25 ene 2018
Brigitte Bardot desvela sus secretos en un libro testamento a los 83 años
Icono del cine francés, la actriz evoca su infancia, sus años de rodaje, la fama, sus amores, su ruptura con el cine en 1973 y su cáncer de mama.
Brigitte Bardot, ícono del cine francés, ha publicado este jueves un "libro testamento" en el que repasa su vida y hace hincapié en su lucha en favor de los animales, que la "salvaron" del vértigo de los focos.
En Lágrimas de combate, una obra de casi 250 páginas, la actriz, de 83 años, evoca su infancia, sus años de rodaje, la fama, sus amores, su ruptura brutal con el cine en 1973 o su cáncer de mama. Pero sobre todo aborda el "sentido de (su) combate" en pro de sus amigos con plumas y pelo y "el animal que soy yo".
"No formo parte de la especie humana. No quiero formar parte. Me siento diferente, casi anormal", explica.
Hace unos días, la actriz realizó unas declaraciones en las que se desligaba del movimiento #MeToo de denuncias de acoso sexual desatado con el escándalo del productor estadounidense Harvey Weinstein.
Para Brigitte Bardot, la mayor parte de esos casos son acusaciones “hipócritas, ridículas y sin interés” que además “quita espacio a temas importantes que podrían ser debatidos” en su lugar.
“Hay muchas actrices que provocan a los productores para conseguir un papel. Después, para que se hable de ellas, dicen que sufrieron acoso”,
dijo Bardot en una entrevista publicada en el último número de la revista Paris Match.
“En realidad, más que beneficiarlas, esto les perjudica”, agregaba la antigua actriz y cantante, que aseguraba que pese a su estatus como sex symbol, ella nunca vivió esa situación.
“Yo nunca he sido víctima de acoso sexual. Y me parecía encantador que me dijeran que era muy guapa o que tenía un buen culo.
Este tipo de cumplidos son agradables”, declaraba en las que se han convertido en una polémicas declaraciones.
La estrella, que con 22 años sedujo a medio planeta con el filme Y Dios creó a la mujer (1956), asegura en su libro que siempre fue sensible a la causa animal.
"De niña, presentía ser un animal". Su primer esposo, Roger Vadim, le abrió los ojos sobre las terribles condiciones en los mataderos, relata.
Su cambio radical de vida en 1973 le permitió consagrarse enteramente a su "combate pionero".
"La primera parte de mi vida fue como un borrador de mi existencia", la segunda aportó "las respuestas a las preguntas que me planteaba".
Fustiga además al expresidente francés Nicolas Sarkozy y al ministro de Transición Ecológica, Nicolas Hulot, dos "grandes decepciones" políticas sobre la protección de los caballos y el abatimiento de lobos.
La militante insiste en que el "animal (la) salvó" de una fama asfixiante y que los animales que recoge en su casa del sureste de Francia donde desea ser enterrada constituyen su "familia".
No obstante, BB, como es conocida en Francia por sus iniciales, no olvida en el libro a sus antiguos amores, como el cantante Serge Gainsbourg, otro ícono francés fallecido en 1991.
Virginia Woolf, la escritora premonitoria inagotable
Figura destacada del modernismo literario del siglo XX y pionera del feminismo, la vida de la autora británica, llena de depresiones, fue en realidad su escritura.
Orgullosa siempre de haber sido autodidacta, la vida de Virginia Woolf se puede resumir en una de sus obras: Fin de viaje.
Escrito 26 años antes de morir, tardó ocho en publicarlo pero puede definirse como el libro sobre la vida de su vida.
En él, la reconocida autora británica, refleja sus preocupaciones, las propias y las del momento social que le tocó vivir a principios del siglo XX, sus pasiones, sus desvelos y hasta guarda similitudes con ella en el final prematuro de la protagonista de la obra, que también resultó premonitorio con una carta con palabras similares de despedida.
Y todo ello, con un estilo literario en constante experimentación y buscando siempre la identidad propia de unos personajes con gran sensibilidad y nostalgia.
Woolf
está considerada como una de las escritoras más importantes del siglo
XX.
Su técnica narrativa del monólogo interior y su estilo poético destacan como las contribuciones más importantes a la novela moderna.
La publicación de sus cartas, ensayos y diarios una vez fallecida, y a pesar de los esfuerzos de su marido por evitarlo, han significado un legado muy valioso tanto para los futuros escritores como para lectores que buscan obras que se salgan de lo convencional.
Pero toda su atribulada existencia se entiende mejor conociendo la raíz de su vida, en el seno de un ambiente familiar tan culto y liberal como complejo en sus circunstancias, ya que Adeline Virginia Stephen, su verdadero nombre, nació en Londres el 25 de enero de 1882.
Fue la tercera de cuatro hermanos.
Su padre era sir Leslie Stephen, un destacado crítico literario, historiador y también alpinista famoso.
Su madre, por su parte, Julia Duckworth, era miembro de una familia de importantes editores.
Sus hermanos la llamaban cariñosamente "the goat" (la cabra) y todos tuvieron una educación en casa impartida por tutores. Crecieron en un ambiente frecuentado por artistas, literatos y políticos, y con una biblioteca que era considerada el gran tesoro del hogar.
Sin embargo, la complejidad de la vida de Virginia vino dada
porque además de sus hermanos tenía tres hermanastros, hijos del primer
matrimonio de su madre.
Todo indica, y así lo reflejó de manera velada y autobiográfica en una de sus obras, que tuvo que soportar abusos sexuales de dos de ellos y que jamás pudo superar la desconfianza hacia los hombres, decantándose por una inclinación romántica por las mujeres.
Como muestra de la creatividad de la pequeña Virginia, a los nueve años creó una especie de periódico familiar que se tituló The Hyde Park Gate News, haciendo mención a la dirección de la casa familiar, el número 22 de Hyde Park Gate, en el barrio de Kensington, y que distribuía entre la familia.
Según las memorias de la escritora, sus recuerdos más
intensos de la infancia no fueron de la vivienda de Londres, sino de
Cornualles, donde la familia pasó sus vacaciones de verano hasta que
tuvo 12 años.
En aquella casa de verano, con vistas a la playa de Porthminster y al faro de Godrevy, Virginia Woolf coleccionó sus primeros recuerdos literarios con paisajes y personajes, especialmente el faro de Godrevy, que ambientaron la ficción que escribió años después, sobre todo en su obra Al faro.
Cuando Virginia tenía 13 años, en 1895, su madre murió de forma repentina por fiebre reumática.
Desde ese momento, aún adolescente, y pese a su curiosidad por aprender alemán, griego y latín, comenzó a sufrir estados anímicos depresivos que se convirtieron en crónicos y que con frecuencia le hacían cambiar de ánimo, lo que hoy está diagnosticado como trastorno bipolar de la personalidad.
Sin remedio, su vida estuvo ya siempre marcada por ese vaivén emocional que influyó de manera decisiva en su obra y que la obligó a pasar algunas temporadas en lo que en aquellos años se conocía como casas de reposo, y que no eran más que psiquiátricos. Esta enfermedad se agravó con la muerte de su hermanastra Stella dos años después y por el fallecimiento posterior, en 1905, de su padre a causa de un cáncer.
Los cambios de humor y las enfermedades asociadas que sufrió influyeron en su vida social pero no así en su productividad literaria, que mantuvo con pocas interrupciones hasta su muerte.
Junto a varios hermanos, tras las muerte de sus familiares
más queridos Virgnia se trasladó entonces al barrio londinense de
Bloomsbury, en la zona oeste de Londres, y la vivienda se convirtió en
un centro de reunión de antiguos compañeros universitarios de su hermano
mayor, entre los que figuraban intelectuales de la talla de escritores
como Forster o Strachey, el economista Keynes, el pintor Grant y los
filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein.
Todos ellos formaron el conocido como grupo de Bloomsbury.
Esta heterogénea élite intelectual tuvo entre sus objetivos la búsqueda del conocimiento y del placer estético entendidos ambos como la tarea más elevada a que debe tender el individuo, así como un anticonformismo político y moral con lo que les rodeaba.
Virginia empezó a escribir artículos y críticas regularmente en el periódico The Guardian y para el suplemento literario de The Times, algo que continuó haciendo el resto de su vida.
También fue invitada a dar clases en el Morley College, una escuela para mujeres y hombres de la clase trabajadora, donde esporádicamente enseñó literatura e historia inglesa.
A pesar de sus dudas sobre el matrimonio, en 1912 se casó con el economista e historiador Leonard Woolf, a quien conoció en las charlas intelectuales en Bloomsbury, y del que tomó su apellido. Cinco años más tarde ambos fundaron la célebre editorial Hogarth Press, que editaría, entre otras, la obra de la propia Virginia y la de otros relevantes escritores, como Katherine Mansfield o T.S. Elliot.
Su primer trabajo en el campo de la literatura fue con una obra de teatro titulada Melymbrosia, en 1908.
Este trabajo fue la base para su primera novela, publicada en 1915 (cuando ya tenía 37 años) bajo el título Fin de Viaje.
Cuatro años más tarde publicó Noche y día, una novela romántica de estilo realista y que se desarrolla a través de cuatro personajes que componen un cuarteto amoroso muy particular, con relaciones cruzadas.
En ella Virginia Woolf aborda los cambios sociales experimentados en esos años en Inglaterra, especialmente los que tienen que ver con la situación de la mujer y con los conflictos entre la modernidad y la tradición.
Como en todas sus obras, deja caer un velado autobiográfico en el que se cuestiona si es necesario que haya amor dentro de un matrimonio y si todavía puede hablarse de amor en una época en la que ya se ha dejado atrás el romanticismo.
Desde sus inicios en la literatura, Virginia Woolf siempre quiso ampliar sus perspectivas de estilo más allá de la narración al uso, con hilos conductores guiados por el proceso mental del ser humano: pensamientos, consciencia, visiones, deseos y hasta olores.
Perspectivas narrativas, en definitiva, inusuales, que incluían estados de sueño y prosa de asociación libre.
En 1922 publica El cuarto de Jacob, la primera gran novela de su editorial Hogarth Press, y en la que empezó a experimentar el estilo literario que perpetuó, con un argumento sin demasiado sentido, lleno de metáforas y simbolismos y en el que los personajes adquieren protagonismo a través de sus monólogos interiores.
En 1925 Virginia Woolf logra un gran éxito con La señora Dalloway,
posiblemente su obra más conocida.
El tiempo en la obra abarca solo doce horas en las que explora la personalidad de la protagonista, Clarissa Dalloway.
En ese año también conoció a la escritora Vita Sackville-West, con quien mantuvo una relación amorosa a pesar de que también estaba casada.
Aunque la relación terminó sin que se disolvieran sus matrimonios, la amistad continuó durante el resto de sus vidas.
Woolf encontró una musa literaria en su relación con Sackville-West, hasta el punto de que fue su inspiración para la novela Orlando (1928), que supuso un nuevo avance en su estilo y por la que recibió elogios de la crítica por su innovador trabajo, logrando ampliar aún más su popularidad.
En Al faro (1927), Virginia aborda una discusión familiar sobre si realizar o no una excursión a un faro, lo que le sirve a la escritora para liberar todos sus fantasmas familiares y luchas de poder entre el hombre y la mujer al frente de la familia.
Woolf mantuvo su frenesí escribiendo al publicar Una habitación propia en 1929, un ensayo feminista basado en las conferencias que había impartido en universidades de mujeres, y en el que examina el papel femenino en la literatura, planteando la idea de que “una mujer debe tener dinero y una habitación propia si quiere dedicarse a escribir ficción”.
Más tarde publicó su siguiente trabajo: Las olas, (1931), considerada por muchos críticos la mejor y de las más difíciles creativamente hablando.
Su última novela publicada en vida fue Los años, (1937), sobre la historia de una familia a lo largo de una generación.
El año siguiente publicó Tres Guineas, un ensayo en el que continuó con los temas feministas de Una habitación propia y donde también dirigió su mirada al fascismo y la guerra.
Woolf hablaba regularmente en colegios y universidades, escribía cartas dramáticas, ensayos y hasta publicó una larga lista de cuentos.
A mediados de los años 30 era considerada una intelectual, además de una escritora innovadora e influyente y una feminista pionera. Sin embargo, a pesar de su éxito literario, ella continuó sufriendo regularmente episodios depresivos y cambios de humor dramáticos.
Entreactos (publicado de manera póstuma en 1941) fue la última novela que terminó, pero que no pudo corregir antes de su muerte, y también es su narración más amarga, al poner de manifiesto la inestabilidad y lo difícil que resulta asimilar lo vivido, para concluir sobre la inutilidad de la existencia.
El esposo de Virginia, Leonard, siempre estaba a su lado porque era muy consciente de que cualquier mínima señal podía apuntar al descenso de la escritora a una nueva depresión.
Así ocurrió mientras ella trabajaba en Entreactos, que su marido percibió que se hundía en una desesperación cada vez más profunda.
En ese momento, la Segunda Guerra Mundial se estaba desatando y la pareja decidió que si Inglaterra era invadida por Alemania se suicidarían juntos, temiendo que Leonard, que era judío, corría verdadero peligro.
Por si fuera poco, en 1940 la casa londinense de la pareja fue destruida en un bombardeo alemán, lo que abatió más aún a Virginia.
Estos últimos sucesos dejaron sin camino de retorno el descalabro emocional que sufría Woolf, quien, a sus 59 años e incapaz de hacer frente a su desesperación, el 28 de marzo de 1941 se puso el abrigo, llenó los bolsillos de piedras y se adentró en el río Ouse para acabar con su vida hasta que la corriente se la llevó.
Antes de su trágica decisión dejó dos cartas, una para su hermana Vanessa Bell y otra para su marido Leonard Woolf, las dos personas más importantes de su vida, cumpliendo la premonición de su libro Fin de viaje al emplear unas cariñosas palabras a su marido, tal y como hizo la protagonista de su novela antes de morir.
Su cuerpo fue encontrado tres semanas después y su maridó incineró sus restos y esparció sus cenizas en el jardín de la casa en la que vivían.
Con ocho novelas escritas y más de una treintena de libros de otros géneros, Virginia Woolf continúa siendo una de las escritoras más influyentes de la literatura, la autora que más revolucionó la narrativa en el siglo XX y quien más defendió los derechos de las mujeres a través de sus textos.
Escrito 26 años antes de morir, tardó ocho en publicarlo pero puede definirse como el libro sobre la vida de su vida.
En él, la reconocida autora británica, refleja sus preocupaciones, las propias y las del momento social que le tocó vivir a principios del siglo XX, sus pasiones, sus desvelos y hasta guarda similitudes con ella en el final prematuro de la protagonista de la obra, que también resultó premonitorio con una carta con palabras similares de despedida.
Y todo ello, con un estilo literario en constante experimentación y buscando siempre la identidad propia de unos personajes con gran sensibilidad y nostalgia.
Su técnica narrativa del monólogo interior y su estilo poético destacan como las contribuciones más importantes a la novela moderna.
La publicación de sus cartas, ensayos y diarios una vez fallecida, y a pesar de los esfuerzos de su marido por evitarlo, han significado un legado muy valioso tanto para los futuros escritores como para lectores que buscan obras que se salgan de lo convencional.
Pero toda su atribulada existencia se entiende mejor conociendo la raíz de su vida, en el seno de un ambiente familiar tan culto y liberal como complejo en sus circunstancias, ya que Adeline Virginia Stephen, su verdadero nombre, nació en Londres el 25 de enero de 1882.
Fue la tercera de cuatro hermanos.
Su padre era sir Leslie Stephen, un destacado crítico literario, historiador y también alpinista famoso.
Su madre, por su parte, Julia Duckworth, era miembro de una familia de importantes editores.
Sus hermanos la llamaban cariñosamente "the goat" (la cabra) y todos tuvieron una educación en casa impartida por tutores. Crecieron en un ambiente frecuentado por artistas, literatos y políticos, y con una biblioteca que era considerada el gran tesoro del hogar.
Todo indica, y así lo reflejó de manera velada y autobiográfica en una de sus obras, que tuvo que soportar abusos sexuales de dos de ellos y que jamás pudo superar la desconfianza hacia los hombres, decantándose por una inclinación romántica por las mujeres.
Como muestra de la creatividad de la pequeña Virginia, a los nueve años creó una especie de periódico familiar que se tituló The Hyde Park Gate News, haciendo mención a la dirección de la casa familiar, el número 22 de Hyde Park Gate, en el barrio de Kensington, y que distribuía entre la familia.
En aquella casa de verano, con vistas a la playa de Porthminster y al faro de Godrevy, Virginia Woolf coleccionó sus primeros recuerdos literarios con paisajes y personajes, especialmente el faro de Godrevy, que ambientaron la ficción que escribió años después, sobre todo en su obra Al faro.
Cuando Virginia tenía 13 años, en 1895, su madre murió de forma repentina por fiebre reumática.
Desde ese momento, aún adolescente, y pese a su curiosidad por aprender alemán, griego y latín, comenzó a sufrir estados anímicos depresivos que se convirtieron en crónicos y que con frecuencia le hacían cambiar de ánimo, lo que hoy está diagnosticado como trastorno bipolar de la personalidad.
Sin remedio, su vida estuvo ya siempre marcada por ese vaivén emocional que influyó de manera decisiva en su obra y que la obligó a pasar algunas temporadas en lo que en aquellos años se conocía como casas de reposo, y que no eran más que psiquiátricos. Esta enfermedad se agravó con la muerte de su hermanastra Stella dos años después y por el fallecimiento posterior, en 1905, de su padre a causa de un cáncer.
Los cambios de humor y las enfermedades asociadas que sufrió influyeron en su vida social pero no así en su productividad literaria, que mantuvo con pocas interrupciones hasta su muerte.
Todos ellos formaron el conocido como grupo de Bloomsbury.
Esta heterogénea élite intelectual tuvo entre sus objetivos la búsqueda del conocimiento y del placer estético entendidos ambos como la tarea más elevada a que debe tender el individuo, así como un anticonformismo político y moral con lo que les rodeaba.
Virginia empezó a escribir artículos y críticas regularmente en el periódico The Guardian y para el suplemento literario de The Times, algo que continuó haciendo el resto de su vida.
También fue invitada a dar clases en el Morley College, una escuela para mujeres y hombres de la clase trabajadora, donde esporádicamente enseñó literatura e historia inglesa.
A pesar de sus dudas sobre el matrimonio, en 1912 se casó con el economista e historiador Leonard Woolf, a quien conoció en las charlas intelectuales en Bloomsbury, y del que tomó su apellido. Cinco años más tarde ambos fundaron la célebre editorial Hogarth Press, que editaría, entre otras, la obra de la propia Virginia y la de otros relevantes escritores, como Katherine Mansfield o T.S. Elliot.
Su primer trabajo en el campo de la literatura fue con una obra de teatro titulada Melymbrosia, en 1908.
Este trabajo fue la base para su primera novela, publicada en 1915 (cuando ya tenía 37 años) bajo el título Fin de Viaje.
Cuatro años más tarde publicó Noche y día, una novela romántica de estilo realista y que se desarrolla a través de cuatro personajes que componen un cuarteto amoroso muy particular, con relaciones cruzadas.
En ella Virginia Woolf aborda los cambios sociales experimentados en esos años en Inglaterra, especialmente los que tienen que ver con la situación de la mujer y con los conflictos entre la modernidad y la tradición.
Como en todas sus obras, deja caer un velado autobiográfico en el que se cuestiona si es necesario que haya amor dentro de un matrimonio y si todavía puede hablarse de amor en una época en la que ya se ha dejado atrás el romanticismo.
Desde sus inicios en la literatura, Virginia Woolf siempre quiso ampliar sus perspectivas de estilo más allá de la narración al uso, con hilos conductores guiados por el proceso mental del ser humano: pensamientos, consciencia, visiones, deseos y hasta olores.
Perspectivas narrativas, en definitiva, inusuales, que incluían estados de sueño y prosa de asociación libre.
En 1922 publica El cuarto de Jacob, la primera gran novela de su editorial Hogarth Press, y en la que empezó a experimentar el estilo literario que perpetuó, con un argumento sin demasiado sentido, lleno de metáforas y simbolismos y en el que los personajes adquieren protagonismo a través de sus monólogos interiores.
El tiempo en la obra abarca solo doce horas en las que explora la personalidad de la protagonista, Clarissa Dalloway.
En ese año también conoció a la escritora Vita Sackville-West, con quien mantuvo una relación amorosa a pesar de que también estaba casada.
Aunque la relación terminó sin que se disolvieran sus matrimonios, la amistad continuó durante el resto de sus vidas.
Woolf encontró una musa literaria en su relación con Sackville-West, hasta el punto de que fue su inspiración para la novela Orlando (1928), que supuso un nuevo avance en su estilo y por la que recibió elogios de la crítica por su innovador trabajo, logrando ampliar aún más su popularidad.
En Al faro (1927), Virginia aborda una discusión familiar sobre si realizar o no una excursión a un faro, lo que le sirve a la escritora para liberar todos sus fantasmas familiares y luchas de poder entre el hombre y la mujer al frente de la familia.
Woolf mantuvo su frenesí escribiendo al publicar Una habitación propia en 1929, un ensayo feminista basado en las conferencias que había impartido en universidades de mujeres, y en el que examina el papel femenino en la literatura, planteando la idea de que “una mujer debe tener dinero y una habitación propia si quiere dedicarse a escribir ficción”.
Más tarde publicó su siguiente trabajo: Las olas, (1931), considerada por muchos críticos la mejor y de las más difíciles creativamente hablando.
Su última novela publicada en vida fue Los años, (1937), sobre la historia de una familia a lo largo de una generación.
El año siguiente publicó Tres Guineas, un ensayo en el que continuó con los temas feministas de Una habitación propia y donde también dirigió su mirada al fascismo y la guerra.
Woolf hablaba regularmente en colegios y universidades, escribía cartas dramáticas, ensayos y hasta publicó una larga lista de cuentos.
A mediados de los años 30 era considerada una intelectual, además de una escritora innovadora e influyente y una feminista pionera. Sin embargo, a pesar de su éxito literario, ella continuó sufriendo regularmente episodios depresivos y cambios de humor dramáticos.
Entreactos (publicado de manera póstuma en 1941) fue la última novela que terminó, pero que no pudo corregir antes de su muerte, y también es su narración más amarga, al poner de manifiesto la inestabilidad y lo difícil que resulta asimilar lo vivido, para concluir sobre la inutilidad de la existencia.
El esposo de Virginia, Leonard, siempre estaba a su lado porque era muy consciente de que cualquier mínima señal podía apuntar al descenso de la escritora a una nueva depresión.
Así ocurrió mientras ella trabajaba en Entreactos, que su marido percibió que se hundía en una desesperación cada vez más profunda.
En ese momento, la Segunda Guerra Mundial se estaba desatando y la pareja decidió que si Inglaterra era invadida por Alemania se suicidarían juntos, temiendo que Leonard, que era judío, corría verdadero peligro.
Por si fuera poco, en 1940 la casa londinense de la pareja fue destruida en un bombardeo alemán, lo que abatió más aún a Virginia.
Estos últimos sucesos dejaron sin camino de retorno el descalabro emocional que sufría Woolf, quien, a sus 59 años e incapaz de hacer frente a su desesperación, el 28 de marzo de 1941 se puso el abrigo, llenó los bolsillos de piedras y se adentró en el río Ouse para acabar con su vida hasta que la corriente se la llevó.
Antes de su trágica decisión dejó dos cartas, una para su hermana Vanessa Bell y otra para su marido Leonard Woolf, las dos personas más importantes de su vida, cumpliendo la premonición de su libro Fin de viaje al emplear unas cariñosas palabras a su marido, tal y como hizo la protagonista de su novela antes de morir.
Su cuerpo fue encontrado tres semanas después y su maridó incineró sus restos y esparció sus cenizas en el jardín de la casa en la que vivían.
Con ocho novelas escritas y más de una treintena de libros de otros géneros, Virginia Woolf continúa siendo una de las escritoras más influyentes de la literatura, la autora que más revolucionó la narrativa en el siglo XX y quien más defendió los derechos de las mujeres a través de sus textos.
La magistrada Rosemarie Aquilina, inesperada protagonista del juicio a Larry Nassar
"Estoy firmando tu sentencia de muerte", le dijo al exmédico de la Federación de Gimnasia de EE UU antes de leer su condena.
El
dramático juicio a Larry Nassar concluyó este miércoles con una
sentencia de 40 a 175 años de cárcel para el pervertido médico, que
abusó durante dos décadas de casi 160 menores y jóvenes mujeres. Además
del protagonismo de las víctimas, que desde el pasado martes pasado
ofrecieron en público sus duros testimonios, la jueza Rosemarie Aquilina
se ha convertido en la inesperada estrella del mediático caso.
Desde su decisión de dar voz a cada una de las 156 víctimas
hasta sus últimas palabras dedicadas a Nassar, Aquilina convirtió el
juicio en una bomba mediática.
Tras el movimiento histórico del #MeToo,
la magistrada quiso que Estados Unidos —y el mundo— supiera que las
víctimas del abuso sexual también son niñas de Michigan, no solo
actrices de Hollywood.
Aquilina, de 59 años, alternó entre el papel de
psicóloga y jueza. Tras cada uno de los testimonios, la magistrada
ofreció unas palabras de consuelo.
Para todas algo distinto. “Ni
siquiera el Ejército es tan fuerte como tú. Eres una heroína, una
superhéroe”, le dijo a Bailey Lorencen tras su declaración el lunes
. “El
monstruo que se aprovechó de ti marchitará.
Eso es lo que le ocurrirá,
porque cuanto más fuerte te haces tú, a medida que sobrepases esto —y lo
harás— él se debilita y se apagará.
La cárcel no es lugar para que un
ser humano viva”, afirmó la jueza a otra de las mujeres.
Con el desfile de víctimas, cuyos gráficos testimonios agitaron el país,
la jueza quiso ofrecer a las jóvenes una oportunidad para contarle al
mundo su historia: cómo el doctor estrella de la gimnasia estadounidense
abusó de ellas durante años, ayudado por un sistema que le protegía.
De cara al agresor, la magistrada no tuvo piedad.
Tras leer la sentencia, Aquilina miró fijamente a Nassar y le dijo:
“Estoy firmando tu sentencia de muerte.
No has hecho nada para que
merezcas andar libre jamás.
Yo no te dejaría solo ni con mis perros”.
Al
revisar una carta de Nassar en que le acusaba de estar orquestando un
"circo mediático", la jueza tiró los folios con desprecio sobre la mesa y
le preguntó si quería romper el acuerdo por el que se declaró culpable.
En las redes, los comentarios de la madre soltera de cinco hijos se
viralizaron en cuestión de horas.
Los abogados de las víctimas
defendieron que la puesta en escena de Aquilina servirá para concienciar
a los estadounidenses de las implicaciones del abuso sexual.
Diré esto a la prensa de nuevo. Insisto, solo estoy haciendo mi trabajo.
Sé que queréis hablar conmigo, pero esta historia no es sobre mí. Nunca
ha sido sobre mí”, concluyó Aquilina minutos antes de levantar la
sesión, invitando a las víctimas a celebrar una rueda de prensa en la
propia sala.
Sin intención o con ella, la magistrada puso durante una
semana el foco de atención sobre centenares de niñas anónimas y algunas
famosas gimnastas.
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