Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

14 ene 2018

Fallece 'La Pantoja de Canarias'

La considerada seguidora número 1 de la tonadillera sufrió una parada cardiorrespiratoria fuera del recinto.

Rosa Delia.
Una de las mayores fans de Isabel Pantoja ha muerto la noche de este sábado mientras hacía cola para entrar en el concierto que ofreció la tonadillera en el Gran Canaria Arena.
 La mujer sufrió una parada cardiorrespiratoria mientras hacía cola.
Rosa Delia Nuez, de 58 años y natural de Agaete, era conocida como «La Pantoja de Canarias».
 Considerada como la seguidora número uno de la artista, sentía una verdadera pasión por la cantante peninsular, que regresaba a Gran Canaria después de siete años sin actuar en las islas.

 

De la militancia de Marisol a los millones de Marta Sánchez en ‘Interviú’

Con su cierre se acaba una época en la que la emblemática revista se propuso desnudar a los famosos en su portada y al país en sus páginas interiores.

De izquierda a derecha, Marisol, Jesús Vázquez y Ana Obregón tal y como aparecieron en la portada de la revista 'Interviú'.
De izquierda a derecha, Marisol, Jesús Vázquez y Ana Obregón tal y como aparecieron en la portada de la revista 'Interviú'.

 

Interviú se publicó por primera vez el 22 de mayo de 1976 y quien no sea capaz de situarse en la España de entonces, no logrará entender ni su éxito, ni las portadas de mujeres semidesnudas que se convirtieron en reclamo y clave de su triunfo.
 Tampoco las razones para que algunas de las famosas más relevantes del momento —también ha habido algún representante masculino— posaran para ella.
El sentido de una publicación que mezclaba desnudos con periodismo de investigación y reportajes de calado, podría resumirse en una frase de Antonio Asensio, su primer director, pronunciada 20 años después de su lanzamiento: “A los españoles les faltaba sexo, les dimos sexo.
 Faltaba claridad, les dimos la libre expresión de los columnistas. Era un traje a medida. Un cóctel. Pero no molotov”.
El dictador Franco acababa de morir, la democracia daba sus primeros pasos y los españoles estaban ávidos por saber y por dejar de ser pacatos; eran de los últimos europeos que para ver un desnudo erótico en la gran pantalla, tenían que cruzar la frontera y comprar entrada en alguno de los cines del sur de Francia.
 España olía a naftalina y había ansía de libertad.
 Interviú encarnó todo eso y la fórmula de mezclar el erotismo prohibido por el franquismo y un periodismo osado hasta entonces vetado, funcionó.
 
Ana Obregón en la portada de 'Interviú'.
Ana Obregón en la portada de 'Interviú'.
Es en ese escenario en el que algunas de las famosas de la época apostaron por hacer militancia contra la censura y convertir su cuerpo en bandera de libertad. 
Algo así como decir a gritos: me desnudo porque quiero y porque puedo. 
Esto ocurrió durante los dos primeros años de la existencia de la revista, así al menos lo recuerda César Lucas, que llegó a Interviú en 1978 como jefe de fotografía pero antes firmó una portada mítica: el desnudo de Marisol, la actriz y cantante que fue niña prodigio y símbolo de los valores familiares del franquismo.
Después empezó a fluir el dinero y comenzó otro género en el que las protagonistas de esa portada comenzaron a buscar rentabilidad y visibilidad a partes iguales. 
Lola Flores, Sara Montiel, Charo López, Agatha Lys, Victoria Vera, Blanca Marsillach, Susana Estrada, Silvia Tortosa, Rosario Flores, Ana Obregón, Bibiana Fernández, Rocío Jurado, Elsa Pataky, Paula Vázquez, Esther Arroyo o Anne Igartiburu, han sido algunas de las profesionales que ocuparon este lugar.
 Como también lo hicieron un reducidísimo grupo de hombres: Sergio Ramos, Jesús Vázquez, Rafael Amargo, Álvaro Muñoz Escassi o el estilista Pelayo Díaz.
 “El objetivo era conseguir una complicidad con la persona a quien retratabas en un momento que podía ser tenso", explica César Lucas. 
"Me gustaba el estilo de la revista francesa Lui más que el de Playboy: fotos bellas, bien tratadas. Yo nunca manipulé ninguna fotografía, no quité una arruga o adelgacé una pierna; jugaba con la luz para conseguir el mejor resultado”, explica Lucas.
Lola Flores en el robado posado con el que apareció en la revista.
Lola Flores en el robado posado con el que apareció en la revista.
Reconoce que siempre hubo ligero reconocimiento profesional y un cierto tono machista hacia su trabajo. 
Pero no recuerda que ni una de las fotografiadas se marchara descontenta.
Las sociedades cambian y las claves del erotismo, del periodismo y la economía también.
 Los 40 millones de pesetas (más de 240.000 euros) que recibió la cantante Marta Sánchez, por la portada más cara de los 41 años de historia de Interviú, se convirtieron en cachés que oscilaban entre los 3.000 y 10.000 euros para protagonistas cada vez menos relevantes y glamurosas.
 Las ventas de 500.000 ejemplares de sus décadas gloriosas, empezaron a caer a partir de finales de los años 90 y raras veces superaban los 17.000 en su último año.
 La redacción que consiguió grandes reportajes como los vinculados a las tramas de extrema derecha, el crimen de los marqueses de Urquijo, el caso GAL, los niños robados del franquismo o los primeros escándalos bancarios, menguó y las investigaciones eran menos y posibles más gracias a la profesionalidad de su plantilla que a los medios con los que contaban.
Al final vencieron los argumentos financieros. 
Interviú ya no ha llegado a los quioscos en 2018, pero sus chicas de portada seguirán en el imaginario de una generación que encontró en esta publicación la liberación y la información que les había vetado 40 años de dictadura.

Cuando la soledad mata..................................... Marta Fernández.

Cada vez son más los ancianos que fallecen solos en su domicilio y que tal vez podrían haberse salvado con una atención adecuada.

Paloma López, a la izquierda, voluntaria de la asociación Amics de la Gent Major, junto a Soledad Pérez.  
Paloma López, a la izquierda, voluntaria de la asociación Amics de la Gent Major, junto a Soledad Pérez.
En los diez años que lleva como juez en la provincia de Valencia, Joaquim Bosch ha visto de todo. 
Pero lo que se está encontrando en los últimos tiempos le ha impresionado.
 Por la frecuencia. Por el sufrimiento que a veces se esconde detrás de una puerta que no se abre. 
 “Hace una década lo veías de manera muy esporádica: personas que morían solas, en avanzado estado de descomposición”, explica Bosch.
 “Ahora nos encontramos con más casos. Igual son cuatro o cinco cada mes. 
No me atrevo a cuantificarlo, pero ya no es un hecho puntual”. Alarmado por una situación que se repite en su juzgado de Moncada, el magistrado llamó a otros compañeros, a forenses y a funerarias.
 La respuesta, siempre la misma: todos le confirmaron que cada vez lo veían más.
Ni hay estudios, ni hay datos. “Pero hay un problema”, alerta Bosch, “invisibilizado como la propia vejez”.
 Y el juez explica que la mecánica del trabajo diario dificulta poder llevar un registro de los ancianos que mueren en soledad. 
Para levantar el cadáver es necesaria la intervención de un juez y de un forense, pero si no hay delito el caso pasa a engrosar el cajón de los procesos a los que se da carpetazo. 

Bosch saca un informe de uno de los archivadores junto a su despacho. 
 Un anciano fallecido hace apenas unas semanas. 
“Una vez confirmado que no hay indicios de delito, el único recuerdo que queda de este señor y de su vida última está aquí”, se calla por un momento con la mano sobre una carpeta que terminará confundida con las demás.
 Su tragedia ha quedado reducida a unos cuantos papeles que nadie podrá consultar. 
“Me he encontrado gente muerta en su cama”, explica el magistrado, “gente que se ha caído desde una escalera o que les ha dado un ataque y se han quedado en medio de la cocina. 
Y los forenses me dicen que con la atención adecuada, muchos ancianos no habrían muerto de esta manera”.
Valencia es un buen ejemplo de lo que sucede en un país que envejece a ritmo acelerado. 
 Sólo en la ciudad hay 42.000 mayores de 65 años viviendo solos. El porcentaje aumenta con la edad: uno de cada tres mayores de 75 años está en esta situación.
 Y la teleasistencia llega a poco menos de 6.000. Son ancianos que no viven en la marginalidad.
 Pueden ser el vecino de la puerta de al lado: un abuelo que de momento se vale sin dificultad, con sus rutinas cotidianas y su independencia, que un buen día se da un golpe, o se rompe una cadera o sufre un ataque al corazón.

Es el caso de Soledad Sáez Fraga. 74 años, sin hijos, sin hermanos. A los 71 años echó el cierre a la mercería que había regentado durante cuatro décadas en el centro de Valencia. 
Y justo después de la jubilación, llegó un infarto cerebral. “Yo estaba bien”, dice Sole como tratando todavía de explicarse por qué aquello sucedió sin avisar, “no me pasaba nada y fue muy traumático”.
 Una mañana de abril sintió un ligero malestar. “Me hice una manzanilla, me vine aquí y me senté”, señala el lugar exacto en la mesa donde ahora recuerda aquel día. “Y al ir a coger el vaso se me desvió la mano. Me dije: esto no es nada bueno”.
Sole guarda silencio mientras repite un movimiento que se le ha quedado grabado. Al menos tuvo los reflejos para llamar al 112. Y eso le salvó la vida. Tras meses en el hospital, esta septuagenaria de maneras dulces ha vuelto a casa.
 Pero todo ha cambiado: con medio cuerpo inmovilizado ni camina como antes, ni es ya la mujer independiente que siempre fue. 
Su alegría semanal se la proporciona Paloma, una joven de 27 años que se ha convertido en nieta por azar.
Paloma López es una de los 399 voluntarios que este año han pasado por Amics de la Gent Major, una asociación que se ocupa de dar compañía a los ancianos que viven solos. 
Su presidente, Antonio Miguel Fernández, un septuagenario de vitalidad juvenil que también colabora como voluntario, insiste en que la soledad mata. 
“Es triste ver cómo cada vez hay más muertes de mayores solos en sus hogares. Cuando llega el médico para el levantamiento del cadáver dice: ha muerto de traumatismo craneoencefálico o de insuficiencia cardiaca o respiratoria. 
Pues no. Ha muerto de soledad”.
 Amics atiende en Valencia a 476 personas.
 La mayoría, mujeres de más de ochenta años, con movilidad reducida y pensiones bajas.
 Muchos, como Sole, no tienen hijos. Otros sí, pero no van a visitarles.
 Y en la soledad doméstica no elegida que convierte los días en medidas de tiempo eternas, se van apagando poco a poco.

Según Joaquim Bosch, en nuestro país las estructuras de apoyo familiar han ido cambiando y desintegrándose sin que la sociedad o el Estado hayan sabido responder a ese vacío.
 La misma opinión comparte Gustavo García, coordinador de estudios de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales. Ha dedicado toda su vida profesional a los mayores y ha visto muchos casos de ancianos que fallecen solos.
 Son más, reconoce, en los últimos años. Pone el ejemplo de un hombre que fue hallado muerto en su casa hace dos semanas en Zaragoza. “A mí no me duele el golpe que ese hombre se pudiera dar”, reflexiona, “me duele el sufrimiento. 
Cuando se viera solo y pensara: estoy solo en la vida y así me voy a morir”.
Contra esa soledad que puede ser fatal, Gustavo García propone soluciones. 
Recuperar la inversión en servicios sociales, pero también iniciativas como las de Amics de la Gent Major.
 O un simple gesto al alcance de todos: prestarle un poco de atención al vecino mayor de la puerta de al lado.
 “Porque nadie va a los servicios sociales a decir que esta sólo”, apunta. Pero muchos lo están. 
Algunos hasta ese último día que queda reducido a una carpeta en un archivador judicia

 

Perfilando al asesino................................... Patricia Ortega Dolz

Un equipo de psicologos de la Guardia Civil asesoró a los investigadores del caso de Diana Quer para enfrentarse al presunto homicida.

El presunto asesino de Diana Quer, Enrique Abuín Gey, a la salida de su vivienda tras un registro.
Un caso claro
En un caso que los investigadores aseguran que tenían claro, pero que un juez archivó en abril “por falta de pruebas”, no se podían permitir fisuras. 
Los psicólogos llegados de Madrid jugaron un papel crucial, según dijo el coronel Sánchez Corbí, después de que El Chicle confesara y ubicara el cuerpo de la joven en un depósito de agua de una antigua nave de Asados (Rianxo).
 Allí la encontraron, sumergida, desnuda y atada a dos bloques de hormigón.
 Casi 500 días después el caso quedaba listo para ser juzgado, y unos padres vapuleados por los medios podían por fin enterrar a su hija este jueves y descansar.

De El Chicle los investigadores lo sabían casi todo tras más de un año siguiéndole los pasos.
 Conocían su fanfarronería, sus escarceos, sus infidelidades, su desapego hacia su mujer y su hija, su apego a sus padres, sus aficiones al running y a los coches, su tendencia a exhibir públicamente lo que para él eran logros pero, sobre todo, conocían sus preocupaciones: “Sabía que le seguían y actuaba en consecuencia”. 
Todo eso fue clave en un interrogatorio en el que los agentes midieron muy bien los tiempos: 72 horas que dijera dónde había dejado el cuerpo.
 “Al quedarse sin la coartada de su mujer, tuvo que reconocer que la había matado, pero dijo haberla atropellado y arrojado su cuerpo en un lugar en el que no podía ser encontrado: unas tierras movidas, una ría... Quería convertir el caso en otro Marta del Castillo”, dice un investigador.
Ante ese previsible comportamiento mentiroso los psicólogos les asesoraron. 
Tenían que ganarse su confianza. Había que dejarle hablar de él, para que se sintiera cómodo porque le gustaba hablar de sí mismo.
 Y que, poco a poco, le fueran poniendo frente a sus contradicciones. 
Al final, El Chicle, desesperado y acorralado, confesaría el lugar en el que estaba el cuerpo convencido de que esa familia no se merecía no poder enterrar a su hija. 
Como un último acto de bondad.
 Incluso llegó a agradecerles a los investigadores la liberación que sentía al finalizar el interrogatorio.