Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 ene 2018

Por qué estos genios murieron completamente arruinados

Algunos se gastaron lo mucho que ganaron en lujos extravagantes; otros hicieron obras maestras, pero el mundo no las entendió.

Cultivador de un dandismo exquisito, coleccionista de arte, juerguista empedernido y amante de la buena gastronomía, Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854- París, Francia, 1900) nació en el seno de una familia con dinero, llegó a ser muy rico gracias a su trabajo y relaciones sentimentales, derrochó a conciencia casi todo lo que había ganado y murió en París completamente arruinado. En sus últimos días, dependía de la caridad de amigos y conocidos a los que abordaba en tabernas y cafetines para pedirles unos francos. Al médico que le atendió en su lecho de muerte le confesó que no podía pagarle por sus servicios: “Ya ve usted, doctor, voy a morir como he vivido, muy por encima de mis posibilidades”. En su descargo hay que decir que a Wilde no solo le arruinaron sus hábitos de vividor y su mala cabeza, el escándalo homófobo en que se vio envuelto al hacerse pública su relación con el joven aristócrata lord Alfred Douglas tuvo también mucho que ver con sus problemas financieros. En la imagen, Oscar Wilde en 1889.  

Oscar Wilde: acabó dependiendo de la caridad de amigos

 Cultivador de un dandismo exquisito, coleccionista de arte, juerguista empedernido y amante de la buena gastronomía, Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854- París, Francia, 1900) nació en el seno de una familia con dinero, llegó a ser muy rico gracias a su trabajo y relaciones sentimentales, derrochó a conciencia casi todo lo que había ganado y murió en París completamente arruinado.

 En sus últimos días, dependía de la caridad de amigos y conocidos a los que abordaba en tabernas y cafetines para pedirles unos francos.

 Al médico que le atendió en su lecho de muerte le confesó que no podía pagarle por sus servicios: “Ya ve usted, doctor, voy a morir como he vivido, muy por encima de mis posibilidades”. En su descargo hay que decir que a Wilde no solo le arruinaron sus hábitos de vividor y su mala cabeza, el escándalo homófobo en que se vio envuelto al hacerse pública su relación con el joven aristócrata lord Alfred Douglas tuvo también mucho que ver con sus problemas financieros. En la imagen, Oscar Wilde en 1889. 

 

  “Mis padres me inculcaron la cultura del esfuerzo y del ahorro”, le contaba Judy Garland (Minnesota, EE UU, 1922- Londres, Reino Unido, 1969) a la revisa 'Variety' en 1939, pocas semanas antes del estreno del que sería su gran éxito cinematográfico, la legendaria 'El mago de Oz'. La afirmación era falsa, como gran parte de lo que la actriz de Minnesota, gran seductora y farsante vocacional, según reconocía ella misma, le contaría a la prensa en años posteriores. La verdad es que Judy (su verdadero nombre era Frances Ethel Grumm) en absoluto creía en las virtudes del ahorro. Resultó ser una mujer de gustos caros y con un instinto natural para el derroche. Con 17 años era ya una de las actrices más ricas de Estados Unidos, pero apenas rebasados los 40 acumulaba deudas millonarios que la condujeron al desahucio y la obligaron a embarcarse en una gira alimenticia por teatros de Europa con su por entonces adolescente hija, Liza Minnelli. Según sus allegados, solo un oportuno matrimonio con el empresario de New Jersey Mickey Deans impidió que la diva acabase en la miseria en sus últimos años, marcados por los problemas financieros y la adicción a los barbitúricos. En la imagen, Judy Garland en 1950.

 Judy Garland: el desahucio de una estrella  

“Mis padres me inculcaron la cultura del esfuerzo y del ahorro”, le contaba Judy Garland (Minnesota, EE UU, 1922- Londres, Reino Unido, 1969) a la revisa 'Variety' en 1939, pocas semanas antes del estreno del que sería su gran éxito cinematográfico, la legendaria 'El mago de Oz'.

 La afirmación era falsa, como gran parte de lo que la actriz de Minnesota, gran seductora y farsante vocacional, según reconocía ella misma, le contaría a la prensa en años posteriores.

 La verdad es que Judy (su verdadero nombre era Frances Ethel Grumm) en absoluto creía en las virtudes del ahorro. Resultó ser una mujer de gustos caros y con un instinto natural para el derroche.

 Con 17 años era ya una de las actrices más ricas de Estados Unidos, pero apenas rebasados los 40 acumulaba deudas millonarios que la condujeron al desahucio y la obligaron a embarcarse en una gira alimenticia por teatros de Europa con su por entonces adolescente hija, Liza Minnelli. 

Según sus allegados, solo un oportuno matrimonio con el empresario de New Jersey Mickey Deans impidió que la diva acabase en la miseria en sus últimos años, marcados por los problemas financieros y la adicción a los barbitúricos. 

En la imagen, Judy Garland en 1950.

  • Cultivador de un dandismo exquisito, coleccionista de arte, juerguista empedernido y amante de la buena gastronomía, Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854- París, Francia, 1900) nació en el seno de una familia con dinero, llegó a ser muy rico gracias a su trabajo y relaciones sentimentales, derrochó a conciencia casi todo lo que había ganado y murió en París completamente arruinado. En sus últimos días, dependía de la caridad de amigos y conocidos a los que abordaba en tabernas y cafetines para pedirles unos francos. Al médico que le atendió en su lecho de muerte le confesó que no podía pagarle por sus servicios: “Ya ve usted, doctor, voy a morir como he vivido, muy por encima de mis posibilidades”. En su descargo hay que decir que a Wilde no solo le arruinaron sus hábitos de vividor y su mala cabeza, el escándalo homófobo en que se vio envuelto al hacerse pública su relación con el joven aristócrata lord Alfred Douglas tuvo también mucho que ver con sus problemas financieros. En la imagen, Oscar Wilde en 1889.
    1Oscar Wilde: acabó dependiendo de la caridad de amigos Cultivador de un dandismo exquisito, coleccionista de arte, juerguista empedernido y amante de la buena gastronomía, Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854- París, Francia, 1900) nació en el seno de una familia con dinero, llegó a ser muy rico gracias a su trabajo y relaciones sentimentales, derrochó a conciencia casi todo lo que había ganado y murió en París completamente arruinado. En sus últimos días, dependía de la caridad de amigos y conocidos a los que abordaba en tabernas y cafetines para pedirles unos francos. Al médico que le atendió en su lecho de muerte le confesó que no podía pagarle por sus servicios: “Ya ve usted, doctor, voy a morir como he vivido, muy por encima de mis posibilidades”. En su descargo hay que decir que a Wilde no solo le arruinaron sus hábitos de vividor y su mala cabeza, el escándalo homófobo en que se vio envuelto al hacerse pública su relación con el joven aristócrata lord Alfred Douglas tuvo también mucho que ver con sus problemas financieros. En la imagen, Oscar Wilde en 1889. Getty
  • “Mis padres me inculcaron la cultura del esfuerzo y del ahorro”, le contaba Judy Garland (Minnesota, EE UU, 1922- Londres, Reino Unido, 1969) a la revisa 'Variety' en 1939, pocas semanas antes del estreno del que sería su gran éxito cinematográfico, la legendaria 'El mago de Oz'. La afirmación era falsa, como gran parte de lo que la actriz de Minnesota, gran seductora y farsante vocacional, según reconocía ella misma, le contaría a la prensa en años posteriores. La verdad es que Judy (su verdadero nombre era Frances Ethel Grumm) en absoluto creía en las virtudes del ahorro. Resultó ser una mujer de gustos caros y con un instinto natural para el derroche. Con 17 años era ya una de las actrices más ricas de Estados Unidos, pero apenas rebasados los 40 acumulaba deudas millonarios que la condujeron al desahucio y la obligaron a embarcarse en una gira alimenticia por teatros de Europa con su por entonces adolescente hija, Liza Minnelli. Según sus allegados, solo un oportuno matrimonio con el empresario de New Jersey Mickey Deans impidió que la diva acabase en la miseria en sus últimos años, marcados por los problemas financieros y la adicción a los barbitúricos. En la imagen, Judy Garland en 1950.
    2Judy Garland: el desahucio de una estrella “Mis padres me inculcaron la cultura del esfuerzo y del ahorro”, le contaba Judy Garland (Minnesota, EE UU, 1922- Londres, Reino Unido, 1969) a la revisa 'Variety' en 1939, pocas semanas antes del estreno del que sería su gran éxito cinematográfico, la legendaria 'El mago de Oz'. La afirmación era falsa, como gran parte de lo que la actriz de Minnesota, gran seductora y farsante vocacional, según reconocía ella misma, le contaría a la prensa en años posteriores. La verdad es que Judy (su verdadero nombre era Frances Ethel Grumm) en absoluto creía en las virtudes del ahorro. Resultó ser una mujer de gustos caros y con un instinto natural para el derroche. Con 17 años era ya una de las actrices más ricas de Estados Unidos, pero apenas rebasados los 40 acumulaba deudas millonarios que la condujeron al desahucio y la obligaron a embarcarse en una gira alimenticia por teatros de Europa con su por entonces adolescente hija, Liza Minnelli. Según sus allegados, solo un oportuno matrimonio con el empresario de New Jersey Mickey Deans impidió que la diva acabase en la miseria en sus últimos años, marcados por los problemas financieros y la adicción a los barbitúricos. En la imagen, Judy Garland en 1950. Getty
     
  • Cuando Whitney Houston (Nueva Jersey, 1963- Los Ángeles, 2012) fue encontrada muerta en la bañera de su hotel de Los Ángeles, en febrero de 2012, tenía telarañas en su cuenta corriente y deudas por un importe algo superior a los cuatro millones de dólares (3,3 de euros). En apenas una década, la cantante había dilapidado una fortuna personal de alrededor de cien millones. Según el cronista de sociedad neoyorquino Michael Lavelette, “su estilo de vida extravagante, sus múltiples adicciones (al alcohol, a los calmantes, a la cocaína...) y su divorcio de Bobby Brown la llevaron a la ruina”. Su último millón se lo gastó “en un delirante periplo de varios meses por hoteles de lujo de Sídney, París y Londres en el que no reparó en gastos, a pesar de las advertencias de sus asesores financieros”. Según publicó Fox News, pocas horas antes de morir, Houston había llamado a una amiga para pedirle que le prestase 100 dólares que, presumiblemente, pensaba gastarse en crack, la última droga a la que se había hecho adicta. En la imagen, Whitney Houston en el escenario de los World Music Awards de 2004 en Las Vegas.

 Whitney Houston Cuando Whitney Houston (Nueva Jersey, 1963- Los Ángeles, 2012) fue encontrada muerta en la bañera de su hotel de Los Ángeles, en febrero de 2012, tenía telarañas en su cuenta corriente y deudas por un importe algo superior a los cuatro millones de dólares (3,3 de euros). 

En apenas una década, la cantante había dilapidado una fortuna personal de alrededor de cien millones.

 Según el cronista de sociedad neoyorquino Michael Lavelette, “su estilo de vida extravagante, sus múltiples adicciones (al alcohol, a los calmantes, a la cocaína...) y su divorcio de Bobby Brown la llevaron a la ruina”.

 Su último millón se lo gastó “en un delirante periplo de varios meses por hoteles de lujo de Sídney, París y Londres en el que no reparó en gastos, a pesar de las advertencias de sus asesores financieros”. 

Según publicó Fox News, pocas horas antes de morir, Houston había llamado a una amiga para pedirle que le prestase 100 dólares que, presumiblemente, pensaba gastarse en crack, la última droga a la que se había hecho adicta. 

En la imagen, Whitney Houston en el escenario de los World Music Awards de 2004 en Las Vegas.

 

  • Cultivador de un dandismo exquisito, coleccionista de arte, juerguista empedernido y amante de la buena gastronomía, Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854- París, Francia, 1900) nació en el seno de una familia con dinero, llegó a ser muy rico gracias a su trabajo y relaciones sentimentales, derrochó a conciencia casi todo lo que había ganado y murió en París completamente arruinado. En sus últimos días, dependía de la caridad de amigos y conocidos a los que abordaba en tabernas y cafetines para pedirles unos francos. Al médico que le atendió en su lecho de muerte le confesó que no podía pagarle por sus servicios: “Ya ve usted, doctor, voy a morir como he vivido, muy por encima de mis posibilidades”. En su descargo hay que decir que a Wilde no solo le arruinaron sus hábitos de vividor y su mala cabeza, el escándalo homófobo en que se vio envuelto al hacerse pública su relación con el joven aristócrata lord Alfred Douglas tuvo también mucho que ver con sus problemas financieros. En la imagen, Oscar Wilde en 1889.
    1Oscar Wilde: acabó dependiendo de la caridad de amigos Cultivador de un dandismo exquisito, coleccionista de arte, juerguista empedernido y amante de la buena gastronomía, Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854- París, Francia, 1900) nació en el seno de una familia con dinero, llegó a ser muy rico gracias a su trabajo y relaciones sentimentales, derrochó a conciencia casi todo lo que había ganado y murió en París completamente arruinado. En sus últimos días, dependía de la caridad de amigos y conocidos a los que abordaba en tabernas y cafetines para pedirles unos francos. Al médico que le atendió en su lecho de muerte le confesó que no podía pagarle por sus servicios: “Ya ve usted, doctor, voy a morir como he vivido, muy por encima de mis posibilidades”. En su descargo hay que decir que a Wilde no solo le arruinaron sus hábitos de vividor y su mala cabeza, el escándalo homófobo en que se vio envuelto al hacerse pública su relación con el joven aristócrata lord Alfred Douglas tuvo también mucho que ver con sus problemas financieros. En la imagen, Oscar Wilde en 1889. Getty
  • “Mis padres me inculcaron la cultura del esfuerzo y del ahorro”, le contaba Judy Garland (Minnesota, EE UU, 1922- Londres, Reino Unido, 1969) a la revisa 'Variety' en 1939, pocas semanas antes del estreno del que sería su gran éxito cinematográfico, la legendaria 'El mago de Oz'. La afirmación era falsa, como gran parte de lo que la actriz de Minnesota, gran seductora y farsante vocacional, según reconocía ella misma, le contaría a la prensa en años posteriores. La verdad es que Judy (su verdadero nombre era Frances Ethel Grumm) en absoluto creía en las virtudes del ahorro. Resultó ser una mujer de gustos caros y con un instinto natural para el derroche. Con 17 años era ya una de las actrices más ricas de Estados Unidos, pero apenas rebasados los 40 acumulaba deudas millonarios que la condujeron al desahucio y la obligaron a embarcarse en una gira alimenticia por teatros de Europa con su por entonces adolescente hija, Liza Minnelli. Según sus allegados, solo un oportuno matrimonio con el empresario de New Jersey Mickey Deans impidió que la diva acabase en la miseria en sus últimos años, marcados por los problemas financieros y la adicción a los barbitúricos. En la imagen, Judy Garland en 1950.
    2Judy Garland: el desahucio de una estrella “Mis padres me inculcaron la cultura del esfuerzo y del ahorro”, le contaba Judy Garland (Minnesota, EE UU, 1922- Londres, Reino Unido, 1969) a la revisa 'Variety' en 1939, pocas semanas antes del estreno del que sería su gran éxito cinematográfico, la legendaria 'El mago de Oz'. La afirmación era falsa, como gran parte de lo que la actriz de Minnesota, gran seductora y farsante vocacional, según reconocía ella misma, le contaría a la prensa en años posteriores. La verdad es que Judy (su verdadero nombre era Frances Ethel Grumm) en absoluto creía en las virtudes del ahorro. Resultó ser una mujer de gustos caros y con un instinto natural para el derroche. Con 17 años era ya una de las actrices más ricas de Estados Unidos, pero apenas rebasados los 40 acumulaba deudas millonarios que la condujeron al desahucio y la obligaron a embarcarse en una gira alimenticia por teatros de Europa con su por entonces adolescente hija, Liza Minnelli. Según sus allegados, solo un oportuno matrimonio con el empresario de New Jersey Mickey Deans impidió que la diva acabase en la miseria en sus últimos años, marcados por los problemas financieros y la adicción a los barbitúricos. En la imagen, Judy Garland en 1950. Getty
  • Cuando Whitney Houston (Nueva Jersey, 1963- Los Ángeles, 2012) fue encontrada muerta en la bañera de su hotel de Los Ángeles, en febrero de 2012, tenía telarañas en su cuenta corriente y deudas por un importe algo superior a los cuatro millones de dólares (3,3 de euros). En apenas una década, la cantante había dilapidado una fortuna personal de alrededor de cien millones. Según el cronista de sociedad neoyorquino Michael Lavelette, “su estilo de vida extravagante, sus múltiples adicciones (al alcohol, a los calmantes, a la cocaína...) y su divorcio de Bobby Brown la llevaron a la ruina”. Su último millón se lo gastó “en un delirante periplo de varios meses por hoteles de lujo de Sídney, París y Londres en el que no reparó en gastos, a pesar de las advertencias de sus asesores financieros”. Según publicó Fox News, pocas horas antes de morir, Houston había llamado a una amiga para pedirle que le prestase 100 dólares que, presumiblemente, pensaba gastarse en crack, la última droga a la que se había hecho adicta. En la imagen, Whitney Houston en el escenario de los World Music Awards de 2004 en Las Vegas.
    3Whitney Houston Cuando Whitney Houston (Nueva Jersey, 1963- Los Ángeles, 2012) fue encontrada muerta en la bañera de su hotel de Los Ángeles, en febrero de 2012, tenía telarañas en su cuenta corriente y deudas por un importe algo superior a los cuatro millones de dólares (3,3 de euros). En apenas una década, la cantante había dilapidado una fortuna personal de alrededor de cien millones. Según el cronista de sociedad neoyorquino Michael Lavelette, “su estilo de vida extravagante, sus múltiples adicciones (al alcohol, a los calmantes, a la cocaína...) y su divorcio de Bobby Brown la llevaron a la ruina”. Su último millón se lo gastó “en un delirante periplo de varios meses por hoteles de lujo de Sídney, París y Londres en el que no reparó en gastos, a pesar de las advertencias de sus asesores financieros”. Según publicó Fox News, pocas horas antes de morir, Houston había llamado a una amiga para pedirle que le prestase 100 dólares que, presumiblemente, pensaba gastarse en crack, la última droga a la que se había hecho adicta. En la imagen, Whitney Houston en el escenario de los World Music Awards de 2004 en Las Vegas. Getty
  • Al que muchos consideran el mejor boxeador de la historia, Joe Louis (Alabama, 1914- Nevada, 1981) le perjudicó el exceso de generosidad y de confianza. Crecido en un humilde y conflictivo suburbio de Detroit, campeón del mundo de los pesos pesados entre 1937 y 1949, Louis no se permitió grandes lujos cuando estaba en la cresta de la ola, pero sí que pagó las considerables deudas de sus familiares (incluso la de los que no le dirigían la palabra cuando no era más que un adolescente tartamudo que repartía hielo a cambio de propinas) y confió en una cohorte de viejos amigos que saquearon sus cuentas corrientes y le embarcaron en una larga serie de negocios dudosos. Como resultado de todo ello, llegó a deberle a Hacienda más de un millón de dólares a finales de los años 50, cuando ya se había retirado del boxeo y carecía de ingresos estables. Una campaña de solidaridad impulsada por antiguos compañeros sirvió para que a Louis le concediesen un aplazamiento del pago de la deuda, pero cuando murió, en 1981, seguía con las cuentas embargadas y al borde de la miseria. En la imagen, Louis leyendo el periódico 'New York Daily News' en 1938.
    4Joe Louis: el campeón al que saquearon familiares y amigos Al que muchos consideran el mejor boxeador de la historia, Joe Louis (Alabama, 1914- Nevada, 1981) le perjudicó el exceso de generosidad y de confianza. Crecido en un humilde y conflictivo suburbio de Detroit, campeón del mundo de los pesos pesados entre 1937 y 1949, Louis no se permitió grandes lujos cuando estaba en la cresta de la ola, pero sí que pagó las considerables deudas de sus familiares (incluso la de los que no le dirigían la palabra cuando no era más que un adolescente tartamudo que repartía hielo a cambio de propinas) y confió en una cohorte de viejos amigos que saquearon sus cuentas corrientes y le embarcaron en una larga serie de negocios dudosos. Como resultado de todo ello, llegó a deberle a Hacienda más de un millón de dólares a finales de los años 50, cuando ya se había retirado del boxeo y carecía de ingresos estables. Una campaña de solidaridad impulsada por antiguos compañeros sirvió para que a Louis le concediesen un aplazamiento del pago de la deuda, pero cuando murió, en 1981, seguía con las cuentas embargadas y al borde de la miseria. En la imagen, Louis leyendo el periódico 'New York Daily News' en 1938. Getty
  • “Tengo la conciencia tranquila”, solía decirle a sus amigos un francamente arruinado Sammy Davis Jr. (Nueva York, 1925- California, 1990), “no debo dinero a nadie que lo necesite, casi todas mis deudas son con el gobierno de los Estados Unidos”. Esas deudas llegaron a sumar casi 15 millones de dólares, porque el cantante de Harlem, como muchos otros famosos, cogió la costumbre de dejar de pagar impuestos en cuanto sintió que eran un lujo que no podía permitirse. En los mejores años de su carrera, entre finales de los 40 y mediados de los 60, cuando formaba parte del 'Rat Pack' de Frank Sinatra, Sammy ganaba más de un millón de dólares anuales con sus giras. En 1989, ya en bancarrota tras años de pésimas inversiones y lujos excéntricos, decidió no extirparse un tumor en la garganta porque temía que la operación afectase a sus cuerdas vocales. “No tengo ni un centavo ahorrado, y si no puedo seguir cantando, me moriré de hambre”, fue su razonamiento. Muy poco después le mató el tumor que no había querido operarse. En la imagen, Sammy Davies Jr. en Los Ángeles, en 1988.

 Sammy Davies Jr.: los lujos excéntricos le dejaron sin un centavo “Tengo la conciencia tranquila”, solía decirle a sus amigos un francamente arruinado Sammy Davis Jr. (Nueva York, 1925- California, 1990), “no debo dinero a nadie que lo necesite, casi todas mis deudas son con el gobierno de los Estados Unidos”. 

Esas deudas llegaron a sumar casi 15 millones de dólares, porque el cantante de Harlem, como muchos otros famosos, cogió la costumbre de dejar de pagar impuestos en cuanto sintió que eran un lujo que no podía permitirse. 

En los mejores años de su carrera, entre finales de los 40 y mediados de los 60, cuando formaba parte del 'Rat Pack' de Frank Sinatra, Sammy ganaba más de un millón de dólares anuales con sus giras.

 En 1989, ya en bancarrota tras años de pésimas inversiones y lujos excéntricos, decidió no extirparse un tumor en la garganta porque temía que la operación afectase a sus cuerdas vocales. “No tengo ni un centavo ahorrado, y si no puedo seguir cantando, me moriré de hambre”, fue su razonamiento.

 Muy poco después le mató el tumor que no había querido operarse. En la imagen, Sammy Davies Jr. en Los Ángeles, en 1988.

  El pintor neerlandés tuvo una vida azarosa. Fue galerista, pastor protestante, misionero... Incluso convivió en La Haya, en condiciones del todo paupérrimas, con una joven prostituta alcohólica y madre soltera. No es del todo cierto, como se ha dicho en alguna ocasión, que Van Gogh (Países Bajos, 1853- Francia, 1890) no vendiese ningún cuadro en vida. Vendió, sin ir más lejos, litografías de sus primeras obras maestras, como 'Los comedores de patatas'. Incluso disfrutó de una muy breve etapa de éxito, mientras residía en París, apadrinado por camaradas tan ilustres como el pintor bohemio Henri Toulouse-Lautrec. Pero sí es verdad que murió desorejado, loco de remate y sin un triste franco en el bolsillo, en la ciudad provenzal de Arlés, sin más apoyo material que el de su hermano Theo, galerista y marchante, que fue su único mecenas, el único que le mantuvo hasta el final al menos un par de peldaños por encima de la indigencia. Murió con 37 años. En noviembre del pasado año, uno de los óleos que Vincent pintó en Arlés, 'Labourer dans un champ', fue vendido en subasta por 67 millones de euros. En la imagen, 'Autorretrato', de Vincent van Gogh, de 1888. 

 Vincent Van Gogh: solo dos escalones por encima de la indigencia El pintor neerlandés tuvo una vida azarosa.

 Fue galerista, pastor protestante, misionero... Incluso convivió en La Haya, en condiciones del todo paupérrimas, con una joven prostituta alcohólica y madre soltera.

 No es del todo cierto, como se ha dicho en alguna ocasión, que Van Gogh (Países Bajos, 1853- Francia, 1890) no vendiese ningún cuadro en vida. Vendió, sin ir más lejos, litografías de sus primeras obras maestras, como 'Los comedores de patatas'. Incluso disfrutó de una muy breve etapa de éxito, mientras residía en París, apadrinado por camaradas tan ilustres como el pintor bohemio Henri Toulouse-Lautrec. 

 Pero sí es verdad que murió desorejado, loco de remate y sin un triste franco en el bolsillo, en la ciudad provenzal de Arlés, sin más apoyo material que el de su hermano Theo, galerista y marchante, que fue su único mecenas, el único que le mantuvo hasta el final al menos un par de peldaños por encima de la indigencia. 

Murió con 37 años. En noviembre del pasado año, uno de los óleos que Vincent pintó en Arlés, 'Labourer dans un champ', fue vendido en subasta por 67 millones de euros. En la imagen, 'Autorretrato', de Vincent van Gogh, de 1888.

  • Cultivador de un dandismo exquisito, coleccionista de arte, juerguista empedernido y amante de la buena gastronomía, Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854- París, Francia, 1900) nació en el seno de una familia con dinero, llegó a ser muy rico gracias a su trabajo y relaciones sentimentales, derrochó a conciencia casi todo lo que había ganado y murió en París completamente arruinado. En sus últimos días, dependía de la caridad de amigos y conocidos a los que abordaba en tabernas y cafetines para pedirles unos francos. Al médico que le atendió en su lecho de muerte le confesó que no podía pagarle por sus servicios: “Ya ve usted, doctor, voy a morir como he vivido, muy por encima de mis posibilidades”. En su descargo hay que decir que a Wilde no solo le arruinaron sus hábitos de vividor y su mala cabeza, el escándalo homófobo en que se vio envuelto al hacerse pública su relación con el joven aristócrata lord Alfred Douglas tuvo también mucho que ver con sus problemas financieros. En la imagen, Oscar Wilde en 1889.
    1Oscar Wilde: acabó dependiendo de la caridad de amigos Cultivador de un dandismo exquisito, coleccionista de arte, juerguista empedernido y amante de la buena gastronomía, Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854- París, Francia, 1900) nació en el seno de una familia con dinero, llegó a ser muy rico gracias a su trabajo y relaciones sentimentales, derrochó a conciencia casi todo lo que había ganado y murió en París completamente arruinado. En sus últimos días, dependía de la caridad de amigos y conocidos a los que abordaba en tabernas y cafetines para pedirles unos francos. Al médico que le atendió en su lecho de muerte le confesó que no podía pagarle por sus servicios: “Ya ve usted, doctor, voy a morir como he vivido, muy por encima de mis posibilidades”. En su descargo hay que decir que a Wilde no solo le arruinaron sus hábitos de vividor y su mala cabeza, el escándalo homófobo en que se vio envuelto al hacerse pública su relación con el joven aristócrata lord Alfred Douglas tuvo también mucho que ver con sus problemas financieros. En la imagen, Oscar Wilde en 1889. Getty
  • “Mis padres me inculcaron la cultura del esfuerzo y del ahorro”, le contaba Judy Garland (Minnesota, EE UU, 1922- Londres, Reino Unido, 1969) a la revisa 'Variety' en 1939, pocas semanas antes del estreno del que sería su gran éxito cinematográfico, la legendaria 'El mago de Oz'. La afirmación era falsa, como gran parte de lo que la actriz de Minnesota, gran seductora y farsante vocacional, según reconocía ella misma, le contaría a la prensa en años posteriores. La verdad es que Judy (su verdadero nombre era Frances Ethel Grumm) en absoluto creía en las virtudes del ahorro. Resultó ser una mujer de gustos caros y con un instinto natural para el derroche. Con 17 años era ya una de las actrices más ricas de Estados Unidos, pero apenas rebasados los 40 acumulaba deudas millonarios que la condujeron al desahucio y la obligaron a embarcarse en una gira alimenticia por teatros de Europa con su por entonces adolescente hija, Liza Minnelli. Según sus allegados, solo un oportuno matrimonio con el empresario de New Jersey Mickey Deans impidió que la diva acabase en la miseria en sus últimos años, marcados por los problemas financieros y la adicción a los barbitúricos. En la imagen, Judy Garland en 1950.
    2Judy Garland: el desahucio de una estrella “Mis padres me inculcaron la cultura del esfuerzo y del ahorro”, le contaba Judy Garland (Minnesota, EE UU, 1922- Londres, Reino Unido, 1969) a la revisa 'Variety' en 1939, pocas semanas antes del estreno del que sería su gran éxito cinematográfico, la legendaria 'El mago de Oz'. La afirmación era falsa, como gran parte de lo que la actriz de Minnesota, gran seductora y farsante vocacional, según reconocía ella misma, le contaría a la prensa en años posteriores. La verdad es que Judy (su verdadero nombre era Frances Ethel Grumm) en absoluto creía en las virtudes del ahorro. Resultó ser una mujer de gustos caros y con un instinto natural para el derroche. Con 17 años era ya una de las actrices más ricas de Estados Unidos, pero apenas rebasados los 40 acumulaba deudas millonarios que la condujeron al desahucio y la obligaron a embarcarse en una gira alimenticia por teatros de Europa con su por entonces adolescente hija, Liza Minnelli. Según sus allegados, solo un oportuno matrimonio con el empresario de New Jersey Mickey Deans impidió que la diva acabase en la miseria en sus últimos años, marcados por los problemas financieros y la adicción a los barbitúricos. En la imagen, Judy Garland en 1950. Getty
  • Cuando Whitney Houston (Nueva Jersey, 1963- Los Ángeles, 2012) fue encontrada muerta en la bañera de su hotel de Los Ángeles, en febrero de 2012, tenía telarañas en su cuenta corriente y deudas por un importe algo superior a los cuatro millones de dólares (3,3 de euros). En apenas una década, la cantante había dilapidado una fortuna personal de alrededor de cien millones. Según el cronista de sociedad neoyorquino Michael Lavelette, “su estilo de vida extravagante, sus múltiples adicciones (al alcohol, a los calmantes, a la cocaína...) y su divorcio de Bobby Brown la llevaron a la ruina”. Su último millón se lo gastó “en un delirante periplo de varios meses por hoteles de lujo de Sídney, París y Londres en el que no reparó en gastos, a pesar de las advertencias de sus asesores financieros”. Según publicó Fox News, pocas horas antes de morir, Houston había llamado a una amiga para pedirle que le prestase 100 dólares que, presumiblemente, pensaba gastarse en crack, la última droga a la que se había hecho adicta. En la imagen, Whitney Houston en el escenario de los World Music Awards de 2004 en Las Vegas.
    3Whitney Houston Cuando Whitney Houston (Nueva Jersey, 1963- Los Ángeles, 2012) fue encontrada muerta en la bañera de su hotel de Los Ángeles, en febrero de 2012, tenía telarañas en su cuenta corriente y deudas por un importe algo superior a los cuatro millones de dólares (3,3 de euros). En apenas una década, la cantante había dilapidado una fortuna personal de alrededor de cien millones. Según el cronista de sociedad neoyorquino Michael Lavelette, “su estilo de vida extravagante, sus múltiples adicciones (al alcohol, a los calmantes, a la cocaína...) y su divorcio de Bobby Brown la llevaron a la ruina”. Su último millón se lo gastó “en un delirante periplo de varios meses por hoteles de lujo de Sídney, París y Londres en el que no reparó en gastos, a pesar de las advertencias de sus asesores financieros”. Según publicó Fox News, pocas horas antes de morir, Houston había llamado a una amiga para pedirle que le prestase 100 dólares que, presumiblemente, pensaba gastarse en crack, la última droga a la que se había hecho adicta. En la imagen, Whitney Houston en el escenario de los World Music Awards de 2004 en Las Vegas. Getty
  • Al que muchos consideran el mejor boxeador de la historia, Joe Louis (Alabama, 1914- Nevada, 1981) le perjudicó el exceso de generosidad y de confianza. Crecido en un humilde y conflictivo suburbio de Detroit, campeón del mundo de los pesos pesados entre 1937 y 1949, Louis no se permitió grandes lujos cuando estaba en la cresta de la ola, pero sí que pagó las considerables deudas de sus familiares (incluso la de los que no le dirigían la palabra cuando no era más que un adolescente tartamudo que repartía hielo a cambio de propinas) y confió en una cohorte de viejos amigos que saquearon sus cuentas corrientes y le embarcaron en una larga serie de negocios dudosos. Como resultado de todo ello, llegó a deberle a Hacienda más de un millón de dólares a finales de los años 50, cuando ya se había retirado del boxeo y carecía de ingresos estables. Una campaña de solidaridad impulsada por antiguos compañeros sirvió para que a Louis le concediesen un aplazamiento del pago de la deuda, pero cuando murió, en 1981, seguía con las cuentas embargadas y al borde de la miseria. En la imagen, Louis leyendo el periódico 'New York Daily News' en 1938.
    4Joe Louis: el campeón al que saquearon familiares y amigos Al que muchos consideran el mejor boxeador de la historia, Joe Louis (Alabama, 1914- Nevada, 1981) le perjudicó el exceso de generosidad y de confianza. Crecido en un humilde y conflictivo suburbio de Detroit, campeón del mundo de los pesos pesados entre 1937 y 1949, Louis no se permitió grandes lujos cuando estaba en la cresta de la ola, pero sí que pagó las considerables deudas de sus familiares (incluso la de los que no le dirigían la palabra cuando no era más que un adolescente tartamudo que repartía hielo a cambio de propinas) y confió en una cohorte de viejos amigos que saquearon sus cuentas corrientes y le embarcaron en una larga serie de negocios dudosos. Como resultado de todo ello, llegó a deberle a Hacienda más de un millón de dólares a finales de los años 50, cuando ya se había retirado del boxeo y carecía de ingresos estables. Una campaña de solidaridad impulsada por antiguos compañeros sirvió para que a Louis le concediesen un aplazamiento del pago de la deuda, pero cuando murió, en 1981, seguía con las cuentas embargadas y al borde de la miseria. En la imagen, Louis leyendo el periódico 'New York Daily News' en 1938. Getty
  • “Tengo la conciencia tranquila”, solía decirle a sus amigos un francamente arruinado Sammy Davis Jr. (Nueva York, 1925- California, 1990), “no debo dinero a nadie que lo necesite, casi todas mis deudas son con el gobierno de los Estados Unidos”. Esas deudas llegaron a sumar casi 15 millones de dólares, porque el cantante de Harlem, como muchos otros famosos, cogió la costumbre de dejar de pagar impuestos en cuanto sintió que eran un lujo que no podía permitirse. En los mejores años de su carrera, entre finales de los 40 y mediados de los 60, cuando formaba parte del 'Rat Pack' de Frank Sinatra, Sammy ganaba más de un millón de dólares anuales con sus giras. En 1989, ya en bancarrota tras años de pésimas inversiones y lujos excéntricos, decidió no extirparse un tumor en la garganta porque temía que la operación afectase a sus cuerdas vocales. “No tengo ni un centavo ahorrado, y si no puedo seguir cantando, me moriré de hambre”, fue su razonamiento. Muy poco después le mató el tumor que no había querido operarse. En la imagen, Sammy Davies Jr. en Los Ángeles, en 1988.
    5Sammy Davies Jr.: los lujos excéntricos le dejaron sin un centavo “Tengo la conciencia tranquila”, solía decirle a sus amigos un francamente arruinado Sammy Davis Jr. (Nueva York, 1925- California, 1990), “no debo dinero a nadie que lo necesite, casi todas mis deudas son con el gobierno de los Estados Unidos”. Esas deudas llegaron a sumar casi 15 millones de dólares, porque el cantante de Harlem, como muchos otros famosos, cogió la costumbre de dejar de pagar impuestos en cuanto sintió que eran un lujo que no podía permitirse. En los mejores años de su carrera, entre finales de los 40 y mediados de los 60, cuando formaba parte del 'Rat Pack' de Frank Sinatra, Sammy ganaba más de un millón de dólares anuales con sus giras. En 1989, ya en bancarrota tras años de pésimas inversiones y lujos excéntricos, decidió no extirparse un tumor en la garganta porque temía que la operación afectase a sus cuerdas vocales. “No tengo ni un centavo ahorrado, y si no puedo seguir cantando, me moriré de hambre”, fue su razonamiento. Muy poco después le mató el tumor que no había querido operarse. En la imagen, Sammy Davies Jr. en Los Ángeles, en 1988. Getty
  • El pintor neerlandés tuvo una vida azarosa. Fue galerista, pastor protestante, misionero... Incluso convivió en La Haya, en condiciones del todo paupérrimas, con una joven prostituta alcohólica y madre soltera. No es del todo cierto, como se ha dicho en alguna ocasión, que Van Gogh (Países Bajos, 1853- Francia, 1890) no vendiese ningún cuadro en vida. Vendió, sin ir más lejos, litografías de sus primeras obras maestras, como 'Los comedores de patatas'. Incluso disfrutó de una muy breve etapa de éxito, mientras residía en París, apadrinado por camaradas tan ilustres como el pintor bohemio Henri Toulouse-Lautrec. Pero sí es verdad que murió desorejado, loco de remate y sin un triste franco en el bolsillo, en la ciudad provenzal de Arlés, sin más apoyo material que el de su hermano Theo, galerista y marchante, que fue su único mecenas, el único que le mantuvo hasta el final al menos un par de peldaños por encima de la indigencia. Murió con 37 años. En noviembre del pasado año, uno de los óleos que Vincent pintó en Arlés, 'Labourer dans un champ', fue vendido en subasta por 67 millones de euros. En la imagen, 'Autorretrato', de Vincent van Gogh, de 1888.
    6Vincent Van Gogh: solo dos escalones por encima de la indigencia El pintor neerlandés tuvo una vida azarosa. Fue galerista, pastor protestante, misionero... Incluso convivió en La Haya, en condiciones del todo paupérrimas, con una joven prostituta alcohólica y madre soltera. No es del todo cierto, como se ha dicho en alguna ocasión, que Van Gogh (Países Bajos, 1853- Francia, 1890) no vendiese ningún cuadro en vida. Vendió, sin ir más lejos, litografías de sus primeras obras maestras, como 'Los comedores de patatas'. Incluso disfrutó de una muy breve etapa de éxito, mientras residía en París, apadrinado por camaradas tan ilustres como el pintor bohemio Henri Toulouse-Lautrec. Pero sí es verdad que murió desorejado, loco de remate y sin un triste franco en el bolsillo, en la ciudad provenzal de Arlés, sin más apoyo material que el de su hermano Theo, galerista y marchante, que fue su único mecenas, el único que le mantuvo hasta el final al menos un par de peldaños por encima de la indigencia. Murió con 37 años. En noviembre del pasado año, uno de los óleos que Vincent pintó en Arlés, 'Labourer dans un champ', fue vendido en subasta por 67 millones de euros. En la imagen, 'Autorretrato', de Vincent van Gogh, de 1888. Getty
  • Según contaba en sus memorias su compañero de profesión, José Luis López-Vázquez, a Gracita Morales (Madrid, 1928- Madrid, 1995) “se le fue agriando el carácter”. Empezó a comportarse, en palabras de Alfredo Landa, de manera “caprichosa, despótica e intratable”, y trabajar con ella se convirtió en “un martirio”. Por esas razones, los productores dejaron de ofrecerle papeles en el cine a finales de los 70. La que había sido una actriz de comedia castiza con una vis cómica irresistible, basada en su expresividad natural y su voz atiplada, se quedó sin trabajo y cayó en una profunda depresión de la que ya nunca conseguiría recuperarse por completo. Murió en Madrid, en abril de 1995, sola, sedada con pastillas y sin un duro, tras años tirando de ahorros para mantenerse a flote mientras esperaba que pasase de una vez su mala racha. En la imagen, Gracita Morales junto a José Luis López-Vázquez. 
    Gracita Morales: una cómica a la que se le agrió el carácter Según contaba en sus memorias su compañero de profesión, José Luis López-Vázquez, a Gracita Morales (Madrid, 1928- Madrid, 1995) “se le fue agriando el carácter”
    . Empezó a comportarse, en palabras de Alfredo Landa, de manera “caprichosa, despótica e intratable”, y trabajar con ella se convirtió en “un martirio”. 
    Por esas razones, los productores dejaron de ofrecerle papeles en el cine a finales de los 70. 
    La que había sido una actriz de comedia castiza con una vis cómica irresistible, basada en su expresividad natural y su voz atiplada, se quedó sin trabajo y cayó en una profunda depresión de la que ya nunca conseguiría recuperarse por completo. Murió en Madrid, en abril de 1995, sola, sedada con pastillas y sin un duro, tras años tirando de ahorros para mantenerse a flote mientras esperaba que pasase de una vez su mala racha. En la imagen, Gracita Morales junto a José Luis López-Vázquez.
  • Fue Miss Suecia en 1951 y enamoró al mundo en 1960 con su presencia en un par de icónicas escenas de 'La dolce vita', el clásico de Federico Fellini. Bob Dylan habló de ella como el perfecto antídoto contra los problemas del mundo en su canción 'I shall be free'. Sin embargo, el segundo acto de la vida de la modelo y actriz sueca Anita Ekberg (Malmo, Suecia, 1931- Roma, Italia, 2015) fue una calamidad, sobre todo si lo comparamos con el éxtasis de éxito y 'glamour' que fueron sus primeros años. Tras su prematura retirada del cine y de las pasarelas a finales de los 60, desapareció del mapa y solo se volvió a hablar de ella ya en 2011, cuando su residencia fue asaltada por ladrones y ella sufrió graves quemaduras por todo el cuerpo. La prensa publicó por entonces que llevaba años sola, postrada en una silla de ruedas, en una desvencijada mansión de la que los bancos estaban a punto de echarla y sin propiedades ni cuentas corrientes a su nombre. Murió cuatro años después, con 83 años. En la imagen, Anita Ekberg en 1955.

 Anita Ekberg: del 'glamour' a vivir en una mansión desvencijada y acosada por los bancos 

 Fue Miss Suecia en 1951 y enamoró al mundo en 1960 con su presencia en un par de icónicas escenas de 'La dolce vita', el clásico de Federico Fellini.

 Bob Dylan habló de ella como el perfecto antídoto contra los problemas del mundo en su canción 'I shall be free'.

 Sin embargo, el segundo acto de la vida de la modelo y actriz sueca Anita Ekberg (Malmo, Suecia, 1931- Roma, Italia, 2015) fue una calamidad, sobre todo si lo comparamos con el éxtasis de éxito y 'glamour' que fueron sus primeros años. Tras su prematura retirada del cine y de las pasarelas a finales de los 60, desapareció del mapa y solo se volvió a hablar de ella ya en 2011, cuando su residencia fue asaltada por ladrones y ella sufrió graves quemaduras por todo el cuerpo.

 La prensa publicó por entonces que llevaba años sola, postrada en una silla de ruedas, en una desvencijada mansión de la que los bancos estaban a punto de echarla y sin propiedades ni cuentas corrientes a su nombre.

 Murió cuatro años después, con 83 años. En la imagen, Anita Ekberg en 1955.

 

  • Cultivador de un dandismo exquisito, coleccionista de arte, juerguista empedernido y amante de la buena gastronomía, Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854- París, Francia, 1900) nació en el seno de una familia con dinero, llegó a ser muy rico gracias a su trabajo y relaciones sentimentales, derrochó a conciencia casi todo lo que había ganado y murió en París completamente arruinado. En sus últimos días, dependía de la caridad de amigos y conocidos a los que abordaba en tabernas y cafetines para pedirles unos francos. Al médico que le atendió en su lecho de muerte le confesó que no podía pagarle por sus servicios: “Ya ve usted, doctor, voy a morir como he vivido, muy por encima de mis posibilidades”. En su descargo hay que decir que a Wilde no solo le arruinaron sus hábitos de vividor y su mala cabeza, el escándalo homófobo en que se vio envuelto al hacerse pública su relación con el joven aristócrata lord Alfred Douglas tuvo también mucho que ver con sus problemas financieros. En la imagen, Oscar Wilde en 1889.
    1Oscar Wilde: acabó dependiendo de la caridad de amigos Cultivador de un dandismo exquisito, coleccionista de arte, juerguista empedernido y amante de la buena gastronomía, Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854- París, Francia, 1900) nació en el seno de una familia con dinero, llegó a ser muy rico gracias a su trabajo y relaciones sentimentales, derrochó a conciencia casi todo lo que había ganado y murió en París completamente arruinado. En sus últimos días, dependía de la caridad de amigos y conocidos a los que abordaba en tabernas y cafetines para pedirles unos francos. Al médico que le atendió en su lecho de muerte le confesó que no podía pagarle por sus servicios: “Ya ve usted, doctor, voy a morir como he vivido, muy por encima de mis posibilidades”. En su descargo hay que decir que a Wilde no solo le arruinaron sus hábitos de vividor y su mala cabeza, el escándalo homófobo en que se vio envuelto al hacerse pública su relación con el joven aristócrata lord Alfred Douglas tuvo también mucho que ver con sus problemas financieros. En la imagen, Oscar Wilde en 1889. Getty
  • “Mis padres me inculcaron la cultura del esfuerzo y del ahorro”, le contaba Judy Garland (Minnesota, EE UU, 1922- Londres, Reino Unido, 1969) a la revisa 'Variety' en 1939, pocas semanas antes del estreno del que sería su gran éxito cinematográfico, la legendaria 'El mago de Oz'. La afirmación era falsa, como gran parte de lo que la actriz de Minnesota, gran seductora y farsante vocacional, según reconocía ella misma, le contaría a la prensa en años posteriores. La verdad es que Judy (su verdadero nombre era Frances Ethel Grumm) en absoluto creía en las virtudes del ahorro. Resultó ser una mujer de gustos caros y con un instinto natural para el derroche. Con 17 años era ya una de las actrices más ricas de Estados Unidos, pero apenas rebasados los 40 acumulaba deudas millonarios que la condujeron al desahucio y la obligaron a embarcarse en una gira alimenticia por teatros de Europa con su por entonces adolescente hija, Liza Minnelli. Según sus allegados, solo un oportuno matrimonio con el empresario de New Jersey Mickey Deans impidió que la diva acabase en la miseria en sus últimos años, marcados por los problemas financieros y la adicción a los barbitúricos. En la imagen, Judy Garland en 1950.
    2Judy Garland: el desahucio de una estrella “Mis padres me inculcaron la cultura del esfuerzo y del ahorro”, le contaba Judy Garland (Minnesota, EE UU, 1922- Londres, Reino Unido, 1969) a la revisa 'Variety' en 1939, pocas semanas antes del estreno del que sería su gran éxito cinematográfico, la legendaria 'El mago de Oz'. La afirmación era falsa, como gran parte de lo que la actriz de Minnesota, gran seductora y farsante vocacional, según reconocía ella misma, le contaría a la prensa en años posteriores. La verdad es que Judy (su verdadero nombre era Frances Ethel Grumm) en absoluto creía en las virtudes del ahorro. Resultó ser una mujer de gustos caros y con un instinto natural para el derroche. Con 17 años era ya una de las actrices más ricas de Estados Unidos, pero apenas rebasados los 40 acumulaba deudas millonarios que la condujeron al desahucio y la obligaron a embarcarse en una gira alimenticia por teatros de Europa con su por entonces adolescente hija, Liza Minnelli. Según sus allegados, solo un oportuno matrimonio con el empresario de New Jersey Mickey Deans impidió que la diva acabase en la miseria en sus últimos años, marcados por los problemas financieros y la adicción a los barbitúricos. En la imagen, Judy Garland en 1950. Getty
  • Cuando Whitney Houston (Nueva Jersey, 1963- Los Ángeles, 2012) fue encontrada muerta en la bañera de su hotel de Los Ángeles, en febrero de 2012, tenía telarañas en su cuenta corriente y deudas por un importe algo superior a los cuatro millones de dólares (3,3 de euros). En apenas una década, la cantante había dilapidado una fortuna personal de alrededor de cien millones. Según el cronista de sociedad neoyorquino Michael Lavelette, “su estilo de vida extravagante, sus múltiples adicciones (al alcohol, a los calmantes, a la cocaína...) y su divorcio de Bobby Brown la llevaron a la ruina”. Su último millón se lo gastó “en un delirante periplo de varios meses por hoteles de lujo de Sídney, París y Londres en el que no reparó en gastos, a pesar de las advertencias de sus asesores financieros”. Según publicó Fox News, pocas horas antes de morir, Houston había llamado a una amiga para pedirle que le prestase 100 dólares que, presumiblemente, pensaba gastarse en crack, la última droga a la que se había hecho adicta. En la imagen, Whitney Houston en el escenario de los World Music Awards de 2004 en Las Vegas.
    3Whitney Houston Cuando Whitney Houston (Nueva Jersey, 1963- Los Ángeles, 2012) fue encontrada muerta en la bañera de su hotel de Los Ángeles, en febrero de 2012, tenía telarañas en su cuenta corriente y deudas por un importe algo superior a los cuatro millones de dólares (3,3 de euros). En apenas una década, la cantante había dilapidado una fortuna personal de alrededor de cien millones. Según el cronista de sociedad neoyorquino Michael Lavelette, “su estilo de vida extravagante, sus múltiples adicciones (al alcohol, a los calmantes, a la cocaína...) y su divorcio de Bobby Brown la llevaron a la ruina”. Su último millón se lo gastó “en un delirante periplo de varios meses por hoteles de lujo de Sídney, París y Londres en el que no reparó en gastos, a pesar de las advertencias de sus asesores financieros”. Según publicó Fox News, pocas horas antes de morir, Houston había llamado a una amiga para pedirle que le prestase 100 dólares que, presumiblemente, pensaba gastarse en crack, la última droga a la que se había hecho adicta. En la imagen, Whitney Houston en el escenario de los World Music Awards de 2004 en Las Vegas. Getty
  • Al que muchos consideran el mejor boxeador de la historia, Joe Louis (Alabama, 1914- Nevada, 1981) le perjudicó el exceso de generosidad y de confianza. Crecido en un humilde y conflictivo suburbio de Detroit, campeón del mundo de los pesos pesados entre 1937 y 1949, Louis no se permitió grandes lujos cuando estaba en la cresta de la ola, pero sí que pagó las considerables deudas de sus familiares (incluso la de los que no le dirigían la palabra cuando no era más que un adolescente tartamudo que repartía hielo a cambio de propinas) y confió en una cohorte de viejos amigos que saquearon sus cuentas corrientes y le embarcaron en una larga serie de negocios dudosos. Como resultado de todo ello, llegó a deberle a Hacienda más de un millón de dólares a finales de los años 50, cuando ya se había retirado del boxeo y carecía de ingresos estables. Una campaña de solidaridad impulsada por antiguos compañeros sirvió para que a Louis le concediesen un aplazamiento del pago de la deuda, pero cuando murió, en 1981, seguía con las cuentas embargadas y al borde de la miseria. En la imagen, Louis leyendo el periódico 'New York Daily News' en 1938.
    4Joe Louis: el campeón al que saquearon familiares y amigos Al que muchos consideran el mejor boxeador de la historia, Joe Louis (Alabama, 1914- Nevada, 1981) le perjudicó el exceso de generosidad y de confianza. Crecido en un humilde y conflictivo suburbio de Detroit, campeón del mundo de los pesos pesados entre 1937 y 1949, Louis no se permitió grandes lujos cuando estaba en la cresta de la ola, pero sí que pagó las considerables deudas de sus familiares (incluso la de los que no le dirigían la palabra cuando no era más que un adolescente tartamudo que repartía hielo a cambio de propinas) y confió en una cohorte de viejos amigos que saquearon sus cuentas corrientes y le embarcaron en una larga serie de negocios dudosos. Como resultado de todo ello, llegó a deberle a Hacienda más de un millón de dólares a finales de los años 50, cuando ya se había retirado del boxeo y carecía de ingresos estables. Una campaña de solidaridad impulsada por antiguos compañeros sirvió para que a Louis le concediesen un aplazamiento del pago de la deuda, pero cuando murió, en 1981, seguía con las cuentas embargadas y al borde de la miseria. En la imagen, Louis leyendo el periódico 'New York Daily News' en 1938. Getty
  • “Tengo la conciencia tranquila”, solía decirle a sus amigos un francamente arruinado Sammy Davis Jr. (Nueva York, 1925- California, 1990), “no debo dinero a nadie que lo necesite, casi todas mis deudas son con el gobierno de los Estados Unidos”. Esas deudas llegaron a sumar casi 15 millones de dólares, porque el cantante de Harlem, como muchos otros famosos, cogió la costumbre de dejar de pagar impuestos en cuanto sintió que eran un lujo que no podía permitirse. En los mejores años de su carrera, entre finales de los 40 y mediados de los 60, cuando formaba parte del 'Rat Pack' de Frank Sinatra, Sammy ganaba más de un millón de dólares anuales con sus giras. En 1989, ya en bancarrota tras años de pésimas inversiones y lujos excéntricos, decidió no extirparse un tumor en la garganta porque temía que la operación afectase a sus cuerdas vocales. “No tengo ni un centavo ahorrado, y si no puedo seguir cantando, me moriré de hambre”, fue su razonamiento. Muy poco después le mató el tumor que no había querido operarse. En la imagen, Sammy Davies Jr. en Los Ángeles, en 1988.
    5Sammy Davies Jr.: los lujos excéntricos le dejaron sin un centavo “Tengo la conciencia tranquila”, solía decirle a sus amigos un francamente arruinado Sammy Davis Jr. (Nueva York, 1925- California, 1990), “no debo dinero a nadie que lo necesite, casi todas mis deudas son con el gobierno de los Estados Unidos”. Esas deudas llegaron a sumar casi 15 millones de dólares, porque el cantante de Harlem, como muchos otros famosos, cogió la costumbre de dejar de pagar impuestos en cuanto sintió que eran un lujo que no podía permitirse. En los mejores años de su carrera, entre finales de los 40 y mediados de los 60, cuando formaba parte del 'Rat Pack' de Frank Sinatra, Sammy ganaba más de un millón de dólares anuales con sus giras. En 1989, ya en bancarrota tras años de pésimas inversiones y lujos excéntricos, decidió no extirparse un tumor en la garganta porque temía que la operación afectase a sus cuerdas vocales. “No tengo ni un centavo ahorrado, y si no puedo seguir cantando, me moriré de hambre”, fue su razonamiento. Muy poco después le mató el tumor que no había querido operarse. En la imagen, Sammy Davies Jr. en Los Ángeles, en 1988. Getty
  • El pintor neerlandés tuvo una vida azarosa. Fue galerista, pastor protestante, misionero... Incluso convivió en La Haya, en condiciones del todo paupérrimas, con una joven prostituta alcohólica y madre soltera. No es del todo cierto, como se ha dicho en alguna ocasión, que Van Gogh (Países Bajos, 1853- Francia, 1890) no vendiese ningún cuadro en vida. Vendió, sin ir más lejos, litografías de sus primeras obras maestras, como 'Los comedores de patatas'. Incluso disfrutó de una muy breve etapa de éxito, mientras residía en París, apadrinado por camaradas tan ilustres como el pintor bohemio Henri Toulouse-Lautrec. Pero sí es verdad que murió desorejado, loco de remate y sin un triste franco en el bolsillo, en la ciudad provenzal de Arlés, sin más apoyo material que el de su hermano Theo, galerista y marchante, que fue su único mecenas, el único que le mantuvo hasta el final al menos un par de peldaños por encima de la indigencia. Murió con 37 años. En noviembre del pasado año, uno de los óleos que Vincent pintó en Arlés, 'Labourer dans un champ', fue vendido en subasta por 67 millones de euros. En la imagen, 'Autorretrato', de Vincent van Gogh, de 1888.
    6Vincent Van Gogh: solo dos escalones por encima de la indigencia El pintor neerlandés tuvo una vida azarosa. Fue galerista, pastor protestante, misionero... Incluso convivió en La Haya, en condiciones del todo paupérrimas, con una joven prostituta alcohólica y madre soltera. No es del todo cierto, como se ha dicho en alguna ocasión, que Van Gogh (Países Bajos, 1853- Francia, 1890) no vendiese ningún cuadro en vida. Vendió, sin ir más lejos, litografías de sus primeras obras maestras, como 'Los comedores de patatas'. Incluso disfrutó de una muy breve etapa de éxito, mientras residía en París, apadrinado por camaradas tan ilustres como el pintor bohemio Henri Toulouse-Lautrec. Pero sí es verdad que murió desorejado, loco de remate y sin un triste franco en el bolsillo, en la ciudad provenzal de Arlés, sin más apoyo material que el de su hermano Theo, galerista y marchante, que fue su único mecenas, el único que le mantuvo hasta el final al menos un par de peldaños por encima de la indigencia. Murió con 37 años. En noviembre del pasado año, uno de los óleos que Vincent pintó en Arlés, 'Labourer dans un champ', fue vendido en subasta por 67 millones de euros. En la imagen, 'Autorretrato', de Vincent van Gogh, de 1888. Getty
  • Según contaba en sus memorias su compañero de profesión, José Luis López-Vázquez, a Gracita Morales (Madrid, 1928- Madrid, 1995) “se le fue agriando el carácter”. Empezó a comportarse, en palabras de Alfredo Landa, de manera “caprichosa, despótica e intratable”, y trabajar con ella se convirtió en “un martirio”. Por esas razones, los productores dejaron de ofrecerle papeles en el cine a finales de los 70. La que había sido una actriz de comedia castiza con una vis cómica irresistible, basada en su expresividad natural y su voz atiplada, se quedó sin trabajo y cayó en una profunda depresión de la que ya nunca conseguiría recuperarse por completo. Murió en Madrid, en abril de 1995, sola, sedada con pastillas y sin un duro, tras años tirando de ahorros para mantenerse a flote mientras esperaba que pasase de una vez su mala racha. En la imagen, Gracita Morales junto a José Luis López-Vázquez.
    Gracita Morales: una cómica a la que se le agrió el carácter Según contaba en sus memorias su compañero de profesión, José Luis López-Vázquez, a Gracita Morales (Madrid, 1928- Madrid, 1995) “se le fue agriando el carácter”. Empezó a comportarse, en palabras de Alfredo Landa, de manera “caprichosa, despótica e intratable”, y trabajar con ella se convirtió en “un martirio”.
     Por esas razones, los productores dejaron de ofrecerle papeles en el cine a finales de los 70. La que había sido una actriz de comedia castiza con una vis cómica irresistible, basada en su expresividad natural y su voz atiplada, se quedó sin trabajo y cayó en una profunda depresión de la que ya nunca conseguiría recuperarse por completo. Murió en Madrid, en abril de 1995, sola, sedada con pastillas y sin un duro, tras años tirando de ahorros para mantenerse a flote mientras esperaba que pasase de una vez su mala racha. En la imagen, Gracita Morales junto a José Luis López-Vázquez.
  • Fue Miss Suecia en 1951 y enamoró al mundo en 1960 con su presencia en un par de icónicas escenas de 'La dolce vita', el clásico de Federico Fellini. Bob Dylan habló de ella como el perfecto antídoto contra los problemas del mundo en su canción 'I shall be free'. Sin embargo, el segundo acto de la vida de la modelo y actriz sueca Anita Ekberg (Malmo, Suecia, 1931- Roma, Italia, 2015) fue una calamidad, sobre todo si lo comparamos con el éxtasis de éxito y 'glamour' que fueron sus primeros años. Tras su prematura retirada del cine y de las pasarelas a finales de los 60, desapareció del mapa y solo se volvió a hablar de ella ya en 2011, cuando su residencia fue asaltada por ladrones y ella sufrió graves quemaduras por todo el cuerpo. La prensa publicó por entonces que llevaba años sola, postrada en una silla de ruedas, en una desvencijada mansión de la que los bancos estaban a punto de echarla y sin propiedades ni cuentas corrientes a su nombre. Murió cuatro años después, con 83 años. En la imagen, Anita Ekberg en 1955. 
    Anita Ekberg: del 'glamour' a vivir en una mansión desvencijada y acosada por los bancos Fue Miss Suecia en 1951 y enamoró al mundo en 1960 con su presencia en un par de icónicas escenas de 'La dolce vita', el clásico de Federico Fellini. Bob Dylan habló de ella como el perfecto antídoto contra los problemas del mundo en su canción 'I shall be free'. Sin embargo, el segundo acto de la vida de la modelo y actriz sueca Anita Ekberg (Malmo, Suecia, 1931- Roma, Italia, 2015) fue una calamidad, sobre todo si lo comparamos con el éxtasis de éxito y 'glamour' que fueron sus primeros años. Tras su prematura retirada del cine y de las pasarelas a finales de los 60, desapareció del mapa y solo se volvió a hablar de ella ya en 2011, cuando su residencia fue asaltada por ladrones y ella sufrió graves quemaduras por todo el cuerpo. La prensa publicó por entonces que llevaba años sola, postrada en una silla de ruedas, en una desvencijada mansión de la que los bancos estaban a punto de echarla y sin propiedades ni cuentas corrientes a su nombre. Murió cuatro años después, con 83 años. En la imagen, Anita Ekberg en 1955. Getty
  • El gran inventor estadounidense de origen balcánico Nikolas Tesla (Smiljan, Croacia, 1856- Nueva York, EE UU, 1943) fue un genio en lo suyo, pero careció sin duda del instinto comercial que sí tuvieron competidores como Thomas Alva Edison, para el que trabajó en su juventud. Personaje clave en el desarrollo de la industria eléctrica, Tesla es el padre de múltiples inventos, pero vendió la mayoría de esas patentes a Westinghouse Electrics por cantidades a menudo irrisorias, muy por debajo de su valor real. Su principal prioridad fue siempre invertir todo lo que ganaba en nuevos inventos más que asegurar la solidez empresarial de su propia empresa, Tesla Electric & Light Manufacturing, fundada en 1886. En 1907, una auditoría independiente aseguraba que las patentes que Tesla había vendido a Westinghouse por poco más de 200.000 dólares tenían un valor real de mercado superior a los 12 millones, que vendrían a ser 300 millones de dólares de ahora. Con semejante talento para los negocios, no es extraño que el científico se arruinase definitivamente poco antes de morir, en 1943. En la imagen, Nikolas Tesla en 1896. 
    Nikolas Tesla: genio científico, nefasto empresario El gran inventor estadounidense de origen balcánico Nikolas Tesla (Smiljan, Croacia, 1856- Nueva York, EE UU, 1943) fue un genio en lo suyo, pero careció sin duda del instinto comercial que sí tuvieron competidores como Thomas Alva Edison, para el que trabajó en su juventud. 
    Personaje clave en el desarrollo de la industria eléctrica, Tesla es el padre de múltiples inventos, pero vendió la mayoría de esas patentes a Westinghouse Electrics por cantidades a menudo irrisorias, muy por debajo de su valor real. Su principal prioridad fue siempre invertir todo lo que ganaba en nuevos inventos más que asegurar la solidez empresarial de su propia empresa, Tesla Electric & Light Manufacturing, fundada en 1886
    . En 1907, una auditoría independiente aseguraba que las patentes que Tesla había vendido a Westinghouse por poco más de 200.000 dólares tenían un valor real de mercado superior a los 12 millones, que vendrían a ser 300 millones de dólares de ahora.
     Con semejante talento para los negocios, no es extraño que el científico se arruinase definitivamente poco antes de morir, en 1943. En la imagen, Nikolas Tesla en 1896. Getty
  • Vivir deprisa siempre fue una de las principales prioridades de la actriz Veronica Lake (Nueva York, 1922- Vermont, 1973). Su talento y su ambición ya habían convertido a esta belleza castaña de clase obrera en una gran estrella del celuloide con poco más de 20 años, cuando protagonizó varios clásicos del cine negro junto a Alan Ladd, pero su reputación de díscola y difícil hizo que apenas una década después dejasen de ofrecerle papeles. En 1951, ella y su marido, el director André De Toth, se declararon en bancarrota: se habían gastado en tiempo récord la gran cantidad de dinero que habían conseguido acumular con sus respectivas carreras. Para Lake, que se divorció de Toth poco después, empezó una segunda vida en la que trabajó de camarera, fue detenida varias veces por embriaguez y escándalo público y residió en moteles baratos de la periferia de Nueva York. Su etapa tardía como presentadora de un programa de televisión local en Baltimore, cuando era ya una mujer de mediana edad prematuramente envejecida por el alcohol y las penurias, tampoco le permitió resolver del todo unos problemas económicos que la acompañarían hasta el final. Murió con 50 años. 
    Veronica Lake: del lujo de Hollywood a trabajar de camarera Vivir deprisa siempre fue una de las principales prioridades de la actriz Veronica Lake (Nueva York, 1922- Vermont, 1973).
     Su talento y su ambición ya habían convertido a esta belleza castaña de clase obrera en una gran estrella del celuloide con poco más de 20 años, cuando protagonizó varios clásicos del cine negro junto a Alan Ladd, pero su reputación de díscola y difícil hizo que apenas una década después dejasen de ofrecerle papeles. En 1951, ella y su marido, el director André De Toth, se declararon en bancarrota: se habían gastado en tiempo récord la gran cantidad de dinero que habían conseguido acumular con sus respectivas carreras. Para Lake, que se divorció de Toth poco después, empezó una segunda vida en la que trabajó de camarera, fue detenida varias veces por embriaguez y escándalo público y residió en moteles baratos de la periferia de Nueva York
    . Su etapa tardía como presentadora de un programa de televisión local en Baltimore, cuando era ya una mujer de mediana edad prematuramente envejecida por el alcohol y las penurias, tampoco le permitió resolver del todo unos problemas económicos que la acompañarían hasta el final. Murió con 50 años. Getty
     
  • Murió de cirrosis en un hospital de Harlem (Nueva York), en primavera de 1959, a los 44 años (había nacido en Filadelfia en 1915). Llevaba unos días en arresto domiciliario por posesión de narcóticos (era adicta a la heroína) y al morir tenía 70 centavos en su cuenta corriente y 750 dólares en efectivo, que fueron heredados por su marido. A la mujer también conocida como Lady Day, todo un mito de la música popular (jazz, sobre todo) del siglo XX, la arruinaron las adicciones, un estilo de vida bohemio y las malas compañías. En especial, una estafa de la que fue objeto poco antes de morir y que consumió sus últimos ahorros y los derechos de autor generados por su último par de discos y su autobiografía, 'Lady sings the blues', publicada en 1956. Lily Rothman, redactora de 'Time', escribía en el aniversario de su muerte que Billie “hubiese preferido gastarse esos 750 dólares antes de morir, en alcohol, en heroína o en una última juerga con sus amigos, porque su filosofía era no guardar nada para mañana y apurar la vida hasta las heces”. Nunca quiso ser la más rica del cementerio. En la imagen, Billie Holiday en 1950. 
    Billie Holiday: la gran voz del jazz se fue con 70 centavos en el bolsillo Murió de cirrosis en un hospital de Harlem (Nueva York), en primavera de 1959, a los 44 años (había nacido en Filadelfia en 1915). 
    Llevaba unos días en arresto domiciliario por posesión de narcóticos (era adicta a la heroína) y al morir tenía 70 centavos en su cuenta corriente y 750 dólares en efectivo, que fueron heredados por su marido. A la mujer también conocida como Lady Day, todo un mito de la música popular (jazz, sobre todo) del siglo XX, la arruinaron las adicciones, un estilo de vida bohemio y las malas compañías.
     En especial, una estafa de la que fue objeto poco antes de morir y que consumió sus últimos ahorros y los derechos de autor generados por su último par de discos y su autobiografía, 'Lady sings the blues', publicada en 1956. Lily Rothman, redactora de 'Time', escribía en el aniversario de su muerte que Billie “hubiese preferido gastarse esos 750 dólares antes de morir, en alcohol, en heroína o en una última juerga con sus amigos, porque su filosofía era no guardar nada para mañana y apurar la vida hasta las heces”. 
    Nunca quiso ser la más rica del cementerio. En la imagen, Billie Holiday en 1950.
     

  Edgar Allan Poe (Boston, 1809- Baltimore, 1849) se enroló en el ejército siendo aún menor de edad. Le destinaron al cuerpo de artilleros, no le gustó aquello y pidió que le licenciasen. Al final, los cinco dólares mensuales que cobró durante esa breve etapa en los cuarteles acabarían siendo el único sueldo estable que percibió en su vida. Poe quiso dedicarse profesionalmente a la literatura, un oficio ejercido entonces por aristócratas ociosos y demás gente con posibles, y le fue peor que mal. Nunca consiguió mantener a su familia. Escribió a destajo (incluso después de muerto: una médium tuvo la suprema desvergüenza de publicar en 1860 una colección de poemas ‘dictados’ por el fantasma de Poe, fallecido 11 años antes), pero lo hizo casi siempre para revistas y editoriales de segunda que le pagaron sus trabajos de forma cicatera y miserable, regateándole hasta el último centavo. Ni siquiera los éxitos de su poema 'El cuervo' o de su relato 'El escarabajo de oro' le dieron lo suficiente para dejar de pasar apuros una temporada. Su desangelado entierro, en Baltimore, ante siete testigos, es la prueba más elocuente del fracaso en vida de este gran genio maldito, esforzado jornalero de la pluma. En la imagen, Edgar Allan Poe en 1849.

Edgar Allan Poe: solo siete personas en su entierro

 Edgar Allan Poe (Boston, 1809- Baltimore, 1849) se enroló en el ejército siendo aún menor de edad. Le destinaron al cuerpo de artilleros, no le gustó aquello y pidió que le licenciasen.

 Al final, los cinco dólares mensuales que cobró durante esa breve etapa en los cuarteles acabarían siendo el único sueldo estable que percibió en su vida. Poe quiso dedicarse profesionalmente a la literatura, un oficio ejercido entonces por aristócratas ociosos y demás gente con posibles, y le fue peor que mal. 

Nunca consiguió mantener a su familia. Escribió a destajo (incluso después de muerto: una médium tuvo la suprema desvergüenza de publicar en 1860 una colección de poemas ‘dictados’ por el fantasma de Poe, fallecido 11 años antes), pero lo hizo casi siempre para revistas y editoriales de segunda que le pagaron sus trabajos de forma cicatera y miserable, regateándole hasta el último centavo.

 Ni siquiera los éxitos de su poema 'El cuervo' o de su relato 'El escarabajo de oro' le dieron lo suficiente para dejar de pasar apuros una temporada.

 Su desangelado entierro, en Baltimore, ante siete testigos, es la prueba más elocuente del fracaso en vida de este gran genio maldito, esforzado jornalero de la pluma. En la imagen, Edgar Allan Poe en 1849. 

La “bola de luz” que llevó a Diana Quer........................ Silvia R. Pontevedra

Ingenieros formados en la Universidad de Vigo lograron construir en medio año el retrato robot del coche de El Chicle a partir de la imagen de un destello en la autovía.

La Guardia Civil retira el coche decomisado de Abuín en su casa de Rianxo el pasado 31 de diciembre.
La Guardia Civil retira el coche decomisado de Abuín en su casa de Rianxo el pasado 31 de diciembre.
"Al principio, durante dos o tres semanas, estuvimos sin saber para qué investigación estábamos trabajando", recuerda Marcos Pérez, portavoz de la empresa en la que un día de la primavera pasada recaló la Guardia Civil buscando desesperadamente una prueba tangible contra el fantasma del hombre que se había llevado a Diana Quer.
 Los ingenieros de ISV Constructores y Reconstructores de Accidentes, con sede en el municipio pontevedrés de O Porriño, próximo a Vigo, están habituados a recibir encargos policiales y a dar respuestas que parecen salidas de una película de ciencia ficción sin que los investigadores les dén demasiados detalles acerca del caso. 
Esta vez tenían que lograr el "retrato robot" de un vehículo.
 Y solo tenían fotos, y más tarde breves secuencias de vídeo, de unos fogonazos que circulaban en lo más oscuro de una noche de verano sobre un tramo concreto de la AG-11, la Autovía do Barbanza, por donde se sabía que había viajado el móvil de la joven madrileña antes de perderse su rastro.

Manuel Sánchez Corbí, coronel jefe de la UCO (Unidad Central Operativa), definía esas imágenes en la rueda de prensa del pasado martes 2 como "bolas de luz" que empezaron a cribar en una tarea "frustrante".
 Hasta que un mariscador cosechó entre berberechos el iPhone 6 blanco de la muchacha bajo el puente de la autovía, eso era lo único con lo que contaban los agentes.
 Infinidad de bolas de luz, estrellas fugaces del asfalto recogidas por 40 cámaras de seguridad y control de tráfico.
 Solo con el tiempo (al cruzarse con el posicionamiento de los teléfonos móviles de la víctima y de su supuesto verdugo y al recuperarse parte de la información del terminal rescatado del fango de la ría) se logró reducir una lista de 3.000 vehículos a una partida de cartas con tan solo tres.
 Los naipes eran un automóvil con remolque que jamás pudo identificarse, otro que sí se pudo pero que se investigó y se descartó y el que más tarde se supo que era el Alfa Romeo gris plata de José Enrique Abuín.
 "Los radares están pensados para retratar perfectamente las matrículas, pero las cámaras de las autovías no tienen resolución. Su función es contar coches, prever embotellamientos... nada más",

 Su función es contar coches, prever embotellamientos... nada más", explica Marcos Pérez mientras se prepara para marchar a Murcia para reconstruir el incendio de un vehículo.

Su misión en la investigación de A Pobra era traducir unos pocos fotogramas planos capturados por tres cámaras, donde solo se veían los halos de luz de unos faros, en el volumen de un coche, en una forma compatible con una marca y un modelo concretos.
 Para ello, de forma desinteresada, sin cobrar nada en el medio año que duró su investigación, tuvieron que trasladarse primero al escenario para reproducir en tres dimensiones los tramos de la AG-11 donde habían sido tomadas las imágenes. 
El trabajo de campo lo realizaron dos ingenieros de la empresa con la ayuda de una docena de guardias civiles que se encargaron durante dos jornadas a cortar alternativamente los carriles de la autovía en sentido Este, es decir, de A Pobra (donde veraneaba Diana Quer) a Rianxo (donde ocultó su cuerpo El Chicle).

Una vez recreado el paisaje en 3D, había que poner a circular virtualmente distintos tipos de automóvil en ambos sentidos y recrear las luces, sombras y brillos que estos generaban al desplazarse sobre la escena indudable.
 El objetivo era lograr un volumen lo más exacto posible de los coches investigados partiendo de reflejos, pero sobre todo de sus propias luces, de la altura y la distancia entre faros, "únicas como el ADN para cada modelo".
 La Guardia Civil quería llegar al conductor a través del retrato de su auto, que ya el pasado septiembre resultó ser un Alfa Romeo 166, el mismo en el que José Enrique Abuín Gey volvió supuestamente a intentar el secuestro de una mujer joven en Boiro (A Coruña) el día de Navidad.
Cuanto menos precisa es una cámara de seguridad y más corre un coche, menos fotogramas se pueden obtener de ella para analizar. En el caso Quer, los ingenieros de ISV se hallaban en el peor de los escenarios: noche cerrada y tiempo seco, porque creen que es probable que la lluvia, al generar brillos sobre la superficie escasamente iluminada por las farolas, quizás les habría hecho la tarea "más fácil".
 La Guardia Civil llegó a este grupo de profesionales porque la empresa, nacida a partir de un equipo de trabajo de la Universidad de Vigo, ya colaboraba con otros cuerpos y en 2014 había ayudado al juez de Violencia contra la Mujer de A Coruña en la instrucción de un caso.
 Un hombre había arrojado del coche en marcha a su pareja en Pocomaco, un polígono empresarial de la ciudad, y a ISV se le encomendaba recrear el tiempo y la manera en que la víctima mortal había sido arrastrada a partir del desgaste por rozadura impreso en su ropa.

Los responsables de las indagaciones que condujeron a El Chicle en la empresa de O Porriño fueron Marcos Pérez y su socio José Antonio Sabucedo. 
Dicen que en España "no debe de haber más de cuatro o cinco" firmas de ingeniería que hagan este tipo de trabajos.
 Ellos, además, dan cursos de formación para policías, peritos e incluso estudiantes de criminalística.
 Su maestro en la universidad fue José Antonio Vilán, que dirigía el CIMA (Centro de Ingeniería Mecánica y Automoción) y era vicerrector de Transferencia del Conocimiento.
 Pero Vilán ya no puede trabajar por las gravísimas secuelas de un accidente, el atropello, mortal para dos amigos, de un grupo de ciclistas por un conductor de 87 años en el municipio pontevedrés de A Guarda en 2016.
Bajo la batuta de Vilán, los miembros de ISV empezaron un trabajo que ahora continúan, desarrollando aplicaciones para la investigación de accidentes que en el caso Quer no han necesitado emplear. 
"Quisimos utilizar programas de uso más común y software libre que estuviera al alcance de todos para facilitar luego el trabajo de la Guardia Civil", comenta Pérez.
 Al final, cuando los agentes de la UCO cruzaron sus datos con el retrato robot de ISV, José Enrique Abuín se convirtió en único sospechoso.
Pero tardaron eh? no se pongan muchas medallas porque de no ser por la chica que en Navidad no pudo matarla y los que fueron al oir sus gritos ,la infeliz Diana estaría todavía en ese pozo...y ¿No puede ser que en ese tiempo entre asesinato y intento de rapto haya querido ir en busca de otras víctimas?

EL PAÍS Ciencia Por qué estar triste no es estar deprimido

 

El autor explica por qué la equiparación entre el sufrimiento, inherente a la vida humana, y la enfermedad colapsa los servicios de salud mental.

 En los últimos 15 años se ha multiplicado la prescripción de antidepresivos en un 200 %.

La depresión es una enfermedad crónica y recurrente que afecta al 8%-12 % de la población.
La depresión es una enfermedad crónica y recurrente que afecta al 8%-12 % de la población.
La depresión no es pasar una mala racha, ni estar frustrado ni sentir mucha rabia o tristeza ante las indudables injusticias del mundo. 
La depresión es una enfermedad crónica y recurrente que afecta a entre el 8% y el 12 % de la población y representa una principal causa de discapacidad (la primera, según las previsiones de la OMS para 2030).
En la fase aguda, el paciente deprimido se siente desproporcionadamente triste, decaído, sin fuerzas ni ganas de llevar a cabo actividad alguna, inseguro e inundado de pensamientos desastrosos sobre sí mismo, el pasado y el futuro. 
El sujeto se siente atrapado en la desesperanza y con una pobre consideración de sí mismo, asediado por sentimientos de culpa e inutilidad. 
Suele considerar que es una carga para los demás, alguien sin remedio ni opciones para avanzar o mejorar. 
 El escritor William Styron, gran enfermo depresivo, lo describió como “una gris llovizna de horror”. 
La persona comprueba con perplejidad que su mente no funciona con la agilidad ni precisión de antes, tiene bloqueos, despistes, incapacidad para tomar decisiones o planificar tareas sencillas.
En general, su vida instintiva -aquello que normalmente le hace sentirse vivo- se apaga. 
En la gran mayoría de casos, pierde apetito y sufre anhedonia, es decir, incapacidad para obtener placer de la vida.
 La persona, aunque cansada y con poca energía, nota paradójicamente dificultades para dormir: sufre penalidades para conciliar o mantener el sueño, y deambula por la noche, esperando con inquietud y zozobra la llegada del nuevo día. 
El paciente depresivo rehúye el contacto social, porque cualquier intercambio humano le resulta fatigoso y estéril, y cualquier tarea o responsabilidad se convierte en inmensa y definitivamente excesiva.
 Desde esa inseguridad básica, el mundo se vuelve amenazante, hostil, intratable, evitable a ser posible.
Por tanto, la depresión no es una mera expresión intensa de emociones negativas (tristeza, miedo, rabia, congoja, desaliento…) sino un declinar estable de la biología que hace al ser humano sentirse vivo: el tono, la fuerza vital, el humor, el instinto.
 Multitud de estudios de neuroimagen apuntan hacia la existencia de una alteración básica de la regulación del ánimo: reducción del volumen del hipocampo, hiper-activación de la amígdala ante estímulos negativos, atenuación del circuito de recompensa de la corteza prefrontal, estriado y núcleo accumbens… 
Muy profunda debe ser esta alteración neurobiológica para generar ese “hundimiento energético” que relatan los pacientes, o, en mejores palabras, Sylvia Plath: 
“Incapaz de escribir una letra. Dioses amenazantes. 
 Me siento exiliada en una estrella fría, incapaz de sentir nada, excepto un irremediable entumecimiento horrible” (Diarios, 1957).
Sin embargo, sigue existiendo una percepción de la depresión en la sociedad como una mera reacción emocional a acontecimientos adversos.
 En una encuesta llevada a cabo por nuestro grupo, en colaboración con la empresa Ipsos, preguntamos a 1.700 personas de todo el territorio nacional, representativas según edad, género y actividad laboral, acerca de las causas de la depresión. 
El 53 % respondió espontáneamente que “los acontecimientos adversos de la vida”, mientras que sólo el 6 % hizo alusión a factores biológicos o genéticos.
 El resto de la encuesta es coherente con esta visión “reactiva” y más leve de la depresión: la mayoría de los encuestados trataría de ayudar al paciente deprimido animándole a “que haga actividades” (90 %), “que piense en positivo” (87 %) o “que ponga de su parte” (76 %).
 Los encuestados creen en su mayoría que el psicólogo es el profesional más indicado para tratar el trastorno, por encima del médico de familia o el psiquiatra.
 El 50 % considera que la depresión se puede fingir y el 14 % cree que en realidad no es una enfermedad. 
Estos resultados muestran que existe una banalización general del término depresión, lo cual tiene efectos nefastos en el abordaje de esta enfermedad: al mismo tiempo que minimiza el sufrimiento del auténtico enfermo depresivo, asciende a categoría de enfermedad el malestar psicológico, la frustración, la desazón y la infelicidad.

El efecto más inmediato de este malentendido es el colapso de los centros de salud mental, que inicialmente fueron diseñados para atender de forma integral y continuada los trastornos mentales graves (como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo-compulsivo o la depresión mayor) y ahora se reorganizan a la fuerza para atender un aluvión de demandas emocionales camufladas de “depresión”.
 Por poner un ejemplo, es un hecho cotidiano en España que un trabajador que se siente maltratado en sus condiciones laborales -y experimenta indignación, rabia, inquina y hasta desesperación por ello- no acude a quejarse a un abogado o a un sindicato, como sería natural, sino a una consulta de psiquiatría, donde el profesional trata de absorber este sufrimiento con terapia de apoyo, proponiendo técnicas de afrontamiento y… prescribiendo medicación (porque, efectivamente, con un antidepresivo mejorará mucho su respuesta al estrés y le acabará afectando todo menos).
Así, en los últimos 15 años se ha multiplicado la prescripción de antidepresivos en un 200 %.
 Otras personas acuden a la consulta psicológica y reciben altas dosis de psicología positiva, que ayudan a reconsiderar y reinterpretar la situación adversa (ya dijo Epícteto que lo importante no era la realidad sino la interpretación que tenemos de ella…).
 El modelo clínico ha demostrado ser muy útil para explicar los trastornos mentales graves, pero no parece eficaz para explicar y dar sentido al sufrimiento inherente a la vida humana. 

En realidad, en unas décadas hemos pasado de santificar el sufrimiento (“cargar con la Cruz de Cristo”) a tratar de suprimirlo con psicofármacos o terapia cognitiva.
 Un reto nuevo de nuestra sociedad es abordar este “malestar medicalizado” de forma más humana, constructiva, transformadora, con mayor énfasis en las redes de apoyo y los recursos potenciales del sujeto, aceptando el valor de las emociones negativas para la adaptación al medio y la supervivencia. 
¿Dónde hacerlo? Una opción sería en Atención Primaria, pero mientras los médicos de familia sigan disponiendo de 4-5 minutos por paciente, difícilmente será posible.
 Hay iniciativas prometedoras que apuestan por incluir psicólogos grupales de cabecera en los Centros de Salud, ofrecer más tiempo y más formación en Salud Mental a enfermeros y médicos, o crear la figura del psiquiatra consultor, que asesora, orienta o supervisa los casos, sin necesidad de derivarlos a Atención Especializada.
La descongestión de pacientes con cuadros reactivos o adaptativos de la Red de Atención en Salud Mental nos daría una oportunidad de oro para el salto de calidad asistencial que todavía nos falta. Aunque en los años 80 la Reforma Psiquiátrica supuso un avance histórico en la humanización del tratamiento de los trastornos mentales, y aunque en los últimos años (hasta la crisis) se ha desarrollado una aceptable red de atención psiquiátrica socio-comunitaria, tenemos, aún, asignaturas pendientes:
1. Homogeneizar la calidad de atención a los trastornos mentales en todo el territorio nacional. 
Hoy en día, hay diferencias clamorosas entre CC.AA. en la ratio profesional / paciente, en la accesibilidad a recursos de rehabilitación psicosocial y en el funcionamiento de programas de continuidad de cuidados.
2. Mejorar la atención de los trastornos mentales graves desde su inicio, que suele ocurrir en la adolescencia. 
Para ello es necesaria la implementación de Programas de Intervención Temprana en Psicosis, que incluyan un abordaje preventivo dirigido a las poblaciones en alto riesgo. 
En esta línea, debe por fin desbloquearse la creación de la especialidad de Psiquiatría de Niños y Adolescentes.
3. Desarrollar Programas de Atención específica a patología concretas, como el trastorno bipolar, la psicosis refractaria, los trastornos de la alimentación o los trastornos de personalidad. 
La sub-especialización de los profesionales, como en otras especialidades, mejora la competencia de los clínicos, permite la actualización de los conocimientos y la investigación, y ofrece a los pacientes, en general, una mejor atención..
Hacer una apuesta política decidida por la atención a las personas con trastorno mental grave es un acierto seguro como sociedad y, además, un indicador de su integridad moral. 
Para ello, lo primero es diferenciar la enfermedad mental del mero sufrimiento, inherente a la vida humana. 
Para lo primero, debemos poder ofrecer a los pacientes el mejor tratamiento médico y psicosocial.
 Para el sufrimiento, quizá tengamos que recurrir a un cambio en la filosofía de vida..
Guillermo Lahera Forteza es psiquiatra, profesor de Psiquiatría y Psicología Médica en la Universidad de Alcalá e investigador adscrito al CIBERSAM.