no teníamos fuerzas, así que apaleaban hasta la muerte a los débiles". El 29 de abril fue liberado.
En el debate con el público le preguntaron cómo vivían los niños en Auschwitz. "No había, los gaseaban al llegar". 
Y concluyó con un nuevo milagro: "Volví a ver a mis padres en Bélgica. 
Solo entonces supe que habían estado en Auschwitz y habían sobrevivido".


 

Un programa nuevo............................................. Boris Izaguirre.

Regresan Patricia Conde y Ángel Martin a la televisión y pensé en Los Javis.

Javier Ambrossi y, a la derecha, Javier Calvo con el premio Feroz a la mejor comedia por 'La llamada'.
Javier Ambrossi y, a la derecha, Javier Calvo con el premio Feroz a la mejor comedia por 'La llamada'.

 

En el ecuador de la semana, Patricia Conde y Ángel Martín, esos adorables expresentadores de Sé lo que hicisteis, subieron un vídeo que moló muchísimo, anunciando regreso con un nuevo programa. Recordé lo mucho que nos divertían estos chicos.
 La primera que me puso en alerta sobre ellos fue Eugenia Martínez de Irujo. “Son tronchantes, no respetan a nadie, ni a ellos mismos”. Por las tardes Ana García-Siñeriz y yo presentábamos en Cuatro otro programa y era genial quedarnos en la sala de maquillaje viéndolos.
 

Sin querer los relacioné con ese momento de gloria de Los Javis, esos majísimos directores de cine, cuando les dieron esta semana el premio Feroz y celebraron todo lo que son: divertidos, inteligentes, llenos de glamur joven y adorable.
 Es como si de pronto maduráramos y nos regalaran un lift suavecito, molón.
 Así que Patricia y Ángel: ¡Está genial que regresen! Da la impresión de que esta va a ser una temporada de grandes regresos. O de cosas y casos que parecen estar de vuelta, como las estrellas del caso Gürtel.
Dentro de ese casting figura el atildado señor Costa, el siempre joven Ricardo, que esta semana escenificó su confesión en una sala más pequeña que en la que lo hicieron sus antiguos compinches El Bigotes y Francisco Correa.
 En esa atmósfera más acogedora, más boutique, Costa confesó que el PP valenciano de la época de Paco Camps había recibido financiación irregular. 
Aunque no fue una sorpresa, ya algo imaginábamos de eso, “hoy debo confesar que estoy algo cansada” y que lo irregular ya no es lo que más me atrae del juicio Correa, sino la evolución de sus protagonistas.
 Siempre tuvimos una cierta querencia por Costa.
 Enternecía su empeño en vestirse y lucir como el chico bueno rodeado de unos malotes. A mí me pasa un poco lo mismo, me gusta la gente pija y bien arreglada pero cuando conozco a un malandro, un canalla, lo siento, me entusiasmo por esa adrenalina que desprenden.
Suele terminar mal, como le sucedió a Costa, que de repente todo le estalló en la cara. 
Pero consiguió un matrimonio, una esposa apoyadora a título lucrativo, muy de este tipo de abismos políticos, a la que recurrió con todo lo que le atormenta. 
Como cuando los del PP le fastidiaron aquel puente del Pilar en que le exigieron que regresara de donde estuviese y renunciara públicamente a sus cargos dentro del partido.
 A veces piensas, ¿qué justifica tanto sufrimiento? Sin saber la respuesta, me encantó enterarme que Costa le devolvió airado un reloj Breitling de oro a los de la Gürtel. 
Y que ahora usa un Apple Watch, de plástico, corroborando que la tecnología tiene ese punto místico que hace santos a sus creadores y suaviza la caída de los antiguos atildados.
Cristiano Ronaldo comprueba en un móvil la herida que se hizo durante el partido entre el Real Madrid y el Deportivo de la Coruña.
Cristiano Ronaldo comprueba en un móvil la herida que se hizo durante el partido entre el Real Madrid y el Deportivo de la Coruña. AP
Al final va a resultar que Apple es la verdadera religión.  
Ricardo Costa con su Apple Wacth y Cristiano Ronaldo con su iPhone, usándolo como espejo para verse la herida en la cara provocada por un mal momento en el partido del pasado domingo. Cristiano le saca punta a todo lo tecnológico.
 Sabemos que Cris no solo juega con las piernas. 
Su atractivo está asociado a sus goles y su imagen genera el tipo de financiación enorme que los de Gürtel tanto desearon.
 Consciente de su personalidad de superhéroe y de sus contratos como modelo, el jugador tomó el teléfono móvil y, en medio del campo, se contempló, se revisó en ese espejito mágico, mientras el público lo contemplaba.
Fue la imagen real del narcisismo de masas. 
El móvil domina nuestras emociones y es la pantalla desde la cual vemos lo analógico y lo digital, el contenido y el reflejo.
 Ronaldo ya es mito y sus gestos servirán para explicar nuestro tiempo en el futuro. 

Qué bien se lo van a pasar Patricia y Ángel. 
Siete años después de haberse marchado, hay cosas que siguen igual pero se han incorporado nuevas tecnologías y personajes. Como Georgina, la novia de Cristiano y madre de su hija.
 O Anna Kournikova que asombra al mundo bailando el último éxito de Enrique Iglesias, el padre de sus gemelos, esbelta y como nueva un mes después de dar a luz.
 En Miami no se habla de otra cosa, pero hay que recordar que las mujeres atletas mantienen un suelo pélvico muy fortalecido y que el alma rusa tiene una capacidad de regeneración tremenda.
 Y la familia Iglesias, también.

Shakira y Maluma, de nuevo juntos

El dúo colombiano ha lanzado el vídeo de su nueva canción 'Trap' que en pocas horas ha logrado casi medio millón de visitas en YouTube.

Shakira y Maluma vuelven a estar juntos en un vídeo musical.
Shakira y Maluma vuelven a estar juntos en un vídeo musical.
Shakira y Maluma en blanco y negro, con poca ropa y sumergidos en agua. 
El dúo colombiano ha vuelto a sacudir las plataformas musicales. Esta vez con el vídeo de la canción Trap del álbum El Dorado de Shakira, que describe este éxito (14 millones de visitas en Spotify) como una de las canciones más arriesgadas, carnales y sensuales que ha hecho.
El videoclip, que los muestra bajo una densa cortina de vapor, fue dirigido por el español Jaume de Laiguana, un viejo conocido de la cantante que había puesto en sus manos la dirección de otros de sus vídeos y que con Trap reitera su confianza.
 En medio día, las visitas en YouTube ya llegaban al medio millón. Un éxito más en el historial del par de colombianos.
“Hicimos clic inmediatamente en el estudio, el trabajo fluyó tanto todo el tiempo que no pudimos evitarlo y en menos de tres días terminamos haciendo dos canciones”, aseguró Shakira sobre su trabajo con Maluma.
 Con Chantaje ya habían probado cómo funcionaban juntos. Tres semanas después del lanzamiento, en noviembre de 2016, el videoclip alcanzaba las 100 millones de reproducciones. “Trabajamos Chantaje y como que no fue suficiente, necesitábamos soltar toda la creatividad que teníamos y así apareció Trap, que nos sumergió y me tiene loco porque soy amante del género”, aseguró el cantante paisa en un vídeo publicado por el diario El Heraldo de Barranquilla.
Trap forma parte del undécimo álbum de Shakira, que en medio de un tratamiento con corticoides y reposo para solventar la hemorragia que padece en las cuerdas vocales, empieza este 2018 probando de nuevo el éxito.