Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

26 dic 2017

El Síndrome de Asperger, explicado por un niño de 8 años que lo padece

"No soy un loco, ni un raro. Solo quiero que me ayuden a encajar", dice Federico.

 

"Tener Asperger no es una enfermedad. No soy un loco, ni un freak, ni un raro. Solo que mi manera de recibir y procesar la información es diferente", cuenta Federico García Villegas ante la cámara.
 En el vídeo, este niño colombiano de 8 años explica en primera persona lo que es sufrir este síndrome, y ha superado los 7,5 millones de reproducciones en Facebook en un mes.
Además de haber ayudado a grabar el testimonio, su madre Andrea Villegas gestiona la cuenta de Facebook
 Soy diferente, soy como tú, que sirve de red de apoyo para padres con niños Asperger y en la que se narra el día a día del niño. "Federico sentía la necesidad de explicarse, porque se sentía incomprendido por sus compañeros de escuela", cuenta Villegas por teléfono a Verne
"Primero escribió un cuento, así que decidí abrir un perfil en redes sociales para hablar de una condición que es muy poco conocida".
La colombiana asegura que desde hace años intenta explicar a su hijo lo que le ocurre "para que pueda tener más herramientas en la vida". 
Lo que cuenta en el vídeo es el resultado de esas explicaciones, "aunque contadas con sus propias palabras".
"Soy un niño como cualquier otro, con sueños e ilusiones.
 Solo quiero que me conozcan, me entiendan y me ayuden a encajar en la comunidad. 
 Nuestros sentidos son más agudos. Yo escucho todos los sonidos al mismo tiempo.
 Por eso a veces me quedo en shock y me siento sobrecargado", cuenta. "Si quieres que sepa algo, dímelo con tus palabras. 
No entiendo muy bien el lenguaje no verbal".
De Colombia a Chile
La idea inicial era colgarlo en Facebook y YouTube para que sus 20 compañeros de clase pudieran verlo.
 Una madre chilena, Pamela Zavala, con un marido y tres hijos con síndrome de Asperger, vio la grabación y decidió publicarla en sus redes sociales, desde donde se ha popularizado.
 Se ha compartido 274.000 veces y ha superado las 70.000 reacciones desde su publicación el 25 de noviembre.
"Mostré el vídeo a mi hijo de 10 años y, por primera vez, se sintió reflejado en otra persona.
 Falta tolerancia y empatía hacia las personas con Asperger, además de más información y ayudas estatales.
 El Asperger no es una enfermedad", cuenta Zavala a Verne.
"Los niños con esta condición pueden ser hipersensibles a ciertos ruidos, colores, texturas... entonces se bloquean y se comportan de un modo parecido a una rabieta.
 Hay quien interpreta ese comportamiento como de niños malcriados y opinan que necesitan mano dura", explica Zavala. "Por eso nosotros, los padres, también nos sentimos a menudo juzgados e incomprendidos. En realidad solo necesitan algo de atención extra".
Andrea Villegas, madre de Federico, dice que ha intentado explicar al niño el impacto que ha tenido su vídeo.
 "Le he intentado decir que le han escuchado más personas que habitantes hay en nuestra ciudad [Cali] y le he mostrado algún mensaje", cuenta desde Colombia. 
"Pero no estoy segura de que entienda la magnitud de lo que ha conseguido". 

Las características de una persona con Asperger

Saga, la protagonista con Asperger de la serie 'Bron/Broen'
Una persona con Asperger, a diferencia de los casos de autismo, "tiene un cociente intelectual dentro de la media y adquiere la capacidad del lenguaje a la edad que le corresponde", cuenta a Verne a por teléfono Araceli Martín, coordinadora de la Asociación Asperger Madrid.
"La idea de que son genios superdotados es un mito.
 Una cosa que los distingue de los demás es que se apasionan y obsesionan con algunos asuntos. 
Eso les permite destacar en algunos campos que requieren de entrenamiento, como profesiones relacionadas con la música y la memoria", explica Martín.
La responsable de la Asociación Asperger Madrid explica que fallan, en cambio, en sus habilidades sociales porque "son muy rígidos, no suelen entender la comunicación no verbal y tienen poca tolerancia hacia lo que no encaja dentro de los patrones establecidos.
 Por eso les cuesta comprender el mundo en el que vivimos".

 Si son tratados por especialistas desde pequeños, pueden aprender mucho mejor a desenvolverse en ese mundo que no entienden. "Pero es precisamente en las relaciones de larga duración donde les pasará más factura ser Asperger, porque entrarán más factores improvisados a los que no sabrán cómo reaccionar", dice Martín.

24 dic 2017

2017, viejos y nuevos famosos.......................... Xavi Sancho

El mundo de la prensa del corazón ha vivido una revolución. Célebres clásicos como Isabel Preysler y el príncipe Enrique conviven con 'influencers' y con el yerno de Donald Trump.

Enrique de Inglaterra, Isabel Presyler y Jared Kushner.
Enrique de Inglaterra, Isabel Presyler y Jared Kushner. Getty / Cordon Press

Este año es muy probable que sea recordado por el que se oficializó una nueva lucha entre viejos y nuevos famosos.

 Desde que los reality irrumpieron en este universo con una fuerza tan salvaje, que hacía incluso temer que dejáramos de hablar de familias reales, actores, actrices e Isabel Preysler, no se vivía un momento de crisis en el sector como el que se ha desencadenado en 2017.

 El ascenso imparable e irremisible de los influencers ha puesto en crisis un sistema que hasta hoy parecía blindado a injerencias externas, que había incluso logrado integrar en su seno a esos concursantes de OT, Gran Hermano o Supervivientes, haciéndoles jugar con sus normas, que afortunadamente para el status quo contentaban tanto a los que las hacían como a los que las debían acatar.

 Pero los influencers son otra cosa. 

Han llegado para poner todo esto patas arriba, son la imposición del nicho en un universo que parecía blindado a los nichos. ¿Un famoso nicho? 

Eso es un oxímoron. Ya no. Este año, estos influencers, gente que se hace famosa a través de las redes sociales, con un núcleo tan fiel como concreto y acotado de seguidores, muy célebres en un círculo, apenas conocidos en todos los demás.

 Son la versión mejorada de aquello que se llamó hace una década microfama, que no era más que celebridades que subían tan rápido como bajaban.

 Ellos lo han mutado a nanofama, que es una fama sólida y muy celebrada en un círculo muy concreto, mientras es ignorada en los demás. ¿Sabe usted quién es Dulceida? ¿Le suena Cameron Dallas? ¿No? Hable más con sus hijos.

 Esto es el siglo XXI, y todo parece drástico y definitivo, pero, al final, es otro tono del mismo color. 

Por eso, aunque todo lo antes mentado haya tenido una relevancia tremenda y haya incluso logrado colarse en los medios oficiales y en las cenas de empresa, lo cierto es que el eje de todo esto sigue girando alrededor de la misma persona desde hace más de tres décadas. 

Y esa persona no es otra que Isabel Preysler. 

Su relación con el Nobel Mario Vargas Llosa ha sido determinante para mantener la elegancia y la fría distancia que se le pide a todo este mundo en los grandes medios.

 Además, este ha sido el año en el que sus vástagos han sido forzados a admitir que por muchos gemelos que tengan (Enrique Iglesias) y muchas bodas aparatosas que armen (Ana Boyer), al final el tema es un embudo y desemboca en su madre.

Otro clásico de este universo, las casas reales, han vivido algo hasta hace poco tiempo inconcebible: el retorno al orden de uno de sus más díscolos hijos, el príncipe Enrique, perteneciente a una casa —la de Windsor— que, como los Lannister, siempre paga sus deudas.
 Nos debían una historia de redención, y nos la han dado con el compromiso de Enrique y Meghan Markle. 
Tampoco parecía muy probable que el renacimiento de OT fuera a traer algo más que nostalgia por un tiempo, pero la osadía, la falta de prejuicios, la frescura y, por qué no, las narices que le han echado los concursantes, han logrado algo que sucede raras veces en este país: que un producto destinado al consumo masivo sea trascendente y, a ratos, incluso algo radical.
Y guarde el Señor a Kendall Jenner por el ejercicio de candidez más meritorio de 2017.
 Su anuncio para una marca de refrescos, en el que recreaba la estética —que no la ética— de las protestas lideradas por el colectivo estadounidense Black Lives Matter fue uno de los escándalos más bellos del año. 
En el comercial, la muchacha terminaba poniendo paz entre fuerzas del orden y manifestantes haciendo entrega de una lata de bebida carbonatada a un agente.
 El anuncio fue retirado al día siguiente de presentarse, tras ser vapuleado, tanto desde la hilaridad como desde la indignación, en las redes sociales.

 

24 años enganchada a la heroína............................. Carmen Pérez-Lanzac

En España apenas aumenta el consumo de esta sustancia y no hay más muertes por esta causa.

 El año pasado falleció en todo Madrid una persona por sobredosis.

 Gema —48 años, un palillo con la piel rojiza surcada de arrugas— y Ángeles —40 soles, una antigua belleza ahora desdentada— bajan la calle del Rey a toda velocidad. 

Han salido del albergue de San Isidro y van camino a la parada de metro de Príncipe Pío.

 Gema tiene ganas de cerveza. Ángeles de hablar.

 Cuenta a todo el que se cruza que esa misma mañana ha recibido una llamada del Ayuntamiento informándola de que su novio, el Migue, murió el pasado 6 de diciembre.

 “Y me llaman cuando lleva ya cinco días muerto. 

Mirando en sus cosas encontraron el papel en el que le puse: 'Te quiero, Migue', y mi número de móvil”. “¿De qué ha muerto?”, le pregunta alguien. “No me lo han dicho. 

Era yonki como yo, pero yo creo que ha sido del frío porque dormía en la calle”.


Gema, 48 años, y Ángeles, 40, empezaron a drogarse en los noventa.
Gema, 48 años, y Ángeles, 40, empezaron a drogarse en los noventa. EL PAÍS
 

 

Ambas son toxicómanas.
 Gema no pelea contra su adicción. Todos los martes acude a un CAID a recoger su dosis semanal de metadona.
 Ángeles sí tiene que hacer esfuerzos por no pincharse. “Hace tres meses que no me inyecto y gracias al Migue, que me ayudó”, dice descubriendo su cuello en el que son visibles los rastros de los pinchazos.
 Ángeles ha perdido de nuevo a un compañero de vida. No le ha durado mucho: apenas tres meses.
 “Lo mío no tiene cura”, dice. “Esta vida es la que conozco. Empecé a drogarme con mi padre a los 16 años.
 En cuanto lo dejo y empiezo a estar bien, vuelvo. Hace unos años tenía novio, nos habíamos mudado juntos.
 Pero me quedé en el paro y empezaron los problemas y volví rapidito al redil”.
El aumento del control contra los narcopisos, llevó a la policía en Barcelona a encontrar el pasado 21 de noviembre 330 kilos de heroína y saltaron las alarmas. 
Las estadísticas de aprehensiones de drogas del último lustro no superan los 300 kilos al año: 253 kilos en 2016, 256 en 2015, 244 en 2014, 291 en 2013, 282 en 2012. 
Por eso, que en un solo decomiso hubiera tanta cantidad de droga, preocupó a todo el mundo.
 Más tras la pandemia que asola Estados Unidos, que ya ha matado a 200.000 personas desde 1999, reduciendo la esperanza de vida en el país dos meses en los hombres y un mes en las mujeres.
El origen de la adicción allí hay que buscarlo en los opiáceos sintéticos recetados por los médicos para luchar contra algún tipo de dolor.
 Cuando se dejaron de recetar, muchos de ellos quedaron abocados al mercado negro: a la heroína y el fentanilo. 

En España, sin embargo, apenas aumenta el consumo ni las muertes por heroína.
 En todo Madrid solo murió una persona el año pasado por sobredosis. En 2016 el 0,2% de la población española consumía heroína. Quienes tratan a los consumidores de esta sustancia dicen que no han notado cambios ni mucho menos un repunte: son los mismos que sobrevivieron a los ochenta y noventa que van creciendo con su adicción a cuestas. 
Apenas hay nuevas incorporaciones.
 En 2016 solo entraron 181 nuevos consumidores de heroína (siempre con otras sustancias asociadas) a la red del Instituto de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid, informa Beatriz Mesías, directora del centro.
 Unos 5.000 consumidores de heroína acudieron a tratamiento por abuso de esta sustancia en la región.
 Solo el 20% se la inyectaba, frente al 74,2% que lo hacía en 1990.
Gema y Ángeles se concieron en el cole de mayores.
 Así llaman a la cárcel. “También Marina D´ Or, hotel Cinco estrellas”, interviene Gema.
 Tiene suerte de tener unos padres que la cobijan y estos han abierto sus brazos a Ángeles, que desde hace dos semanas vive en casa de su amiga. 
A ella su madre la echó de casa cuando murió su padre. “La madre de Gema me llama hija”, dice con lágrimas en los ojos. 
“Qué voy a hacer”, dice la madre de gema al teléfono. “Es mi hija y la quiero”.
Ambas conceden a hablar para ayudar a los jóvenes y que no se droguen como ellas.
 Llegan a la parada. Gema, que trabaja de aparcacoches en la calle, saca cinco euros del bolsillo y compra una litrona.
 Bajando las escaleras que llevan al metro se cruzan con otro conocido. “Tío, que se ha muerto mi Migue”, le dice Ángeles dando un trago de la botella.

 

La letra y el espíritu.............................................Juan José Millás


La letra y el espíritu

La letra y el espíritu
Juan José Millás NO SE FIJEN EN ELLA, sino en esa especie de pegote de plastilina rojo que lleva en el oído. He ahí un auricular de traducción simultánea
 Pongamos que la mujer es rusa, que usted es español y que ninguno de los dos conoce el idioma del otro, pero tampoco un tercero en el que entenderse. 
No pasa nada. Se coloca usted un auricular de las mismas características y cada uno habla en su lengua.
 Se pregunta uno cómo habría sido la conquista de México si Hernán Cortés y Moctezuma hubieran dispuesto de tales artilugios que aún se encuentran en fase de mejora: no son capaces, por ejemplo, de captar la ironía, de traducir las metáforas.
 De momento, parece que se atienen a la literalidad de lo escuchado, de ahí que convenga mantener con su intermediación conversaciones de orden práctico, carentes de doble sentido. 
Eso no debería ser un problema en un mundo que cada vez atiende menos a lo simbólico. 
En toda lengua suele darse una tensión entre lo que las palabras dicen y lo que aspiran a decir, entre la letra y su espíritu.
 En la actualidad, con frecuencia, no se capta el espíritu. 
Haría falta para ello una formación humanística que cotiza a la baja.
 Significa que, intelectualmente hablando, estamos nosotros más cerca del traductor mecánico que el traductor mecánico de nosotros. A ver en qué punto acabamos encontrándonos. 
De momento, si el aparato sirve para preguntar en un aeropuerto chino dónde está el cuarto de baño, ya nos parece un avance prodigioso.
 Siempre y cuando, claro, esa pregunta, en China, no signifique una cosa distinta de lo que significa entre nosotros.